CITAS TOMADAS  DEL  LIBRO

DE ANDRE  BARBAULT

PREDECIR  POR  LA  ASTROLOGIA



Si se admite que la astrología tiene acceso a una interpretación fundamentada de la naturaleza humana, esto implica, como consecuencia, que puede también informar sobre el futuro del hombre: si el carácter constituye un factor del destino, las consecuencias son inevitables.
        En este punto de arranque residen la razón y fuerza de la astrología, a pesar de su vana condena por un racionalismo que, a este respecto, se cree sabio, cuando es ignorante, ya que no conoce verdaderamente nada de la realidad que rechaza y se contenta con un juicio a priori. Su ciencia en otras materias no lo autoriza en absoluto a transferir sobre esta realidad criterios y valores que le son ajenos y la desnaturalizan, como tampoco tiene excusa una pseudo crítica que no es más que un prejuicio vulgar, el cual atrasa el avance del saber dejando en manos de lo fantasioso la práctica aún "primitiva" de lo que debe convertirse en una noble y preciosa investigación del espíritu.

André Barbault, pág 10



El dogma fundamental de la astrología señala que las virtualidades de todo el futuro se hallan en el punto inicial, el instante en que empieza la vida, ya que en el germen se incluyen todas las potencialidades prometidas a su realización a medida que se desarrolla la existencia; el destino se sella, pues, en el comienzo natural de la vida, que es la concepción.

André Barbault, pág 17


Esta doctrina enseña mejor que ninguna otra lo que conviene a la constitución de cada uno y a su propio temperamento. La predicción extraída del movimiento y la naturaleza de los astros es posible y (...) concierne a los principios de las facultades y acciones del cuerpo y del alma (...) así como a circunstancias externas que se encuentran en relación natural con los dones de nacimiento (I, cap.3)

Ptolomeo


El nacimiento es la condición previa a todos los estados de nuestra vida y los determina de entrada; la cadena pasado-presente-futuro arranca de este punto original. Se trata de hacer converger sobre este momento primero todas las influencias susceptibles de ser calculadas. A partir de las determinaciones conjugadas de la especie, del sexo, de la raza, del clima, de las costumbres públicas, del medio familiar, del marco económico, social, religioso, etc., que constituyen en primer lugar la condición general del individuo, aparece la personalidad innata de éste -conjunto complejo y único-, distinta de todas las de las demás criaturas y, en su evolución, siempre semejante a sí misma.
        La vida se presenta así como una trayectoria cuya fuerza, dirección e incidencias de movimiento dependen de este impulso inicial, aunque estas condiciones no fijen de forma irrevocable el destino, que es en gran parte tributario de las presiones y circunstancias del medio exterior sobre el individuo. Sin embargo, en la medida en que puede existir una copia anticipada del futuro, ésta se revela en la “rúbrica” propia del temperamento que constituye la naturaleza innata del individuo; tal carácter debe conducir a tal destino.

André Barbault, pág. 20-2l


La tendencia astral se asienta en nuestros poderes internos, proyectada sobre todo un recorrido, su circuito, que va de aquello que somos a aquello en que nos convertimos, pasando por lo que hacemos (.. .) Lo que podemos comprender es que el hombre no viene al mundo bajo cualquier cielo, sino bajo un cielo que presenta algunas semejanzas con los cielos de nacimiento de sus antepasados, como si el parto tuviera lugar, en función de las predisposiciones innatas, en un momento cósmico correspondiente (de acuerdo con una fórmula personal, se nace en función de lo que se es, y no a la inversa). Este cielo de nacimiento, no creador sino expresivo del ser, presenta un valor significativo respecto al temperamento y la constitución psicológica del individuo. La “rúbrica” planetaria de éste no es mas que una primera aproximación, ya que tras esta dominante astral se perfila toda su constelación interior, con la historia humana de la que es portadora, en función de la repartición del conjunto de astros del sistema solar en relación con el lugar geográfico de nacimiento, factores que hacen de la configuración general la reveladora de las grandes líneas de tendencia del devenir del ser.
        La astrología va incluso más allá. Este destino sobre el mapa natal, como fijado de acuerdo con un plan inmutable, al pasar de la estática a la dinámica, se articula dentro de la duración y se mueve en el orden del tiempo, de forma que puede establecerse un calendario de sus diversos acontecimientos, es decir asignar fecha a los acontecimientos que lo modelan.
si existiría también una disposición del individuo a hallarse en resonancia con el universo a lo largo del tiempo, en función del campo constitutivo de su naturaleza. De modo que determinado hecho de su existencia no sucede tampoco bajo cualquier cielo, sino bajo ciertas configuraciones que despiertan en él una función estimulante o descorazonadora, protectora o amenazante.
        Así empieza la aventura del pronóstico astrológico.

André Barbault, pág. 31-32






SOBRE  LOS  TRANSITOS


El tránsito se erige como un sistema perfectamente autónomo que, pro sí mismo y por si sólo, es capaz de dar cuenta del devenir humano a lo largo de toda su evolución.
        Si intentamos ahora definirlo, diremos que es esencialmente el fenómeno antropocósmico del acoplamiento entre el hombre y el cosmos a lo largo del tiempo:
        Si el elemento astral está realmente presente en el nacimientose impone la continuidad de esta tendencia a lo largo del tiempo y en permanencia, continuidad que no puede concebirse más que como una relación de la situación primera de las astralidades natales con la ronda de las astralidades sucesivas del mundo, único anclaje posible entre el individuo y los ritmos del universo (...) La resonancia humana global con el todo implica que en todo momento de su existencia el individuo se encuentra en relación, debido al conjunto mismo de su configuración natal, con el conjunto de la configuración del estado celeste en movimiento. De ahí se desprende una regla fundamental de la interpretación: la necesidad de una percepción generalizadora con miras a una captación sintética del fenómeno del tránsito, compuesto indivisible.
        Considerado aisladamente, cada tránsito es una toma de contacto entre el microcosmos y el macrocosmos, un punto donde se anuda el hilo de la relación entre el fenómeno y el aspecto del cielo, es decir, una localización de acoplamiento. Pero, en ultimo extremo, podríamos adelantar que el tránsito aislado no existe (...) Así fenómeno puntual del tránsito local debe ser considerado en el seno del múltiple juego de interferencias del acoplamiento universal-individual, captado en toda la dimensión de un "momento-lugar" en forma de continuidades, temporal en la sucesión y espacial en la simultaneidad.

André Barbault, pág. 56-57-58


El tránsito es una relación concreta que se establece en un momento dado entre la posición precisa que ocupa un astro sobre la pista del zodiaco en este momento y la que ocupaba en ese mismo circuito zodiacal tal astro o tal punto sensible en el nacimiento de un individuo, suponiendo su tema materializado.

pág. 61


Está claro que, si los diversos elementos participantes en la composición de la configuración de tránsito deben abortar, cada uno a su manera, sus rasgos respectivos al acontecimiento vivido, modelándolo paulatinamente o revistiéndolo pieza por pieza, jamás podemos pretender descifrar con exactitud el sentido de la composición que de ello resulta. Muy a menudo, nos encontramos ante la configuración como en presencia de palabras separadas que hay que ordenar, sin llegar a constituir la verdadera frase que está encargadas de componer (...) Esta dificultad de sintaxis anula la pretensión de predecir regularmente el acontecimiento con absoluta seguridad e invita a resguardarse prudentemente en la formulación de cuadros coyunturales, que definan un periodo dado en función del concurso de tendencias, situadas como fuertes o débiles, constructivas o destructivas D que permiten caracterizar tal año como propicio a la vida profesional, tal estación como delicada para la vida sentimental. Y ya podemos estar felices si lo conseguimos pues no constituye un resultado despreciable.
        No olvidemos nunca que la investigación de la historia individual nos coloca ante una situación ineluctable: cada caso es original, nuevo, único y convierte al conocimiento en arte conjetural.

Pág. 121-122


La observación nos enseña que cada individuo tiene su reacción personal al tránsito; algunos reaccionan en el momento mismo del fenómeno, cuando no al minuto, al menos al grado; otros son más sensibles antes de que se opere el encuentro. Sin embargo, la mayoría reacciona con retraso, como si se manifestara la resistencia de una fuerza de inercia, que contribuye a diferir la realización... Por esta razón, en lugar de prestar el mismo margen a una parte y otra del lugar transitado, conviene reducirlo en la zona precedente en provecho de la siguiente.

Pág. 144


El tránsito no debe vivirse ni como prolongación de clima ni como impacto de un momento, ya hay algo de uno y lo otro en cada una de estas dos manifestaciones. Si el de Urano se presta al estallido repentino de un efecto sorpresa, y el de Saturno a una acción que se arrastra, ello no impide que, por una parte, el accidente instale una indisposición que durante un tiempo más o menos largo impide la vida ordinaria ni que, por otra partela depresión física pueda llegar un día determinado, porque ese día uno ha cogido frío, se ha caído, o le ha sucedido esto o aquello. Tanto en un caso como en el otro, la detección del momento particular es aleatoria. Si es previsible, es más bien gracias al arte del astrólogo que a la ciencia astrológica. Poner fecha precisa al pronóstico, por más prestigio que dé, pertenece al campo de la aventura.

Pág l47


El tránsito es tanto un fenómeno de duración como un factor de desencadenamiento, ya que todo inicio establece una situación.


El valor de la configuración como donadora de sentido al acontecimiento o a la situación, de modo que esta carga de significación constituye al mismo tiempo un “test” de la reacción personal del sujeto a su propia tendencia; y la configuración se asemeja en este caso al medicamento al cual el organismo reacciona débil o fuertemente, cuando no bien o mal. Esto implica que hay que tomar, a veces, cierta distancia para juzgar el pronóstico, ya que el tiempo hace desaparecer el desfase evidente que aparece de inmediato entre su contenido cuantitativo o cualitativo y el hecho experimentado, por obra de una metamorfosis de la situación que falsea la primera perspectiva y acaba por ajustar la previsión y lo previsto.

Pág. 265-264


El pronóstico astrológico habitual se acantona generalmente en el enunciado desnudo de un hecho, de una situación o de un clima vital dado, inserto en cierto período de tiempo, y expresa así la manifestación del curso de una tendencia concreta: riesgo de perturbaciones de salud dentro del marco de tal periodo, posibilidad de realización sentimental en tal época, etc.
        Lo que creemos comprender es que el acontecimiento mismo, en tanto que tal, no figura en la coordenada de la configuración: ésta sólo incluye la tendencia psicológica que, como telón de fondo, enmarca el acontecimiento, un poco como una planta crece sobre un terreno dado; esta tendencia dinamita la situación a la que corresponde la configuración o tonaliza el clima vital que resulta de ella.
        El tema habla uniformemente en primera persona del singular, ya que es el ser, en el estado subjetivo de su sentimiento vital, lo que no deja nunca de expresar. A través del acontecimiento, la situación o el clima anunciados, es siempre el ser humano y nada más que él lo que se percibe, y el que vive su vida en la encarnación de la existencia. Por eso, la previsión astrológica es esencialmente una previsión psicológica al mismo tiempo que una psicología de la previsión.
        El sistema del destino astrológico no puede, pues, dejar de ser esencialmente lo mismo que el del destino descubierto por el psicoanálisis. El tejido de este destino no es más que la sustancia del psiquismo profundo, la materia viviente del individuo portador de su propio sistema de tendencias, artesano a quien seguimos en su ruta mientras devana el hilo de sus días para tejer con sus propias manos, lúcidas o ciegas, el ropaje de su existencia, que sólo esclarece la perspectiva del tiempo.
        Cuando un tránsito actualiza fuertemente una tendencia nativa, el ser al inclinarse en una pendiente natural, se vive a sí mismo como un consumidor; portador de un potencial de apetencia vital, su tendencia es adelantarse hasta la satisfacción de sí mismo: en resumen, al tener hambre, se pone a comer (...) Pero no siempre es necesariamente así, pues el individuo puede perfectamente librarse de esta especie de incitación de su ser profundo a ponerse de acuerdo con su tendencia, y desviarse tanto más de esta forma de “destino permitido” cuanto más su voluntad le inculque el gusto de un "destino voluntario" elegido mediante la afirmación deliberada de un programa o un objetivo determinado. Así, el planeta ya no es obrero del acto o partera del acontecimiento, sino únicamente portador de los frutos que resultarán de él. En este caso, en efecto, la configuración no se manifiesta ya en el primer plano de lo que el individuo decide hacer sino como efecto desviado, en el plano secundario de las consecuencias felices o desgraciadas, en el éxito o en el fracaso de su libre iniciativa; a tal punto es verdad que los hombres hacen su historia, pero ignoran la historia que se hacen.

Pág. 250-251-252


Una previsión no es más que una percepción anticipada del futuro. De un acontecimiento dado, que sucede como consecuencia de un conjunto de elementos muy complejo, en donde se entrecruzan el hombre y el medio, el análisis sólo permite ofrecer algunos indicios. Hasta el punto de que puede decirse que, en lugar de prever verdaderamente el futuro, la astrología a menudo no hace más que esclarecernos sobre él. Eventualmente le es posible anunciar el acontecimiento mismo, globalmente captado, e incluso situarlo dentro de una doble escala cuantitativa y cualitativa, pero con frecuencia el acontecimiento propiamente dicho se le escapa y su pronóstico se contenta con expresar la nota de la gama astral que presta el tono o clima vital del acontecimiento: con Venus, tendencia al amor, afecto, simpatía, bienestar, felicidad, alegría, suerte; con Marte, tendencia agresiva de enfrentamiento, desacuerdo, violencia, etc. Se llega así a sustituir la pasiva interrogación en el vacío de un "¿Qué me va a suceder?" Por la pregunta, más juiciosa: "¿Qué puede esperar?" En función de tal situación y tal proyecto. Aquí, la lectura del futuro se asemeja a la de una carta de navegación que señala los arrecifes para incitar a la prudencia y a la sangre fría en los pasos difíciles. Baliza así la ruta del destino, y permite, a quien esté atento, conducir con el máximo de seguridad su vida, mientras fomenta, en los momentos afortunados, la audacia que contribuye a la expansión del propio devenir (...) Además, más allá de la toma de conciencia que esclarece al ser en su ejercicio de vivir, la previsión puede convertirse en un acto de pensamiento constructivo y estructurante. Si, en efecto, a través de la proyección prospectiva que constituye el pronóstico, el ser se observa dentro de la duración y sigue a su personaje en devenir, tiende al mismo tiempo a sistematizarse del pensamiento al acto, de la idea al hecho. En este recorrido, la tendencia percibida por el espíritu se convierte pronto en una realidad interna, asumida dentro de la situación o el acontecimiento. Por eso prever permite autosuperarse o vivir una situación de superioridad... También se puede pensar en la influencia terapéutica directa y reguladora de la economía afectiva que aporta una juiciosa interpretación astropsicológica a un individuo en crisis, a quien hay que ayudar a que se reconozca y recupere dentro de las tinieblas internas en que le hunde su crisis. Al evaluar cierta dimensión dramática de la situación, al darle un significado y establecer un calendario de evolución del proceso criticoel intérprete compone una partitura que introduce nueva luz en el corazón del interpretado, apto entonces para encontrar en sí mismo los recursos para recuperarse y abrirse una salida hacia un equilibrio nuevo.

Pág. 25-25-257

El intérprete que se respeta debe alcanzar el dominio de su labor con plena confianza en sí mismo, a pesar de la conciencia de sus inevitables imperfecciones y sus limites fatales, contentándose con decir únicamente lo que percibe sin temor de confesar su renuncia a aventurarse más lejos y preferir incluso callarse, en último extremo.

Pág. 265-266


La configuración no constituye, más que un tejido con el que el configurado se encarga de confeccionar un traje a su medida; lo único que se percibe es la trama del tejido: a cada uno le toca cortar la prenda, sin que el astrólogo pueda hacer más que esbozar la línea.

pág. 267


El anuncio de una previsión desafortunada exige tacto, y podemos suponer los estragos que puede causar un novicio inhábil. Toda previsión que desarma, sea cual sea su contenido y valor, es mala y condenable. Si la disonancia habla de crisis, también en ella se encuentra su solución posible y lo que podría ser deseable hacer en función de la situación.
        Toda previsión es información y toda información servicio; nunca debe olvidarse esta finalidad utilitaria. El mejor pasaporte para atravesar una prueba es tener un objetivo, vivir para un fin superior o estar protegido por la propia fe. Son éstos los recursos que hay que ayudar a descubrir mediante un enfoque que aporte nueva claridad al individuo. Y aunque no hubiera otro recurso que esa claridad, podría de todas formas ayudar a que la persona se asumiera mejor dentro del espíritu estoico que consideraba que la libertad del sabio consiste en la libre aceptación de lo que quiere la Inteligencia universal. Y siempre hay que recordar que la configuración no es más que un "momento-lugar" del continuo espacio-tiempo, donde la astrología da cuenta de la relación entre el ser y el mundo.

André Barbault, pág. 267-268

Predecir por la Astrología