NEPTUNO EN LAS CASAS

  
La casa donde está emplazado Neptuno en el horóscopo natal es el ámbito de la vida en donde buscamos la redención, el mundo real" situado más allá del velo. Si deseamos entender las diversas expresiones de Neptuno a través de las casas, es necesario que tengamos presente su esencia arquetípica. Neptuno representa nuestra nostalgia del Edén, una nostalgia que vuelve porosas las fronteras del yo individual y deja que en él se infiltre el océano de la psique colectiva. Por mediación de Neptuno buscamos nuestra fons et origo, el Paraíso perdido que hemos de recuperar algún día. En nuestro anhelo percibimos también nuestro riesgo, y tememos a la devoradora madre Tiamat (diosa Babilónica que intentó devorar a su progenie) que nos engullirá, mientras alargamos los brazos implorando el socorro de María, la madre que intercederá por nuestros pecados. Allí donde está emplazado Neptuno en el horóscopo natal, somos a la vez el redentor y el redimido. Podemos identificarnos inconscientemente con quienes son víctimas, y no reconocer el vinculo secreto entre la víctima y su perseguidor. Podemos tratar de salvar a esas víctimas que son secretamente nuestro propio yo herido, de un poder destructivo del mundo exterior, que también está oculto en nuestra propia alma. Y anhelamos que nos libre del sufrimiento un redentor que en realidad también pertenece a nuestra propia alma. En la esfera de la vida representada por la casa natal de Neptuno, nos encontramos en una sala de espejos; somos al mismo tiempo el sanador, el perseguidor y la víctima, y tal vez tengamos un atisbo, mediante la experiencia de la compasión, de un sentimiento de unidad que nos ofrece redimirnos de la solitaria prisión de nuestra existencia mortal.
        Cuando nos encontramos con Neptuno, tendemos a perder nuestra objetividad y nuestra sensación de separación, de ser "otro". Estamos cegados y cegamos a los demás, engañamos y nos engañan, pero siempre vamos en busca de la fusión que nos espera al final del camino, por más que neguemos tales sentimientos. Dejamos de ser individuos para fundirnos en el mar de lo colectivo. Con la pérdida de las fronteras individuales puede producirse tanto la apertura del corazón como la castración de la voluntad. Quizá se nos exija un sacrificio, a menudo concreto, pero fundamentalmente es nuestro sueño de redención lo que debemos sacrificar antes de poder empezar a distinguir entre las fantasías que acariciamos y lo que hay de verdad ahí fuera, y dejar de ser víctimas de nosotros mismos. Este es el gran desafío de Neptuno. La identificación proyectiva -es decir, el hecho de atribuir a otra persona aspectos de nosotros mismos y después sentirnos, en un nivel inconsciente, fusionados con ella- es el procedimiento natural de Neptuno. Y como en el mundo de Neptuno no distinguimos entre el yo y el tú, es probable que no podamos reconocer nuestro anhelo de redención en los objetos y las personas con quienes nos hemos fundido. 

Liz Greene Págs. 409-410
Neptuno





NEPTUNO  EN  LA  CASA  UNO




Allí donde tenemos la vivencia de Neptuno nos sentimos desvalidos e impotentes, porque estamos en manos de poderes mayores que nosotros. Puede que la persona con Neptuno en la primera casa sienta la experiencia del nacimiento físico como un proceso en el cual no intervinieron para nada ni su voluntad ni su poder de decisión. Este emplazamiento en la carta es común en personas a cuya madre se le administró algún fármaco que la dejó inconsciente durante el parto, y tanto la madre como el bebé comparten el letargo y la lasitud resultantes. La experiencia en su totalidad tiene lugar, por así decirlo, bajo el agua. En su vida posterior, el nativo tiende a tener un trato con la realidad externa caracterizado por la misma lasitud y pasividad. Quien tiene a Neptuno en la primera puede sentirse secretamente castrado y muy angustiado cuando se enfrenta con opciones y dificultades que le exigen una decisión o un acto de voluntad definido, en particular si la situación implica algún riesgo de separación o de soledad. En ocasiones, la persona adopta en cambio una aptitud de extraño fatalismo, como si de todas maneras la vida fuese irreal, y por lo tanto no valiera la pena luchar por ella. Es probable que el intento de eludir la responsabilidad personal socave los esfuerzos del nativo por marcar una dirección coherente a su vida. Tanto lo bueno como lo malo serán "lo que tenga que ser". En vez de una potencia auténtica, Neptuno en la primera puede generar una falsa potencia a manera de defensa contra el sentimiento de víctima. Es probable que el nativo use su empatía y su imaginación para convertirse en lo que el mundo espera, y que adquiera poder mediante su encanto, mostrándose complaciente y reflejando las necesidades emocionales de los demás. Un comportamiento de esta clase puede ocultar una personalidad considerablemente fuerte; Neptuno en la primera puede ir acompañado por el Sol en conjunción con Plutón en Escorpio, por ejemplo, o por el Sol en cuadratura con Saturno en Capricornio. Pero también puede ser que la fuerza no sea visible y que el nativo ni siquiera la reconozca. Con frecuencia, Neptuno en la primera indica discreción y una sutil diplomacia; en lugar de configurar el mundo exterior, la persona navega por él. Las necesidades de los demás asumen la forma de redentor; fundirse con los otros en un éxtasis de complacencia mutua es una forma de redención. A todo el mundo le gusta una persona que tenga a Neptuno en ascenso, porque su objetivo es complacer, y con frecuencia encarna la mágica fascinación de una sirena. Los problemas surgen cuando otros factores de la carta, menos fluidos e indefinidos, empiezan a agitarse y a encolerizarse por detrás del fácil encanto de Neptuno.
        En los textos astrológicos, Neptuno en la primera tiene la reputación de ceguera y autoengaño. Esto es comprensible, porque Neptuno proyecta sobre el entorno y sobre los demás una vivencia mítica de redención. Toda interacción personal con otro individuo se convierte así en una experiencia potencial de salvación; y como resultado de ello, la claridad, el discernimiento y la iniciativa se desvanecen. Pero sólo se puede llegar a este extremo destructivo de borrarse a uno mismo si no se tiene ningún sentido del yo que equilibre el anhelo de disolución de Neptuno. En el caso de alguien que tenga sus propios valores y opiniones, su necesidad de los demás no hará desaparecer los límites de su identidad. Neptuno en la primera, a menudo indica el talento especial del actor.
        El reto que plantea el emplazamiento de Neptuno en la primera casa no reside en ninguna propiedad intrínsecamente malévola del planeta, sino en la tarea de equilibrar sus inclinaciones camaleónicas con una saludable dosis de autoestima y autopreservación.
        Neptuno en la primera puede indicar también el don especial del consejero o el sanador, debido a su capacidad sin igual para adentrarse en los sentimientos de los demás. Pero el nativo puede volverse adicto a los necesitados. Se trata de un problema crónico de muchas personas dedicadas a las profesiones de ayuda al prójimo; su dependencia secreta de que otros dependan de ellas las lleva a trabajar en exceso, cobrar menos de lo justo, hacer caso omiso de sus necesidades personales y, por último, acumular una cantidad enorme de rabia y resentimiento inconscientes ante exigencias a las cuales son incapaces de negarse. Con frecuencia, terminan por ponerse enfermas y necesitar desesperadamente, aunque no lo admitan, que les ayuden a resolver su propio problema, que en definitiva es el mismo que el de sus pacientes. En algún lugar del trayecto, y en nombre de su misión de salvar a los que sufren, se les ha perdido su propio yo ordinario y cotidiano. Por detrás de esta pauta característica podemos ver la identidad secreta del redentor y el redimido, con la consiguiente pérdida de contacto con la realidad de los límites personales.
        Neptuno en la primera casa, si no cuenta con un yo sólido que le sirva de base, puede indicar una personalidad profundamente manipuladora. Sin embargo, no se trata de un rasgo orientado hacia un objetivo calculado, a menos que otros factores más fríos y egoístas de la carta se alcen con el poder, sino que se utiliza para asegurarse la experiencia de fusión. La redención, para un Neptuno emplazado en la casa uno, reside en el sentimiento de ejercer poder sobre el entorno, pero ese poder reside a su vez en la impotencia, que le asegura la simpatía y el apoyo de los demás. Así en nativo puede llegar a caracterizarse por una pauta de víctima que lo convierte en el miembro pasivo de la pareja en una serie de relaciones difíciles. Cuanto más necesario es uno, tanto más seguro se siente. Si la persona puede expresar también algo de rectitud y sinceridad, la sensibilidad y la magia de Neptuno serán una enorme ventaja para la personalidad. Y si su percepción de las fronteras personales es lo bastante buena, Neptuno no invadirá inconscientemente territorios ajenos. La forma en que este planeta se exprese en la primera casa dependerá en gran medida de cómo se maneje el nativo con el resto de la carta, especialmente con Marte, el regente natural de la casa uno, y con Saturno, el complemento natural de Neptuno. Una de las dificultades que se plantean cuando Neptuno está emplazado en la primera es que, como bien dotado actor que es, su capacidad de encantar y complacer se inicia en la niñez. Ya desde que nace aprende a seguir el ejemplo de los demás. En la edad adulta, si no hay nadie a su alrededor que le haga de espejo de Narciso, el nativo puede ir sintiéndose cada vez más aislado e irreal.
        En ocasiones, Neptuno en la primera puede verse asociado con problemas de drogas y alcoholismo. También está conectado con determinadas enfermedades que implican cierto grado de desvalimiento y de dependencia de los demás, y que en su forma más virulenta suelen ser debilitantes y de evolución lenta, exigiendo prolongados períodos en cama o en silla de ruedas.
        La apertura y la sensibilidad de un Neptuno en ascenso es un valioso y mágico don, que puede expresarse por medio de una actividad creativa como actuar o cantar, o mediante la no menos creativa actividad de la sanación, o de un modo no tan obvio pero igualmente valioso, a través de la cordialidad y la empatía en las relaciones humanas. De cualquier modo que exprese este don, el nativo que tenga a Neptuno en la primera casa no está intrínsecamente "afligido" por nada que arruine de forma permanente su capacidad de arreglárselas en la vida. Pero la energía primordial de cualquier planeta exterior necesita, en última instancia, de un yo individual fuerte que la contenga y la exprese, para que no se convierta en una fuerza destructora de la vida, y no solamente de la propia. En definitiva, lo que decide si los dones de Neptuno en la primera casa han de conducir a las aguas del olvido o a las de la vida es la solidez interior de la personalidad.





NEPTUNO  EN  LA  CASA  DOS




En este ámbito práctico y nada espiritual, Neptuno puede mostrarse torpe y difícil. La cuestión de la autonomía material se contradice totalmente con la carencia neptuniana de fronteras.
        Neptuno en la casa dos va asociado generalmente con dificultades económicas. Muchas personas con este emplazamiento se pasan la vida luchando con las exigencias materiales más simples. Por más talentos creativos que puedan tener, suelen ser incapaces de "llegar a fin de mes", o bien pierden lo que habían ganado debido a una especie de ceguera o descuido con respecto a la administración del dinero que ganan. Pero los problemas de dinero no son más que un síntoma del mar neptuniano de sentimientos y anhelos que están encubriendo. Hay muchas personas con inclinaciones esotéricas que afirman que no pueden resolver sus problemas económicos "porque" tienen a Neptuno en la casa dos. Quizá se quejen de que son víctimas de un mundo despiadadamente materialista, y sin embargo ellas mismas se hacen cómplices de este proceso en la medida en que subvaloran sus propias habilidades; y con frecuencia, otras personas terminarán pagando, ya sean los padres, la pareja o el resto de los contribuyentes. La identificación secreta que hace Neptuno entre víctima y redentor puede ser el elemento subyacente en esta pauta. un bebé supone correctamente que cuenta con alimentos y protección física porque todavía no hay en él un yo separado que pueda pensar desde el punto de vista de lo "mío". Pero cuando un adulto sigue manteniendo inconscientemente el mismo supuesto, el resultado de ello pueden ser muchos problemas materiales. La compasión de Neptuno también puede manifestarse en la casa dos, porque es probable que su sentimiento de unidad con los demás impulse al nativo a desprenderse de todo si alguien está más necesitado que él, y con frecuencia se da un profundo sentimiento de empatía con los que realmente no pueden valerse.
        La disposición de una persona con Neptuno en la segunda casa a compartir sus recursos no es sólo una sincera generosidad, sino también una manera compleja de expresar el vinculo madre-hijo. Si los que tienen a Neptuno en la casa dos desean utilizar este desafiante emplazamiento del modo más creativo posible, más vale que borren de su vocabulario la frase "No puedo evitarlo" y la reemplacen por una expresión más sincera: "No quiero evitarlo" o "Me da miedo evitarlo". Neptuno en la segunda casa puede conllevar dificultades económicas, en parte porque el nativo no quiere tener autonomía. Neptuno está ansioso de expiar los pecados del materialismo, (la sensualidad, la codicia y la envidia aspectos todos del rostro más sombrío de Venus) para poder disfrutar de los deleites del Edén sin sentirse culpable. La persona con Neptuno en la casa dos puede decir que necesita trabajar en algo válido o "elevado"  lo cual es apropiado en muchos sentidos ya que con Neptuno en este emplazamiento el recurso más valioso que uno puede tener es un sentimiento instintivo de la unidad de la vida. Y sin embargo, ir en pos de una vocación "elevada" significa con frecuencia escasez de dinero; eso que es "válido" puede resultar invendible o, lo que es más frecuente, quizá la persona no ponga demasiado empeño en darle una forma que lo haga fácil de comercializar. Y por debajo, al acecho, puede estar el sentimiento neptuniano de debilidad y desvalimiento, y la profundamente arraigada creencia de que uno no se merece tener comodidades materiales aquí en la tierra.
        A la segunda casa se la describe frecuentemente como la casa de los talentos y los recursos, y los planetas emplazados en ella simbolizan aquellos dones naturales que, una vez que les hemos dado forma concreta, nos proporcionan un medio de vida y al mismo tiempo un sentimiento de nuestro valor personal. Neptuno en la segunda casa puede arreglárselas en este dominio tan bien como cualquier otro planeta, mientras mantiene su necesario contacto con el reino oceánico, pero esto ultimo se puede lograr sin necesidad de ser pobre. Neptuno se dirige al anhelo de redención que hay en todos nosotros. Expresado en el ámbito de la forma, Neptuno en la casa dos puede indicar una capacidad de cultivar la autoestima y de alcanzar la independencia material mediante la expresión práctica de la imaginación y del sentimiento de unidad con la vida.
        Neptuno en la segunda casa tiene la gran necesidad de aliarse con la autoestima venusiana, y puede mostrarse como una víctima en el terreno económico y como alguien que sufre por no haber sabido expresar sus talentos o porque no se los han reconocido. Pero con frecuencia el nativo es inconscientemente tan devorador como aquellos a quienes acusa de codicia. Algunos procesos de divorcio extremadamente sucios y deshonestos pueden originarse en un Neptuno en la casa dos que se ha desmandado, y el miembro "ofendido" de la pareja, que antes no hizo el menor esfuerzo por ser independiente, de repente reclama nada menos que todo como recompensa. Si uno tiene la sinceridad suficiente como para afrontar el reto de encontrar el equilibrio entre el Edén y la realidad terrena, entonces podrá construirse una auténtica autonomía, tanto económica como psicológica, sobre los cimientos de la imaginación y la empatía que forman parte de la esfera propia de Neptuno. Pero no es buena idea mantenerse por encima de cosas como el vil metal cuando Neptuno está en la segunda casa. Así no se consigue más que asegurarse de que la responsabilidad de ensuciarse las manos recaiga siempre en otra persona, que al final puede hartarse de pagar las facturas. Cuando Neptuno está emplazado en cualquiera de las casas de tierra -especialmente en la segunda, la más terrenal de todas ellas-, puede que la palabra "espiritual" no sea siempre un término útil. E incluso si uno se gana la vida como párroco o "psíquico", lo que cuenta es la casa dos es que se está ganando la vida.





NEPTUNO  EN  LA  CASA  TRES



   
A la vaga incapacidad para expresarse que tan a menudo muestra un Neptuno emplazado en la casa tres, y que tantas veces los maestros interpretan erróneamente como falta de inteligencia o mala concentración, se la puede entender como un esfuerzo, intenso pero inconsciente, por prevenir la separación generada por las palabras y las ideas. Una de las dinámicas más típicas de Neptuno en la casa tres es una actitud ausente y despistada; el nativo sólo recuerda aquellas cosas que no destruirán la tan anhelada fusión, y se muestra renuente a decir nada que pueda generar discordia o distanciamiento. En ocasiones, este mecanismo llega lisa y llanamente a la duplicidad; Neptuno en la tercera puede indicar un elegante mentiroso crónico, aunque no mienta de un modo calculado y su objetivo no sea engañar a los demás. Lo más frecuente es que la insinceridad de Neptuno sea un autoengaño (si hago como que eso no está ahí, tal vez se vaya) motivado por el deseo de evitar la confrontación. Así, todo se resume en: "Odio herir los sentimientos de la gente" o, con no menor frecuencia, en: "Como en realidad yo no soy muy listo, ¿me harías tu el favor de pensar y hablar en mi nombre?". Una faceta más creativa de esta dinámica es la propensión neptuniana a "pensar en imágenes". El matiz emocional y la imagen son lo que constituye la memoria, más bien que un proceso de conexión de ideas y conceptos. Los dones de Neptuno en la casa tres pueden ir desde una memoria fotográfica hasta un talento considerable para la poesía, el arte de contar cuentos y la pintura. Las cosas del mundo exterior no tienen nombres ni conceptos; tienen matices emocionales, colores y formas, y se las recuerda más bien por su universalidad que por su importancia personal. En vez de utilizar las ideas para definir las diferencias entre uno y los demás, Neptuno en la tercera se vale de imágenes para destacar similitudes e inducir sentimientos compartidos. Pero la persona que tiene a Neptuno en la casa tres puede ser deliberadamente imprecisa, y con frecuencia recurrirá a la muletilla del "No puedo evitarlo" para referirse a su aparente incapacidad que habría que llamar con más propiedad "rechazo inconsciente" para pensar con claridad y hablar francamente. Neptuno en la tercera puede ocultarse tras una máscara de aparente incapacidad para entender. Pero ningún planeta en la tercera, ni en ninguna otra casa, indica el coeficiente intelectual ni la falta de inteligencia. Sólo representa la forma en que una persona enfoca la formulación y expresión de sus ideas sobre la vida. La visión neptuniana, debido a su resistencia a tomar forma concreta, ya sea en palabras o mediante la expresión corporal, puede consistir en evitar por completo la cuestión de pensar.
        El nativo es simplemente un mal estudiante, o le falta capacidad de concentración, o es disléxico. O bien formula una vaga teoría sobre los males del intelecto y desprecia a quienes valoran la claridad. O es tan impresionable que la primera idea que se le ocurre el jueves depende de quién fue la ultima persona con quien habló el miércoles. Todo esto son cortinas de humo neptunianas.
        El ingrediente mágico capaz de liberar de forma vivificante las maravillosas capacidades imaginativas de Neptuno en la casa tres es la claridad mercurial. Sin ella, la nostalgia neptuniana puede socavar no sólo la capacidad de comunicarse con los demás, sino también la de aprender  e incluso la de hablar. Cuando falta la claridad, el nativo es a la vez seducible y seductor, y el diálogo -tanto consigo mismo como con otras personas- pocas veces es sincero. Neptuno tiene un especial talento para dar a entender y para deducir, un don inapreciable para un escritor creativo. Pero las deducciones que hace pueden herir profundamente, y hasta con crueldad, lo cual no impide que al día siguiente se niegue a reconocerlas como suyas, alegando que su interlocutor lo entendió mal. Neptuno en la tercera puede sentirse víctima de la incomprensión de los demás, y sin embargo, la cólera de esas otras personas proviene generalmente del dolor causado por las invisibles flechas que Neptuno lanzó de un modo inconsciente. Si uno no es capaz de decir lo que siente y piensa, tampoco puede esperar que lo entiendan y por lo común, esta deliberada incapacidad de expresarse da como resultado la soledad y el aislamiento. Entonces, el nativo espera al redentor que sea capaz de entenderlo sin palabras. Sin embargo, cuando la persona con Neptuno en la casa tres hace algún esfuerzo por expresarse en un lenguaje que los demás puedan comprender, es más capaz que cualquier otra de ser alguien.





NEPTUNO  EN  LA  CASA  CUATRO



  
Cuando Neptuno está emplazado en la casa cuatro, el lugar de redención es el reino de la fuente espiritual, encarnado en el padre personal. Y dado que proyectamos la figura del redentor, el que simultáneamente sufre y sana, en la casa ocupada por Neptuno, esta víctima y salvador impregnará la vivencia del padre y teñirá la actitud emocional del nativo hacia él. La realidad parece conspirar con esta proyección, como suele suceder con los indicadores parentales en la carta natal; porque es frecuente que en la niñez el padre esté físicamente ausente por razones diversas (separación, divorcio, muerte...) o que haya sufrido demasiado o esté enfermo, física o psíquicamente. Es decir que puede servir como un gancho excelente para colgarle la proyección, y cuanto más cerca esté Neptuno del IC, tanto más natural parecerá el gancho. Con frecuencia, también el padre será muy neptuniano, con un énfasis en su carta natal de Piscis o de la casa doce, o bien un Neptuno dominante en conjunción con un ángulo o en aspecto con el Sol o con la Luna. El carácter esquivo e inaccesible de Neptuno, cuando se percibe en el padre, parece devolver al nativo la imagen de la magia perdida del paraíso, incluso cuando este sentimiento es inconsciente.
        La idealización desempeña un gran papel en esta clase de sentimientos. Con frecuencia, la compasión por la víctima y el anhelo de recibir el toque sanador del redentor son poderosos componentes del vinculo emocional con el padre, que puede haber tenido unas excepcionales dotes imaginativas, aun que no las reconociera ni las expresara. Es frecuente que el nativo sienta una gran tristeza relacionada con la vivencia que tuvo de su padre, porque parecía inalcanzable o poco comunicativo. Si no reconoce estos complejos sentimientos, puede haber una actitud consciente de rabia o desinterés. Pero la búsqueda de un hogar espiritual perdido bajo la forma de un sustituto paterno -con frecuencia un guru o un maestro espiritual- puede convertirse en una motivación importante en la vida del nativo, sin que éste reconozca en modo alguno el papel del padre personal en este anhelo. Esto no significa que la búsqueda de una realidad más trascendente sólo sea una sublimación del amor por el padre. Pero si se busca al amado padre espiritual en sustitutos, el resultado generalmente será la desilusión neptuniana. Es probable que una mujer que tenga a Neptuno en la casa cuatro busque al padre redentor en hombres casados o por algún otro motivo inaccesibles, y se pregunte por qué se da siempre esa pauta en su vida, pero no llegue a reconocer sus profundos sentimientos por un padre a quien, en un nivel consciente, cree que desprecia o que no le gusta. Un hombre con Neptuno en la casa cuatro quizá trate de compensar, mediante una exhibición de fuerza y racionalidad, todas las vivencias que tuvo de un padre débil que lo decepcionaba. Y entonces puede que se pregunte por qué se siente perdido y deprimido pese a todos sus logros externos, sin llegar a reconocer su nostalgia de un padre de quien él cree que lo defraudó. La idealización neptuniana está impregnada de una intensa nostalgia. Cuando cualquier persona con Neptuno en la cuarta hace de lado al padre como alguien sin importancia, imposible de amar o poco interesante, generalmente hay problemas mucho más profundos bajo la superficie.
        Quienes tienen a Neptuno en la cuarta casa pueden verse acosados por una sensación de desarraigo. No hay sitio físico que sea su hogar, ningún pueblo, ciudad o país al que verdaderamente pertenezcan. El resultado de este estado de descontento divino puede ser una persona que viaja por todas partes sin establecerse en ninguna. Los sueños de encontrar o crear un entorno perfecto pueden convertirse en un objetivo fundamental en su vida. Sin embargo, por más doloroso que pueda ser el anhelo neptuniano de un reino que no existe en la Tierra, también puede permitir que el nativo evite esas identificaciones rígidas y exclusivistas con la región o la nación que generan tantos prejuicios e intolerancia. Y lo más importante es que esto puede abrir las puertas a un sentimiento de estar conectado con la vida, independientemente de los deberes para con la familia, la nación o la raza. Es posible mitigar en buena medida la tristeza de este desarraigo neptuniano mediante una experiencia lunar de intimidad con otras personas, especialmente aquellas con las que no se tienen vínculos de sangre. La idealización del padre puede expresarse como una idealización de la vida familiar, lo que con frecuencia resulta decepcionante. Cuanto mayores son las expectativas que uno tiene de la familia como fuente de redención, más dolorosa será la desilusión con la que tendrá que enfrentarse. Es probable que el nativo necesite encontrar otra clase de familia, nacida de la amistad y de la afinidad emocional, en donde pueda tener la experiencia de la realidad del apoyo y el afecto humanos. Aunque el verdadero hogar quizás esté muy lejos en el espacio y el tiempo, el hogar del compañerismo cotidiano puede ser, para Neptuno en la cuarta, lo bastante gratificante como para hacer de este mundo un lugar satisfactorio.






NEPTUNO  EN  LA  CASA  CINCO



  
Neptuno en la quinta evoca el amor de los trovadores, para quienes la mujer amada es un espejo, y la experiencia de la prisión es una puerta abierta hacia la unión con lo inefable. El o la amante en sí tiene poca importancia. No es nada sorprendente que la pasión neptuniana pueda estar "mal dirigida", ya que la otra persona no es más que un espejo en donde el nativo vislumbra la inmortalidad de su propia alma. Con una idealización tan profunda del amor es probable que se manifieste una cierta falta de discernimiento al elegir. Neptuno en la casa cinco puede estar perdidamente enamorado del hecho de “estar enamorado". Sin embargo, el amor y el sufrimiento pueden convivir, porque mediante la experiencia del amor los que sufrimos nos redimimos, y ofrecemos la redención a las demás personas que sufren. A Neptuno en la quinta se lo vincula en ocasiones con el engaño en el amor, ya sea como perpetrador o como víctima. Tampoco esto es sorprendente debido a la idealización extrema y la propensión a decepcionarse que aporta Neptuno en las relaciones románticas.
        Los productos creativos más característicos de Neptuno son aquellos que nos vinculan con la fuente oceánica de la vida. Un Neptuno en la quinta casa, si se le ofrece la contención suficiente, puede contribuir a que un talento artístico se exprese mejor valiéndose de medios como la música, la poesía y el teatro. Y en la medida en que nuestros hijos son también nuestras creaciones, podemos introducir la mitología neptuniana de la víctima redentora en el dominio de nuestra progenie. Esto puede crear muchas dificultades, ya que los hijos no son meras extensiones de nuestro poder creativo solar, sino individuos por derecho propio, que también tienen un Sol y una quinta casa en su propia carta natal. Con Neptuno en la quinta, es probable que idealicemos a nuestros hijos en tal medida que ya no podamos discernir su realidad independiente. Entonces sufriremos de verdad ya que, de una manera u otra, ellos se resistirán a esta supresión de su propia identidad. Muchas personas con Neptuno en la quinta casa perciben en sus hijos el resplandor de su propia divinidad potencial, incurren en el error de rechazarlos y, como consecuencia de ello, se sienten como mártires y víctimas. También es probable que Neptuno en este emplazamiento perciba el hecho en si de ser padre o madre como un martirio, la prueba de su amoroso autosacrificio. O bien puede tratar de hacer de redentor de un hijo a quien ve como alguien desvalido y vulnerable. Pero también puede que, secretamente, el padre o la madre que tenga a Neptuno en la quinta casa busque la redención por medio del amor y la dependencia de su hijo.
        Los temas neptunianos del sacrificio y el sufrimiento también pueden asumir otras formas en relación con los hijos. Dado que la renuncia neptuniana a definir fronteras puede teñir de una profunda inconsciencia las relaciones amorosas, no son raros los embarazos “accidentales",  ni siquiera en esta época en que es tan fácil disponer de anticonceptivos seguros. Como resultado de este tipo de inconsciencia, Neptuno en la quinta casa a veces puede verse enfrentado con la desdichada experiencia del aborto. En ocasiones, el embarazo "accidental" es un medio instintivo de atar a una pareja que se tiene miedo de perder, y un matrimonio edificado sobre semejantes cimientos se verá socavado desde el principio por la sensación de haber caído en una trampa, de estar atado y de ser una víctima, por ambas partes. El niño que nazca de esta unión puede creer, como suele suceder con los niños, que es el responsable de toda posterior desdicha y frustración de sus padres, y es probable que reaccione convirtiéndose en el tipo de "carga" que, sin lugar a dudas, convertirá a los padres en mártires. O bien éstos pueden terminar separándose, y si esta decisión va seguida de la marga batalla habitual por la custodia del niño, Neptuno en la quinta casa puede sentirse víctima y mártir, ya sea por la carga que representa ser padre o madre en solitario, o por encontrarse con que le quitan al niño. En situaciones como esta, nadie gana, y es un error buscar un culpable, ya que una persona joven atrapada en la agonía de lo que parece una gran pasión, no suele reconocer la desesperada necesidad neptuniana de fusión. Pero puede facilitar las cosas ser capaz de discernir, por debajo de la tendencia de Neptuno a inclinarse reverentemente ante un misterioso "karma", una pauta formada sobre elecciones y anhelos inconscientes que, al fin y al cabo, son propios del nativo.
        A veces, Neptuno en la casa cinco puede estar vinculado con una falta de hijos no aceptada, o con un hijo física o mentalmente enfermo o disminuido. En estos casos no se puede “culpar a Neptuno". Este tipo de situaciones desdichadas también puede darse cuando no hay ningún planeta emplazado en la quinta, o cuando hay uno aparentemente benigno como puede ser Júpiter. La conclusión a que apuntan las pruebas astrológicas es que lo que describe Neptuno no es un niño enfermo o disminuido, sino un tipo particular de sufrimiento que el padre o la madre tiene propensión a experimentar. Como todos somos diferentes, cada persona reacciona de un modo distinto ante este reto al que le enfrenta la vida. Algunos padres se enfadan y otros se resignan; los hay que ingresan al niño en una institución tan pronto como pueden, mientras que otros lo tienen siempre en casa, aun que los demás hijos sufran por esta decisión. Como nadie puede conocer a fondo ni juzgar con razón de causa la situación de otra persona, tampoco nadie puede decidir por otro cuál de las múltiples opciones posibles es la "correcta". A Neptuno, un profundo sentimiento de culpabilidad y un anhelo de redimirse mediante el sufrimiento pueden dictarle que la opción "correcta" es la senda del martirio. Neptuno en la quinta casa, cuando se enfrenta con el reto de criar un niño disminuido, describe el trasfondo mítico de sufrimiento y salvación con que el padre, y no el hijo, es probable que cargue interiormente. Las recompensas de tal experiencia pueden ser la compasión y una mayor apertura del corazón, como puede serlo también una profunda sensación de comprensión de lo religioso o de lo espiritual. Asimismo puede darse la tendencia a la autoinmolación del mártir, para quien el sufrimiento proveniente del hijo puede abrirle algún día las puertas del Paraíso. La conciencia de los propios sentimientos es sumamente importante, y no sólo por el bien del niño. En el caso de los que desean desesperadamente hijos sin poder tenerlos, es probable que les resulte útil cuestionarse con sinceridad qué valor puede tener la desesperación. Si Neptuno en la quinta ve a los niños como un vehículo de redención, el hecho de no poder tenerlos seguramente parecerá una sentencia de por vida de exilio del Paraíso. Pero puede que no sea así cuando el deseo de tener hijos se vincula con las necesidades menos globales que se podría satisfacer por otros medios, sino del todo, al menos en parte. En tales casos, compadecerse de uno mismo no será la expresión más constructiva de Neptuno en este emplazamiento. Puede que dentro del nativo haya una parte más sabia que intenta expresar el anhelo de redención neptuniano por medio de otra clase de hijos no corpóreos.
        Cuando Neptuno está en la quinta casa, las soluciones creativas son esenciales, porque las personas reales -hijos y amantes, por ejemplo- no pueden cargar con las idealizaciones míticas de Neptuno sin terminar cayéndose de sus respectivos pedestales. Es probable que la compasión y la sensibilidad neptunianas reflejen un don especial para tratar con los niños, y no sólo con los propios hijos. Pero la expresión más benigna del planeta en la casa natural del Sol se da fundamentalmente por mediación de aquellos vehículos creativos que pueden ofrecer una vivencia inmediata del misterio que reside en lo más profundo del sentimiento del "yo". Hablar de "hijos", de "especulación" y de "aventuras amorosas" para definir la casa cinco parece más fácil, por lo menos al principio, porque son asuntos instintivos y no es necesario reflexionar sobre ellos. El trabajo creativo exige la disciplina de Saturno y la autodefinición del Sol, a las que Neptuno se resiste. Y sin embargo, paradójicamente, sólo mediante el esfuerzo creativo puede saciarse la sed neptuniana de redención, por lo menos en parte, descubriendo al niño divino en nuestro interior.





NEPTUNO  EN  LA  CASA  SEIS



   
Cuando Neptuno está en la sexta casa, la deidad que busca encarnarse es la fuente oceánica. Esto constituye un dilema intrínseco, porque Neptuno no tiene inclinación alguna a soportar los límites que esta casa le impone, razón por la cual es frecuente que lo veamos en sus manifestaciones menos atractivas. Una expresión característica de la acuosa carencia de forma de Neptuno es la hipocondría: la persona teme verse inundada por una enfermedad mortal. Neptuno en la sexta también puede estar vinculado con dolencias misteriosas que escapan del diagnóstico o el tratamiento de la medicina ortodoxa, dolencias que en gran parte, e incluso totalmente, pueden ser de naturaleza psicológica, y que expresan en el nivel somático la nostalgia y el desvalimiento característicos de Neptuno. También el cuerpo en si puede tener una predisposición neptuniana, y entonces es sumamente sensible a las intrusiones del entorno. No son raras las alergias y las afecciones cutáneas como el eczema y la psoriasis, que sugieren una incapacidad para mantener fuera el mundo exterior. El estrés reflejado en tales síntomas también puede estar relacionado con Neptuno, porque es frecuente que el nativo se sienta una víctima desvalida al encontrarse con las tareas de la vida cotidiana. En vez de encontrar vehículos que le permitan encarnar los anhelos neptunianos, es probable que tienda a escapar de la amenaza de las aguas, y entonces el cuerpo expresa de maneras características las necesidades y los sentimientos de Neptuno. Los poderes curativos de Neptuno en la sexta pueden ser reales, pero también pueden resultar una fuente de gran sufrimiento, y es necesario que el nativo establezca sus fronteras personales si no quiere absorber los conflictos, el estrés y el sufrimiento de aquellos a quienes intenta sanar. Cualquier persona con Neptuno en la casa seis que quiera dedicarse a una profesión de ayuda al prójimo ha de tener sumamente claros los motivos más profundos de su elección laboral, porque el anhelo de cuidar de los demás puede estar vinculado con el hecho de sentirse inconscientemente enfermo, desvalido y como una víctima ante un mundo caótico y desordenado.
        A la sexta casa se la socia también tradicionalmente con el trabajo, ya que el cumplimiento de nuestras tareas cotidianas es una representación simbólica en el nivel exterior de lo que somos interiormente. Pero hace ya tiempo que la idea del trabajo como un acto sagrado ha desaparecido de nuestra conciencia, y hoy en día el trabajo no es otra cosa que un medio de ganar dinero. El ideal político de que cada persona se siente feliz de hacer su aportación a la colectividad según sus propias habilidades refleja la visión utópica del trabajo que tiene Neptuno en la sexta. La humildad del sabio budista que acepta con tranquilidad las tareas "serviles" no proviene de ningún espíritu de servilismo ni del deseo de "hacer el bien", sino que refleja la comprensión consciente de que en el más ínfimo de los rituales mundanos se puede vislumbrar el orden divino que hay detrás de toda manifestación de la vida. Puede que esta clase de servicio no implique directamente a otras personas y que la mejor forma de expresarlo sea mediante habilidades o labores artesanales que canalizan el poder creativo de la imaginación. Neptuno en la sexta también tiende a idealizar el trabajo, lo cual puede crear dificultades si se trabaja con otras personas o para una gran empresa. No todos estos nativos perciben el trabajo a través de la visión redentora de Neptuno, y hay quien puede ser propenso a la explotación. También es probable que a alguien le resulte difícil enfrentarse con los asuntos prácticos de maneras rectas y honestas. Aquí, quien engaña y el engañado se dan la mano en lugar de trabajo, porque el nativo tanto puede convertirse en receptor pasivo como en perpetrador inconsciente de una buena cantidad de manipulación y actos deshonestos, por descuido, por no querer ver las cosas o por incapacidad para reconocer los límites normales. Neptuno en la sexta también puede excederse en sus sueños de redención, hasta el punto que la persona sienta que en realidad ella no debería trabajar.
        Los planetas que están en la sexta nos piden el reconocimiento de nuestra interconexión con el mundo invisible, y además, que hagamos lo posible por expresar esta relación en los rituales de nuestra vida cotidiana. Con Neptuno en la sexta, el mundo invisible es oceánico y rebosa de nostalgia. Si es posible dar forma a esta visión mediante trabajos de artesanía, otras habilidades y rituales, entonces la vivencia de la unidad con la vida puede hacer que aprendamos a saborear cada uno de sus momentos y cada aspecto de la existencia física como algo lleno de belleza y significado.




NEPTUNO  EN  LA  CASA  SIETE



   
Cuando Neptuno está emplazado en la séptima, el sueño del Paraíso se convierte en la visión de una unión perfecta, en la que el nativo puede sentirse abrazado, sustentado y amado incondicionalmente para siempre. Esta visión muchas veces no es consciente. Las personas en quienes las funciones racionales son fuertes, no llegan a darse cuenta de tales expectativas, y desmentirán con vehemencia que tengan este tipo de necesidades. Sin embargo, la pauta se representa de acuerdo con el antiguo mito, experimentado a través de la proyección. La acuosa felicidad del Edén puede mostrarse entonces como las fauces sofocantes de un gran pez, ya que ambas dimensiones son neptunianas, y se puede oír el grito familiar de quien no quiere terminar devorado por una pareja dependiente y necesitada. "Confusión" es una palabra adecuada para describir los sentimientos paradójicos con respecto a la relación de pareja que indica un Neptuno en la casa siete. La confusión surge del hecho de que el nativo, inconscientemente, intenta que la redención le llegue por mediación de los demás.
        Con Neptuno en la séptima, la búsqueda del redentor puede representarse literalmente. En este emplazamiento, Neptuno está predispuesto a casarse con un sustituto parental, alguien que sea a la vez madre y padre, y que al cabo de un tiempo comienza a devorar al nativo, como el gran pez; así pues, el redentor se muestra como un amante que, a menudo creativo pero herido por la vida, necesita que lo salven y ofrece la salvación al mismo tiempo. Con frecuencia, la pareja o el cónyuge es una víctima. La esperanza de la propia redención reside en "salvar" a esa pareja. Así pues, Neptuno en la séptima puede asumir el papel del miembro "fuerte" de la pareja frente al débil -el alcohólico, el drogadicto, la persona con graves problemas emocionales-, con lo cual evita reconocer la realidad de sus propias flaquezas y su fragilidad. Pero si tropieza con alguien más fuerte, entonces aflora el niño pequeño y la aparente fuerza se desmorona, revelando el caos y la vulnerabilidad subyacentes. Neptuno en la casa siete no está predestinado a las relaciones decepcionantes, ni condenado por el "karma" a renunciar a tener pareja. Pero el nativo puede mostrarse muy renuente a afrontar los problemas en este ámbito. Neptuno no suele mostrarse dispuesto a investigar qué es lo que realmente está pasando, porque es incapaz de soportar una luz demasiado brillante.
        Quien busca la redención en los brazos de otra persona puede representar el papel de amante y destrozar alegremente un matrimonio con el pretexto de "salvar” al pobre hombre -o mujer- atrapado por tan terrible pareja. O bien puede ser él -o ella- la víctima engañada. A Neptuno en la séptima le divierten los triángulos. Detrás de esa actitud de noble salvación de otras almas perdidas hay un niño ávido que lo espera todo de una pareja, ni más ni menos y sin embargo puede no estar nada dispuesto a enfrentarse con la enormidad de semejantes necesidades, ni con la desesperación de no verlas satisfechas. Neptuno en la casa siete puede tener dotes de consejero o una facilidad para ayudar a los demás a satisfacer sus necesidades, y quizás este sea un vehículo más adecuado para expresar al redentor mítico en las relaciones humanas. Pero no puede haber curación, ni de uno mismo ni de los demás, mientras el bebé inconsciente atribuya características divinas a los seres humanos.
        Neptuno en la casa siete puede ser adicto a la persecución de lo inalcanzable, ya que el encanto y el carácter esquivo de aquello que no podemos tener nos prometen interminables posibilidades de salvación. Una vez que hemos establecido una relación de carne y hueso, Neptuno ya no puede mantener sus idealizaciones. Esta dinámica subyace con frecuencia en la propensión a elegir al ser amado entre las filas de los casados o de quienes no se interesan demasiado por la sexualidad, e incluso entre quienes se han consagrado a la vida religiosa. También puede alimentar el impulso autodestructivo que hace que muchas personas con Neptuno en la casa siete renuncien a toda esperanza de una relación feliz, y soportan una unión desdichada porque creen que así podrán obtener una recompensa en algún distante futuro, antes o incluso después de la muerte. La inclinación al autosacrificio que tantas veces manifiesta Neptuno en la casa siete puede estar ocultando aguas sumamente turbias. Al final, puede que lo que se deba sacrificar no sea la realización personal, sino la identificación con el redentor y el redimido.
        Con Neptuno en la séptima, necesitamos experimentar sus anhelos, sus aspiraciones y su magia a través de los demás. Tal vez necesitemos también estar rodeados de personas neptunianas. Neptuno en la casa siete depende de los demás para contar su historia, porque para ser literales necesitamos de nuestros espejos. Generalmente, todos los personajes del drama neptuniano -la madre oceánica devoradora, el redentor divino y la víctima sufriente- terminan siendo proyectados en una u otra etapa de la vida. Los demás generalmente pertenecen a uno de estos tres grupos, y cualquiera que no encaje en ninguno de ellos tiende a pasar inadvertido. También se puede dividir la sociedad según esta triada, puesto que Neptuno es la séptima suele tener inclinaciones políticas. Es probable que las idealizaciones neptunianas se expresen principalmente en la vida publica, y pueden conferir no sólo la capacidad de percibir las necesidades y sufrimientos del colectivo, sino también una notable ceguera ante las propias aspiraciones al poder.
        Es importante que aquellos que tienen a Neptuno en la casa siete y escogen moverse en este campo sean sinceros con respecto al grado de subjetividad de su manera de ver la sociedad. El líder neptuniano puede convertirse fácilmente en la víctima neptuniana, a quien la multitud hace pedazos, metafóricamente o incluso físicamente.
        Ver a los demás a través de la lente de la nostalgia neptuniana es un don ambiguo. Puede reflejar una sensibilidad notable al modo de funcionar del mundo "de ahí fuera", así como de las personas con quienes se está en estrecho contacto. Una sensibilidad como esta puede expresarse de muchas maneras creativas y curativas. Pero el sufrimiento neptuniano al parecer ocasionado por los demás, cuando el planeta está emplazado en la casa siete, es en buena medida una creación propia, surgida de una mezcla de fantasías idealizadas y necesidades infantiles, y también de la naturaleza de las personas a quienes el nativo recurre para que participen en su propio drama. Desilusionarse de los demás es el resultado natural de un Neptuno en la casa siete. La capacidad del nativo para enfrentarse con esta desilusión, mediante un suficiente reconocimiento de sus propios límites y de los ajenos, es lo que determina si Neptuno en la séptima se creará una vida de víctima o una existencia rica en relaciones gratificantes. Neptuno nunca está contento con una interacción prosaica. La gloria del teatro debe infundirse en la vida, porque el mundo entero es un escenario, y Neptuno en la casa siete es el protagonista. Suprimir la nostalgia neptuniana no es la solución, porque Neptuno volverá a entrar por la puerta de atrás, y hará su nueva aparición a través de la pareja del nativo o de un publico desgraciado que se ha puesto en contra de su ídolo. Quizás el secreto resida en permitir a los demás que sean míticos y humanos al mismo tiempo.







NEPTUNO  EN  LA  CASA  OCHO



  
Con frecuencia se experimenta a Neptuno en la casa ocho de una manera súbita y compulsiva. Los anhelos neptunianos que aun no han tomado forma pueden irrumpir en la conciencia con una fuerza irresistible, porque el nativo no se da cuenta que los está sintiendo. La nostalgia de la fuente puede convertirse, literalmente, en una búsqueda del olvido, como suele suceder en el caso de las muertes por sobredosis de drogas. Cuando Neptuno está emplazado en la octava, el redentor puede aparecer con el rostro de la muerte.
        Es cierto que Neptuno en la octava se relaciona con ciertos tipos de depresión o "dolencias del alma". Pero hemos de entender con qué clase de depresión u otra enfermedad nos estamos enfrentando para poder trabajar de un modo más consciente con estos problemas en vez de limitarnos a ser víctimas de ellos. La depresión neptuniana es la soledad del exilio. En la persona que está en contacto con tales sentimientos, Neptuno indica una melancolía agridulce, cíclica en lugar de constante, que por el hecho mismo de ser consciente puede encontrar formas de expresión acordes con la capacidad y los talentos de la persona. Pero no hay una irrupción compulsiva, porque el nativo ya sabe que desea volver a casa. Muchos artistas encuentran inspiración en esta profunda tristeza, que es una parte fundamental de la visión neptuniana del mundo. Pero cuando Neptuno actúa inconscientemente, puede que la "dolencia del alma" aflore de repente, con una fuerza avasalladora, y que el nativo responda sin reflexionar a la llamada de las aguas. Como estos sentimientos primarios dibujan con un marcado relieve la crudeza de la vida mortal, anuncian la posibilidad (y la necesidad) de una limpieza a fondo de la propia vida, que implica renunciar a las viejas actitudes y los antiguos apegos que están obstruyendo el corazón y el alma. Neptuno en la octava, cuando está activado por una progresión o un tránsito, puede ser el profético heraldo de cambios vitales profundos y constructivos, frente a los cuales los sentimientos de depresión y nostalgia son una respuesta natural a inevitable, siempre y cuando el yo sea lo suficientemente fuerte para reconocer el valor de esa experiencia.
        Con Neptuno en la casa ocho, puede que nuestras crisis se centren en temas como la separación, la soledad y el desvalimiento; es probable que nuestras reacciones estén impregnadas de tristeza y de nostalgia, y el agente que vislumbramos detrás de la acción es la fuente oceánica de la vida, que tras habernos expulsado del Edén, ahora nos llama de regreso a casa.
        Neptuno en la casa ocho puede indicar una capacidad para el placer extático, e igualmente, en una carta que sea "impermeable a Neptuno" uno puede llegar a temer su propia vulnerabilidad y por lo tanto trata de cerrar las puertas. En el ámbito sexual, Neptuno en la octava está tan frecuentemente asociado con la actitud de inhibición como con la apertura, ya que no todo el mundo es capaz de admitir tanta vulnerabilidad sin ponerse a la defensiva. Si el nativo repudia a su Neptuno en la casa ocho, lo proyectará sobre su pareja y la verá como una persona exigente o devoradora en el nivel emocional y sexual. También es probable que de un modo inconsciente escoja a un compañero sexualmente impotente o incapaz de funcionar, con lo que evita su vulnerabilidad sin tener que admitir su propio miedo.
        El anhelo de lo invisible también puede conllevar una buena cantidad de dones. Dado que las fronteras entre el yo y el inconsciente son fluidas, uno puede comprender intuitivamente sentimientos, imágenes y anhelos que pertenecen al colectivo, de lo cual resulta una aptitud para el trabajo psicológico o psíquico que penetra muy por debajo de los estratos de la personalidad individual. El propio inconsciente puede aparecer como el redentor, y es probable que los sueños y las fantasías tengan un significado y un poder extraordinarios. El mayor peligro de Neptuno en la casa ocho se presenta cuando nos olvidamos de que lo llevamos dentro, o bien cuando nos identificamos tanto con él que nos olvidamos de nosotros mismos. El anhelo de disolución no es patológico; es arquetípico. Tal vez tampoco nadie puede juzgar si otra persona tiene derecho a ir en busca de ese anhelo en su nivel más literal, pero si opta por la vida y no por la muerte, Neptuno en la casa ocho puede ser un verdadero iniciado en los misterios.






NEPTUNO  EN  LA  CASA  NUEVE



   
Cuando Neptuno está emplazado en la novena, se ve a Dios como una fuente oceánica divina. Independientemente de la educación religiosa que haya recibido,  Dios como Amor es la deidad que con más frecuencia reconoce un Neptuno en la casa nueve. La redención es entonces un tema evidentemente religioso o espiritual, porque Neptuno en este emplazamiento no se inclina a los enfoques que fuerzan un equilibrio entre lo humano y lo divino mediante el hecho de experimentar la divinidad en la vida. A Neptuno en la novena le importan en cielo y el infierno, así como la visión milenarista de un final del sufrimiento y el mal. Pero Neptuno no se limita a ser una deidad de una compasión infinita según el modelo de Cristo. Es también la fuente maternal, capaz de castigar, devorar y destruir y en la psicología de Neptuno en la casa nueve, el terror de Dios puede ser tan fuerte como el anhelo de redención. El sacrificio y el sufrimiento son una parte importante del pensamiento religioso de Neptuno, lo mismo que la exclusividad espiritual. La religión no significa necesariamente redención, pero puede ser un medio de vivir la mejor vida posible de acuerdo con la voluntad divina.
        Uno de los principales problemas de este planeta en la novena es la tendencia a proyectar la autoridad espiritual y moral sobre los demás, de modo que el nativo se convierte en un ciego seguidor de un credo que puede o no ser adecuado o saludable para él. Neptuno en la novena también corre el peligro de pretender que conoce las verdades religiosas absolutas; si éstas fueran simplemente válidas para el creyente no plantearían dificultad alguna, pero la propia identificación inconsciente con el redentor puede llevar, en más de un caso, a obligar a los demás a que las acepten por la fuerza. Neptuno también puede proyectar la redención sobre Dios, lo cual quizá suene perfectamente apropiado, ya que es la base de la mayor parte de las aspiraciones cristianas. Pero tal vez sea necesario que cuestionemos el supuesto de que Dios es una madre siempre atenta que nos brinda su amor incondicional, que existe para satisfacer todas nuestras necesidades personales y que nos perdonará incluso cualquier forma de comportamiento infrahumano que adoptemos. Esta clase de Dios es particularmente atrayente para quienes desean esquivar la responsabilidad de sus acciones y elecciones en la vida cotidiana, y que si asisten con cierta regularidad a la iglesia o desnudan su alma en el confesionario, esperan que, por la sencilla razón de que "creen", se los disculpe por pegarle a su mujer, tiranizar a sus hijos, darle puntapiés al gato y practicar todas las formas posibles de fanatismo e intolerancia con los seres humanos. Este es el rostro más sombrío de un Neptuno en la novena cuando de forma semejante a como lo hacen ciertas sectas fundamentalistas en Estados Unidos y Europa empieza a recurrir a medios sumamente cuestionables para instruir a sus ignorantes correligionarios sobre las revelaciones de las que se siente depositario. No hay lugar para la ética en estas aguas neptunianas, ni tampoco para la simple cortesía humana, ni para el respeto por la inteligencia, los derechos o las fronteras de los demás. Los redimidos se han nombrado a sí mismos redentores, y lejos de parecerse a Cristo, se asemejan mucho más a la monstruosa Tiamat, y van perpetrando en el nombre del redentor atrocidades psicológicas e incluso físicas que jamás se podrían encontrar en las enseñanzas de Cristo.
        Si cuenta con la contención de un yo capaz de reflexionar, Neptuno es la casa nueve puede proporcionar una inspiración espiritual y artística que sea conmovedora y auténtica. Mediante una visión creativa, Neptuno en la casa nueve trasciende las fronteras de la propia cultura, y expresa los temas universales del sufrimiento y la nostalgia del ser humano.
        Neptuno en la novena puede mostrar predilección por la espiritualidad mística y es capaz de ofrecer su lealtad a un guru o una filosofía que le exija el sacrificio de posesiones o de creencias anteriores. Las comunas espirituales son especialmente atractivas para un Neptuno en la casa nueve, pero la idealización neptuniana de los líderes espirituales o religiosos puede llevar al nativo a una profunda desilusión cuando no alcanza inmediatamente la iluminación o la salvación. Y si no es demasiado capaz de tamizar las enseñanzas recibidas valiéndose de su experiencia y de su propio sistema de valores, Neptuno en la novena puede manifestar una peligrosa credulidad. Sin embargo, una filosofía de amorosa obediencia a Dios constituye una senda apropiada. La unión mística no es una mera fantasía de Neptuno en la casa nueve, y si bien en la esperanza de una relación con la divinidad habrá siempre elementos de narcisismo primario, tampoco son tan raras las experiencias transpersonales y profundamente conmovedoras de tipo oceánico. El reto consiste en diferenciar entre la fuente divina y el maestro mortal que pretende ser su vehículo, y en asegurarse de que el propio narcisismo no genere un secreto autoengrandecimiento que socave la relación del yo con el mundo exterior.
        Los viajes son tradicionalmente uno de los dominios de la casa nueve. Con frecuencia, las personas que tienen acentuada esta casa se sienten renovadas y vigorizadas cuando viajan, porque hacerlo les permite adquirir una perspectiva diferente y más amplia de su propia vida. Desde el punto de vista de la casa nueve, viajar nos pone en contacto con un mundo más vasto, lleno de actitudes, lenguas, costumbres y estilos de vida diferentes, que intensifican nuestro sentimiento de que la vida en su totalidad tiene significado. Y para un Neptuno en la novena, viajar puede proporcionar incluso una promesa de salvación. La profunda sensación neptuniana de estar en el exilio significa que el nativo no podrá encontrar nunca su hogar sobre la Tierra, porque su verdadero hogar se encuentra más allá. Así pues, Neptuno en la novena puede estar perpetuamente viajando, en busca de la cultura perfecta o del paisaje perfecto. Quizás idealice algunos lugares en particular aquellos a los que se acude en peregrinación. La llegada física al lugar soñado puede significar una decepción y una desilusión, pero Neptuno en la casa nueve también tiene el don de infundir en los lugares que visita una magia y un significado que al viajero pragmático se le escapan. Poblado así el lugar con las fantasías y los sentimientos del acuoso mundo neptuniano, ni siquiera el ruido y el desorden de los vehículos atestados de turistas bulliciosos llegan a destruir la belleza de la visión interior, proyectada sobre la realidad externa.
        Como Neptuno está vinculado con temas de redención, que nosotros interpretamos como "religiosos" de acuerdo con la visión del mundo característica de la era de Piscis, podemos suponer que cuando Neptuno está en la casa nueve, vemos una forma más pura de espiritualidad. Sin embargo, conviene que recordemos que las definiciones colectivas de Dios no son externas, sino más bien peculiares de una época determinada. Neptuno en la casa nueve no es ni más ni menos religioso que cualquier otro planeta emplazado en ella, pero a nosotros nos parece que lo es más porque se centra en los temas de redención y el sacrificio, en cuyo contexto definimos nosotros el "verdadero" sentimiento religioso. Igualmente, la sincera y en ocasiones inquietante irreflexiva tendencia que muestra este planeta a identificarse de forma absoluta con el redentor elegido, puede hacer que el devoto neptuniano parezca más comprometido espiritualmente, lo cual también es una percepción teñida por la visión del mundo característica de Piscis, que equipara el compromiso espiritual con la obediencia a una fuente externa de autoridad religiosa. Neptuno en la novena es visionario por naturaleza, y puede indicar una honda captación intuitiva de las realidades superiores o de las más profundas. Si no se le ponen límites, corre el riesgo de caer en el fanatismo, pero una creencia sincera en la bondad de la deidad es innata con un Neptuno emplazado en la casa nueve, tanto en la carta de una nación como en la de un individuo, y mucho depende de que la conciencia, sea de una persona o de la de un pueblo, pueda equilibrar la conmovedora visión neptuniana de una fuente de amor con una buena dosis de reflexión, objetividad y sentido común.






NEPTUNO  EN  LA  CASA  DIEZ




Puede que Neptuno en la décima casa vea el mundo como un campo de prisioneros para aquellos que necesitan ser redimidos. En estos casos, el hijo suele ver a la madre como una víctima, alguien sobre quien, pese a su amor incondicional, llueven inmerecidamente el dolor y la injusticia de la vida. Es la mater dolorosa cuyas lágrimas lavan los pecados de la humanidad y cuyo sufrimiento exige devoción y recompensa durante toda la vida. Si posteriormente el hijo proyecta esta imagen sobre el mundo, lo ve lleno de sufrimientos; de ahí que Neptuno en la décima casa suela orientarse hacia las profesiones de ayuda a los demás, como medio de dar expresión a la pauta arquetípica. Pero también es posible que el nativo con Neptuno en la casa diez vea a su madre como una histérica, como las fauces abiertas de un gran pez, alguien que, como dijo una vez Alejandro Magno, exige un alquiler exorbitante por nueve meses de alojamiento. También la madre puede mostrar las dificultades psicológicas típicas de Neptuno, si ella misma no ha salido aun de las aguas uterinas. Quizá no esté bien definida como individuo e intente vivir para su hijo y por medio de él. La idealización y el anhelo de fusión típicos de Neptuno pueden existir tanto en la madre como en el hijo; es probable que ambos compartan un sueño de unión perfecta, del Edén. Lo que constituye la salvación es satisfacer las necesidades de la madre, y más tarde las del mundo. Las fronteras se desdibujan, y el niño puede sentirse llamado a ser no solamente el redentor, sino también alimento para peces, es decir, lo dan a luz, lo alimentan y después lo devoran.
        La sensibilidad neptuniana para los mensajes no verbales de la madre se puede extender también al colectivo por medio de esa otra vocación favorita de Neptuno que es el mundo de la escena y la pantalla. En la participation mystique entre el actor y el publico, Neptuno en la casa diez puede recrear el estado de fusión original nutriéndose de una respuesta positiva, y experimenta un profundo sentimiento de pérdida, angustia y desesperación si el publico rechaza su ofrenda. El colectivo se convierte así en la encarnación de la fuente, que con su amor y su aprobación da la vida, mientras que con su ira la amenaza. Neptuno en la décima casa indica una relación profundamente ambivalente tanto con el colectivo como con la madre personal. Al convertirse en lo que "ellos" necesitan y quieren (que es lo mismo que la madre quiere y necesita), Neptuno en este emplazamiento se asegura la ilusión de un amor incondicional. Sin embargo, tal como pudieron comprobar todos los emperadores romanos, la "bestia de múltiples cabezas" es tan propensa a volverse en contra de sus redentores como a adorarlos. Neptuno en la décima, por mediación del talento del actor, puede parecer fascinante y misterioso a los ojos del publico, pero también puede terminar siendo una víctima debido a una identificación inconsciente que desencadena el mito de la víctima redentora en la vida mundana.
        Debido a la pasividad y la sensación de desvalimiento típicas de Neptuno, el nativo puede sentir que su progreso en la vida no está en sus propias manos. Cualquier esfuerzo por hacer planes para el futuro suele ir acompañado de una actitud fatalista, y puede que el nativo vaya a la deriva, de un trabajo a otro, sin ninguna motivación interior y dependiendo de la ayuda de los demás. Así se convierte en un niño que se conforma con satisfacer las ambiciones y expectativas de su madre, ansioso de complacer, pero que no percibe en su propio interior ningún impulso que lo lleve a tomar una decisión independiente. Para algunas personas que tienen a Neptuno en la décima, la vocación no es una elección, sino una necesidad dictada por compulsiones inconscientes que -sin importar que se las interprete como algo infantil, espiritual o una combinación de ambas cosas- no admiten ninguna otra opción. Otras personas con Neptuno en la casa diez ven el mundo como un lugar demasiado vasto, confuso y abrumador, y sienten que no hay un "yo" capaz de reclamar su sitio en él de un modo voluntario y consciente. Así pues, Neptuno en la décima puede transformarse en una víctima de la sociedad, en un "perdedor", y no por falta de capacidad, sino debido a un oscuro masoquismo que prefiere el martirio antes que asumir una identidad definida. En estos casos, el nativo puede sentirse, conscientemente, víctima de fuerzas sociales opresivas (gobiernos conservadores, actitudes patriarcales, el capitalismo u otros buenos ganchos para colgarles sus proyecciones de Saturno) y quedarse esperando el milenio, cuando los malos sean derrotados y los mansos heredaren la Tierra.
        Si uno se identifica con la víctima redentora en calidad de proscrito (como sucede con la mayor parte de los Mesías en el contexto de su entorno social), es probable que sienta que para conseguir cualquier cosa es necesario engañar. Puede haber una necesidad urgente no sólo de actuar de forma subversiva, sino también de que a uno lo descubran; la persona organiza inconscientemente su propia caída, ya sea dejando indicios de actividad deshonesta o bien enredándose con un colega o un socio comercial deshonesto. También puede ser que dé por sentados ciertos supuestos, por ejemplo, que está por encima de la sociedad en que vive. En ocasiones, Neptuno en la décima va asociado con escándalos.
        Con Neptuno en la décima, es tan probable que el nativo esté noblemente inspirado para servir al colectivo como diabólicamente inspirado para embaucarlo. O bien puede ser que haga un poco de cada cosa. Neptuno en la casa diez no pierde jamás el talento del hipocrités. Tal vez el nativo no sea demasiado neptuniano en otros aspectos, pero el mundo proyectará a Neptuno en él porque a su vez proyecta a Neptuno sobre el mundo. Generalmente, hay un elemento de participation mystique en la vida publica y profesional del nativo, y un elemento dramático en el papel que desempeña a los ojos del mundo. No necesariamente se trata siempre de un gran mundo, ni tampoco todos los que tienen a Neptuno en la casa diez se hacen famosos, pero tienden a hacerse notar, debido a su característica mágica de hacer de espejo, que activa las fantasías de quienes no les conocen bien. Pero el misterio puede desvanecerse cuando la relación se profundiza. Quienes siguen manteniéndose esquivos incluso en las relaciones más intimas son los que tienen a Neptuno en la primera casa o en la séptima. Pero independientemente de que arraiga sobre si la calumnia o la idolatría, el poder de atracción de Neptuno en la décima es enorme, debido a su gran penetración intuitiva en el funcionamiento interior del colectivo. Una persona relativamente consciente y que se conozca lo suficiente a sí misma como para no identificarse con la representación mítica que se lleva a cabo en la escena publica, puede poner este poder de atracción al servicio del mayor bien de la sociedad o, como mínimo, utilizarlo para proporcionar un enorme placer mediante la expresión de sus talentos creativos. Pero el necesario ingrediente de la conciencia de uno mismo sólo puede aflorar si se parte de una confrontación sincera con los temas de redención que se congregan alrededor de la relación con la madre. Sin esta comprensión interior, Neptuno en la décima puede terminar siendo víctima de las fuerzas internas y externas del colectivo, sobre las cuales el nativo en realidad no tiene control alguno.






NEPTUNO  EN  LA  CASA  ONCE



   
Neptuno en la once necesita pertenecer a algún grupo, sin importar que sea profesional, vecinal, ideológico, espiritual o de personas que compartan una afición. Para el nativo, el grupo es la fuente de redención sin la cual se encuentra perdido, despojado y solo; los éxitos personales, profesionales y creativos no significan nada sin este contexto más amplio. Neptuno en la casa once indica una aguda conciencia social y una gran sensibilidad hacia las necesidades emocionales del colectivo, y esto a veces conduce al nativo a un compromiso de servir a la gran familia humana que puede llenar toda la vida. La redención se encuentra así a través de quienes la necesitan, porque nos salvamos mediante el acto de salvar a los demás. Los elementos del altruismo neptuniano son complejos, e incluyen tanto necesidades infantiles como una auténtica sensibilidad a la interconexión entre todos los seres humanos. Pero si el nativo no es capaz de enfrentarse con la soledad, corre el peligro de que su idealización del grupo lo sumerja en un colectivo que erosiona los valores y la integridad personales. Las "uniones de almas" de la casa once no son emocionales, amorosas ni sexuales, sino encuentro de espíritus y mentes que, para Neptuno en la casa once, son un antídoto de la soledad de la encarnación. La base de la búsqueda neptuniana no es la satisfacción personal, sino el sentimiento de una vida consagrada a un objetivo más vasto, y lo ideal sería que la pareja del nativo se comprometiera en la misma tarea o compartiera sus creencias espirituales o políticas. A Neptuno en la casa once puede resultarle difícil aguantar relaciones en las que la pareja (o el amigo) es emocionalmente compatible pero tiene objetivos diferentes.
        Quien tiene a Neptuno en la casa once es, con frecuencia, un animal político. Si esperásemos que mostrase una tendencia a la utopía, estaríamos en lo cierto. La nostalgia neptuniana del Edén, expresada a través de la casa once, evoca el sueño de una sociedad perfecta.
        Lo más frecuente es que los sueños utópicos de Neptuno se centren en compartir recursos y responsabilidades, ya sean personales o gubernamentales, con los miembros más débiles de la sociedad. El todo es más importante que sus partes. La unidad entre las personas es la expresión mundana del amor divino, y la redención sólo es posible cuando la humanidad reconoce la fraternidad mundial. Si el nativo consigue equilibrar con suficiente realismo esta visión exaltada, concretará sus sueños, que además podrán constituir una valiosa contribución para mejorar la vida de otras personas. Si Neptuno no está debidamente contenido, puede que el nativo se identifique por completo con el papel de redentor, con lo cual tal vez suprima o perjudique otras necesidades personales, no menos importantes. Uno también puede sentirse amargamente desilusionado cuando la sociedad no quiere la salvación que uno le ofrece. A Neptuno en la casa once a menudo le falta discernimiento a la hora de elegir colegas ideológicos, y puede encontrarse con que es víctima de un colectivo que, tras haberle ofrecido la redención, acaba siendo un monstruo que lo devora, al exigir de sus seguidores una obediencia absoluta.
        Con frecuencia, las comunidades esotéricas o espirituales son atractivas para Neptuno en la casa once. También es la percepción de una determinada senda espiritual como el medio para redimir a la humanidad. Neptuno en la casa once no se siente intrínsecamente atraído por la vida monástica. Hay demasiada necesidad de implicación directa en la evolución espiritual humana. La vida social es también la vida de la familia, en sentido amplio y ya no determinada por vínculos de sangre. A menudo, a la persona con Neptuno en la casa once, su verdadera familia la ha herido y desilusionado, en particular su madre, y eso hace que establezca una relación de tipo madre-hijo con el grupo con el que vincula. En cuanto a quién hace el papel de la madre y quién el del hijo, una vez más nos encontramos en la sala de espejos de Neptuno. El nativo puede ser cualquiera de los dos; pero secretamente, es siempre ambos.
        Las amistades de la casa once están arraigadas en intereses o ideales compartidos, y es probable que en ellas haya poca interacción emocional de tipo personal. Sin embargo, cuando Neptuno está en la undécima, las amistades tienden a poner en juego intensas corrientes emocionales ocultas, debido al anhelo de fusión de Neptuno. Hay amigos especiales que pueden mostrarse como figuras redentoras, sin las cuales el nativo se siente huérfano y proscrito. Esto ayuda a establecer vínculos profundos y duraderos, pero también puede resultar claustrofóbico para aquellas personas cuya naturaleza les exige más espacio para respirar. Neptuno es intensamente posesivo, como un niño con su madre, o una madre con su hijo. La naturaleza les simbiótica de la amistad neptuniana puede producir también mucho dolor y desilusión, porque las idealizaciones de Neptuno a veces dan como resultado el sentimiento de haber sido traicionado si el amigo no se dedica a uno de una forma total y absoluta. Asimismo, puede que uno intente redimir a los amigos que son víctimas de la vida; Neptuno en la casa once suele sentirse fuertemente atraído por los "casos perdidos" a quienes todos los demás han renunciado ya a rescatar, y también por aquellos que están enfermos o los que acaban errando el camino debido a trágicas circunstancias. Estas pautas reflejan el mito de la víctima redentora en activo dentro de la trama de esta importantísima dimensión de las relaciones humanas. Neptuno en la casa once puede indicar sentimientos de unidad con los amigos, de una intensidad casi mística, que implican no sólo una devoción y una compasión sin reservas, sino también una auténtica disposición a hacer cualquier sacrificio. Amistades como estas pueden llevarnos tan cerca de las puertas del Edén como es posible llegar a estarlo en esta vida. Quizá tengamos que pagar un alto precio en sufrimiento por vislumbrar de un modo tan privilegiado la fuente divina, pero no es probable que Neptuno en la casa once se ponga a discutir el precio.







NEPTUNO  EN  LA  CASA  DOCE



   
La duodécima es la casa de lo previo al nacimiento, y describe por lo tanto el periodo del embarazo materno, cuando estábamos dentro de las aguas uterinas. Como medio para la transmisión de los temas arquetípicos del colectivo ancestral, Neptuno en la doce está particularmente sintonizado con sentimientos e imágenes de sufrimiento y redención. Es posible que las cuestiones religiosas que pertenecen a la herencia familiar sean particularmente poderosas, y es importante que el nativo se informe sobre su herencia espiritual; si estos temas son dominantes en la psique de la familia, siempre estarán con la persona que tenga a Neptuno en la casa doce. Si permanece inconsciente, Neptuno en este emplazamiento puede mostrarse compulsivo y abrumador, amenazando con engullir al yo con el poder de su nostalgia, que es en realidad el poder de muchas personas que murieron hace ya largo tiempo y contribuyen, cada una con su propia nostalgia, a un imperativo psíquico cada vez mayor. El poder de la imaginación y la capacidad de expresar imágenes de forma creativa, también pueden ser un tema apremiante de la herencia familiar, y quizá sea necesario que el nativo encuentre vehículos artísticos para fantasías más antiguas y mayores que las suyas. No es nada sorprendente que a la duodécima se la denomine la casa de la propia perdición; si no somos conscientes de este vasto anhelo ancestral de volver a casa, quizá nos aseguremos que se nos lleve a rastras, pese a nosotros mismos.
        Una inclinación de retraimiento, la ensoñación y el misticismo es lo que podríamos esperar cuando el nativo experimenta la nostalgia primaria pura, sin estar adulterada por ningún sustituto. El don de la sensibilidad e imágenes de redención tan poderosas, es también el don del artista. La entrega a una senda religiosa o espiritual puede ofrecer consuelo para la melancolía y el hastío característicos de Neptuno, y además proporcionar un medio de redimir no sólo la propia soledad, sino también las víctimas del pasado. Neptuno en la casa doce puede asumir la carga de redimir los pecados y la desdicha de la familia, y tiene una especial tendencia a identificarse con el salvador que sufre. Por esta razón, el nativo con este emplazamiento, si se mantiene inconsciente y sin formar, puede convertirse en el receptáculo o el chivo expiatorio de conflictos familiares que se remontan a muchas generaciones. Ciertas formas de desintegración mental y física, que son un modo de expresar la acumulación de antecedentes familiares llenos de dificultades y desdichas pueden estar relacionadas con Neptuno en la casa doce si el nativo no es capaz de contener sus propias experiencias interiores. En este contexto podemos vincular la drogadicción con este emplazamiento del planeta.
        Para Neptuno en la casa doce, el inconsciente colectivo, con su inacabable y fértil corriente de fantasías y sueños arquetípicos, también puede convertirse en símbolo de redención, y el nativo se vuelve adicto a los poderes creativos de la psique, eludiendo las relaciones con el mundo exterior a fin de beber de las aguas universales de la fuente. El nativo puede verse como una figura Crístina, venida para salvar a un mundo que sufre. No se trata aquí de la ideología de la casa once, con su visión de una sociedad perfecta, sino de una identificación emocional absoluta con las víctimas de la vida. como en ocasiones lo político se convierte en el escenario donde se expresa el sentimiento religioso, Neptuno en la casa doce puede respaldar una filosofía política defensora de los desheredados, porque la herencia familiar ha impulsado inconscientemente al nativo a redimir un pasado oculto.
        La línea entre Neptuno en la doce como visionario, artista y sanador, y Neptuno en la doce como adicto, enfermo o psicótico es muy incierta. Emplazado en esta casa, es mucho lo que Neptuno nos enseña sobre nuestras definiciones de la cordura, muy limitadas y a veces francamente estúpidas. La experiencia cumbre mística u "oceánica" no es nada fuera de lo común con Neptuno en la casa doce, y puede redimir y hacer que la vida resulte más plena. Pero el nativo también puede sentirse tan abrumado por ella que se identifique totalmente con un portavoz de Dios. En determinadas contextos, esto puede ser apropiado una persona con Neptuno en la doce tiene más probabilidades que la mayoría de nosotros de reconocer la divinidad esencial de la totalidad de la vida. Sólo cuando el narcisismo primario domina la escena, y el nativo considera que nadie más comparte su condición de portavoz, podemos empezar a preocuparnos. La aparente locura de Neptuno puede ser sumamente cuerda, aunque esté en sintonía más bien con el mundo interior que con el exterior. Pero algunas personas con este emplazamiento, especialmente si Neptuno forma aspectos difíciles con planetas importantes, con incapaces de mantener cerrados sus diques contra la inundación de la psique colectiva. Entonces es probable que expresen inconscientemente el significado tradicional de la casa doce, y se pasen la vida entre rejas, ya sea de un modo intermitente o permanente.
        La persona con Neptuno en la casa doce quizá no considere que necesita ayuda, y tal vez en realidad no la necesite, a menos que constituya un peligro para otros o que sea víctima de compulsiones que no puede controlar. El eterno enemigo de Neptuno es también su eterno amigo, y una pequeña dosis de realismo saturnino puede ser de gran ayuda para un Neptuno en la casa doce que se debate en aguas profundas, aun que un exceso de Saturno puede provocar la misma inundación que el nativo intenta evitar.

        "Neptuno es fuerte en su propia casa", observa Howard Sasportas. El reto consiste en contener su fuerza y trabajar con ella de tal manera que la vida continúe en ves de desintegrarse. En relación con este emplazamiento de Neptuno por casa, el más receptivo e imaginativo es preciso volver a considerar cuidadosamente nuestras definiciones de la normalidad y la cordura. A veces es necesario alternar períodos de retraimiento, e incluso de una especie de disolución, con otros de participación activa en el mundo exterior. Sólo la persona puede decidir cuál es el equilibrio apropiado. Pero Neptuno en la doce, dado que indica una herencia ancestral que va mucho más allá del nativo, no tolerará supresiones. Es probable que el anhelo neptuniano de redención y de retorno a la fuente de la vida haya sido suprimido o negado durante muchas generaciones, y quien tenga a Neptuno en la doce deberá decir, tal como afirmó una vez Harry Truman: "Yo soy el responsable".