"Agua de sol, cencerros de horizontes enlazaban la intensidad armónica de nuestros cuerpos claros y vigorosos, en plenitud de luces infinitas."

Jacobo Fijman


Alegría

"Agua de sol,
cencerros de horizontes
enlazaban la intensidad
armónica
de nuestros cuerpos
claros y vigorosos,
en plenitud de luces infinitas.

Sones de llamas
en el aire rosado;
jadear de bosques y expansión de mares.
¡La danza de la tierra!
¡La sinfonización del universo!

Y repicaban los paisajes;
agua de sol,
cencerros de horizontes.

¡La alegría del mundo
en el pecho redondo de la tarde!"

Jacobo Fijman


"Ama tu alma mi alma, paz de los días, paz de las
noches nacidas en los espantos de muertes,
y en los gozos de muerte y esperanza de muerte.
Amor, Amor; Amor,
tu alma canta dolor de carne, dolor de vida, pavor
de muerte
bajo los cielos llovidos de esperanza.
Amor, Amor; Amor,
viste tu desnudez el agua capaz de las criaturas."

Jacobo Fijman



"Amada, afuera nos besaremos desnudos de tinieblas y pavores, tendidos en amor de Cristo."

Jacobo Fijman


"Amor, tu alma canta dolor de carne, dolor de vida, pavor de muerte bajo los cielos llovidos de esperanza."

Jacobo Fijman


Canción con algo de canción

"Van a cantar

por el nacer
de varón, de mujer;
van a cantar,
van a nacer.

Empiezan a cantar

empiezan a nacer
el varón, la mujer;
la voces del cantar,
las voces del nacer,
de varón, de mujer,
empiezan a cantar,
empiezan a nacer.

Van a cantar

el varón, la mujer,
van a cantar
por el nacer;
las cosas del nacer
van a cantar
por el varón, por la mujer,
van a cantar por el nacer.

Van a cantar:

la noche va a nacer.
Empiezan a cantar
el varón, la mujer,
la noche va a nacer.

Van a cantar

por el nacer
la noche del varón y la mujer.
Empiezan a cantar,
empiezan a nacer.

Van a cantar

por el nacer
el varón, la mujer.
Empiezan a cantar
amanecer..."

Jacobo Fijman




"Corderos desfigurados reflejan en sus ojos las vueltas de las estrellas y los viejos molinos."

Jacobo Fijman


Despertar

"Revuelo de silencios aromados.
Estrellas-pájaros de fuego
dichosos de infinito.

Música de las nieblas y risas de las selvas.

Se enardecen de llamas y de gritos
los desiertos.

¡Locos de eternidad!
¡Los pies del viento danzan en el mundo!"

Jacobo Fijman



"El alma del mundo es como un pájaro herido que sangra en el amar."

Jacobo Fijman




"El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad."

Jacobo Fijman




El canto del cisne

"Demencia:

el camino más alto y más desierto.

Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.

Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;

dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.


La mucha luz alaba su inocencia.


El patio del hospicio es como un banco

a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.


Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.


¿A quién llamar?

¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero,

y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!"


Jacobo Fijman


"En las piedras quiere tallarse el viento."

Jacobo Fijman


"Es muy larga la noche del corazón."

Jacobo Fijman


–Hay en su obra, especialmente en sus primeros poemas publicados, una constante referencia a la locura. Incluso la invoca como si fuera el camino para cumplir su destino, “el camino más alto y más desierto”. ¿Por qué esa invocación? ¿De qué demencia se trata? ¿Es una invocación filosófica, en el sentido de Platón, o usted habla concretamente de la enfermedad mental, del sufrimiento y de la internación que usted padece?
–Me refiero a la demencia en el sentido más total, absoluto. Hay formas de la demencia que obedecen a los nervios centrales y otras a los nervios periféricos. Pero también puede ser un castigo. El que va a nacer elige ser bueno o malo. Eso se da hasta con las vacas. También es cierto que la mayoría de los demonios tienen la médula desviada. Cualquier enfermedad, aun el cáncer, es estado de locura. Los médicos tendrían que seguir a fondo las enseñanzas de Hipócrates, que curaba hasta con fuego. ¡Y pensar que incluso hay gente que se alegra de estar loca! La demencia debe ser vista desde un punto de referencia moral. A esa pobre gente que está en el hospicio habiendo pasado por lo más horrible habría que darle buena comida (aquí la comida es pésima), y enseñarles a sentarse a la mesa, a no robar, a no blasfemar... Hay que cambiar, fundamentalmente, la higiene. Es que el hambre, el abandono, la suciedad, las humillaciones, la crueldad de la pobreza contribuyen al deterioro sin tregua de la criatura humana, de su cuerpo y de su alma. Es cierto, en mi poesía invocaba la locura. Aquí se conoce la locura.
–La relación entre el arte, las crisis espirituales más profundas, esos estados que suelen calificarse de locura o demencia, continúa siendo un misterio de difícil revelación. En su criterio, ¿en qué medida la enfermedad mental puede influir en una obra artística? Y de darse: ¿cómo se percibe esa influencia? ¿Con qué palabra se describe? ¿Quién puede rendir cuentas de la normalidad de un abismo por fuera del abismo?
–Diría que es un misterio de esencialidad poética, que se arrima a lo divino, y que no puede ser debidamente abarcado por quien no se haya purificado en el fuego de la poesía, primero su lengua y su razón, y después su alma. Corelli escribió su sonata “La locura” después de estudiar durante años esas enfermedades. Y cuando terminaba de tocar la sonata en su casa salía a la calle a conocer a la gente, viendo con tristeza que la mayoría estaban locos. Yo he investigado el alma, también la psiquiatría, en tanto se ocupa del alma, sin decirlo y sin saberlo, lo que aún es más trágico. Y sé que los ciegos y sordomudos son dementes. Que los muy ricos y los que llevan uniformes son dementes y peligrosos. Y que los que visten sotanas y se llaman hijos de Cristo son los más dementes, hipócritas y demoníacos de todos. En cuanto a mi obra, los médicos dicen que no hay en ella signos de enfermedad. Y aunque no es gente de gran entendimiento, en esto no se equivocan, ya que no hay en mi poesía nada en contra de la gramática, y menos todavía en contra de los grandes estupores que nos presenta la vida. Pero a la vez presiento que en la poesía y en la locura hay un mismo soplo.
–¿El soplo de la inocencia?
–¡Y del espanto!
–En el nombre de la “razón”, la sociedad prohíbe el delirio, las leyes y la psiquiatría lo castigan. ¿Pero qué es el delirio? ¿La secreta necesidad poética de la especie humana? ¿La creación de un hombre superado por su conciencia y su dolor para no estrellar su cabeza contra un muro?
–Hay un delirio poético, del que padecen los poetas, los artistas, y que no siempre es doloroso aunque provoque angustia. Pero el delirio que yo conozco en la profunda intimidad de mi ser es el del hombre que busca todos los caminos en una gran oscuridad para encontrarse con Dios. Acá, en el hospicio, hay otros delirios, pero se apagan lentamente... Siempre el delirio es como salirse de un surco, un arado que escapa del surco.
Los tribunales clasifican a los enfermos en tres categorías. Primer grupo: el de la fatuidad (imbéciles, idiotas). Segundo grupo: los frenéticos.
Tercer grupo: el de la insania. A mí me incluyen en el tercer grupo... ¿Podrán saber que hablo con Dios, que me besan los ángeles? ¿O burdamente piensan que deliro cuando me niego a repetir que dos más dos son cuatro? Me pregunto, usted ama la poesía, pero vive fuera del hospicio, ¿eso lo salva del delirio?
–Yo me pregunto si quiero ser salvado... Para mí el delirio son instantes. Instantes que duran toda una vida. Y es un derecho profundo, personalísimo. Lo veo como una demostración de que el alma existe.
También siento el delirio como una virtud humana, que trae la gloria, y nos sostiene ante la mirada de la muerte; entonces intuyo que el precio de su existencia es el infinito espanto de estar abandonados y solos en el momento de la verdad...
–A mí me espanta su tristeza; tendría que volver a Dios. Porque su tristeza puede convertirse en una ofensa para el infinito amor de Dios. Yo puedo pedirle a Dios que en el momento de su muerte lo reciba. Pero tendrá que esperar, el río de su viaje es caudaloso. Además aquí en el hospicio, siento por momentos que ya no soy yo. Todo languidece, se opaca... Es tan difícil vivir aquí sin que el alma se convierta en una piedra... ¿Será por eso que los médicos todavía persiguen la piedra de la locura? Hay noches en que miro la noche y me río. Horas y horas me río, pero en silencio, que nadie me escuche...
–A través de la experiencia de su larga reclusión, ¿piensa que hubo alguna evolución en las técnicas psiquiátricas, en la comprensión del mundo diferente del internado, en la situación de vida en el hospicio? ¿Es una desmesura imaginar en este lugar a un psiquiatra que ve en los ojos de su paciente la luz sin mácula y a la par desgarrada de la poesía?
–¿Ver la luz celeste de la poesía en la oscuridad perversa de un infierno...? Sólo Dios, o los ángeles podrían hacerlo. Me cuesta hablar de la realidad del hospital en forma tan directa, particular. No se olvide de que para la sociedad sigo siendo un loco, un incapaz de buenos juicios. Que debo, al menos en lo formal, aceptar el orden que se me impone, por injusto que sea. Es que no tengo defensas. Ya no existo para el mundo exterior; soy –aunque yo sé bien lo que en realidad soy– un poquito más de esa basura que se aparta para que no hiera con su hedor. Eso sí, por lo que yo puedo testimoniar en carne viva, diría que la psiquiatría vigente no merece ser tratada ni analizada como ciencia. No han ido más allá del castigo indiscriminado, del electroshock o la receta de pastillas. En cuanto a saber del espíritu, nada, nada. ¿Pero acaso podríamos pedirle a la psiquiatría de hoy que entienda lo que es un poseso en la filosofía de Platón? Aun así debemos tener compasión por las ciegas criaturas que nos dañan. Y paciencia: paciencia del amor y del llanto...
–¿Tendrán idea los que dirigen estos hospicios del daño que causan? ¿Sabrán de la falsedad esencial del sistema de representaciones que encarnan? ¿Estarán en conciencia de esa herida que agravan en el espíritu del internado hasta volverla crónica, mortal...?
–Si tienen idea, la callan. Si tienen conciencia, la reprimen. Se escuchan orgullosos a sí mismos en ese páramo silencioso que llaman ciencia, y no contemplan en su espejo vacío nada de nada. Para ellos el bien es salud, y la salud silencio y obediencia, aceptar el infierno y dar las gracias. Están por la experiencia, prefieren defender la razón. ¡Todo es una gran tragedia!
–He visto que en el hospital, bajo la lógica manicomial, y amparados en el poder, los dueños del saber confunden la experiencia con la rutina y el acostumbramiento, y la razón, la diosa Razón, la reducen a imponer la obediencia, mientras la verdadera razón huye despavorida... En estas circunstancias pregunto: ¿Qué hace aquí? ¿Por qué sigue aquí? ¿Han leído los médicos su poesía? ¿Hay algo más certero que la poesía para conocer la verdad profunda de un hombre?
–Usted cree demasiado en la poesía, le espera una vida difícil. Yo también creo, pero desde la resignación. El misterio de la poesía nos saca de la influencia de la carne y nos permite esperar la noche divina. Soy un poeta que ya no busca las palabras, sino el verbo; pero para los médicos y los jueces, para su cruel simpleza, sigo siendo un enfermo mental. Sin embargo, para mí, la sociedad en su conjunto está trastornada. Gran parte de la gente padece de problemas mentales, en especial los psiquiatras, los gobernantes, los hombres del poder. ¿Es que alguien sabe lo que es el alma, lo que es el intelecto? ¿Es que alguien ama a su prójimo como a sí mismo? Los que ven a un preso, ¿miran al preso? Los que vienen al hospicio, ¿miran al loco?

Jacobo Fijman
Fragmento de un diálogo que tuvo lugar en 1968, en el Hospital Borda, donde Jacobo Fijman se hallaba internado desde la década de 1940; publicado en la revista Crisis, Nº 11, marzo de 1974, e incluido en el libro de Vicente Zito Lema Diálogos. Encuentros con Jacobo Fijman, Enrique Pichon-Rivière, Fernando Ulloa y León Rozitchner, de reciente aparición (Ed. Topía)



"¡La esperanza juega a las cartas con los absurdos!"

Jacobo Fijman


"La poesía es ciencia. Algunos intelectuales la consideran corrió una categoría del pensamiento inferior. Sin embargo, la fundamenta todas las ciencias. La química sin poesía se convierte en una burda y peligrosa nada, y el ejemplo se extiende a cualquier disciplina. La ciencia es de Dios, y se la cuenta como uno de los dones del Espíritu Santo: pero el Padre, el Hijo y el mismo Espíritu Santo son poetas."

Jacobo Fijman



"Los ojos mueren en la alegría de la visión desnuda de carne y de palabras."

Jacobo Fijman




Mañana de sol


"Tañía el sol sus llamas
en los cántaros húmedos del viento
de rocío y paisaje
que alargaba el elástico sendero.

Desentumecimientos.
Carnes del trigo;
espigas de mis manos.
Jadean los aromas;
temblequean cual besos los caminos.

Silencios verdes de los bosques rojos
apretados de gozo y alegría.
¡Enloquece en mis ojos la mañana!"

Jacobo Fijman

"Mi corazón es blanco de ternura."

Jacobo Fijman




"Mi poesía es toda medida. De una manera que la acerca a lo musical."


Jacobo Fijman

"No soy enfermo. Me han recluido. Me consideran un incapaz. ¿Quiénes son mis jueces? ¿Quiénes responderán por mí?"


Jacobo Fijman

"Nuestros cuerpos: auroras y ponientes en la alegría loca de los vientos. ¡El corazón del mundo en nuestra boca!"

Jacobo Fijman



Poema I

Caía mi sueño en la otra soledad de los canales.
Regocígate, niño, la presencia graciosa de la muerte
reparte en sombras alternadas el olor de los ángeles
y levanta tus sordos desamparos.
Niño de paz,
han apagado las islas monótonas de los soles perfectos.
Niño de paz,
imito el mundo en un mi sueño ajeno a la claridad.
Un silencio de música se apacienta en las torres.

Jacobo Fijman
de Hecho de estampas


Poema V

En la misma belleza saborean las lunas su soledad
dichosa.
Caen todas mis muertes en el espanto
de la nada del mal de la nada irreal de la nada.
En las tinieblas puse mis manos cuajadas de llanto.
Arreó la gracia mis ojos perdonados,
y hecho he sido en lo interior de todo y nada.
He sido el que es de todo y nada en bella gracia.

Jacobo Fijman
de Estrella de la mañana


"Pon en mi soledad los pies ligeros de tus dichas."

Jacobo Fijman


"Por fin había dado con una calle de un solo minuto, como decimos aquí, de una sola cuadra. Era angosta y se llamaba San Julián el Pobre. A veces tenía un silencio y otras, dos o más; a veces, turistas, y a veces, solitarios. Era una calle sorda con aspectos de penitente postrada ante la iglesia de San Julián el Pobre, en cuyo interior, según me mostró un guardia republicano (Liberté, Fraternité, Egalité) aún existía un pequeño horno donde antiguamente se hacía el pan destinado a ser distribuido entre los pobres. Antiguamente…
Un pintor japonés desde la esquina de la calle angosta dibuja, pinta o intenta sorprender a Notre Dame. El olor de las papas, de los arenques, de las lechugas le había obligado a hacer una naturaleza muerta. No es tan fácil participar de Notre Dame. El que podría participar de ella es un japonés converso y monje que llevaba el otro día en su valija una colección de varios ídolos nipones que había confiscado en la casa de sus amigos japoneses convertidos por él. Había en él el «amarillo», y otras condiciones del amarillo que no podían participar de Notre Dame. Antiguamente… ¿Por qué antiguamente? El pan de los pobres."

Jacobo Fijman
San Julián el Pobre


"Sálvate, mundo mío, desatando infinitos."

Jacobo Fijman



"Siempre estoy como una llanura. Para buscar un cerro miro las multitudes."


Jacobo Fijman


"Siento en mis ojos las anguilas fuera de sí de los silencios montañeses."


Jacobo Fijman



"Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar con ella."

Jacobo Fijman


"Todo se acentúa en el alma. Todo se encuentra en el alma.
Entonces el poeta a partir de la materia sensible, concretará el poema, que puede ser o no una total realización. Lo fundamental aquí es relativo y tengo miedo de profundizar en estos conceptos por las locuras que despierta.
Las mayores dificultades que nos presenta la materia poética derivan de la falta del hábito de la interpretación. Es entonces que la búsqueda del rostro de la poesía y de las vivencias en que descansa ese rostro se enmascaran en un misterio que algunas veces es beneficioso, pero que siempre daña."

Jacobo Fijman


"Todos los trópicos se hicieron jugos en tu boca."


Jacobo Fijman


Vísperas


"Toque de vísperas de fiestas.

Presentimientos.
Mi corazón es blanco de ternura.
¡Solemnidad!

Hablamos en voz baja.

Un árbol canta como un niño
piadoso
todo blanco de estrellas.
Mi corazón es blanco de ternura."

Jacobo Fijman