¿Has muerto? No; la muerte tras sí lleva el olvido,
¡Y aun te recuerdo yo!
La muerte, dulce madre, tu forma ha destruido;
Pero tu imagen no.

Más ¡ah! si tú en mi espíritu no has muerto todavía,
Mañana ¿vivirás?
¡Oh, sí! Mientras respire -¡lo juro, madre mía!-
No has de morir jamás.

¡Jamás! Aunque el destino te doblegó en mal hora,
Fue vano su rigor:
¿Mi gloria un tiempo fuiste? Serás mi culto ahora:
¡Tú siempre eres mi amor!

Contigo en todas partes, contigo noche y día
Me sentirás vivir;
Que en tanto que yo aliente -¡lo sabes, madre mía!-
No puedes tú morir.

Y aún vivirás conmigo cuando mi sien no lata:
Que iré a buscarte en Dios,
y el rayo de su gloria, que ardiente te arrebata.
Será para los dos.

No importa que hoy pregunte con afligido acento:
Mi madre ¿en dónde está?
No importa que mis lágrimas respondan al momento:
¡Mi madre ha muerto ya!

Para adorarla siempre, del pecho en lo profundo
Tu imagen llevo yo:
Las madres, ¡madre mía!, se mueren para el mundo...
¡Para sus hijos no!

Diego Vicente Tejera





"Las madres, !madre mía!, se mueren para el mundo !para sus hijos no!"

Diego Vicente Tejera