Astrophil y Stella

Vacilan las palabras, desean que llegue la invención del arte,
La invención, hija de la naturaleza…
Yo de palabras henchido, abandonado a mi dolor,
Golpeo mi ociosa pluma y me golpeo a mí mismo.
Y la Musa me dijo: “Estúpido, Mira en tu corazón y escribe”.

Llamo premio a sufrir bajo la tiranía;
Y empleo lo que queda de mi ingenio
Para intentar creer que todo va bien,
Mientras con mi cerebro pinto mi propio infierno.

Habiendo abierto una brecha y luchado bien,
Gritas: “¡Victoria! El bello día es nuestro!”
Oh, no, su corazón es una ciudadela,
Fortificada, soberbia, inteligente, desdeñosa:
Para ganarla, sólo valen la inteligencia y el dolor.

Natura bien me inclina a ver
Bellezas, aupadas en brillantes carros
Destellando kilates y encendiendo
Mi espíritu a inclinarse pronto a ellas.
Y Amor, creí que lleno estaba de ti,
Mas no encontrando llamas incansables,
Inclineme hacia otras, olvidando
La estrella que debía guiar mi paso.
Ahora sí que Amor con desamor he comprendido.
Y probando el veneno he sido envenenado.
Vuelvo, perezoso, a su amor,
Mas ella huye y de sus ojos salen volando flechas a mis ojos.

Philip Sidney


De veras amando, y ansiando mostrar mi amor en verso

De veras amando, y ansiando mostrar mi amor en verso
para que Ella, mi amada, obtuviera placer de mi dolor,
y que el placer la llevara a leer, la lectura la hiciera conocer,
el conocimiento provocara su pena, y la pena obtuviera su gracia,
busqué palabras aptas para pintar la negrísima faz del dolor,
estudiando refinadas artes con que recrear sus pensamientos,
a menudo pasando hojas ajenas, por ver si de allí fluía
una lluvia fresca y fructífera sobre mi mente por el sol abrasada.
Mas se resistían las palabras, necesitadas del Ingenio,
el Ingenio, hijo de Natura, huía de los golpes de su madrastra Estudio,
y los pies ajenos aún eran en mi camino extraños.
Así, preñado de oratoria, e incapaz en el alumbramiento,
mordiendo mi pluma holgazana, golpeándome de rabia,
“Necio”, me dijo mi Musa, “mira en tu corazón y escribe”.

Philip Sidney



“¡Ven ya, oh, Sueño! Tú, nudo cierto de paz, atrayente asilo del espíritu, bálsamo para el dolor, riqueza del pobre, liberación del prisionero, juez imparcial entre los más encumbrados y los más humildes.”

Philip Sidney