"A los dos días de estos acontecimientos, se paseaba por su despacho don Severo Pinillos, padre de Próspero, poseído, al parecer, de una violenta cólera. Y no sin razón se encolerizaba el honrado extractor, porque de cierta maciza caja de hierro, cuya abierta tapa dejaba ver sus doradas entrañas, faltaban dos mil duros, que habían sido sustraídos por su hijo Próspero.
Seducido éste por míster Snuff, que ejercía sobre él una maligna influencia, porque, habiendo estudiado a fondo el carácter de Pinillos y se echó cargo de que era una negación continua, solía sostener lo contrario de lo que ansiaba conseguir, como medio de lograr su deseo, no le costó mucho trabajo sugerir a su necio protegido, para vengarse de lo que él creía infame coquetería de Misita, un novelesco rapto, invención de míster Snuff, que había de llevarse a efecto sustrayendo Pinillos de la caja de su padre dos mil duros, que el nuevo Teseo y su ayo protector gastarían alegremente en París, después de abandonar a la Ariadna, buscándole un Baco que la consolase.
Este absurdo y descabellado plan, que si por una parte le colocaba en la categoría de los Tenorios y Lovelace, por otra le igualaba con los Pichardos y José María, inflamó la mente del calavera por fuerza, exaltada por la lectura de románticas novelas que continuamente devoraba, y le hizo consentir en cuanto el taimado míster Snuff le propuso."

Luis Coloma
Solaces de un estudiante


"De todos los actores de este drama, ninguno existe ya en el mundo. Mi amigo Juan Manuel murió en Inglaterra, víctima de sus habilidades, roto el espinazo contra el hielo del gran lago de Hyde-Park, por donde furiosamente patinaba. Doña Mariquita murió en brazos de mi madre, que le pagó así su abnegación y sus cuarenta años de servicios. Pilitón murió también, dejando dos herederas de su nombre: su hija Pilitona, y su nieta Pilitita. Yo, que vivo todavía, he muerto también para el mundo: visto ya mi mortaja, y debajo de ella es donde busco estos recuerdos, para enseñarte, hijo mío, que Dios detesta el mal en cuanto es culpa; pero se sirve de él en cuanto es pena, para castigar los pecados de los hombres y las travesuras de los niños, con los pecados de otros hombres y las travesuras de otros niños. Jamás te irrites, pues, contra el enemigo que te dañe: que si el hombre, abusando de su libertad, es el que levanta la mano, Dios, usando de su providencia, es el que la dirige. Humíllate ante ese castigo paternal, que para corregirte te lastima, y repite con Miqueas: Iram Domini portabo, quia peccavi ei. "La ira del Señor sufriré, porque pequé contra él."

Luis Coloma
Cuentos para niños


"Dejáronla en el altar los condes de Lennox y de Athol, y fueron a buscar al nuevo rey para acompañarle del mismo modo. El sacerdote leyó entonces la tercera amonestación, y un notario tomó acta de que nadie había alegado impedimento contra el matrimonio.
Comenzó la ceremonia, y trocáronse los anillos: Darnley puso a la Reina tres, de los cuales tenía el de en medio un diamante de gran precio.
Acabada la ceremonia volvieron todos a la cámara de la Reina, y allí comenzaron a suplicarle que dejase aquellas enlutadas vestiduras y tomase otras que cuadraran mejor con la solemnidad que se celebraba. Hízose de rogar mucho la Reina, con muestras de dolor verdadero, y consintió al cabo, dando permiso a los que estaban cerca, para que le quitase cada uno y guardase un alfiler de los que llevaba.
Los Reyes comieron a la misma mesa, rodeados de muchos nobles. Servían a la Reina los condes de Athol, Sewer, Morton, Caver y Granfoord, y prestaban el mismo servicio al Rey, los de Eglington, Cassels y Glencairn. Sonaban mientras tanto las trompetas de los heraldos en las ventanas de Holyrood, y se arrojaban al pueblo monedas de oro y plata.
No olvidaba, sin embargo, la Reina, en medio de estas solemnidades, la traición de su hermano Murray y de los lores herejes, y tres días después de celebrado el matrimonio, citoles a comparecer en su presencia y dar cuenta de su conducta.
Habíanse retirado estos herejes, después de fracasada la intentona de Kinross, al condado de Argyll, y repuestos allí algún tanto con los socorros de dinero que la intrigante Isabel les enviaba, tomaron abiertamente las armas en vez de obedecer al mandato de su soberana.
Mas resuelta e intrépida María, hízoles juzgar y condenar en Edimburgo, por rebeldes y contumaces, exoneración, confiscación de bienes y destierro, y salió ella misma en su persecución al frente de los lores y vasallos leales que anteriormente había convocado. «Marchaba -dice Robertson- a la cabeza de las tropas, excitando su valor, siempre a caballo, con las pistolas cargadas en el arzón de la silla, soportando todas las fatigas de la guerra con fuerzas admirables, e inspirando a los soldados el espíritu de resolución que a ella misma la animaba»."

Luis Coloma
La reina mártir


“Por la calle del después se llega a la plaza del nunca.”

Padre Luis Coloma



"Todo árbol es madera, pero el pino no es caoba."

Padre Luis Coloma