“La hoja no es distinta del árbol, sino que es el árbol mismo, y el Yo no es distinto del Espíritu, pues es el mismo Espíritu. Una misma savia circula por todas las hojas del árbol; un mismo soplo vivifica a todos los seres. Pero la hoja del árbol vive como hoja y como árbol, y nuestro Yo vive como determinación individual y como Espíritu ilimitado. Si la hoja es desgajada del árbol deja de vivir la vida del árbol. Si la personalidad se limita en sí misma, deja de vivir la vida eterna. Por eso la vida, como limitación que es en sí, exige, por ley de contraste o complemento, un “continuo caminar”, el eterno “devenir de los franceses. Así, cuando Jesús resucita a los muertos, les dice siempre: .¡Levántate, y anda!.; y el mismo autor español citado cae en el falso misticismo de tantos otros cuando añade: “¡Levántate, y anda!” Levantarse, he aquí cosa ligera; pero andar, ¿hacia dónde, Señor?... ¡Oh, márcame, pues, un camino que sea el tuyo, que yo, con el corazón alegre, le seguiré!”

Luis de Zulueta y Escolano
Del libro de Mario Roso de Luna La Esfinge, página 35


"Todo el mundo debe indignarse contra esa horrorosa, contra esa inicua realidad social. Pero deberían sentir especial indignación aquellas almas escogidas que, con un concepto elevado del amor, lo veneran como un sentimiento tan profunda y noblemente humano que raya en los límites de lo divino. No son, no, los censores adustos ni los viejos dómines los que más habrían de protestar; son los jóvenes entusiastas y generosos, son las doncellas enamoradas quienes tendrían que lanzarse a clamar contra esa indignidad organizada que de un modo tal rebaja, prostituye y convierte en mercancía aquellos mismos anhelos purísimos que ellos guardan en el fondo más íntimo y confidencial de su corazón.
Otra profanación del amor hay todavía, de la que me atrevo a decir que no es menos grave que el vicio: la frivolidad. Existe una banal coquetería que tiende a convertir el amor en un juego, olvidándose de que con las cosas santas no se juega. Vale más entonces con interno rigor, con aparente sequedad, mantener el corazón vacío, precisamente por amor al amor, por respeto a la divinidad que habrá de llenarlo por entero. El amor decide de la vida toda. Puede, unas veces, ser tragedia; otras bienaventuranza: nunca, frivolidad."

Luis de Zulueta
La edad heroica


"Todos los peligros que en el amor pueden verse para la juventud nacen, no del mucho amor, sino del poco amor; es decir, de confundir el amor verdadero, grande, santo, con el capricho frívolo, la aventura pasajera, la galantería, el grosero instinto; cosas todas que no son amor sino su caricatura ridícula o su falsificación vergonzosa."

Luis de Zulueta