"Desde hace años camino con un fantasma que se me parece y que vive en un paraíso teórico, en estrecha relación con el mundo. Durante mucho tiempo he creído que tenía que reunirme con él. Ya no."

Michel Houellebecq
Ampliación del campo de batalla


"Durante la primera parte de tu vida, no te das cuenta de tu felicidad hasta que la has perdido. Luego llega una edad, una segunda edad, en que sabes, en cuanto empiezas a vivir algo feliz, que acabarás perdiéndolo. Cuando conocí a Belle, comprendí que acababa de entrar en esa segunda edad. También comprendí que no había llegado a la tercera, la de la auténtica vejez, cuando el hecho de prever la pérdida de la felicidad impide incluso llegar a sentirla."

Michel Houellebecq



El amor, el amor

"En un cine porno, unos jubilados cascados
Contemplaban, escépticos,
Los retozos mal filmados de dos lascivas parejas;
No había argumento.
He ahí, pensaba yo, el rostro del amor,
El auténtico rostro.
Algunos son seductores, y seducirán siempre,
Y el resto sobrevive.
No existe ni el destino ni la fidelidad,
Sólo cuerpos que se atraen.
Sin sentir ningún apego ni, desde luego, piedad,
Uno juega, y después destroza.
Algunos son seductores y por lo tanto muy amados;
Sabrán lo que es un orgasmo.
Pero hay tantos otros cansados y sin nada que ocultar,
Ni siquiera un fantasma.
Si acaso, una soledad agravada por la impúdica
Alegría de las mujeres;
Si acaso, una certeza: “eso no es para mí”,
Un oscuro y pequeño drama.
Con certeza morirán un poco desengañados,
Sin ilusiones poéticas;
Practicarán a conciencia el arte de despreciarse,
Será algo mecánico.
Me dirijo a todo aquel que nunca haya sido amado,
Que nunca supo gustar;
Me dirijo a los ausentes del sexo liberado,
Y del placer corriente.
No teman amigos, su pérdida es mínima:
El amor no existe en ninguna parte.
Sólo es una broma cruel de la que ustedes son víctimas,
Una jugada de experto."

Michel Houellebecq



“El arte debería ser atractivo inmediatamente. Circula la idea de que debe hacerse un esfuerzo para captar la belleza, y no estoy nada de acuerdo.


Michel Houellebecq


“… El destino no existe ni la fidelidad,
Mera atracción de cuerpos.
Sin apego ninguno, sin ninguna piedad,
Juegan y se desgarran…”


Michel Houellebecq



"El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe en corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces uno deja de reirse. A fin de cuentas ya sólo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, sólo queda la muerte."

Michel Houellebecq
Las partículas elementales


"El valor de un ser humano se mide, hoy en día, por su eficacia económica y su potencial erótico."


Michel Houellebecq




Es cierto

"Es cierto que este mundo en que nos falta el aire
Sólo inspira en nosotros un asco manifiesto,
Un deseo de huir sin esperar ya nada,
Y no leemos más los títulos del diario.

Queremos regresar a la antigua morada
Donde el ala de un ángel cubría a nuestros padres,
Queremos recobrar esa moral extraña
Que hasta el postrer instante santifica la vida.

Queremos algo como una fidelidad,
Como una imbricación de dulces dependencias,
Algo que sobrepase la vida y la contenga;
No podemos vivir ya sin la eternidad."


Michel Houellebecq


"Es trágico que tan pocas personas "posean su alma" antes de morir. "Nada hay más infrecuente en todo hombre –dice Emerson-, que un acto que sea propiamente suyo." Es totalmente cierto. La mayoría de las personas son otras personas. Sus pensamientos son las opiniones de otro, su vida un remedo, sus pasiones una cita."

Michel Houellebecq
De profundis


"Has tenido una vida. Ha habido momentos en que tenías una vida. Cierto, ya no te acuerdas muy bien; pero hay fotografías que lo atestiguan. Probablemente era en la época de tu adolescencia, o poco después. ¡Qué ganas de vivir tenías entonces! La existencia te parecía llena de posibilidades inéditas. Podías convertirte en cantante de variedades; o irte a Venezuela.
Más sorprendente aún es que has tenido una infancia. Mira a un niño de siete años que juega con sus soldaditos en la alfombra del salón. Te pido que lo mires con atención. Desde el divorcio, ya no tiene padre. Ve bastante poco a su madre, que ocupa un puesto importante en una firma de cosméticos. Sin embargo juega a los soldaditos, y parece que se toma esas representaciones del mundo y de la guerra con vivo interés. Ya le falta un poco de afecto, no hay duda; ¡pero cuanto parece interesarle el mundo!
A ti también te interesó el mundo. Fue hace mucho tiempo; te pido que lo recuerdes. El campo de la norma ya no te bastaba; no podías seguir viviendo en el campo de la norma; por eso tuviste que entrar en el campo de batalla. Te pido que te remontes a ese preciso momento. Fue hace mucho tiempo, ¿no? Acuérdate: el agua estaba fría.
Ahora estás lejos de la orilla: ¡ah, sí, qué lejos estás de la orilla! Durante mucho tiempo has creído en la existencia de otra orilla; ya no. Sin embargo sigues nadando, y con cada movimiento estás más cerca de ahogarte. Te asfixias, te arden los pulmones. El agua te parece cada vez más fría, y sobre todo cada vez más amarga. Ya no eres tan joven. Ahora vas a morir. No pasa nada. Estoy ahí. No voy a abandonarte. Sigue leyendo."

Michel Houellebecq
Ampliación del campo de batalla



“La élite está asesinando a Francia.”

Michel Houellebecq
 

"Las acciones humanas son tan libres y desprovistas de sentido como el movimiento de las partículas elementales. ¿El bien, la moral, los sentimientos? Puras ficciones victorianas. Sólo el egoísmo existe. Frío, indemne, radiante."

Michel Houellebecq


"No hay que temerle a la felicidad: pues no existe." 


Michel Houellebecq



"Pidió un whisky en la esquina de la rué Vavin y enseguida se dio cuenta de su error. Tras la quemazón reconfortante le inundó de nuevo la tristeza, las lágrimas le corrían por la cara. Lanzó una mirada inquieta a su alrededor, pero por suerte nadie le prestaba atención, todas las mesas estaban ocupadas por estudiantes de Derecho que hablaban de fiestas o de «socios júnior», en fin, de esas cosas que interesan a los estudiantes de Derecho, podía llorar a su antojo. Al salir se equivocó de camino, vagó unos minutos en un estado de semiinconsciencia aturdida y se encontró delante de la tienda Sennelier Fréres, en la rué de la Grande-Chaumiére. En el escaparate vio expuestos pinceles, lienzos de formato corriente, pasteles y tubos de colores. Entró y, sin pensarlo, compró un estuche de «pintura al óleo» básico. De forma rectangular y madera de haya, con su interior dividido en compartimentos, contenía doce tubos de óleo extrafino Sennelier, un conjunto de pinceles y un frasco de disolvente. En estas circunstancias se produjo en su vida este «retorno a la pintura» que tantos comentarios suscitaría.
Posteriormente Jed no se mantendría fiel a la marca Sennelier, y sus telas de madurez están realizadas casi enteramente con ayuda de los óleos Mussini, de la casa Schmincke. Hay excepciones, y algunos verdes, en especial los verdes cinabrio que dan un resplandor tan mágico a los pinares californianos que descienden hacia el mar en Bill Gates y Steve Jobs conversando sobre el futuro de la informática, proceden de la gama de óleos Rembrandt, de la firma Royal Talens. Y para los blancos casi siempre emplearía los óleos Oíd Holland, cuya opacidad apreciaba. Los historiadores de arte señalaron más tarde que los primeros cuadros de Jed Martin podrían conducir fácilmente a una pista falsa. Al dedicar sus dos primeros lienzos, Ferdinand Desroches, carnicero caballar, y Claude Vorilhon, gerente de un bar-estanco, a profesiones cada vez más obsoletas, Martin podría dar la impresión de una nostalgia, de que parecía añorar un estado anterior, real o imaginario, de Francia. Nada -y es la conclusión que acabó desprendiéndose de todas sus obras- era más ajeno a sus auténticas preocupaciones; y si se inclinó en primer lugar por dos oficios gravemente amenazados, no se trataba en modo alguno de que quisiera incitar a lamentarse de su probable desaparición: era simplemente que pronto, en efecto, iban a desaparecer, y era importante fijar su imagen en la tela mientras todavía quedaba tiempo. A partir de su tercer cuadro de la serie de oficios, Maya Dubois, asistente de telemantenimiento, se consagraría a una profesión en absoluto decadente ni anticuada, sino al contrario, emblemática de la política de flujos tensos que había orientado el conjunto del redespliegue económico de Europa occidental a comienzos del tercer milenio. En la primera monografía que dedica a Martin, Wong Fu Xin desarrolla una curiosa analogía basada en la colorimetría. Los colores de los objetos del mundo pueden representarse mediante un número determinado de colores primarios, el número mínimo para obtener una representación más o menos realista es tres. Pero es perfectamente posible confeccionar una carta colorimétrica basada en cuatro, cinco, seis y hasta más colores primarios; el espectro de la representación se hará así más extenso y sutil."

Michel Houellebecq
El mapa y el territorio



"Si uno lee es porque a veces la vida no es suficiente."

Michel Houellebecq


Sin reconciliarse

"Mi padre era un imbécil bárbaro y solitario;
Ebrio de decepción, solo ante el televisor,
Rumiaba unos planes frágiles y muy raros,
Su mayor alegría era verlos fracasar.
Me trató siempre como a una rata a la que perseguir.
La mera idea de un hijo, creo, lo asqueaba.
No soportaba pensar que le aventajase un día,
Solo por seguir vivo cuando él reventara.
Se murió en abril, gimiente y perplejo;
Su mirada delataba una cólera infinita,
Cada tres minutos, insultaba a mi madre,
Criticaba la primavera, hacía bromas procaces.
Al final, justo antes de acabar su agonía,
Una calma breve recorrió su pecho.
Sonrió al decir “estoy nadando en orina”,

Y después se apagó con un ligero estertor."


Michel Houellebecq




“… todo hombre necesita un proyecto, un horizonte y un lugar de anclaje.
Simplemente, simplemente para sobrevivir”


Michel Houellebecq


"Un cumulonimbo gigante, en forma de yunque, dominaba el norte de París, del Sacré-Cœur a la Opera, sus flancos de un gris oscuro estaban teñidos de color de humo. Dirigí la mirada a la pantalla de la televisión, donde seguía aglutinándose una inmensa multitud; luego, de nuevo al cielo. La nube de tormenta parecía desplazarse lentamente hacia el sur; si estallaba sobre las Tullerías, perturbaría seriamente el desarrollo de la manifestación.
A las dos de la tarde en punto, el cortejo liderado por Marine Le Pen tomó los Campos Elíseos en dirección al Arco de Triunfo, donde tenía previsto pronunciar un discurso a las tres. Apagué el sonido, pero seguí contemplando la imagen un momento. Una inmensa pancarta iba de lado a lado de la avenida, con la inscripción: «Somos el pueblo de Francia». En numerosos pequeños carteles diseminados entre el gentío rezaba, más sencillo: «Ésta es nuestra casa», que se había convertido en el eslogan, a la vez explícito y desprovisto de una agresividad exagerada, utilizado por los militantes nacionales durante sus concentraciones. Seguía amenazando tormenta; la enorme nube estaba ahora suspendida, inmóvil, sobre el cortejo. Al cabo de unos minutos, me cansé y volví a sumergirme en rada.
Marie-Françoise me llamó un poco después de las seis de la tarde; no sabía mucho, el Consejo Nacional de Universidades se había reunido la víspera pero no se había filtrado ninguna información. Estaba segura en todo caso de que la facultad no volvería a abrir hasta después de las elecciones, y probablemente no antes del inicio del nuevo curso, los exámenes podían aplazarse al mes de septiembre. De forma más general, la situación le parecía seria; su marido estaba visiblemente inquieto, desde primeros de semana pasaba catorce horas diarias en su despacho de la DGSI, y había dormido allí la noche anterior. Antes de colgar me prometió llamarme si averiguaba algo.
Ya no tenía nada que comer, ni me apetecía demasiado ir al Géant Casino, a esa hora de la tarde era mal momento para hacer las compras en aquel barrio populoso, pero tenía hambre y sobre todo me apetecía comprar comida, estofado de ternera, merluza al perifollo, musaka bereber; la comida para microondas, de uniforme insipidez pero de embalaje coloreado y alegre, representaba al fin y al cabo un verdadero progreso con respecto a las desoladoras tribulaciones de los personajes de Huysmans; no había mala voluntad visible y la impresión de participar en una experiencia colectiva decepcionante pero igualitaria abría las puertas a una resignación parcial.
Curiosamente, el supermercado estaba casi vacío, y llené el carro rápidamente, en un rapto de entusiasmo mezclado con miedo: la expresión «toque de queda» me vino a la mente sin motivo preciso. Algunas de las cajeras alineadas detrás de sus cajas vacías escuchaban la radio: la manifestación proseguía y hasta el momento no había que lamentar ningún incidente. Eso llegaría más tarde, después de que la gente se dispersara, me dije.
Al salir del supermercado empezó a llover violentamente. De vuelta en casa, me calenté una lengua de buey con salsa al Madeira, correosa pero correcta, y puse la televisión: los enfrentamientos habían comenzado, se distinguían grupos de hombres enmascarados, muy móviles, armados con fusiles de asalto y pistolas ametralladoras; algunos escaparates estaban rotos, aquí y allá ardían algunos coches, pero las imágenes, tomadas bajo el chaparrón, eran de muy mala calidad y costaba hacerse una idea de las fuerzas presentes."

Michel Houellebecq
Sumisión



Una vida de nada

"Yo ya me sentí viejo al poco de nacer;
Los demás luchaban, deseaban, suspiraban;
En mí no sentía más que una añoranza imprecisa.
Nunca tuve nada parecido a una infancia.
En la profundidad de ciertos bosques, sobre una alfombra de musgo,
Repugnantes troncos de árbol sobreviven a su follaje;
En torno a ellos se forma una atmósfera de luto;
En su piel ennegrecida y sucia medran los hongos.
Yo no serví jamás a nada ni a nadie;
Lástima. Vives mal cuando es para ti mismo.
El menor movimiento constituye un problema,
Te sientes desgraciado y, sin embargo, importante.
Te mueves vagamente, como un bicho minúsculo.
Ya apenas eres nada, pero, ¡qué mal lo pasas!
Llevas contigo una especie de abismo
Mezquino y portátil, levemente ridículo.
Dejas de ver la muerte como algo funesto;
De vez en cuando ríes; sobre todo al principio;
Intentas vanamente adoptar el desprecio.

Luego, lo aceptas todo, y la muerte hace el resto."


Michel Houellebecq



"Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos."


Michel Houellebecq