EL ASCENDENTE Y LA PRIMERA CASA



"Oh, si algún Poder quisiera concedernos el don
de vernos tal como nos ven los demás."

Robert Burns




Dediquemos algunos segundos a imaginarnos cómo puede ser la existencia intrauterina. Al flotar rítmicamente en las aguas de la vida no hay sentimiento alguno de identidad individual o separada, ni conciencia del cuerpo, o de los sentimientos o pensamientos como diferentes de algo más. Para el soñoliento ser inmerso en un primigenio paraíso no hay otra cosa que unidad con el resto de la creación. El universo es el sí mismo y el sí mismo es el universo.
        De forma traumática, el nacimiento nos expulsa de ese ámbito de totalidad oceánica. Nacer significa "asumir" un cuerpo, y es presagio del sí mismo en cuanto individuo único y distinto. Sobre la base de este momento se traza la carta natal, y a partir de él empieza nuestro recorrido a través de las casas.
        El Ascendente, que marca la cúspide de la casa Uno, muestra el grado exacto del signo zodiacal que se eleva por encima del horizonte oriental en el momento del nacimiento. Coincidentes con nuestra primera respiración independiente, el Ascendente y la Primera casa proclaman el comienzo de un ciclo, el paso o la etapa inicial en el proceso del Devenir para Llegar a Ser.
        Todo aquello que nace en un momento del tiempo refleja las cualidades de ese momento. El signo Ascendente sale a la luz y se distingue de la oscuridad en el mismo momento en que emergemos de ese medio oscuro, oculto e indiferenciado que es el útero materno. En otras palabras, el Ascendente aparece cuando aparecemos nosotros, y sus cualidades son no sólo un reflejo de quiénes somos, sino también de cómo nos enfrentamos con la vida.
        El signo del Ascendente simboliza una faceta particular de la totalidad de la vida, que literalmente busca una “encarnación” mediada por el ser que nace en ese momento. Dado que se corresponde con el "flash" o “hit” inicial de nuestra existencia individual, el Ascendente queda también incorporado profundamente a la psique, a la manera de un sello que precisa "aquello a lo que se refiere la vida". Atribuimos a la vida las cualidades del signo que se encuentra en el Ascendente o de los planetas próximos. Es la lente a través de la cual percibimos la existencia, la visión que traemos a la vida, nuestra manera de "categorizar" el mundo. Y, puesto, que vemos el mundo de esa manera, actuamos y nos conducimos, invariablemente, de acuerdo con nuestra visión. Más aún, la vida responde a nuestras expectativas y nos devuelve el reflejo de nuestro punto de vista.
        Detengámonos un momento a considerar este concepto. La forma en que percibimos el mundo (nuestra lente) influye tanto en la forma en que nos relacionamos con él como en lo que el mundo nos devuelve. Al "escoger", consciente o inconscientemente, ciertas interpretaciones posibles de las situaciones, o del comportamiento y la acción de las personas (al tiempo que no consideramos otras maneras de evaluar las mismas circunstancias), organizamos nuestra experiencia vital de acuerdo con aquello que hemos escogido ver. El Ascendente, que es la primera noción de la vida que nos formamos al nacer, describe algo referente a este proceso de clasificación y selección. En cuanto refleja la imagen innata que tenemos de la vida, el signo Ascendente colorea nuestra visión dé la existencia. Si lo miramos a través de los cristales rojos, el mundo nos parece rojo, y de acuerdo con ello actuamos. Podríamos actuar de manera muy diferente si nuestras lentes nos mostrasen un mundo azul.
        Por ejemplo si el que se eleva es Sagitario, percibiremos un mundo de múltiples opciones y posibilidades emocionantes que nos invitan a explorarlo y a crecer. Si en el Ascendente está Capricornio, en cambio, nuestra visión del mundo se dará a través de una lente más reducida por obra del temor y la vacilación. Las mismas oportunidades de expansión que emocionan y mueven a entrar en acción a Sagitario pueden provocar en el Ascendente Capricornio un estado de terror y de aprensión. Cuando se le presenta una oportunidad nueva, el Ascendente Sagitario exclamará: "estupendo, ¿cuándo comienzo?". Puesto frente a la misma posibilidad, el Ascendente Capricornio se estremecerá, cavilando: "¿Debo hacerlo? Ya sé que sí, pero ¿seré bastante capaz? Oh, ¡qué responsabilidad tan grande!"
        De acuerdo con el signo que nos marca el Ascendente "fantaseamos el mundo", y después representamos, actuamos el sueño. Así creamos simultáneamente el laberinto y la senda para salir de él. Por ejemplo, los que tienen a Aries en el Ascendente interpretan el mundo como un lugar donde la acción y la resolución son los requisitos previos, y por consiguiente actúan resueltamente. Quienes tienen como Ascendente a Géminis crean un mundo en el cual es necesaria la adquisición de conocimiento y de entendimiento, y por lo tanto se empeñan en entender la vida. En este sentido, el signo que ocupa el Ascendente es al mismo tiempo lo que estarnos buscando y lo que mira.
        Es frecuente que el signo que está en el Ascendente, o cualquier planeta que se halle próximo a la cúspide de la casa Uno, describa la vivencia individual del nacimiento. Por ejemplo, Saturno o Capricornio en el Ascendente puede significar un nacimiento demorado, largo o difícil. El nativo con Marte o Aries en el mismo lugar parece que se zambullera de cabeza en la vida, como si estuviera ansioso de "llegar allí para empezar a hacer cosas". Muchos nacimientos con Plutón o Escorpio en el Ascendente han llevado consigo una lucha entre la vida y la muerte, en que la madre o el hijo han corrido gran peligro durante el parto. Los terapeutas que trabajan con técnicas de regresión y rebirthing y al mismo tiempo con astrología, confirman la correlación entre el signo o planeta que se encuentra en el Ascendente y la experiencia del nacimiento.
        En términos más amplios, el Ascendente y la Casa Uno denotan nuestra relación con el arquetipo mismo de la Iniciación. El signo ascendente no sólo describe algo referente al nacimiento real sino que alude también a las expectativas e imágenes innatas que tenernos toda vez que debemos "dar comienzo a algo".
        El Ascendente sugiere la forma o manera mediante la cual entraremos en diferentes fases o aspectos de la vida. En cualquier momento en que una vivencia se asemeje a la de un nacimiento, cada vez que nos conectemos con un campo, una faceta o un nivel de la experiencia nuevos, se movilizarán las cualidades del Ascendente y de la Primera casa. Cada nuevo comienzo resuena con las cualidades de los nuevos comienzos anteriores, y vuelve a despertar problemas y asociaciones similares. Quien tiene a Capricornio o Saturno en ascenso, por ejemplo, no solamente vacila y se refrena con el nacimiento real, sino con cualquier transición hacia una nueva fase de la vida.
        El estilo con que enfrentamos la vida general se revela en el Ascendente y en la casa Uno. La imagen que acude a la mente es la de un polluelo que pica el cascarón para salir del huevo. Podemos tener diferentes maneras de "nacer hacia" las cosas. Un polluelo con Ascendente Cáncer sabe que tiene que salir del cascarón y lo rompe, pero después decide que está más seguro en el huevo que ya conoce. El polluelo con ascendente Tauro será lento para salir, pero una vez iniciado el proceso lo llevará adelante con determinación y constancia. El que tenga Ascendente Leo esperará a que las condiciones sean las adecuadas para hacer una entrada teatral, noble o dignificada, que le permita exhibirse orgullosamente ante el mundo.
        El Ascendente puede ser la manera en que salimos del huevo, pero aquello en que nos convierte el crecimiento es el signo solar. En otros términos, el Ascendente es la senda que nos lleva hacia el Sol. Por ejemplo, una mujer con el Sol en Aries y Virgo como ascendente podría descubrir su capacidad para iniciar, conducir e inspirar (Aries) mediante el desarrollo de cualidades propias de Virgo, tales como la evaluación de su energía de manera concentrada y precisa. Un hombre con el Sol en Piscis y con ascendente Libra puede descubrir su manera de curar y de servir a otros (Piscis) por mediación de una relación bi-personal importante o de una actividad artística (Libra). El Ascendente florece en el Sol. O, como lo expresa Liz Greene, el Sol es el tipo de héroe que somos, pero el Ascendente es la búsqueda en que debemos empeñarnos. El Sol es el porqué estamos aquí; el Ascendente es el cómo llegamos allí.
        Los signos y los planetas que hay en la primera casa indican la clase de funciones que serán más valiosas en el proceso de realización de nuestra propia y peculiar identidad. Estas son las tareas que necesitamos cumplir con el fin de desentrañar más cabalmente quiénes somos. No podemos ser completos mientras no hayamos reconocido, explorado y cultivado esas cualidades. En este aspecto es útil tener presente que a los signos y los planetas (en cualquier casa) se los puede comparar con un ascensor en un edificio de grande; tiendas. El ascensor puede dejarnos en el primer piso, zapatos de señoras, en el segundo, ropa, hombres, o llevarnos directamente arriba, al restaurante. De modo similar Marte o Aries -por ejemplo- en un nivel pueden significar impulsividad y precipitación, y en otro valor y bravura. A medida que nuestra conciencia se expande, se nos hace posible desplazar y cambiar los niveles, movernos de una a otra forma de expresión del signo o del planeta. Probablemente sea necesario tener la vivencia de este tipo de cambio de niveles con todos los emplazamientos en la carta natal, pero es especialmente fructífero experimentar de esta manera con las energías de la casa Uno, el área de la carta que tan decisiva es para el descubrimiento de uno mismo.
        Junto con las casas Tres, Cuatro y Diez, la casa Uno denota algo referente a la atmósfera reinante en el ambiente en que se inicia la vida. Normalmente encontramos los emplazamientos en la Primera casa en los primeros años de vida, los más formativos. Por ejemplo, si Júpiter está en ella, es posible que la persona cambie de país al poco tiempo de nacida. Con Saturno, puede haber una sensación de penurias o restricciones durante la infancia. Como las energías de la casa Uno son enfrentadas y se despiertan tan tempranamente en la vida, establecemos una íntima identificación con los arquetipos representados por los planetas y signos que allí se encuentran. Si se hace una pequeña incisión en la corteza de un arbolito, una vez que crece, el árbol presenta una herida enorme.
        A la inversa, las energías de la casa Uno pueden describir el efecto que produce a otros nuestra “salida a escena”. Si la ocupan Urano o Acuario, por ejemplo, es probable que nuestra llegada signifique desorden y cambio. Si los que se encuentran en ella son Plutón o Escorpio, puede ser que nuestro nacimiento coincida con una crisis de reorientación importante en aquellos que nos rodean. Cualquier signo o planeta que tengamos en la casa Uno, lo llevarnos con nosotros allí donde vayamos. Cosa nada sorprendente, puesto que esta casa se asocia naturalmente con el signo, cardinal y de fuego, de Aries, y con el planeta Marte. El fuego cardinal representa un principio que irradia hacia afuera, hacia la vida. En general, los atributos de cualquier signo o planeta que se encuentre en la casa Uno se amplifican en cierto modo al estar en esa posición, como si se hubiera elevado el volumen de su "tono". Si las energías de la casa Uno son evidentes en la persona, es probable que en la carta haya algo más que esté bloqueando su expresión, y este bloqueo es algo que hay que examinar.
        Puesto que el signo en el Ascendente tiene una influencia tan grande sobre la manera en que enfrentamos la vida, las cualidades de este signo se reflejarán hasta cierto punto en nuestro porte y apariencia física. Muchos astrólogos dicen ser capaces de rectificar una hora de nacimiento incierta evaluando qué signo Ascendente se correlaciona con la configuración física y el aspecto de una persona. Sin embargo, asignar la apariencia corporal solamente al Ascendente es simplificar en exceso las cosas. La carta en su totalidad es vivida y expresada por mediación del cuerpo, y por ende son muchos los diferentes factores del mapa natal que se concretan en la fisonomía.
        Es obvio que correlacionar la apariencia física con la carta es asunto muy complejo.
        En general, cuando se evalúa cualquiera de las influencias del Ascendente, es necesario tener en cuenta varios factores: el signo en el Ascendente; el planeta regente (su signo, casa y aspectos); los planetas próximos al Ascendente y en los aspectos del Ascendente como tal.
        En el momento del nacimiento, de la ilimitada matriz del ser surge una encarnación física de una de las miríadas de posibilidades de la vida. Por más bello que pueda sonar esto, de hecho no nacemos con una comprensión de nosotros mismos como entidades aparte, individuales; tampoco llegamos dotados de una conciencia de nosotros mismos en cuanto manifestación del espíritu universal, ni como expresión de alguno de los múltiples rostros de lo que algunos llaman Dios. Sin embargo, es mediante el desarrollo y el cultivo del signo Ascendente y de los planetas en la casa Uno como no sólo llegamos a ser más conscientes de quiénes somos en cuanto individuos irrepetibles, sino también de cuál es nuestra relación con el todo más amplio del cual formamos parte. Las otras once casas describen etapas ulteriores de este viaje.





La experiencia más esencial de la Casa I es la de la diferenciación. Desde el Signo y el grado en el Ascendente y también los planetas que contiene, esta Casa sugiere el género de experiencias que permitirán obtener conocimiento de su carácter y de su destino únicos, de la manera más natural, la más apropiada. Esta unidad puede ser muy relativa; puede estar oculta por el predominio de otros factores del tema que se ponen antes en evidencia en un caso particular, El poder dinámico situado en el centro de los esfuerzos que se hacen para individualizar y actualizar lo que la humanidad espera de nosotros, está representado por el planeta que “gobierna” el Signo en el Ascendente. Por el contrario, los planetas que se encuentran en la Uno indican las energías, las funciones que afectan poderosamente el sentido de egoicidad: dado esto es preciso tener en cuenta en la vida, para emerger como individuo, de su condicionamiento familiar social y religioso. Si hay muchos planetas en la Uno, el proceso de descubrir el yo es más complejo, puede necesitar la prueba de tendencias contradictorias (sobre todo si son planetas de polaridad o de funciones opuestas) o de una serie de crisis o de elecciones importantes.

Alexander Ruperti, pág. 60-61

La Rueda de la Experiencia Individual



Si en la primera casa hay planetas, éstos indican el género o los géneros de funciones que serán valiosísimas en el proceso de descubrimiento de nuestro ser auténtico.

Dane Rudhyar pág 71
Las Casas Astrológicas


Cualquier planeta que haya en la Primera casa, especialmente si está próximo al Ascendente, representa una fuerte energía arquetípica con la que nos enfrentamos al comienzo de la vida y que con frecuencia se convierte en una pseudo identidad de la que es menester despojarse en la búsqueda de nuestra verdadera naturaleza interior. En los casos extremos, si el yo es débil, parece como si los planetas que están en conjunción con el Ascendente se "posesionaran" de la persona.

Melanie Reinhart, pág. 119
Significado y Simbolismo de Quirón


El Ascendente es el punto del nacimiento, y la primera casa, la casa natural de Marte representa la entrada de la persona en el mundo. No es sólo la experiencia física del nacimiento, sino todos los nacimientos que se producen a lo largo de la vida: cada situación en la cual, por medio de un acto de voluntad independiente, intentamos imponer nuestra propia y personal realidad al mundo exterior. Por lo tanto, la primera casa tiene que ver con el sentimiento individual de potencia y eficacia en la vida externa. Nuestra forma de expresar esta potencia es idéntica a la imagen que tenemos del mundo exterior; nuestros métodos armonizan con nuestras proyecciones, porque lo que vemos en el entorno es en realidad nuestra propia interpretación de él. Así pues, a lo largo del tiempo, nuestra percepción del mundo es lo que configura el mundo y corrobora nuestras ideas preconcebidas.

Liz Greene, pág. 411
Neptuno


En parte, la función del Ascendente, la razón de que necesitemos una máscara, es ocultarnos de nuestro propio inconsciente (que está, al menos potencialmente, reprimido), de nuestro material preconsciente y de todo lo que provenga de cualquier arquetipo colectivo que aún no estemos preparados para integrar. Y una de dos: o esa máscara nos protege de lo que vemos ahí fuera, en la casa siete, o bien nos ayuda a enfrentarnos con lo que vemos ahí fuera y conquistarlo. Para pescar salmones no se usa lo mismo que para cazar tigres. Así pues, el Ascendente, los planetas que hay en la casa uno y sus aspectos constituyen nuestra manera de poner el cebo en el anzuelo, y la mayoría de nosotros no somos conscientes de ello. La persona es el ser que mostramos todo el tiempo.

Richard Idemon
 pág. 243, El Hilo Mágico


Los signos y planetas conectados con la Casa I son lo que vemos cuando miramos por la ventana de nuestras pequeñas Casas psíquicas cerradas, de modo que constituyen nuestra propia visión de la vida, la que, a su vez, modela nuestra forma de actuar en la vida. Nuestra imagen personal está gobernada por cómo definimos la vida. La Casa I describe lo que pensamos que hay en el afuera, porque es el modo en que interpretamos nuestro mundo. Por lo tanto, cada vez que salimos al mundo -desde el nacimiento en adelante-, exhibimos ciertas cualidades que definimos como la realidad exterior, y justificamos nuestro propio comportamiento por lo que experimentamos como la reacción que el mundo tiene ante nosotros. A un nivel más profundo, la Casa I representa nuestra visión de la vida, del mundo, nuestra percepción de la realidad.

Liz Greene
Urano en la Carta Natal, pág. 61-62