LA OCTAVA CASA



"El problema más común en la actualidad no es el tabú social con respecto a la actividad sexual o el sentimiento de culpa que produce el sexo en sí mismo, sino el hecho de que éste es para muchas personas una experiencia vacía, mecánica y sin sentido."

Rollo May
El Hombre en busca de Sí Mismo


"El sexo y la muerte... la puerta delantera y la puerta trasera del mundo."

William Faulkner




La octava casa tiene muchas etiquetas. Como es la opuesta a la segunda, que es la casa de "mis valores", a ésta se la llama generalmente "la casa de los valores de los otros". Esto se puede tomar en un sentido bastante literal. Los signos y los planetas que haya en la casa Ocho sugieren cómo nos va, desde el punto de vista financiero, en el matrimonio, las herencias o las sociedades de negocios. Por ejemplo, Júpiter en esta casa puede hacer un casamiento muy conveniente, recibir de regalo una herencia inesperada, esquivar alegremente al inspector de hacienda y encontrar buenos socios comerciales. Por otra parte' un Saturno mal aspectado en la Octava puede casarse con alguien que al día siguiente se declare en quiebra, heredar las deudas de algún pariente' soportar una minuciosa investigación del inspector de rentas y elegir unos socios comerciales desastrosos. Tampoco es excepcional encontrar gente con muchos planetas en la casa Ocho en carreras donde están en juego dineros ajenos banqueros, corredores de bolsa, analistas de inversiones y contables.
        Sin embargo, la casa Octava es mucho más que el mero dinero ajeno. Describe "aquello que se comparte" y la forma en que nos fundimos o unimos con los otros. En cuanto elabora y expande lo que se ha comenzado en la Séptima, la casa Ocho es la esencia de las relaciones: lo que sucede cuando dos personas cada una de ellas con su propio temperamento, sus recursos, su sistema de valores, sus necesidades y su reloj biológico- intentan unirse. Lo más fácil es que se planteen multitud de conflictos:


Yo tengo algún dinero y tú tienes el tuyo. ¿Cómo lo gastaremos? ¿Cuánto intentaremos ahorrar cada mes?

o bien

A mí me gusta hacer el amor tres veces por semana, pero parece que tú lo necesitas todas las noches. ¿Quién gana?

o bien

Tú crees que la letra con sangre entre, pero yo insisto en que a ningún hijo mío se lo ha de castigar. ¿Quién tiene razón?

o bien

No sé cómo puedes ser amigo de esa pareja tan irritante. Prefiero que esta noche visitemos a mis amigos. (¿A los amigos de quién terminan visitando?)


        El corredor destinado a encaminarlos por la senda de la bienaventuranza conyugal parece haberse convertido en un cruento campo de batalla, y lo que se ve hacia adelante parece un cortejo fúnebre.
        A la casa Octava, asociada naturalmente con Plutón y con Escorpio, se la llama también "la casa del sexo, la muerte y la regeneración". En el mito, Plutón -el dios de la muerte- secuestra a la virgen Perséfone y se la lleva a los infiernos. Allí se casa con ella, y cuando regresa al mundo, Perséfone ha cambiado: ya no es más una niña, sino una mujer. Relacionarse profundamente con otra persona lleva consigo una especie de muerte, el aflojamiento y la destrucción de las fronteras del ego y de la intrincada identidad. La muerte en cuanto "yo" separado nos lleva a renacer como "nosotros".
        Como Perséfone, mediante la relación nos hundimos en un mundo ajeno. En el sexo y en la intimidad, descubrimos y compartirnos partes de nosotros mismos que normalmente se mantienen ocultas. El sexo puede ser considerado como una mera liberación que temporalmente hace que nos sintamos mejor, o bien, mediante el acto sexual, podemos tener la experiencia de una forma de autotrescendernos, de una unión con otro ser. En las cumbres del éxtasis, nos olvidamos y abandonamos a nosotros mismos para fundirnos con otro. Los isabelinos se referían al orgasmo como "la pequeña muerte". Buena parte de nuestra naturaleza sexual se revela en los emplazamientos de la casa Octava.
        Las relaciones son los catalizadores del cambio. La casa Ocho limpia y regenera, atrayendo a la superficie (generalmente por la vía de una relación actual) problemas que quedaron sin resolver en relaciones anteriores, especialmente aquellos primeros problemas de vinculación con la madre y con el padre. La primera relación de nuestra vida, la que tuvimos con la madre o madre sustituta, es la más cargada, cosa nada sorprendente, puesto que nuestra supervivencia depende de ella. Todos nacemos en este mundo como víctimas potenciales: a menos que contemos con el amor y la protección de alguien más grande y más hábil que nosotros, nuestras probabilidades de supervivencia son muy tenues. La pérdida del amor de una madre no significa solamente la pérdida de una persona cercana a nosotros: podría significar el abandono y la muerte. Somos muchos los que seguimos proyectando esas mismas preocupaciones infantiles en nuestras relaciones posteriores. El miedo a que nuestra pareja no nos siga amando, o que pueda estar traicionándonos, desencadenará o volverá a despertar los miedos primarios a la pérdida del objeto amoroso originario. Uno tiene entonces la sensación de que su misma supervivencia depende de la preservación de la relación presente. Suplicas y clamores en el estilo de "Si me dejas, me moriré" y “No puedo vivir sin ti” revelan la fuerza de las corrientes subterráneas, provenientes de las tempranas dificultades de relación, que se infiltran en la realidad de la situación actual. Es verdad que de niños podríamos habernos muerto si mamá nos dejaba, pero lo más probable es que, en cuanto adultos, seamos perfectamente capaces de atender a nuestras propias necesidades de supervivencia. Al poner al descubierto estos miedos ocultos y no resueltos, las pruebas y tribulaciones en la casa Ocho nos ayudan a dejar atrás actitudes que, por obsoletas, nos estorban. No toda pareja que tengamos es nuestra madre.
        Además de nuestros miedos irracionales, es posible que una buena proporción de la indignación y la cólera que en ocasiones sentimos, y que descargamos sobre nuestro compañero o compañera, se puede "rastrear" retrospectivamente en la infancia y la niñez. Los niños no son pura dulzura, sentimentalismo y claridad. La obra de la psicóloga Melanie Klein ha revelado otro aspecto de la naturaleza del bebé. Debido a su extremo desvalimiento, el niño pequeño experimenta una frustración enorme cuando la madre no entiende ni satisface sus necesidades. Ni siquiera la más hábil de las madres puede interpretar siempre con precisión qué es lo que reclaman los chillidos de un bebé, y la frustración del niño estalla invariablemente en violenta hostilidad. Como las primeras vivencias dejan una impronta tan profunda, todos llevamos dentro un "infante rabioso". Cuando nuestra pareja actual nos frustra de alguna manera, es probable que el pequeño chillón vuelva a despertarse.
        Como Perséfone, secuestrada en el mundo subterráneo, en las relaciones muy intensas todos descendemos a las profundidades de nuestro ser para allí descubrir nuestra herencia instintiva primordial: la envidia, la codicia, los celos, la rabia, las pasiones que bullen, la necesidad de poder y de dominio, y también las fantasías destructivas que pueden estar al acecho, ocultas tras la más gentil de las fachadas. Solamente si reconocemos y aceptamos "la bestia" que hay en nosotros tenemos la posibilidad de transformarla. No podemos cambiar nada sin saber antes que está ahí. No podemos transformar algo que condenarnos. El aspecto más oscuro de nuestra naturaleza debe ser traído a la luz antes de que podamos limpiarnos, regenerarnos o volver a nacer.
        Es probable que antes, en el empeño de negar ese aspecto más oscuro, hayamos sofocado un vasto caudal de energía psíquica. Sin embargo, reconocer nuestro ánimo vengativo, nuestra crueldad o nuestra rabia no significa necesariamente una catarsis o una “actuación” indiscriminada de estas emociones. Un comportamiento así comporta un gasto de energía que posiblemente destruye mucho más de lo que quisiéramos. La clave reside más bien en “reconocer y asumir” esos sentimientos explosivos, al mismo tiempo que se los contiene. Al volver a conectar con la fuente de energía que se expresa como instintos ultrajados, y encontrar apoyo interno en ella, terminaremos por liberar esa energía de la forma en que se ha visto atrapada. Así desviada, es posible volver a integrarla conscientemente y de manera más productiva en la psique, o bien canalizaría hacia salidas constructivas. Cocerse a fuego lento en un caldo de emociones primarias hasta que éstas se hallen a punto para cambiar no es muy agradable, pero nadie dijo que el trabajo que nos propone la casa Ocho fuese fácil.
        Esta casa nos ofrece la oportunidad de volver a examinar la conexión existente entre los problemas de la relación actual y los que al comienzo de la vida se plantearon con el padre y la madre. Sobre la base de nuestra percepción del medio, mientras somos niños, nos formamos opiniones sobre la clase de persona que somos, y sobre cómo es para nosotros la vida "de ahí fuera". Estas creencias o "guiones" siguen operando, a menudo inconscientemente, hasta bien entrada la madurez. La niña que creía que "Papa era un canalla" se convierte en una mujer que lleva profundamente arraigado el sentimiento de que "todos los hombres son unos canallas". Debido a las leyes del determinismo psíquico, tenemos una capacidad misteriosa y casi espeluznante para atraer hacia nuestra vida precisamente a las personas y las situaciones que sirven de base a esos primeros supuestos. De no hacerlo así, probablemente las percibiríamos en todo caso de esa manera. El objetivo de un complejo es demostrar su propia verdad.
        En la casa Ocho se excavan las ruinas y los escombros de la infancia. Nuestros enunciados vitales más problemáticos y más profundamente existenciales se descubren, "vivitos y coleando", en las crisis de nuestras relaciones actuales. Con la madurez y la prudencia adicionales que nos conceden los años vividos podemos "limpiar" en parte los residuos del pasado, que han coloreado y oscurecido nuestra visión de la vida, de nosotros mismos y de los otros. El don de la Octava casa es una aumento de autoconocimiento y del dominio de sí, que nos deja en libertad de continuar nuestro viaje renovados, sin estorbo de un equipaje innecesario.
        En el caso de que fracasen nuestros intentos de combinar y "elaborar" las volátiles cuestiones que suscita la casa Ocho, podemos tomar los emplazamientos que hay en ella como puntos de referencia para tener una idea de cómo podrían ser los trámites del divorcio. Los aspectos planetarios difíciles en la Octava anuncian separaciones trauma' ticas y acuerdos de divorcio "complicados". Los dos "infantes rabiosos" -y sus respectivos abogados- se encargan de librar la batalla en el tribunal.
        En la casa Ocho se describen todos los niveles de la experiencia compartida. Además del dominio de las finanzas conjuntas, y de la fusión de dos individuos en uno, esta casa tiene una orientación ecológica más amplia. Todos tenemos que compartir nuestro planeta y sus recursos. El capitalista superdinámico que arrasa indiscriminadamente con bosques sin pensar más que en su beneficio no tiene consideración alguna por los habitantes del bosque, además de estar privando a sus semejantes de un ámbito natural, fuente de belleza e inspiración. La sensibilidad de una persona a estos problemas queda reflejada por los emplazamientos en la casa Ocho.
        La casa denota también nuestra relación con lo que los filósofos esotéricos llaman "el plano astral". Una emoción fuerte, aunque no necesariamente visible, traspasará de todas maneras la atmósfera que nos rodea. El plano astral es aquel nivel de la existencia donde se reúnen y circulan emociones y sentimientos aparentemente intangibles, pero poderosos. Los lectores de mentalidad más racionalista dudarán quizá de la credibilidad de algo que no se puede ver ni medir. Y sin embargo, caso todos hemos tenido la experiencia de entrar en la casa de una persona y sentir inmediatamente que nos "golpea" algo desagradable, en tanto que en la casa de otra persona nos sentimos como elevados y llenos de bríos. Los planetas y signos en la Octava casa muestran el tipo particular de energías que "aletean" en el ámbito astral y a las cuales somos más sensibles. Alguien que tenga a Marte en la casa Ocho "captará" el enfado que flota en el aire con más facilidad que quien tenga en la misma casa a Venus este último percibe más rápidamente cuándo es el amor lo que "está en el aire". En este aspecto, la casa Ocho es afín a las otras casas de agua, la Cuatro y la Doce. En la Octava se muestran las experiencias de la esfera psíquica u oculta, lo mismo que el grado de interés o de fascinación que sentimos por lo que está oculto, por lo que es misterioso o se encuentra por debajo del nivel superficial de la existencia.
        La muerte, tal como lo demuestran los emplazamientos en la casa Octava, se puede tomar en sentido literal, como la manera o las circunstancias atenuantes de nuestra muerte física. Saturno en esta casa puede mostrarse renuente a morir, temeroso de que lo que haya más allá de la existencia corpórea. Neptuno puede morir de resultas de drogas, por envenenamiento alcohólico o ahogándose o axfisiándose, o ir desprendiéndose de la vida gradualmente, en estado de coma. Urano puede poner término a todo de forma súbita y repentina.
        Sin embargo, en el lapso de un solo término vital podemos experimentar muchas muertes psicológicas diferentes. Si hemos estado derivando nuestro sentimiento de identidad de una determinada relación, el que ésta se acabe equivale a una especie de muerte del -o la- que hemos sido. De la misma manera, si nuestro sentimiento de vitalidad o de significado en la vida proviene de cierta actividad y debemos renunciar a ella, también eso es una muerte de la forma en que nos conocíamos. Al morir la infancia, nace la adolescencia. La adolescencia se extingue y esa muerte nos ingresa en la edad adulta. Un nacimiento exige una muerte, y una muerte exige un nacimiento. Los signos y planetas en la casa Ocho indican de qué manera nos enfrentamos con esas fases de transición. Es frecuente que los individuos con fuerte preponderancia de la casa Octava sientan que su vida es un libro con muchos capítulos diferentes, o una obra de teatro larga, con nítidos cambios de escenario. Es posible que esa serie de terminaciones y nuevos comienzos nos caiga encima, pero también que nosotros mismos asumamos un papel más activo en lo que nos sucede destruyendo las viejas estructuras para dar cabida al advenimiento de otra cosa.
        En mitología, los dioses crean el mundo, deciden que no les gusta, destruyen lo que han construido y crean otro. La muerte es un proceso en marcha en la naturaleza. Está también la imagen del dios que muere y que revive, que destruido en una forma, reaparece luego transformado. A Cristo lo crucifican, pero después resucita. Dionisios es descuartizado, pero Atenea, diosa de la Sabiduría, rescata su corazón y el dios vuelve a nacer. Es probable que, como el Fénix, nos veamos temporalmente reducidos a cenizas, pero podamos volver a levantarnos de ellas, renovados. La forma puede ser destruida, pero la esencia permanece, lista para volver a florecer en alguna otra forma. Goethe, el poeta alemán, escribió: "En tanto que no mueras y vuelvas a levantarte/Eres un extraño en la oscura tierra". Bien lo sabe, en algún nivel profundo, cualquiera que haya sobrevivido a los traumas y tensiones de la Octava casa. 





Cuando se aborda la 8, hay que tomar en consideración dos factores: el más importante es el propósito de la relación o de la asociación. Viene enseguida la forma en la cual se desea trabajar unido para realizar este propósito. Esta forma puede ser convencional, según los precedentes, o bien puede ser nueva desafiar los precedentes o intentar la transformación de los hábitos o demostrar una nueva forma de hacer.
   En un tema, el Descendente y la 7 indican el género y la cualidad de nuestra manera de abordar todas las relaciones, ya sea matrimonio, relaciones íntimas o las asociaciones culturales, espirituales, de negocios o comerciales. No hay pues que olvidar a analizando la 8, mirar primero lo que ocurre en 7, si hay un planeta en 7, este planeta no activa sólo en el nivel de la 7, sino, ya que la 7 es el punto de partida de las experiencias de relación en el cuadrante sur-oeste del tema, condiciona también lo que ocurre en 8 y 9. Por otra parte es evidente que es nuestra forma de abordar las relaciones y la vida social lo que condiciona los propósitos y resultados de estas relaciones y de la actitud social.

Alexander Ruperti, pág. 153
La Rueda de la Experiencia Individual


En la Ocho se encuentran los problemas prácticos y concretos de la rutina de la vida. Se ve también de qué manera hay que realizar concretamente su ideal de amor y de felicidad, así como los proyectos destinados a obtener un beneficio en los negocios. La Ocho no es una Casa de sueños y de bellas palabras; hay que crear cosas reales, por esfuerzos constantes, repetidos, prolongados, bien sea según precedente o en vías profundamente nuevas.

Alexander Ruperti, pág. 153-154
La Rueda de la Experiencia Individual


La segunda casa se refiere a lo que un individuo particularmente posee y lo que puedo usar para concretar su potencial natal: ya se trate de bienes que sean inversiones tangibles o reservas psicológicas y espirituales. La octava casa, se ocupa del comercio propiamente dicho porque cualquier tipo de comercio implica algún género de contrato o acuerdo que abarque por lo menos a dos personas y que esté garantizado más o menos legalmente por la sociedad en total.

Dane Rudhyar, pág 122
Las Casas Astrológicas


Nuestras más precoces fantasías de sexualidad, destrucci6n, amor y muerte son todas ellas, temas típicos de Escorpio y de la casa Ocho.

Melanie Reinhart



Los planetas en la casa ocho parecen salir bruscamente de la nada, como golpes del destino, aunque "la nada" es por lo general el inconsciente, tanto el personal como el familiar.

Howard Sasportas
Los Planetas Interiores


La octava casa pertenece a Escorpio, y tiene que ver con esa dimensión de la vida y de la personalidad que se oculta bajo la superficie. La ocho tiene que ver con lo que realmente dirige el espectáculo desde el sótano. Por eso es tan frecuente que nos conmocionemos o entremos en una crisis cuando tropezamos con planetas en la casa ocho; no sabíamos que hubiera todo un dominio de actividad que tuviera lugar por debajo del nivel de la personalidad consciente. Más bien que definirla como la casa de la muerte o de la sexualidad, yo me inclino a verla como la zona donde la personalidad consciente e integrada, tras haberse vuelto más sólida y adaptable a lo largo de las siete primeras casas, se enfrenta con ese dominio invisible que no puede controlar, y donde el individuo está sometido a experiencias que cambian su actitud fundamental frente a la vida debido a la pérdida del poder del yo. En la muerte, como en el orgasmo, ya no somos nosotros quienes tenemos el control; y lo mismo se puede decir tanto de los complejos familiares (que se forman antes de que lleguemos a la existencia) como de los "recursos compartidos", en donde debemos unificar nuestra energía y nuestra sustancia con la de los demás.
   Por lo tanto, a un planeta en la casa ocho lo vivimos como si no nos perteneciera, al igual que un planeta en la siete. A veces, en la primera mitad de la vida, se lo proyecta sobre uno de los padres o sobre la pareja, especialmente en la esfera emocional de una relación, pero lo más común, es que se lo sienta como una compulsión o como algo explosivo que uno lleva dentro y sobre lo cual no tiene control alguno. El comportamiento de un planeta emplazado en la casa ocho, al principio nunca se muestra de un modo abierto, aunque eso tiende a modificarse con la experiencia y el deseo de mirar hacia dentro. Parece como si el planeta se adueñara de nosotros por una temporada, dejando frecuentemente como secuela cambios profundos, y para entender lo que nos ha pasado debemos empezar a explorar el Mundo Subterráneo de la personalidad.

Liz Greene, pág. 205-206
Los Planetas Interiores


La Casa VIII representa un universo de crisis, de metamorfosis, de transformación y de puertas.

André Barbault


Los planetas emplazados en la casa ocho, como surgen de niveles desconocidos de la psique, es frecuente que destruyan las condiciones existentes y provoquen una gran angustia y mucha ansiedad.

Liz Greene

 Neptuno


La casa ocho describe aquellas coyunturas vitales en las que debernos, como la serpiente, desprendernos de la piel vieja para renovarnos. Generalmente, una persona que tenga acentuada esta casa pasará por varias "encarnaciones" en el transcurso de una, porque es frecuente que su vida esté marcada por importantes momentos de crisis en los que son necesarias renovaciones drásticas. Una tranquila continuidad es algo que suele eludir a quienes tienen muy poblada la casa ocho, y además, por medio de esas crisis tomamos conciencia de algo más profundo que la realidad mundana de causas y efectos. Nos encontramos entonces con una invisible realidad subyacente que nos hace recordar que el yo no es el dueño de todo lo que se puede contemplar. Los planetas emplazados en la octava nos dicen cómo reaccionamos en estos momentos de crisis y cuáles son los estados emocionales que tendemos a experimentar, aunque los atribuyamos al agente externo aparentemente responsable de nuestra conmoción.

Liz Greene, pág.  438
Neptuno


Para mí, la Ocho significa no menos que una casa de fantasmas familiares. Pero los fantasmas no poseen planetas en la Ocho quieta y subrepticiamente; su persecución es más difícil y a menudo actuada a través de compulsiones feroces y hechos dramáticos.

Liz Greene
Del artículo El oráculo u la maldición familiar


Yo no interpreto los planetas en la Octava como indicadores de una "muerte violenta". He tenido demasiados consultantes que han llegado a edades avanzadas con Casas Ocho cargadas como para interpretar las sutilezas del mundo de Plutón tan literalmente. Pero los planetas en la Octava sugieren poderosas fuerzas inconscientes de tipo indeterminado despersonalizado, generalmente unidas a secretos en el pasado familiar que irrumpen en el mundo de la luz en forma de compulsiones y crisis, exigiendo una renuncia al control y una aceptación de las dimensiones invisibles de la vida. La Ocho puede expresar gran poder, fuerza y conocimiento si la actitud consciente es humilde. Pero si hay demasiada arrogancia y un rechazo a mirar hacia adentro, entonces los planetas en esta posición pueden comportarse a veces como las Furias vengadoras -o como la "acción enemiga".

Liz Greene
Del artículo El oráculo u la maldición familiar


La casa 8ª no son otros sobre un nivel físico. Es la realidad de la psique. Esto es el submundo, el mundo interior, el mundo invisible. Esté es el reino de Plutón. Revela complejos de familia, compulsiones, patrones ocultos, misterios - todo lo que surge de las profundidades y que desconocemos que es completamente nuestro. Cuando confrontamos este reino, estamos supeditados a un proceso de ruptura. El ego tiene que reconocer que esto está más al á de su poder. La 8ª concierne al poder, pero no es nuestro propio poder. Uno no controla el espectáculo. La casa 8ª a menudo se revela por la crisis - las experiencias, entre la vida y la muerte, la muerte de otros, bruscas separaciones, la irrupción de enfermedades, pérdidas y giros repentinos de la Rueda de la Fortuna, la locura, la noche inquietante, compulsiones sexuales. Estas son cosas que no podemos controlar, y revelan profundamente las dimensiones más misteriosas de la vida.

Liz Greene
Significado astrológico del Sol


Los signos de tierra, cuando caen en la depresión, encuentran su confianza otra vez sintiendo que contribuyen a algo útil en la vida. La ruta del agua se debe relacionar al entrar en contacto emocionalmente. La ruta del aire debe aprender, entender el porqué, y la ruta para el fuego debe dar un toque a la imaginación y darle expresión. Estos son cuatro modos básicos de tratar con el tipo de depresión vinculada en la casa 8ª.

Liz Greene
Significado astrológico del Sol

En la casa VIII nos enfrentamos con las compulsiones familiares y «maldiciones familiares». La casa VIII es la casa de los antepasados.


Liz Greene
El carro de Apolo, El significado del Sol astrológico, página 77



Desde la perspectiva de la casa VIII la muerte y la violencia no son temas morbosos, sino simplemente parte de la vida.


Liz Greene
El carro de Apolo, El significado del Sol astrológico, página 119



 "La 8ª representa : la muerte, los beneficios de la fatalidad, pleitos, debilidades ... Cuando solo están presentes maléficos... entonces los individuos toman sobre sí acusaciones de asesinato, o construyen algo peligroso para ellos mismos. "

 Vettius Valens
Antología, IV.12
 Liz Greene del artículo, Cómo Visualizamos la Vida 
Es Cómo leemos Cartas