"Anoche recibí de mi dama un mensaje parecido al último y entregado de manera también parecida. Pero esta vez nuestro encuentro iba a tener lugar en la explanada de la torre del homenaje.
Para no perturbar la rutina de la casa, en la hipótesis de que me viera alguno de los criados, me preparé con el mayor esmero para la aventura que me esperaba, pues, de haber sido sorprendido, tía Janet se habría enterado de seguro, lo que daría origen a interminables conjeturas y preguntas, lo último en el mundo que yo deseaba en aquel momento.
Confieso que, reflexionando mientras hacía apresuradamente los preparativos, me resultaba absolutamente imposible comprender cómo un cuerpo humano, aun cuando fuera de un muerto, pudiera ir o ser trasladado a dicho lugar sin ningún tipo de ayuda o —al menos— de complicidad por parte de alguno de sus habitantes. En la visita al mástil de la bandera las circunstancias habían sido distintas. Ese lugar se hallaba en realidad fuera del castillo, y para llegar a él yo mismo tuve que abandonar el castillo en secreto y desde el jardín subir a las fortificaciones. Pero aquí no existía tal posibilidad. El torreón era un imperium in imperio. Se alzaba dentro del castillo, separado de él, y disponía de sus propias defensas contra posibles intrusos. El tejado era, que yo supiera, tan poco abordable como el polvorín.
Sin embargo, no dediqué más que un pensamiento fugaz a aquella dificultad, pues, ante la perspectiva del gozoso encuentro, y del maravilloso éxtasis que se seguiría, todas las dificultades parecían desvanecerse. El amor tiene su propia fe, y yo nunca dudé de que mi dama estaría esperándome en el lugar designado. Tras atravesar los pequeños corredores arqueados y subir la escalera de doble reja incrustada en el muro, salí a la explanada. Me vino bien que, por el momento, aún hubiera en el país suficiente paz para que no se necesitaran guardias ni centinelas en estos puntos estratégicos.
Allí la vi, en un rincón oscuro donde la luz de la luna y las nubes pasajeras proyectaban sombras profundas, vestida como siempre con su sudario, y al mirarla tuve la sensación —no habría sabido decir por qué—, de que la situación era más grave que nunca. Pero yo estaba suficientemente preparado para cualquier eventualidad. Yo ya había tomado la decisión. Para llevar a cabo mi propósito de conquistar a la mujer que amaba estaba dispuesto a enfrentarme a la muerte; pero después de abrazarnos durante unos breves momentos, supe que estaba dispuesto más que nunca a aceptar la muerte, o cualquier destino peor. Aquella noche se mostró conmigo más dulce y cariñosa que nunca. Por muchas dudas que hubiera podido albergar al principio de nuestra relación amorosa, o durante su continuación, ahora no me quedaba ya ninguna. Habíamos intercambiado votos y confidencias, y reconocido nuestro amor recíproco. ¿Podía entonces haber motivos para la desconfianza o la duda que el presente no pudiera eliminar? Pues, aunque hubiera habido dudas o incertidumbres, iban a desaparecer ahora en medio del ardor de nuestro abrazo recíproco. Yo estaba ahora loco por ella, y contento de estarlo."

Bram Stoker
La dama del sudario



"Aprendemos de los fracasos; no de los éxitos."

Bram Stoker




"Aprendemos grandes cosas por pequeñas experiencias."

Bram Stoker



"Aunque la conmiseración no puede alterar los hechos, sí puede contribuir a hacerlos más soportables."

Bram Stoker



"Bienvenido a mi casa. ¡Entre con libertad y por su propia voluntad!"

Bram Stoker



"(...) Bueno, ya saben a qué tendremos que enfrentarnos; pero tampoco nosotros carecemos de fuerza. Tenemos, por nuestra parte, el poder de asociarnos...Un poder que les es negado a los vampiros; tenemos fuentes científicas; somos libres para actuar y pensar, y nos pertenecen tanto las horas diurnas como las nocturnas. En efecto, por cuanto nuestros poderes son extensos, son también abrumadores, y estamos en libertad para utilizarlos. Tenemos una verdadera devoción a una causa y un fin que alcanzar que no tiene nada de egoísta. Eso es mucho ya."

Bram Stoker





"El aire era frío, y el vuelo de las nubes allá en lo alto mucho más evidente. Iban acompañadas por una especie de sonido ululante y lejano, por entre el que parecía escucharse a intervalos el misterioso grito que el cochero había dicho que era de un lobo."

Bram Stoker



"El aullido de los lobos nos llegó desde cerca. Fue casi como si los aullidos brotaran al alzar él su mano, semejante a cómo surge la música de una gran orquesta al levantarse la batuta del conductor."

Bram Stoker





"¡El dolor del insomnio o el dolor del miedo a dormirme, y con los desconocidos horrores que tiene para mí! ¡Qué bendición tienen esas personas cuyas vidas no tienen temores, ni amenazas; para quienes el dormir es una dicha que llega cada noche, y no les lleva sino dulces sueños!"

Bram Stoker


"El lobo seguía aullando de una extraña manera, y un resplandor rojizo comenzó a moverse por entre los cipreses, como siguiendo el sonido. Cuando las voces se acercaron, el lobo aulló más fuerte y más rápidamente."

Bram Stoker





"En el caso del vampiro que nos ocupa, todas las fuerza ocultas de la naturaleza, profundas y poderosas, deben haberse unido de alguna forma monstruosa."

Bram Stoker



"Es verdaderamente asombrosa la resistencia de la naturaleza humana. En cuanto desaparece el obstáculo que la agobia, sea el que sea -incluso mediante la muerte-, volveremos rápidamente a los primeros principios de la esperanza y de la alegría."

Bram Stoker



"Escúchelos. Los hijos de la noche. ¡Qué música la que entonan!"

Bram Stoker



"Estoy desconcertado. Dudo, temo, pienso cosas extrañas, y yo mismo no me atrevo a confesarme a mi propia alma."

Bram Stoker


"Había una gran tumba, más señorial que todas las demás, enorme y de nobles proporciones. Sobre ella había escrita una sola palabra: Drácula."

Bram Stoker


"Hay mucho que aprender de las bestias."


Bram Stoker




"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte."


Bram Stoker



"Incluso mis propias experiencias terribles en el castillo de Drácula parecen ser como una pesadilla que se hubiese presentado hace mucho tiempo y que estuviera casi completamente olvidada, aquí, en medio del aire fresco del otoño y bajo la luz brillante del sol…"


Bram Stoker



"La desesperación tiene sus propias calmas."

Bram Stoker



"La enfermedad, pues no estar del todo bien es enfermedad, me interesa y también me interesa ella, la dulce jovencita. Me encanta, y por ella, si no por usted, o por enfermedad, vendré."

Bram Stoker



"La hermosa joven se arrodilló y se inclinó sobre mí, con maligna satisfacción. Había en ella una voluptuosidad deliberada que era a la vez excitante y repulsiva, y al arquear el cuello llegó a lamerse los labios como un animal, hasta que pude ver a la luz de la luna la humedad que brillaba en los labios escarlatas y en la roja lengua con la que se lamía los dientes rojos y aguzados. Su cabeza descendía cada vez más... cerré los ojos en éxtasis y esperé.
(...)
No hay duda de que existen los vampiros; algunos de nosotros tenemos evidencias de ello. Incluso, aunque no tuviéramos una prueba en nuestra propia y desdichada experiencia, las informaciones y los datos del pasado aportan pruebas suficientes. Admito que al principio fui escéptico. Si no hubiera sido porque a través de largos años me he entrenado para tener una mentalidad abierta, no habría creído hasta que llegó el momento en que los hechos golpeaban en mi oído: "¡Míralo! ¡Míralo! Lo probamos, lo estamos probando". Sin embargo, si hubiera sabido al principio lo que sé ahora --si al menos lo hubiera sospechado---, una vida preciosa para todos los que la queríamos no se hubiera perdido. Pero ya no tiene remedio y ahora debemos trabajar para que no perezcan otras almas, que podamos salvar.
El nosferatu no muere como la abeja que ha punzado una vez. Sólo se hace más fuerte, y, por serlo, tiene aún más poder para el mal. El vampiro que está entre nosotros tiene como persona más fuerza que veinte hombres; su astucia es muy superior a la de los mortales, porque es una astucia que va creciendo con los siglos; tiene la ayuda de la nigromancia que es, como implica la etimología de la palabra, la adivinación por la muerte, y todos los muertos a los que pueda acercarse están a sus órdenes; es una bestia, más que una bestia; de una crueldad demoníaca y carece de corazón; puede, sin limitaciones, aparecer a su voluntad donde y cuando quiera, y en cualquiera de las formas que elija. Puede, en su área de acción, dirigir los elementos: la tormenta, la niebla, el trueno; tiene poder sobre las cosas más repugnantes: la rata, la lechuza y el murciélago, la polilla y el zorro, y el lobo; puede crecer o reducir su tamaño y puede, en ocasiones, desvanescerse y aparecer sin ser visto.
Entonces, ¿cómo podríamos comenzar nuestra lucha para destruirle? ¿Cómo podemos descubrir dónde está, y, si lo encontramos, cómo destruirle?
Queridos amigos, la empresa que vamos a emprender es demasiado terrible y puede traer consecuencias que harían temblar al más valiente. Porque si perdemos en nuestro empeño, significa que, ha ganado él, y , entonces, ¿qué final nos espera?
¡La vida no es tan importante para mí y no me importa perderla! Pero el fracaso no es sólo un asunto de vida o muerte. Sino que nos volveríamos como él; que nos convertiríamos en seres horribles de la noche, como él, sin corazón ni consciencia, haciendo presa en los cuerpos y en las almas de aquellos a los que más queremos. Se nos cerrarían para siempre las puertas del cielo, porque ¿quién nos las iba a abrir de nuevo? Seguiríamos siendo aborrecidos por todos, como una mancha en el brillo del rostro de Dios; una flecha clavada en el costado de Él que murió por el hombre. Pero estamos frente a frente con nuestro deber, ¿podemos en este caso abandonar? Por mi parte, digo que no, pero soy viejo, y la vida, con su sol, sus lugares agradables, con el canto de los pájaros, la música y el amor, ha quedado un poco atrás. Pero vosotros sois jóvenes. Algunos habéis visto grandes penas, pero todavía quedan días hermosos en vuestro futuro."

Bram Stoker
Drácula


"Las buenas mujeres dicen toda su vida, y día a día, hora por hora y minuto a minuto, muchas cosas que los ángeles pueden leer."

Bram Stoker


"Le imploré que se comportara debidamente con la chica, porque lo que para él podía no ser más que un pasatiempo con el que ocupar un momento ocioso, a ella podía arruinarle la vida. Porque yo nunca había dudado del amor de ella, ni me había planteado que pudiera llegar a sufrir la peor de las desgracias; todo cuanto temía era el quebranto de su corazón. Pero cuando le pregunté cuándo planeaba casarse con ella, su risa me indignó en tal extremo que perdí los nervios y le aseguré que no me quedaría al margen, viendo cómo la vida de Mabel acababa arruinada. También él se encolerizó, y llevado por la cólera dijo de ella cosas tan crueles que juré que aquel hombre no viviría para herirla. Sabe Dios cómo sucedió, porque en momentos de rabia cuesta discernir los pasos mediante los que se pasa de las palabras a los golpes, pero de pronto me vi plantado sobre su cadáver, con las manos escarlatas, empapadas de su sangre, que manaba a borbotones de la garganta abierta. No había nadie más allí y él no era del lugar, no tenía ningún familiar que se interrogara por su ausencia; los asesinatos no siempre se descubren, o no de inmediato. Por lo que sé, sus huesos siguen blanqueándose en el remanso del río donde dejé el cuerpo. Su ausencia y los motivos de ésta no llevaron a nadie a sospechar, salvo a Mabel, y ella no osó decir nada. Pero fue todo en vano, porque cuando regresé al cabo de varios meses —me fue imposible quedarme allí— descubrí que la vergüenza la había alcanzado y que eso la había conducido a la muerte. Hasta entonces me había dado esperanzas pensar que mi atroz acción la había salvado, pero al enterarme que había actuado demasiado tarde, y que el pecado de aquel hombre había mancillado a mi pobre amada, huí, cargando con mi culpa inútil, más pesada de lo que creía que podía soportar. ¡Ah, señor! Usted, que no ha cometido un pecado semejante, no sabe lo que es vivir con algo así. Puede pensar que la costumbre lo hace más llevadero, pero no. El peso crece y crece a cada hora, hasta que se convierte en intolerable, y junto con él crece el convencimiento de que el cielo te ha sido vetado para siempre. No sabe usted lo que eso significa, y ruego a Dios que nunca llegue a saberlo. Las personas comunes, para las que todo es posible, no piensan en el cielo casi nunca, o nunca. Para ellas no es más que un nombre, nada más, y se contentan con esperar y dejar que todo siga su curso, pero no sabe usted lo que significa para los condenados a no entrar jamás en él, no puede calcular ni concebir el anhelo terrible e inacabable por ver abiertas las puertas y poder unirte a las blancas figuras que moran al otro lado."

Bram Stoker
El sueño de las manos rojas



"Lo último que vi del conde Drácula fue su terrible mirada, con una luz roja de triunfo en los ojos y con una sonrisa de la que Judas, en el infierno, podría sentirse orgulloso."

Bram Stoker


"Lo último que vi del conde Drácula fue su terrible mirada, con una luz roja de triunfo en los ojos y con una sonrisa de la que Judas, en el infierno, podría sentirse orgulloso."


Bram Stoker



"Me dirigí hacia la parte de atrás y leí, esculpida con grandes letras cirílicas: los muertos viajan deprisa. Había algo tan extraño y fuera de lo usual en todo aquello que me hizo sentir mal y casi desfallecí. Por primera vez empecé a desear el haber seguido el consejo de Johann."

Bram Stoker


"Nadie sabe lo dulce y querida que puede ser la mañana para los ojos y el corazón, hasta que soporta los tormentos de la noche."


Bram Stoker






"Pero no estoy con ánimo para describir tanta belleza, pues cuando hube contemplado la vista exploré un poco más; por todos lados puertas, puertas, puertas, todas cerradas y con llave. No hay ningún lugar, a excepción de las ventanas en las paredes del castillo, por el cual se pueda salir. ¡El castillo es en verdad una prisión, y yo soy un prisionero!"

Bram Stoker


"Reanudó su estudio, y aunque al principio le distrajo el ruido que hacían las ratas, pronto se abandonó por completo a sus proposiciones y problemas. De nuevo fue reclamado de pronto por su alrededor. Esta vez no fue sólo el repentino silencio lo que llamó su atención; había, además, un ligero movimiento de la cuerda, y la lámpara se tambaleaba. Sin moverse, comprobó que la pila de libros estuviese al alcance de su mano y luego deslizó su mirada a lo largo de la cuerda. Pudo observar que la gran rata se dejaba caer desde la cuerda a la silla de roble, se instalaba en ella y le contemplaba. Tomó un libro con la mano derecha y, apuntando cuidadosamente, se lo lanzó. La rata, con un rápido movimiento, saltó de costado y esquivó el proyectil. Tomó entonces un segundo y luego un tercero, y se los lanzó uno tras otro, pero sin éxito. Por fin, y en el momento en que se disponía a arrojarle un nuevo libro, la rata chilló y pareció asustada. Esto aumentó más aún su deseo de dar en el blanco; el libro voló, y alcanzó a la rata con un golpe resonante. El animal lanzó un chillido terrorífico y, echando a su perseguidor una mirada de terrible malignidad, trepó por el respaldo de la silla, desde cuyo borde superior saltó hasta la cuerda de la campana de alarma, por la cual subió con la velocidad del rayo. La lámpara que sujetaba la cuerda se tambaleó bajo el repentino tirón, pero era pesada y no llegó a caerse. Malcolmson siguió a la rata con la mirada y la vio, gracias a la luz de la segunda lámpara, saltar a una moldura del zócalo y desaparecer por un agujero en uno de los grandes cuadros colgados de la pared, indescifrable bajo la espesa capa de polvo y suciedad."

Bram Stoker
La casa del juez



"Recuerde, mi amigo, que el conocimiento es más fuerte que la memoria, y no debemos confiar en lo más débil."

Bram Stoker




"Sentimos todos que la calma que resplandecía como la luz del sol sobre el rostro y el cuerpo de la muerta, era sólo un símbolo terrenal de la tranquilidad de que disfrutaría durante toda la eternidad."

Bram Stoker


"Y atravesamos la alta y oscura arcada y llegamos a la puerta del Kaiserburg.
Cuando salimos de nuevo, tras nuestra exploración de aquel hermoso lugar antiguo, que ni siquiera los bienintencionados esfuerzos de los restauradores góticos de hace cuarenta años habían logrado estropear (pese a que esta restauración era de un blanco brillante), parecíamos haber olvidado por completo el poco placentero episodio de la mañana. El viejo tilo con gran tronco retorcido por el paso de casi nueve siglos, profundo pozo excavado en el corazón de la roca por aquellos cautivos de la antigüedad y la hermosa vista desde las murallas de la ciudad en las que oímos, durante casi un cuarto de hora, el sonido de los múltiples carillones.... todo había contribuido a borrar de nuestras mentes el incidente del gatito muerto.
Éramos los únicos visitantes que habían entrado aquella mañana en la Torre de las Torturas, al menos eso es lo que nos dijo el viejo guardián, así que teníamos el lugar para nosotros solos, y pudimos llevar a cabo una visita mucho más detallada y satisfactoria de lo que habría sido posible en otras circunstancias. El guardián, viendo en nosotros la única fuente de ingresos de aquel día, se mostró dispuesto a cumplir todos nuestros deseos. La Torre de las Torturas es ciertamente un lugar opresivo, incluso ahora, cuando muchos millares de visitantes le han dado una cierta chispa de vida y la alegría que ella comporta. Pero en aquel tiempo al que yo me refiero aún mantenía su aspecto más primitivo y terrible. El polvo de los siglos parecía estar en todas partes, y la oscuridad y el horror de sus recuerdos parecían haberse hecho sensibles de una forma que hubiera satisfecho a las almas panteístas de Filo o Espinoza. La cámara inferior, por la que entramos, estaba al parecer normalmente en tinieblas, y hasta la cálida luz diurna que entraba a chorros por la puerta parecía perderse en el grosor de las paredes, y solo mostraba los burdos ladrillos tal y como los había dejado el constructor, pero cubiertos de polvo y teñidos aquí y allá por manchas oscuras que, si las paredes pudieran hablar, habrían contado terribles recuerdos de miedo y sufrimiento.
Por todo ello, nos sentimos satisfechos al subir por la polvorienta escalera de madera, dejando el guardián abierta la puerta exterior para que nos iluminase algo el camino, pues, para nuestros ojos, la única y maloliente vela colocada en un candelabro clavado a la pared no daba bastante luz. Cuando salimos por la trampilla de un rincón de la cámara superior, Amelia se apretó tan fuertemente contra mí que pude notar cómo palpitaba su corazón.
Por mi parte debo decir que no me sorprendió su temor, Pues esa sala aún era más terrible que la que acabábamos de abandonar. Ciertamente, aquí había más luz, pero esto sólo contribuía a que pudiésemos contemplar mejor los horribles detalles del lugar. Evidentemente, los constructores de la torre habían pensado que sólo los que llegasen a la cima debían beneficiarse de la luz y de la visión, pues en todo el resto de la torre solo había algunas estrechas troneras como las de las construcciones militares medievales."

Bram Stoker
La Squaw