DESCENDENTE Y LA SEPTIMA CASA


El amor productivo implica siempre un síndrome de actitudes: solicitud, responsabilidad, respeto y conocimiento. Si amo, soy solícito, es decir, me intereso activamente por el desarrollo y la felicidad de la otra persona, no soy un espectador pasivo. Soy responsable, es decir, respondo a sus necesidades, a las que puede manifestar. La respeto, es decir (de acuerdo con el significado originario de re-spicere), la veo tal como es, objetivamente, y no deformada por mis deseos y temores. La conozco, penetré a través de su superficie hasta el núcleo de mi ser, desde el centro -por oposición a la periferia- de mi ser.

Erich Fromm, pág. 35
Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea

Es en el matrimonio donde resucitamos no sólo la intensidad de nuestros primeros sentimientos de adhesión, sino también las miserias de viejas frustraciones y odios reprimidos. Y lo que frecuentemente se busca en el otro, y contra lo que luego se lucha, es algún dilema no resuelto (y por lo tanto inconsciente) acerca de un progenitor. 

Maggie Scarff, tomado del libro, El lado Oscuro del Amor,

de Jane G. Golberg, pág. 250


El conocimiento de la astrología puede ser muy útil en las etapas criticas de las relaciones, porque nos permite echar una ojeada a las energías planetarias que están actuando. Trabajar con ellas mientras duran en lugar de oponerse a su influjo nos puede ayudar a considerar nuestras relaciones de una forma más creativa.

Anna Kruger


El amor inmaduro dice: “Te amo porque te necesito”. El amor maduro dice: “Te necesito porque te amo.

Erich Fromm


"Existe algún otro factor que el azar, que afecta las proporciones de "buenos" y "malos" aspectos en las cartas de personas atraídas en forma conjunta hacia el matrimonio. La deducción es que los "buenos" aspectos atraen a la gente, mientras que los "malos" rompen sus relaciones. La correlación en serie de a dos, indica que existe una posibilidad bastante razonable de predecir si las relaciones entre las personas serán armónicas o inarmónicas, de acuerdo al estudio de los aspectos mutuos en las dos cartas de nacimiento."

Leslie Furze-Morrish
Tomado del libro de marcia Moore, La astrología en la ctualidad, páginas 74-75




La Sexta casa es la última de las conocidas como "casas personales", y representa el refinamiento de la personalidad individual mediante el trabajo, el servicio, la humildad y la atención a la vida cotidiana y el cuerpo físico. La casa Sexta, enfocando la vida con un microscopio, la analiza y clasifica en diferentes partes, y da a cada una de ellas su lugar y propósito adecuados. Ahora sabemos con precisión de qué manera diferimos de todos y de todo. Pero al llegar al término de la Sexta casa hemos llegado a separarnos unos de otros tanto como puede permitírnoslo la vida, y tenemos que aprender una lección nueva: que nada existe en el aislamiento. Cuando llegarnos al Descendente, el punto más occidental de la carta, doblamos bruscamente una esquina y nos encontramos encaminándonos de nuevo hacia el punto donde todo empezó. Volver una vez más a conectarnos con el sentimiento perdido de nuestra unidad con toda vida será la labor de las casas Siete a la Doce.
        El Descendente es la cúspide de la séptima casa, y el punto opuesto al Ascendente. Tradicionalmente se considera al Ascendente como el "punto de la conciencia de sí", y al Descendente se lo considera "el punto de la conciencia de los otros". Describe nuestra manera de encarar las relaciones y las cualidades (junto con los planetas en la Séptima) que buscamos en la pareja. En su libro A Handbook for the Humanistic Astrologer (Manual para el astrólogo humanista), Michael Meyer escribe también que el Descendente (y la casa Siete) denota las clases de actividades que dan al individuo las experiencias "que necesita con el fin de comprender la significación de los otros".
        De modo similar, la Primera casa es la que tradicionalmente se conoce como "la casa del yo". La Séptima, la que está más alejada de la Primera recibe el nombre de “la casa de los otros”. Se la conoce también como "la casa del matrimonio" y, cosa curiosa, como "la casa de los enemigos manifiestos". Aquí se toma el matrimonio en el sentido de cualquier relación importante basada en un compromiso mutuo, ya sea contraído legalmente o no. En la casa Séptima dos personas se unen con un propósito: realzar la calidad de sus vidas al unirse, crear una familia, obtener mayor seguridad y estabilidad y aliviar la soledad y el aislamiento.
        La mayor parte de los textos de astrología enseñan que los planetas y signos de la casa Séptima describen a la pareja matrimonial, o el "otro significativo", y en cierto modo es verdad. A menudo, los emplazamientos en esta casa indican el tipo de pareja(s) hacia quien(es) nos sentimos atraídos. Por ejemplo, es posible que un hombre que tenga la Luna en la casa Siete busque una pareja que refleje las cualidades de la Luna: alguien que sea receptivo, compasivo y afectuoso. Una mujer con Marte en la Séptima quizá se sienta atraída por un compañero que refleje las cualidades de Marte: alguien que se haga valer, que sea directo y se imponga. Quizás este, buscando alguien que torne decisiones por ella y que le diga qué es lo que tiene que hacer.
        Si en la casa Siete hay varios planetas o signos diferentes (como en el caso de una casa interceptada) el problema puede resultar muy confuso porque estaremos buscando en la pareja muchas clases de atributos diferentes. Por ejemplo, en el caso de que una mujer tenga tanto a Saturno como a Urano en la Séptima, andará en busca de alguien que le ofrezca estabilidad y seguridad (Saturno), y sin embargo, al mismo tiempo necesitará de alguien impredecible, atrayente y sumamente individualista (Urano), dos conjuntos de cualidades que difícilmente conviven sin roces en la misma persona. Es probable que comience por casarse con Saturno, se muera de inquietud y de aburrimiento y, al conocer a alguno de Urano, pida el divorcio. O puede seguir casada con Saturno y tener una aventura con Urano. O quizá se case primero con Urano, se divorcie de él por su carácter errático e inestable y luego, con un suspiro de alivio, se refugie en la seguridad de Saturno. O si es un poco más madura psicológicamente, puede ser que se case con Saturno y encuentre maneras, inofensivas para la relación, de satisfacer su necesidad de Urano, e incluso que desarrolle más, dentro de sí, la naturaleza uraniana. También puede casarse con un uraniano y ser ella misma quien aporte a la pareja la seguridad saturnina.
        Más que limitarse a describir la naturaleza del compañero o compañera, los signos y los planetas en la casa Siete sugieren las condiciones de la relación: los arquetipos constelados por la unión misma. En ella, Saturno podría indicar una unión basada en el deber y la obligación. Marte en la Séptima es propenso al "amor" a primera vista, a precipitarse en el matrimonio y alternar tempestuosas batallas con reencuentros apasionados. Arthur Rimbaud, el poeta francés contra quien disparó su amante Verlaine, tenía juntos en la casa Siete a Urano y el explosivo Plutón. Rex Harrison, con seis matrimonios en su haber, nació con la abundancia de Júpiter en ella.
        Como ya dijimos, un planeta o un signo en una casa sugiere la predisposición a hacer frente a ese principio arquetípico por mediación del sector de la vida en cuestión. Los emplazamientos en la casa Séptima son lo que esperamos encontrar en las asociaciones estrechas y, por consiguiente, indican aquellos atributos que más advertimos en la otra persona. Invariablemente, en la carta de nuestro compañero o compañera habrá algo que se confabule con los planetas y los signos de nuestra Séptima casa, y lo más frecuente será que la carta de la pareja refleje casi sobrenaturalmente nuestra casa Siete. Por ejemplo, es muy probable que si una mujer tiene a Marte, Saturno y Plutón en esta casa se encuentre un marido que tenga a Marte, Saturno y Plutón en la Primera, o bien alguna combinación como el Sol en Aries (reflejo del Marte en la Séptima de ella), la Luna en Escorpio (reflejo del Plutón de ella en la Siete) y tres planetas en Capricornio (reflejo del Saturno en la casa Siete de ella).
        Con respecto al Descendente y la Séptima casa debemos volver a mencionar el mecanismo psicológico de la proyección. En su libro Relaciones, Liz Greene sugiere que los planetas que hay en el Descendente y en la casa Siete representan cualidades que "aunque pertenecen al individuo, son inconscientes", y que procuramos vivirlas "por mediación de una pareja, o de las clases de experiencias que nos aportan la relación". Intentemos ver qué es lo que quiere decir esto.
        El Descendente -el punto más hacia el Oeste de la carta- deja de ser visible en el momento en que nacemos. En este sentido, describe lo que en nosotros está oculto, aquello que sentimos que no nos pertenece, porque no podemos -o no queremos- verlo en nosotros mismos. Ahora bien, diametralmente opuestos al Ascendente y a la casa Uno, el Descendente y la casa Siete revelan aquellas cualidades que están en nosotros mismos y que se nos hace más difícil "reconocer y apropiarnos", es decir, aceptarlas y responsabilizarnos por ellas. Sin embargo, y tal como lo señala Jung, "cuándo una situación interior no se hace consciente, acontece afuera, como hado o destino". Si permanecemos inconscientes de algo que hay en nosotros mismos, entonces "por fuerza el mundo debe actuar el conflicto y verse desgarrado en mitades opuestas". Dicho con otras palabras, aquello de lo cual no tenemos conciencia en nosotros mismos, nos lo atraemos invariablemente por mediación de otros. Tradicionalmente, se describe al Descendente y a la casa Siete como aquellas cualidades que buscamos en nuestra pareja, pero en un nivel más profundo representan aquellas cualidades que hay ocultas en nosotros mismos y que necesitamos integrar conscientemente, percatándonos de ellas para llegar a ser completos; son lo que Liz Greene llama "la pareja interior". Si hemos suprimido esos atributos en nosotros porque se nos aparecen como desagradables o inaceptables, entonces no es sorprendente que no nos gusten cuando nos vuelven por mediación y reflejo de otra persona. De aquí la connotación de la casa Siete como la esfera de los enemigos manifiestos.
        Sin embargo, tendemos también a inhibir o "desconocer" rasgos potencialmente positivos, que pueden ser precisamente los atributos que nos fascinan o nos entusiasman cuando los encontramos en otros. Nos enamoramos de las personas que exhiben abiertamente esos rasgos porque nos hacen sentir más completos y, al casarnos con ellas, "importamos" esas cualidades a nuestra vida. Idealmente, el compañero o compañera puede servir, para esas energías, como una especie de modelo que en última instancia nos permite volver a integrarlas conscientemente en nuestra propia naturaleza. Con demasiada frecuencia, empero, seguimos confiando en que sea la otra persona quien las provea y canalice. Entramos en un juego de polarización con nuestra pareja y seguimos siendo solamente media persona cada uno.
        Es menester dejar en claro que la proyección no es un mecanismo puramente patológico. Una imagen proyectada es un potencial encerrado bajo llave en el sí mismo. Cuando existe la necesidad de que esta imagen se dé a conocer, el primer paso es percibirla en otra persona. Después cabe la esperanza de que nos demos cuenta de que eso tiene algo que ver con nosotros y la recuperemos conscientemente. Por ejemplo, es posible que una mujer con Marte en la casa Siete no esté en contacto con su propio poder y capacidad de autoafirmación. Por consiguiente busca esas cualidades en un hombre. Encuentra una pareja con un Marte prominente, un hombre dominante y centrado en sí mismo que le da órdenes a gritos. Por mediación de él, la nativa ha incorporado a Marte a su vida. Sin embargo, cuando ya no pueda seguir tolerándolo a él en esa tesitura, es probable que se dé cuenta de que también ella tiene derecha a plantear exigencias. Comienza entonces a defenderse y hacerse valer, y descubre así a Marte en su propia naturaleza.
        Una vez que en mayor o menor medida, hemos reintegrado en nuestra propia identidad las cualidades de la casa Séptima, nos ponemos al servicio de estos principios para exponérselos a la sociedad en su conjunto. Así, una persona con Marte en la Séptima casa podría ser alguien que estimulara a los demás a actuar. Una persona que tenga allí a Saturno podría funcionar como maestro o mentor para otras. Mucha gente que participa en profesiones orientadas a la atención y el cuidado de personas tiene intensamente acentuada la casa Siete, y necesita del fluir casi continuo de un intercambio intimo con los otros. Es más prudente “canalizar” de esta manera las aglomeraciones en la Séptima casa, para así aliviar a la relación bi-personal de la pesada carga de tener muchos planetas en ella.
        También los “tribunales inferiores” parecen entrar en el rubro de la casa Siete. Las normas sociales se generan para contrarrestar los excesos de la individualidad descontrolada, y para asegurar cierto grado de equidad y justicia en el comportamiento de los miembros de la sociedad. En caso de que sean transgredidas estas leyes, debe intervenir una fuerza exterior para reequilibrar la balanza. La forma en que nos vaya en este tipo de tribunales también se ve en los emplazamientos en la casa Siete.
        Esta casa asociada naturalmente con Libra y con Venus, es la esfera en que aprendemos una mayor colaboración con los otros. Plantea un dilema con la Primera casa: ¿hasta qué punto coopero (Séptima) y hasta qué punto me hago valer tal como soy (Primera)? Por una parte, el peligro está en ceder o matizar demasiado y sacrificar así nuestra propia identidad. Por otra, podríamos exigir a los demás que se adaptasen demasiado a nosotros, y privarlos así de su individualidad. El problema fue claramente expresado por cierto rabí Hillel:
- Si no soy para mí, ¿quién seré? Y si solamente soy para mi, ¿qué soy? La Séptima casa nos impone la tarea de enfrentarnos con otra persona y equilibrar ambos extremos de la escala.

Hablando de la 5, hemos dicho que el adolescente que se “enamora” no sale realmente de la imagen que tiene de él mismo. No hace más que proyectar sobre la chica o el chico a quien ama la imagen de sus propias necesidades. La chica o el chico representa el complemento, el reverso de su personalidad. El dolor que puede provocar esta clase de amor si no ha satisfecho, viene de un vacío interior que no ha sido colmado es un sufrimiento interior orgánico que no es muy diferente del hambre. El hombre hambriento no experimenta la experiencia del alimento, sino de é1 mismo hambriento, de él mismo dispuesto a comer, de él mismo habiendo comido a su hambre; durante todo ese tiempo é1 no sale de la circunferencia de su yo (...) En la tradición, se hace una distinción entre el matrimonio, como una relación idealmente permanente en 7, y los amorfos y romances episódicos de la 5. No obstante, en 5 como en 7, las relaciones pueden ser bien permanentes, bien inpermanentes. Lo que diferencia esencialmente la 5 de la 7 es que en 5 el amante no se une verdaderamente a una persona exterior a él, sino a una imagen que él proyecta sobre esta persona. En 7, debe unirse a otra persona objetivamente, los ojos abiertos, sobre una base de igualdad. Que la relación dure cinco meses o toda la vida no tiene ninguna importancia desde el punto de vista del simbolismo de la 7. Lo que importa en 7 es, para los dos compañeros, realizar la necesidad de desarrollarse por transformaciones constantes. 

Alexander Ruperti, pág. 138-139
La Rueda de la Experiencia Individual


El Signo en el Descendente muestra las cualidades que es necesario poner en práctica en las relaciones de todas clases y esto con el propósito de hacer valer con éxito las cualidades personales reveladas por el Ascendente.

Alexander Ruperti



Los planetas que se encuentran en 7, colorean o condicionan las experiencias de relaciones interpersonales. Pueden también plantear problemas en este dominio o indicar actividades específicas a las cuales es necesario tener en cuenta en sus relaciones y en su vida objetiva.

Alexander Ruperti, pág. 141
La Rueda de la Experiencia Individual


Según Rudhyar en su libro Triptych, la prueba principal de la 7 es la fraternidad. Hay que aprender a compartir, a abordar a los otros con un espíritu de dador- dador recíproco. Es necesario también encontrar a los otros sobre una base de igualdad para que a través de las experiencias de la relación o del amor se pueda desarrollar todo, dejando a los otros (o al otro) des arrollarse plenamente. Es necesario cambios mutuos (la palabra “mutua” procede del latín mutuo, que significa cambiar): un amor que está constituido del cambio continuo del uno en el otro por el reparto de sus dones y de sus cargas. Hay que cambiar una interdependencia inconsciente en fraternidad consciente, una reciprocidad a regañadientes en reparto deseado, en participación gozosa. Hay que darse cuenta que cada parte de un todo está unida a todas las demás partes por aquello que la hace distinta de estas otras partes - distinta pero no diferente.

Alexander Ruperti, pág. 141-142
La de la Experiencia Individual


Las experiencias relacionadas con la séptima casa (o sea, el matrimonio y todas las formas de asociaciones más o menos estables) pueden significar meramente la cooperación de individuos, o pueden significar participación en una totalidad mayor a la que las personas que están relacionadas son profundamente conscientes que pertenecen en función de un destino común o de un claro propósito socio-cultural... el problema principal de estas relaciones no consiste en si hay un gran amor o si existe un interés común que los socios en un negocio sientan profundamente, sino en cuál es la calidad de este amor o de este interés común. El matrimonio puede significar lo que los franceses llaman l´égoïsme á deux, frase ésta que es difícil de traducir, pero que significa la unión de dos personas únicamente para su satisfacción personal; la asociación comercial puede entablarse únicamente pera beneficio de los dos socios sin interesarles las consecuencias sociales. Por otra parte, la relación puede consagrarse a un propósito más que personal, en cualquier nivel que éste sea.
   Ningún astrólogo podrá decir positivamente cuál de los dos enfoques seguirá una persona en sus relaciones intimas y estables, pero el signo zodiacal en la cúspide de la casa, el lugar y los aspectos con el regente de ese signo, y la naturaleza de los planetas que puedan estar ubicados en la séptima casa podrán decir muchísimo que sea de ayuda para una persona sincera que anhele participar en un campo mayor de la existencia para determinar cuáles son las mejores condiciones para esa participación, y tal vez para alertaría sobre algunos de los peligros o pruebas implícitos en aquélla. Quizá esto no haga que la relación sea más fácil, pero podría tornarla más significativa y fructífera.

Dane Rudhyar, pág. 113
Las Casas Astrológicas

Con frecuencia, las características representadas por los planetas emplazados en la casa Siete, las encontramos por primera vez “afuera”, proyectados sobre otros hacia quienes experimentamos fuertes emociones.

Melanie Reinhart, pág. 152

Significado y Simbolismo de Quirón


La Séptima casa es opuesta a la Primera; así atraemos lo opuesto de lo que exhibimos.

Donna Cunningham


El Descendente aparece bajo el disfraz de los demás. Refleja no sólo lo que intentamos obtener de los otros para completarnos, sino aquello a lo cual nos oponemos en los demás porque es el enemigo que amenaza nuestro viaje individual.

Liz Greene, pág. 341
La Dinámica del Inconsciente


La naturaleza del planeta (o planetas) y su signo que se encuentran en el descendente indican cualidades existentes en nosotros mismos que no reconocemos ni expresamos con facilidad pero que buscamos en las otras personas con las que creamos vínculos estrechos. Necesitamos trabar relaciones con personas que expresen esta energía planetaria, porque a través de estas clases de interacciones aprendemos a apropiarnos de la parte de nosotros mismos de la que renegamos o a la que proyectamos, y a expresarla en su manera más positiva.

Tracy Marks, pág. 74
El Arte de la Interpretación del horóscopo


Lo que dimos a otros, volverá a nosotros a través de otros. La Séptima casa muestra lo que retorna.

Isabel M. Hickey

Astrología Espiritual

Psicológicamente, la séptima casa nos describe la actitud general del Yo ante los Otros y ante la colectividad; es decir, si el individuo está dispuesto a colaborar con el prójimo, o si lo considera un adversario o, incluso, un enemigo; si tiende a aprovecharse de él o a ser explotado por él; si acepta una socialización del propio Yo sólo sobre bases jurídicas y legales, o si tiene una visión más desenvuelta y desprejuiciada respecto a las relaciones contractuales.

Lisa Morpurgo, pág. 170
Introducción a la astrología


La Casa VII y X son angulares, y los planetas en los ángulos tienden a expresarse como acontecimientos "exteriores".

Liz Greene
Urano en la carta natal, pág. 63


Cuando se busca el sentido del amor y la transformación de la posesividad y el egocentrismo, el Descendente de la carta natal nos puede proporcionar claros indicios. Los planetas de la séptima casa pueden mostrar, a menudo, la salida a problemas y a tensiones que surgen de asociaciones estrechas. Varios planetas en este sector del cielo occidental sugieren que se necesitará una variedad de experiencias para conseguir realizar un deseo demasiado dominante por tener relaciones íntimas; un anhelo que presupone alguna falta de seguridad interior y, tal vez, la necesidad de dominar un orgullo o egocentrismo individual. Sin embargo, cuando se considera el Descendente, hay que relacionarlo siempre con el Medio Cielo; porque, en el Medio Cielo, lo que empezó en una relación alcanza madurez en la capacidad del individuo para participar de forma eficaz en la comunidad que se escogió o que impuso l nacimiento. Puede comenzar con dulzura, con pasión, con éxtasis, con grandes esperanzas; pero los frutos serán amargos si la circunferencia del amor resulta ser una concha.

Dane Rudhyar


Astrología y vida espiritual, página 146