LA NOVENA CASA



Quien puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino.

Stephen Crane




La casa Octava implica invariablemente cierto grado de dolor; crisis y sufrimiento. Cabe esperar que, al sobrevivir a estas épocas difíciles, salgamos de ellas renovados, purificados y conociéndonos mejor a nosotros mismos y la vida en general. Tras haber descendido a las profundidades y, de una manera u otra, haber vuelto a salir, hemos llegado a un punto de vista superior que nos permite concebir la vida como un viaje y como un proceso de despliegue. La casa Novena, de fuego, asociada naturalmente con Júpiter y con Sagitario, sigue a las aguas turbulentas de la Octava y nos ofrece una perspectiva más amplia de todo lo que nos ha acontecido hasta ahora. Ya se ha recogido la experiencia suficiente para intentar la formulación de algunas conclusiones referentes al significado y el propósito de nuestro viaje.
        La casa Novena es el área de la carta referida más directamente a la filosofía y la religión, los ámbitos donde se plantean los "porqués" de la existencia. Es aquí donde buscamos la Verdad y nos empeñamos en evaluar los modelos subyacentes y las leyes básicas que rigen la vida. En cierto sentido, el sufrimiento padecido en la casa Octava nos impulsa en esta dirección, porque el dolor se soporta más fácilmente si podemos vislumbrar algún propósito en el hecho de tener que soportarlo. Además, si el sufrimiento está vinculado de algún modo con la circunstancia de no haber llegado a vivir de acuerdo con las leyes o verdades de la existencia, entonces es probable que el descubrimiento de esas líneas orientativas, y el adherirse a ellas, disminuyan la cuota de dolor que debamos soportar.
        Los seres humanos nos comportamos como si necesitáramos un significado. Tenemos una manifiesta necesidad de absolutos, de ideales firmes a los cuales podamos aspirar, y de preceptos que nos sirvan para orientar nuestra vida. Si falta el significado, se tiene con frecuencia la sensación de que no tenemos nada por qué vivir, nada que esperar, ninguna razón para esforzarnos por nada y ninguna orientación en la vida. Muchos psicólogos creen que gran parte de las neurosis actuales se relacionan con la carencia de significado o propósito en la vida. No importa que esto sea cierto o no; el hecho es que nos consuela la creencia en que “allí fuera” hay algo más vasto, la convicción de que existe una pauta coherente y de que a cada uno de nosotros le cabe desempeñar un rol determinado en ese modelo. Independientemente de que en última instancia nos toque e nosotros ir creándonos nuestro propio sentido en la vida, o de que nuestra misión consista en ir descubriendo el plan y la intención de Dios, el hecho es que la búsqueda de orientaciones y objetivos, así como el sentimiento de una finalidad, constituye el núcleo esencial de la casa Nueve.
        Esta casa representa lo que se conoce como "la mente superior", es decir, aquella parte de la mente que se vincula con la facultad de abstracción y el proceso intuitivo, por comparación con la mente concreta, tal como aparece en la Tercera casa. Mercurio, el regente natural de las casas Tercera y Sexta, es un recopilador de hechos, en tanto que Júpiter -regente natural de la Novena- denota la capacidad de simbolización de la psique, la tendencia a imbuir de importancia o significado un hecho o acontecimiento determinado. En la casa Tercera se recogen los hechos, pero las conclusiones que de ellos se desprenden se extraen en la Novena: allí los hechos aislados son organizados dentro del marco de referencia de una visión más amplia de las cosas, o se los ve como el resultado inevitable de principios de organización superiores.
        En tanto que las casas Tercera y Sexta son análogas al cerebro izquierdo, que analiza, divide y clasifica, los procesos asociados con la casa Nueve (y con la Doce) se correlacionan con la actividad del cerebro derecho. El cerebro derecho puede identificar una forma que apenas si está sugerida por unas pocas líneas. Mentalmente, entreteje los puntos para formar un diseño. Sintético y "totalista", el cerebro derecho piensa en imágenes, ve totalidades y detecta modelos y pautas. Como dice Marilyn Ferguson, "el (cerebro) izquierdo toma instantáneas, el derecho mira películas".
        La casa Novena cree con frecuencia que los hechos ocultan en sí un mensaje. Júpiter o Venus en esta casa, por ejemplo, pueden dar la sensación de que todo lo que sucede es en última instancia positivo y ventajoso para nosotros, corno si estuviera operando una Inteligencia Superior benigna que guiase nuestra evolución. Saturno o Capricornio en la casa Nueve podrían tener más dificultad en percibir el significado en un acontecimiento, o bien interpretarían dicho significado bajo una luz negativa. Albert Camus, el escritor y filósofo existencialista francés, tenía a Saturno en Géminis en esta casa; creía que los acontecimientos no tienen ningún otro significado superior o absoluto que aquel que nosotros mismos les atribuyamos.
        Los emplazamientos en la Novena casa describen algo referente al estilo en que abordamos las cuestiones filosóficas y religiosas, además de sugerir la clase de Dios que adoramos, o la naturaleza de la filosofía de la vida que formulamos. Por ejemplo, tener a Mercurio o Géminis en la casa Nueve puede predisponer al nativo a un acercamiento intelectual a Dios, en tanto que Neptuno o Piscis lo predisponen a una búsqueda de la deidad por la vía de la devoción emocional y de la entrega afectiva. Marte hace pensar en un enfoque de la actividad religiosa a partir del dogmatismo y de un espíritu fanático, en comparación con la mayor flexibilidad y tolerancia que en asuntos como éste exhibe Venus. Los planetas y signos que aparezcan en esta casa revelan también la imagen de Dios que tendrá el nativo: es probable que Saturno y Capricornio se formen la idea de un Dios critico, punitivo, duro y paternalista, a quien hay que obedecer a toda costa. Por otra parte, Neptuno o Piscis en la casa Nueve tienden a ver un Dios de amor y compasión, que se inclina a la benevolencia y al perdón.
        La casa Tres rige el medio inmediato, y aquello que se descubre explorando lo que está a mano. La Novena describe la perspectiva que obtenemos al dar un paso atrás para considerar la vida desde cierta distancia. De esta manera, la casa Nueve se vincula con los viajes largos. "Viajar" puede referirse literalmente a desplazamientos a otras tierras y a otras culturas, o se puede entender, más simbólicamente, en el sentido de viajes de la mente o el espíritu, que tanto pueden ser la mayor amplitud de horizontes ganada por amplias y variadas lecturas, como la penetración que se obtiene gracias a la meditación y a la reflexión cósmica. Entendiendo el concepto de manera más literal, mediante los viajes, y mezclándolos con gentes formadas en tradiciones diferentes de la nuestra, ensanchamos nuestra perspectiva de la vida. Es probable que el gusto y el estilo de algunas culturas nos atraigan más que los de otras, pero de todas maneras, así tenemos atisbos de otras facetas de las múltiples posibilidades de la vida, y podemos compararlas con las nuestras. Viajar nos permite ver el mundo desde una perspectiva diferente. Es posible que yo mantenga, en Londres, una relación complicada que me genera sentimientos de confusión e incertidumbre; sin embargo, cuando viajo a San Francisco y reflexiono sobre ella, la distancia adicional de 9.600 kilómetros me ayuda en cierto modo a entenderla con más claridad que cuando la relación está ante mis narices. El epitome de una experiencia en la casa Nueve podría ser la visión del mundo que le es concedida al astronauta que reingresa en la atmósfera terrestre. Allí, ante la vista, tiene el cuadro entero: nuestro planeta visto como una entidad en relación con el espacio sin límites. Las preocupaciones ordinarias, mundanas y cotidianas asumen una proporción diferente después de una experiencia así. John Glenn, el primer estadounidense que estuvo en órbita alrededor de la Tierra, tenía a Neptuno y a Júpiter en la casa Novena.
        Los emplazamientos en esta casa designan los principios arquetípicos con que tropezamos en nuestros viajes, e incluso es posible que nos revelen algo sobre la naturaleza de la cultura o culturas hacia las cuales nos sentimos atraídos. Por ejemplo, Saturno en la Nueve puede experimentar dificultades o demoras en los viajes, o viajar más específicamente para un fin práctico, como pueden serlo el trabajo o el estudio. Henry Kissinger, que fue embajador norteamericano en el extranjero durante el gobierno de Nixon, tiene a Capricornio en la cúspide de la casa Nueve, y a su regente -Saturno- en Libra, el signo de la diplomacia. Si Plutón o Escorpio están en la Novena, es posible que en otro país nos sucedan experiencias que nos transformen profundamente, o que nos sintamos atraídos por un país que tenga a Plutón o Escorpio como elementos dominantes en su carta nacional. El almirante Richard Byrd, el primer hombre que voló sobre el Polo Norte, tenía en esta casa al innovador Urano.
        Si volvemos a acercarnos a la Tierra, los emplazamientos en la Novena indican las relaciones con los parientes políticos. Así como la casa Tercera a partir del Ascendente describe a nuestros propios familiares, la tercera a partir del Descendente (la Novena) describe los de nuestra pareja. Aquí se vera, si las relaciones con ellos son tormentosas o cordiales. Es posible que un pariente político refleje un planeta que tenemos en la casa Nueve, o que perciba la proyección de ese principio. Algunas personas que tienen a Júpiter en la Novena ven el universo en un grano de arena, en tanto que podría ser que otras lo percibieran en su suegra.
        Los viajes de la mente describen en la Novena, conocida también como la casa de la educación superior. Generalmente, los emplazamientos que hay en ella expresan el campo de estudio escogido o la naturaleza de la experiencia universitaria en general. Por ejemplo, es posible que Neptuno en la casa Nueve centre sus esfuerzos en graduarse en arte o en música. Pero también ese mismo Neptuno podría indicar vacilaciones y confusión en la elección de materias de estudio, o desilusión y decepción durante la estancia en la universidad. Urano podría rebelarse contra los sistemas tradicionales de educación superior, o estar empeñado en graduarse en algún campo de actividad nuevo o excepcional, o ser la primera persona que consiga ingresar en Oxford a los siete años.
        La Primera casa es "soy", en tanto que la opuesta, la Séptima, es "somos". La Segunda es "tengo" y su opuesta, la Octava, es "tenemos". De la misma manera, la Tercera es "pienso" y la Novena es "pensamos". La casa Nueve describe las estructuras del pensamiento que se codifican en un nivel colectivo y que no solamente incluyen como ya mencionamos, los sistemas religiosos, filosóficos y educativos, sino también los sistemas jurídicos y el cuerpo del derecho. La casa Séptima corresponde a los tribunales inferiores, pero la Novena representa los superiores: la ley suprema del país, que rige las acciones del individuo dentro del contexto social más amplio. En la casa Tercera aprendemos cosas sobre nosotros mismos en relación con quienes forman parte de nuestro medio inmediato, pero en la Novena se enciende el sentimiento de nuestra relación con lo colectivo en cuanto totalidad. La casa Nueve va asociada también con la profesión editorial, en que se diseminan ideas en gran escala.
        Tradicionalmente, los planetas que hay en la casa Diez se asocian con la carrera y la profesión. Sin embargo, las investigaciones de M. y F. Gauquelin han establecido una correlación entre ciertas posiciones planetarias en la casa Nueve y las personas que han logrado éxitos en campos relacionados con la naturaleza de esos planetas.
        En la Tercera casa examinamos lo que está inmediata y directamente frente a nosotros; en la Novena, vislumbramos aquello que no sólo está más alejado, sino también por "suceder". Los emplazamientos fuertes en esta casa confieren un grado poco común de intuición y previsión: la capacidad de percibir en qué dirección se mueve algo o alguien. La casa Nueve "sintoniza" con el pulso de una situación, registrando rápidamente las tendencias y corrientes en la atmósfera.
        Julio Verne, el autor de ciencia-ficción tan notablemente dotado para anticiparse a descubrimientos futuros, había nacido con Urano en la casa Nueve. En un nivel, la Novena casa da el profeta y el visionario, en tanto que en otro denota el hombre más capaz para las relaciones públicas o el promotor empeñado en abrir a otros perspectivas nuevas. Las energías de la casa Nueve pueden expresarse en el agente de viajes que le escoge a uno "justamente las vacaciones que necesita"; en el empresario que nos informa confidencialmente sobre la última inversión de absoluta seguridad; en el promotor de la más reciente de las psicotecnologias llegadas a la ciudad, que nos promete la iluminación instantánea en un solo fin de semana, y en el entrenador que con su hábil discurso levanta el ánimo del equipo antes del gran partido; también es el aficionado a las carreras que nos pasa el dato del caballo ganador, o el agente artístico, literario o teatral que descubre el próximo gran talento.
        En la casa Ocho excavamos en el pasado para desenterrar los restos de nuestra naturaleza primordial e instintiva. En la Nueve miramos hacia el futuro y hacia lo que todavía está por desplegarse. Según cuáles sean los planetas y signos que haya en ella, y sus aspectos, podemos ver un futuro lleno de esperanzas y de promesas nuevas, o uno en que la pesadilla aceche a la vuelta de la esquinaa la espera de que seamos lo suficientemente tontos como para pasar por ahí. En cualquiera de los dos casos, podría sernos útil reflexionar sobre algo que observó una vez santa Catalina: que "todo el camino al cielo es cielo".







La novena casa se opone y complementa a la tercera casa. Mientras la tercera casa se refiere a la necesidad que un individuo tiene de ponerse de acuerdo con su medio ambiente intimo y personal (por tanto, de conocerlo y comprenderlo), la novena casa es un ámbito en el cual el individuo procura descubrir el significado de campos más vastos de la existencia social que él tal vez ni experimente directamente pero que su mente puede explorar mediante el uso de la analogía, la generalización y la abstracción. Estas dos casas simbolizan los dos polos de la mente humana: el concreto y el abstracto. Toda mente plenamente desarrollada funciona en términos de una combinación de ambos tipos de pensamiento, y casi todas las personas tenderán a favorecer a uno sobre el otro.

Dane Rudhyar, pág. 125-126
Las Casas Astrológicas


Los planetas ubicados en la casa nueve describen qué clase de Dios experimentamos y qué poderes y atributos otorgamos a la divinidad.


Todos los planetas que se hallen en la novena Casa poseen una vibración más alta que cuando están situados en cualquier otro sector.

Isabel M. Hickey
Astrología Espiritual


La casa IX, el signo Sagitario y su regente planetario, Júpiter, tienen todos relación con la permanente formación de una visión del mundo. Sagitario no es un signo de Aire, pero no es menos cierto que para este signo comprender es fundamental. La comprensión de Sagitario no tiene nada que ver con el conocimiento geminiano, que se basa en la captura de datos. Sagitario busca comprender el todo, el gran designio cósmico, a través de revelaciones intuitivas o de percataciones. La luz destella a través de las conexiones intuitivas. Sagitario dice: «Este hecho está relacionado con algo que me ocurrió hace tres años. Yo sé que existe una conexión entre esos dos hechos. Y esa conexión me está diciendo algo». Hay un patrón y eso debe significar algo. Lleva un mensaje o una moraleja. En algún lugar existe un plan. Para que la luz brille, Sagitario se embarca en la búsqueda de claves, que revelarán el gran plan al completo. Es como buscar las huellas de Dios: los diseños que revelarán la verdad última, el último sentido de la vida. Claro que podría tratarse de lo que describe la película El sentido de la vida, de los Monty Python; pero eso carece de importancia siempre y cuando sea universal. Sí, Sagitario necesita una búsqueda.

Liz Greene

El carro de Apolo, El significado del Sol astrológico, página 99