“…¡Amargas tierras,
patrias de ceniza,
no me entra el corazón en traje de paloma!
¡Cuando veo la cara de este pueblo
hasta la vida me queda grande!…”


Manuel Scorza





América, no puedo escribir tu nombre sin morirme...

"América,
no puedo escribir tu nombre sin morirme.
Aunque aprendí de niño,
no me salen derechos los renglones;
a cada sílaba tropiezo con cadáveres,
detrás de cada letra encuentro un hombre ardiendo,
y no puedo ni cerrar la a
porque alguien grita como si se quedara dentro.

Vengo del Odio,
vengo del salto mortal de los balazos;
está mi corazón sudando pumas:
sólo oigo el zumbido de la pena.

Yo atravesé negras gargantas,
crucé calles de pobreza,
América, te conozco,
yo mismo tendí la cama
donde expiró mi vida vacía. 

Yo tenía dieciocho años
yo vivía
en un pueblo pequeño,
oyendo el diálogo de musgo de las tardes,
pero pasó mi patria cojeando,
los ahogados empezaron a pedir más agua,
salían de mi boca escarabajos.
Sordo, oscuro, batracio, desterrado,
¡era yo quien humeaba en las cocinas!

¡Amargas tierras,
patrias de ceniza,
no me entra el corazón en traje de paloma!
¡Cuando veo la cara de este pueblo
hasta la vida me queda grande!

¡Pobre América! 
En vano los poetas
deshojan ruiseñores.
No verán tu rostro mientras no se atrevan
a llamarte por tu nombre, ¡América mendiga,
América de los encarcelados,
América de los perseguidos,
América de los parientes pobres!
¡Nadie te verá si no deshacen

este nudo que tengo en la garganta!"


Manuel Scorza


Años de los castigos

"¡Años de los castigos!
¡Años de las prisiones!
¡Años que se comieron las arañas!
No tuve paz,
ni dónde reclinar la cabeza.
Los trenes me llevaban,
entraban a las tumbas,
cruzaban los infiernos,
mas mi corazón salía
de los hornos tiritando.

¡Años de los perseguidos!
¡Años de los flagelados!
¡Años como ratas echadas a morir!
Como piedra atravesé la vida,
las miserias, las prisiones,
anduve por los pueblos,
llegué a la comarca
donde el pan sólo se viste de fantasma.

Desde casas vacías,
desde catres solteros,
desde trajes gastados y pálidos deudores,
desde domingos sin nadie con quien pasear,
vengo diciendo que los hombres sufren,
las aguas sufren, las camas sufren.

A verme vienen quejándose las tardes,
las piedras quieren que cuente las pisadas,
el túnel tiene hinchado su único ojo,
toca el gallo su corneta lastimera.
¡Oscura es la vida,
la tierra sólo sirve para enterrarnos!"


Manuel Scorza



"El viejo quiso perseguirlos a pedradas, pero se lo prohibieron su debilidad y el trote de los bastardos.
Egoavil había comenzado a soñarlo. Fortunato lo perseguía en sueños. Se le aparecía todas las noches. En su soñera vagaba por un desierto, más allá de toda fatiga, cuando oyó una voz; alarmado, Egoavil apresuró el paso, pero lo silbaron de nuevo. ¿Quién podía nombrarlo en esa planetaria soledad? Siguió huyendo de la voz implacable. Sólo leguas más allá reconoció aterrado que el hablador era su caballo; se descabalgó tiritando para descubrir que el cuartago tenía la tumefacta, la anaranjada cara de Fortunato. Y soñó también que encontraba en su dormitorio un retrato del viejo. Enloquecido, arrancó el rostro odiado sólo para descubrir que era un calendario atroz y que debajo de cada cara arrancada surgían cientos de rostros del viejo: Fortunato riéndose, Fortunato sacándole la lengua, Fortunato llorando, Fortunato guiñándole los ojos, Fortunato con la cara azul, Fortunato con la cara agujereada, Fortunato granizado. Y soñó peor: Fortunato se le apareció crucificado. Lo ensoñó como un Jesucristo clavado en una cruz. Los fieles de Rancas, los devotos de toda la tierra, seguían el anda rezando. El crucificado vestía los mismos pantalones sebosos y la deshilachada camisa del viejo; en lugar de la corona de espinas, lucía su sombrero rotoso. Nítidamente Egoavil distinguió la cara hinchada. El crucificado, el Señor de Rancas, aparentemente, no padecía; de tiempo en tiempo descolgaba un brazo y se llevaba a la boca una botella de aguardiente. Egoavil avanzó tras el anda temblando, con una vela en la mano, queriendo ocultarse, pero el crucificado lo reconoció y le gritó: «¡No se me corra, Egoavil! ¡Mañana nos veremos!», guiñándole un ojo tapiado por una amarilla, atroz tumefacción. Se despertó gritando."

Manuel Scorza
Redoble por Rancas



“…¿ Me oyes ?
No puedes huir.
Aunque cruces volando los años…”


Manuel Scorza


"No sé si sabes lo que quiere decir adiós. Adiós quiere decir ya no mirarse nunca, vivir entre otras gentes, reírse de otras cosas, morirse de otras penas."

Manuel Scorza


"...Pasas de largo 

como si el viento soplase sólo para allá..."

Manuel Scorza


“…Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido”


Manuel Scorza


"Óyeme donde estés:
 por esta herida no sale sólo sangre:

 me salgo yo."

Manuel Scorza





Serenata

"¡No puedes salir del jardín
donde mi amor te aprisiona!
Presa estás en mí.
Aunque rompas el vaso,
seguirá intacta
la columna perfecta del agua;
aunque no quieras siempre lucirás
esa corona invisible que lleva toda mujer a la que un poeta amó.

Y cuando ya no creas en estas mentiras,
cuando borrado el rostro de nuestra pena,
ni tú misma encuentres tus ojos bellísimos
en la máscara que te preparan los años,
a la hora en que regatees en los mercados,
los jóvenes venados vendrán a tu Recuerdo
a beber agua.

Porque puede una mujer
rehusar el rocío encendido del más grande amor,
pero no puede salir del jardín
donde el amor la encerró.

¿ Me oyes ?
No puedes huir.
Aunque cruces volando los años,
no puedes huir:
Yo soy las alas con que huyes de mi."


Manuel Scorza


"Vaca Sagrada y acaso el Editor no me pedían ni siquiera un libro inocuo, hermafrodita como sus best sellers, sino un grato pousse-café que ayudara a la buena digestión del banquete de la burguesía cosmopolita, un libro simpático, encantador, vestido a la moda, oloroso a Eau de Toilette Vetyver, un libro que ni deseándolo podría yo escribir.
(...)
La perversidad de nuestro tiempo fue la aparición de las sociedades anónimas. Gracias a las sociedades anónimas por primera vez en la historia los hombres ejercen impunemente el Poder. Los Presidentes de los Repúblicas no son sino fantoches, antifaces: detrás de ellos está el rostro sin rostro de las transnacionales. Hoy el Poder lo ejercen hombres cuyos rostros no conoceremos jamás: los invisibles propietarios, los mismos hombres sin cara de las multinacionales.
(...)
Los primeros libros que yo leí, no tenían carátula, es decir, no tenían autor.. Los míos eran de autor desconocido... No sabia qué libro lela, pero los leía. No sabía que autores me maravillaban pero me maravillaban. En ellos encontré historias prodigiosas, amores casi siempre desdichados, batallas donde caían los mejores, intrigas donde triunfaban los cobardes y vencían los avaros. Pero nunca supe qué libros leía... Sólo después de años reencontré esos personajes que deslumbraron o aterraron mi infancia."

Manuel Scorza
La Danza Inmóvil



Yo soy el desterrado

América,
a mí también debes oírme.
Yo soy el estudiante pobre
que tiene un sólo traje y muchas penas.
Yo soy el provinciano
que no encuentra la puerta en las pensiones.
Te digo en las calles,
y en las azoteas y en las cocinas,
y al fin de cada día y en mi pecho,
algo se está muriendo.

A mí también debes oírme.
Yo soy el desterrado,
yo vagué por las calles
hasta que los perros cerraron sus alas
sobre mi corazón.

Acuérdate, acuérdate de mí.
Hay días
que no tengo ganas de ponerme los ojos,
días en que los pájaros
se pudren en mitad del vuelo.
Ay, orgullosa,
a ti no te hablaron de cuartos inmundos,
tu no sabes lo que es vivir con una mujer
que zurce la ropa llorando.
Porque durante siglos los poetas callaron,
y en el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
Pero un día ya no se pudo más,
y el dolor comenzó a mancharlo todo:
la mañana,
el amor,
el papel donde cantábamos.
Un día el dolor empezó a gotear desde abajo,
daban los muros gritos desgarradores,
una mano amarguísima derribó mi pecho.
Ahora vengo a ti gimiendo,
aquí está mi voz encarcelada,
aquí estoy yo, debajo de esta frente, derrumbado. 

Manuel Scorza