El poema como máscara
Orfeo

Cuando escribí de las mujeres en sus bailes, salvajes, fue una máscara,
en su montaña, cazando dioses, cantando, en orgías,
fue una máscara; cuando escribí del dios,
fragmentado, exiliado de sí, su vida, el amor unido con el canto,
fui yo misma, partida por la mitad, incapaz de hablar, exiliada de mí.

No hay montaña, no hay dios, hay memoria
de mi vida desgarrada, abierta mientras duermo, la niña rescatada
a mi lado entre los doctores, y una palabra
de rescate desde los ojos grandes.

¡Basta de máscaras! ¡Basta de mitologías!

Ahora, por primera vez, el dios levanta su mano,
los fragmentos se juntan en mí con su propia música.

Muriel Rukeyser


Entre rosas

Acostada aquí entre la hierba, ¿estoy muerta estoy durmiendo
asombrada entre silencios     no me tocás nunca
Aquí muy profundo, la pequeña luna blanca
llora como una ficha y oigo?

El sol vuelto cobre o me disuelvo
sin tocar sin tocar      una tierra sin tacto
niega mi muerte mi mano caída
el silencio corre por el lecho de los ríos

Un viento alto camina sobre mi piel
                                                                 brisa, memoria
aguantan en mi cuerpo (mientras el mundo se desvanece)
                                                                                                             entrando
muy tarde en la noche del mundo para ver las rosas abrirse
Recordá, amor, acostadas entre rosas.
¿No nos acostamos entre rosas?

Muriel Rukeyser


"El universo está hecho de historias, no de átomos."

Muriel Rukeyser



Para mi hijo

Venís de poetas, reyes, deudores, predicadores, casi deudores, constructores de ciudades, vendedores,
los grandes rabinos, los reyes de Irlanda, almaceneros fracasados de alimentos secos, bellas mujeres de las canciones,
grandes jinetes, padres tiránicos en la orilla de un océano, las madres occidentales que miran al oeste por sus ventanas,
las familias escapándose por el mar a toda prisa y de noche —
las torres redondas de la puesta violeta del sol celta,
los difuntos, los brillosos, voladores, hombres expulsados del pueblo, hombre sobornado por sus primos para que se quede fuera del pueblo, maestras, el cantor litúrgico del viernes a la noche, los diarios morbosos,
mujeres fuertes manteniendo con elegancia relaciones, la niña judía que va al colegio parroquial, los niños que juegan carreras con sus barcos sobre el hielo en Lakes,
la mujer quieta frente al diamante en la ventana de terciopelo, dice “Maravilla de la naturaleza”.
Como todos los hombres,
venís de cantantes, de guetos, de hambrunas, guerras y rechazos de guerras, hombres que construyeron aldeas
que crecieron hasta ser nuestras ciudades solares, estudiantes, revolucionarios, derramar de edificios, los diarios del mercado,
un sastre pobre en un cuarto en penumbras,
un hombre del desierto, el héroe de las minas, el astrónomo, una mujer con cara pálida que enseña piano hora tras hora y su muñeca tullida,
como todos los hombres,
no has visto la cara de tu padre
pero lo conocés desde siempre en una canción, la costa de los cielos, en un sueño, donde sea que se encuentre el hombre jugando su rol de padre, padre entre nuestra luz, entre nuestras tinieblas,
y en tu ser hecho completo, completo con vos y completo con otros,
las estrellas tus antepasados.

Muriel Rukeyser



Poema

Yo viví en el primer siglo de guerras mundiales.
La mayoría de las mañanas estaba más o menos loca,
Los diarios llegaban con sus artículos desprolijos,
Las noticias chorreaban de varios aparatos
Interrumpidas por intentos de vender productos a los no-vistos.
Llamaba a mis amigos por otros aparatos;
Estaban más o menos enojados por las mismas razones.
De a poco llegué a la pluma y el papel,
Hacía mis poemas para otros no vistos y no nacidos.
De día algo me hacía recordar a esos hombres y mujeres
Valientes, que ponen señales entre grandes distancias,
Considerando un modo de vivir sin nombre, con valores casi inimaginables.
Cuando las luces se oscurecieron, cuando las luces de la noche brillaron más,
Tratábamos de imaginarlos, de encontrar al otro.
De construir la paz, hacer el amor, reconciliar
Despertar durmiendo, cada uno con el otro,
Cada uno con su propio ser. Tratábamos de cualquier modo
De alcanzar nuestros propios límites, de alcanzar nuestro propio más allá,
De abandonar los modos, de despertar.

Yo viví en el primer siglo de estas guerras.

Muriel Rukeyser



¿Qué te doy?

¿Qué te doy?               Esta memoria
No te la puedo dar.                La fuerza de una memoria
No te la puedo dar   :   suena en mis nervios.
Ninguna de estas canciones
Está hecha en sus imágenes.
Semillas de toda memoria
Dadas a mí te doy a vos
Mi yo.        Voz de mis días.
Bendición;         semilla y dolor,
El verde elogio de crecimiento.
El cuerpo sagrado de la sed.

Muriel Rukeyser




“Yo soy el mundo
para cambiar al mundo.”

Muriel Rukeyser