"El sistema funcionó de maravilla. Las escuelas adoptaron ejercicios gimnásticos como preparación para la guerra y la gente formó sociedades secretas contra los conquistadores llamadas la liga de la virtud (Tugenbund) y Fichte, el gran discípulo de Kant, pronunció en Berlín, bajo los ojos de los generales franceses, sus patrióticas proclamas a la nación germana. Fichte, al que el estúpido gobierno sajón había expulsado de Jena por su condición de infiel, fue llamado a Berlín por los reformadores prusianos y el cual, en mitad del ruido de la conflagración, dispuso la fundación de una universidad, que sería designada para representar en cada rama de la ciencia el último y más elevado desarrollo.
Tantas cosas importantes fueron realizadas por los grandes hombres de la escuela Kantiana, los amigos de Fichte y Schiller. Sus nombres inmortales son Stein, Schönn, W. von Humboldt, Hardenberg, el Primer Ministro, y, sobre todos, Altenstein, amigo y alumno de Fichte, que por un largo período supervisó el departamento de instrucción pública y que tras la muerte de Fichte llamó a Hegel para que se ocupara de la cátedra de filosofía en Berlín.
Bonaparte despreció a los alemanes hasta que aprendió a causa de su derrota en sus llanuras que ellos eran capaces de un espíritu y un entusiasmo infinitamente superior al espíritu militar y de saqueo, el único que conocía el ejército francés. Los sentimientos republicanos de libertad y dignidad nacional habían desertado del campo de los franceses y se hallaban ahora en el corazón de los alemanes. Una feroz y global insurrección nacional derrocó a los ejércitos franceses en todas partes y dio testimonio de que el mejor liderazgo en una contienda seria era el espíritu de la gente libre y noble."

Arnold Ruge
El catecismo del humanismo



"La vida estudiantil en el presente siglo XIX comienza con uno de los más grandes maestros, con Johann Gottlieb Fichte. En su "Plan para establecer la Universidad de Berlín" diseñado en 1807 para el rey Federico Guillermo III. Una imagen perfecta de una universidad, que describió los requisitos para garantizar la vida y los estudios de sus alumnos. No incursiona en exceso en los detalles del vaivén académico. Por lo general rehuyó el contacto con la gente, lo real y lo concreto, cerniéndose a las razones e ideas más elevadas, tras lo cual la vida universitaria tendría que ser diseñada como la más perfecta. El trabajo de Fichte lleva el sello de la época en la que fue escrito, lo que generalmente significaba cierta depresión en aras de experimentar el suspiro de alivio propio de la liberación final. ¿Qué valor y viabilidad presentan las sugerencias de Fichte, en ocasiones pasadas por alto, ignoradas o consideradas inviables? Fichte estuvo siempre interesado en el debate acerca de las universidades de Alemania, dedicándoles con mucho gusto tiempo, por lo que su nombre permanece por siempre indeleble en la historia de la universidad. Él fue el primer rector electo de la Universidad de Berlín, fundada en el período del "Sturm und Drang" y su brillante dirección del rectorado, con la única salvedad de la libertad académica, fue muy encomiada. Un año después del proyecto de Fichte, Schleiermacher publicó sus "Pensamientos ocasionales acerca de las universidades", y a pesar de que sólo se refiere a ciertas partes de la vida de estudiante, su trabajo ha de ser mencionado aquí. Schleiermacher, que estaba por encima de todas las cosas, habló sobre la posibilidad de una representación "científica" de la vida de los estudiantes; calculó mal las dificultades de tal empresa, dado que ciertas versiones de sus ideas desafiaban directamente a esa condición."

Arnold Ruge
Revisión crítica y presentación de la vida...




"¿Viviremos suficiente para ver una revolución política? ¿Nosotros, los contemporáneos de estos alemanes? Amigo mío, usted cree lo que desea creer (...) Cuando se juzga Alemania según su historia presente, no me discutirá usted que toda su historia está falsificada y que toda su vida pública actual no representa el estado real del pueblo. Lea los periódicos que usted quiera, convénzase de que no se deja de celebrar -y usted admitirá que la censura no impide a nadie el dejar de hacerlo- la libertad y la felicidad nacional que poseemos (...)"

Arnold Ruge
carta a Karl Marx