A mediodía llegó este cliente con la
pesada cabeza de madera pelada se sentó relajado delante
en el taburete y dijo al señor Klenk que 
le cortara el pelo él iba a pagar toda la cuenta 
y después iría en coche a una
boda
el señor Klenk dijo estamos de acuerdo
detrás del hombre comenzó con diez encorvados
dedos a viajar a través de lo vacío y con
la boca a zumbar como una herramienta.

Herta Müller
Los pálidos señores con las tazas de moca
publicado, en traducción de José Luis Reina Palazón, por EDA Libros (Benalmádena, Málaga) en su Colección Norte Sur (Literaturas del Mundo)




A nosotros
nos pertenece
el miedo
de la
ternura.

Herta Müller



"Aplazo escribir porque le temo. Cuando escribo estoy poseída, es una adicción que me enferma y me cansa. Les temo a las palabras pues requieren mucha precisión y con ellas toco cicatrices que estarán conmigo para siempre." 

Herta Müller



"Aprendí que el silencio es también una forma de comunicación."

Herta Müller



"Bajo las dictaduras de Europa Oriental la pobreza era un instrumento al servicio de la opresión, como la policía secreta, el ejército o el partido. Creo que así mismo es en los estados teocráticos. A la pobreza se añade el analfabetismo. A decir verdad, el analfabetismo en Rumanía no era tan alto; la mayoría de las personas sabían leer y escribir. Pero de qué sirve eso si la mayoría no entendía absolutamente nada. Conocían las letras, pero cuando has sido educado para no pensar, eres analfabeto de otra manera."

Herta Müller



"Conozco el fresno ese el   

borde del día y la cesta con dos
ruedas conozco también
en mirada redonda el
cuadrado de residencia cuando nadie
mira entonces cambiamos atolondrada
mente la piel."

Herta Müller

Los pálidos señores con las tazas de moca
publicado, en traducción de José Luis Reina Palazón, por EDA Libros (Benalmádena, Málaga) en su Colección Norte Sur (Literaturas del Mundo)



"Cuando callamos, nos tornamos desagradables, dijo Edgar. Cuando hablamos, nos tornamos ridículos.

Llevábamos demasiado rato en el suelo, delante de las fotos. Se me habían dormido las piernas de estar sentada.

Con las palabras en la boca aplastamos tantas cosa como con los pies sobre la hierba. Pero también con el silencio.

Edgar guardó silencio.

Aún no puedo imaginarme una tumba. Sólo un cinturón, una ventana, una nuez y una soga. Cada muerte es para mí como un saco.

Si te oyen decir eso, dijo Edgar, te tomarían por loca.

Y cuando pienso en ello, tengo la sensación de que cada muerto deja tras de sí un saco repleto de palabras. Siempre me acuden a la mente el barbero y la tijera de manicura, porque los muertos ya no los necesitan. Y también se me ocurre que los muertos ya nunca más perderán un botón.

Tal vez intuyen cosas distintas a nosotros, dijo Edgar, quizás intuyen que el dictador es un error.

Poseían la prueba, pues también nosotros éramos un error para nosotros mismos. Porque en este país nos veíamos obligados a andar, comer, dormir y amar con miedo hasta que volvíamos a necesitar al peluquero y la tijera de la manicura.

Alguien que sólo por el hecho de andar, comer, dormir y amar hace cementerios, dijo Edgar, es un error aún mayor que nosotros. Es un error para todos, un error dominante.

La hierba despunta sobre la cabeza. Cuando hablamos queda segada. Pero también cuando callamos. Y entonces, la segunda y la tercera hierba crecen a su antojo. Y pese a todo, somos afortunados."

Herta Müller
La bestia del corazón



"Desde los huertos me llegaba un olor a plantas silvestres. Se me instalaba, amargo, en el paladar, y al respirar me dejaba una sensación viscosa en la lengua. Los arbustos se doblaban bajo el follaje, del que goteaba lluvia." 

Herta Müller


"Desviamos la mirada de nuestra soledad, de nosotros mismos, y no soportamos ni a los otros ni a nosotros mismos, y los otros tampoco nos soportan." 

Herta Müller




"Dios está en todas partes. Y Él me ve. Ve todo lo que hago. Cuando pelaba papas solía pensar: "¿Estaré cortándolas bien? ¿Le gustará?". O cuando tenía que hacer alguna tarea, fregar el suelo o limpiar la casa porque mi madre no estaba, me habría gustado hacerlo rápidamente y por encima porque ella no iba a ponerse a revisar cada rincón. Pero después pensaba: "No me queda más remedio, Dios está viéndome". Y luego: "Aunque no sé cómo lo va a manifestar". Así que primero tenía miedo de que Él se enfadara y me pasara algo o de que se lo insinuara a mi madre. Quién sabe, a lo mejor los adultos tenían algo con Él que yo no comprendía."

Herta Müller



"El cura había parado el reloj de la iglesia. Sus ruedas dentadas no debían medir el tiempo del pecado. El silencio debería acusar al pueblo."

Herta Müller




"El estanque está revuelto. Hay olas en su superficie. Los sauces están embozados en hojas y viento. El almiar proyecta su imagen ondulante e inmutable sobre el estanque. En torno al almiar, las ranas arrastran sus vientres blancos entre la hierba."

Herta Müller





"El hambre devora casi todo el arte."

Herta Müller


"En algún momento consideré el suicidio, pero no les daría el gusto de matarme."


Herta Müller





"En el valle hay un sólido puente de hierro que el tren atraviesa sin cambiar de llanura, rumbo a otra localidad exactamente igual a nuestro pueblo. Bajo el puente hay nieve en invierno y sombra en verano. Jamás se ve agua en el fondo. El río no se preocupa del puente; discurre a su lado."

Herta Müller



"en la pequeña playa allí venían de nuevo

los finos socios juntos el
director general el putero y 
su supuesta tita, el narigón
de mal sueño el
taxista liebre-miedoso el
inaudito probador de pieles el
flautista de zapatos blancos el
descansado doctor de reuma el
representante del zoo y algo más tarde
dos soldados que cada lunes
tenían permiso cuando se les contaba
en el comedor faltaba uno
el pantalón comprado demasiado pequeño estaba
allí sobre el banco su dueño era
un carpintero de veranda puede ser
que se ahogara."

Herta Müller
Los pálidos señores con las tazas de moca
publicado, en traducción de José Luis Reina Palazón, por EDA Libros (Benalmádena, Málaga) en su Colección Norte Sur (Literaturas del Mundo)


"En la valla rechina una bicicleta de madera. Arriba, en el cielo, flota plácidamente una bicicleta de nubes blancas. En torno a ella, las nubes son agua. Grises y vacías como un estanque. En torno al estanque sólo hay un silencio de montañas. De montañas grises, cargadas de nostalgia.
Windisch carga dos maletas grandes. La mujer de Windisch carga dos maletas grandes. Su cabeza avanza a toda prisa. Su cabeza es demasiado pequeña. Las piedras de sus pómulos están encerradas en la oscuridad. La mujer de Windisch se ha cortado la trenza. En sus cabellos cortos luce una permanente. Su nueva dentadura le ha endurecido y reducido la boca. Habla en voz alta.
Del pelo de Amalie se desprende un mechón. Vuela del jardín de la iglesia hasta el boj y regresa a su oreja.
El bache está gris y agrietado. El álamo se yergue como una escoba contra el cielo.
Jesús duerme en la cruz junto a la puerta de la iglesia. Cuando se despierte, será viejo. Y el aire del pueblo será más diáfano que su piel desnuda.
En la puerta del correo, el candado cuelga de la cadena. La llave está en casa de la cartera. La llave abre el candado. Abre el colchón para las entrevistas.
Amalie carga la maleta pesada con las copas. Lleva su bolso en bandolera. En él va la caja con la lágrima. En la otra mano lleva el jarrón con la bailarina.
El pueblo es pequeño. Por las calles laterales se ve caminar gente a lo lejos. Se alejan. En los extremos de las calles laterales, el maizal es una pared negra.
En el zócalo de la estación percibe Windisch los vapores grises del tiempo detenido. Sobre los rieles hay una manta de leche. Les llega hasta los talones. Sobre esa manta hay una piel hialina. El tiempo detenido hila un capullo en torno a las maletas. Y tira de los brazos. Windisch se hunde al avanzar sobre el balasto."

Herta Müller
El hombre es un gran faisán en el mundo




"En las dictaduras todo está muy desnudo, uno ve todo lo que no debe ver o aquello que en otras sociedades no está a la vista con tanta nitidez."

Herta Müller



" "En Rusia, ella abría las piernas por un trozo de pan", decía la gente después de la guerra. Windisch pensaba entonces: "Es bonita, y el hambre duele". "

Herta Müller


Entonces vino un hombre con un diente
de oro me preguntó qué es un
paralelogramo entonces dije yo pues no
lo sé entonces dijo no importa madame
conozco a dos que lo llevan como baratija
consigo pero también como plantilla del calzado en
días especialmente fríos entonces dije yo si
así lo dice conozco también a uno
personalmente
al otro
de oídas
eso me alcanza ya
bien ordenadamente
para este malestar.

Herta Müller




"He aprendido mucho de los libros. He leído -y eso de seguro lo han vivido muchas personas- a determinada edad un determinado libro que, de repente, se volvió muy importante y me abrió los ojos. No era en absoluto necesario que el libro tuviese relación directa con el país donde vivía o con mi situación de vida. Eso es lo incomprensible y lo fascinante de la literatura. Establece semejanzas entre campos totalmente distintos."

Herta Müller


"Hay una lengua nacional y una lengua estatal. Lo que habla el Estado es esa jerga ideológica, distorsionada, rota, que se escucha por doquier en la opinión pública bajo la dictadura."

Herta Müller




"La ciudad del puerto tiene la barriga de agua espumosa

el cielo de carne de sandía el camino rural
para el apartadero una garita de señales y ninguna vía paralela
una boca llena de viento una joroba maíz
apretado muy espetado verde
le pregunté por qué precisamente tú
tienes que marcharte con esas gaviotas de tiza y le miré
de lado mientras hacía las maletas."

Herta Müller





"La literatura es algo totalmente artificial. Y justamente para captar realidades, debe ser artificial. Los diálogos generalmente no son lenguaje hablado, oral. El lenguaje oral en un libro es algo diferente al lenguaje hablado. Para que el lenguaje oral funcione tiene que ser artificial."

Herta Müller


"La literatura es un espejo de la cotidianidad y, por ende, de la política. La política entra en la vida cotidiana y, aunque no se convierta precisamente en ésta, ella misma es ficción. Sólo se puede escribir literatura a partir de lo vivido, de la experiencia." 

Herta Müller


"La literatura no es lo único poético. La vida también es poética. El mero hecho de escribir literatura no nos convierte en personas especiales. En verdad, en casi todo lo que hacemos dependemos de la mirada de la gente que no escribe literatura. Esas personas son nuestro material y con ese material hacemos algo. No poseemos nada especial, propio. A lo sumo, podemos armar algo a partir de lo que vemos, y según lo bien o mal que lo armemos, tanto mejor o peor será." 

Herta Müller




"La superstición es la poesía de las gentes sencillas y posee también algo de fascinante."

Herta Müller



"Las casas del pueblo son limpias. Las amas de casa limpian, friegan, barren y cepillan el día entero, lo que en el pueblo se llama ser casero y económico." 

Herta Müller



“Las frases verdaderas están siempre relacionadas con una herida profunda.”

Herta Müller



"Los patos se sumergen en el tibio lodo del estanque. En la otra orilla salen de nuevo a la superficie blancos y secos, como si no hubieran estado en ningún sitio." 

Herta Müller



"Madre se convirtió en una ortiga

Padre se convirtió en un álamo
en lugar de esto me dijo uno
durante la cena
todo amor se nos convierte en lampazo
yo sé en lo que él se convirtió
y cómo yo me empaqueto
pero me gustaría ser la espuma
en la boquilla del clarinete
el penumbroso dinero de los ladrones
o el flaco ladrido de los perros 
contra la marca de las costillas de una chaqueta."

Herta Müller
Los pálidos señores con las tazas de moca
publicado, en traducción de José Luis Reina Palazón, por EDA Libros (Benalmádena, Málaga) en su Colección Norte Sur (Literaturas del Mundo)





"Mucha gente piensa que hacer la maleta es cuestión de entrenamiento, que lo aprendes espontáneamente como cantar o rezar. Nosotros no teníamos entrenamiento y tampoco maleta."

Herta Müller



“…nada acaba
en el alfabeto de la angustia
tan cabezacaninamente pesado

y a la vez lagartijamente delicado

como el presente…”

Herta Müller



"No sé si no puedo dormir porque estoy tratando de recordar, o si me cuesta recordar porque no puedo dormir."

Herta Müller




"Papá canta, y la cara se le cae cantando bajo la mesa, sobre los listones cruzados que sostienen las patas, maldita sea, somos una familia feliz, maldita sea, la felicidad se evapora en la olla de remolachas, maldita sea, de vez en cuando el vapor nos corta la cabeza de un mordisco, de vez en cuando la felicidad nos corta la cabeza de un mordisco, maldita sea, la felicidad nos devora la vida." 

Herta Müller



"Por la mañana no hay tiempo, pero tampoco nada que cambiar. El pan recién cortado parece igual. Para la noche cada rebanada se habrá secado de forma distinta, angulosa y recta o tripuda y curvada. La óptica del secado suscita la sensación de que tu pan te engaña. Esa sensación la tienen todos aunque no se engañen. Y el intercambio estimula la sensación. Se intercambia un engaño óptico por otro. Después, siempre sigues engañado, pero estás cansado. El cambio del pan propio por el pan de mejilla termina como ha comenzado, de repente. El alboroto se disuelve, la mirada se dirige a la sopa. En una mano sostienes el pan, en la otra la cuchara.
Solos en la manada, todos empiezan a estirar su sopa. También las cucharas son manada, y los platos de hojalata, y el sorber y el arrastrar de pies debajo de las mesas. La sopa calienta, vive en el cuello. Yo sorbo ruidosamente en alto, necesito oír la sopa. Me obligo a no contar las cucharadas. A ojo serán más de 16 o 19. Tengo que olvidar estas cifras.
Una noche el acordeonista Konrad Fonn hizo un trueque con Imaginaria-Kati. Ella le entregó su propio pan, pero él le puso en la mano un trocito cuadrado de madera. Ella lo mordió, se asombró mucho y tragó saliva. Nadie rió, salvo el acordeonista. Karli Halmen le arrebató la tablita a Imaginaria-Kati y la hundió en la sopa de col del acordeonista. A Imaginaria-Kati le devolvió su pan.
Todos caen en la trampa del pan. Pero nadie puede convertir el pan de mejilla de Imaginaria-Kati en su propio pan. Esta ley también forma parte del tribunal del pan. En el campo hemos aprendido a retirar los cadáveres sin horrorizarnos. Los desvestimos antes de que llegue el rigor mortis, necesitamos sus ropas para no helarnos, y nos comemos el pan que el muerto ha ahorrado. Tras exhalar el último aliento, la muerte es un beneficio para nosotros. Pero Imaginaria-Kati vive, aunque no sepa dónde está. Nosotros lo sabemos y la tratamos como si fuera propiedad nuestra. En ella podemos reparar lo que nos hacemos entre nosotros. Mientras ella viva entre nosotros, se podrá decir que somos capaces de muchas cosas, pero no de todo. Este hecho seguramente es más valioso que la misma Imaginaria-Kati."

Herta Müller
Todo lo que tengo lo llevo conmigo



Pregunta. En otro ensayo dice que probablemente cada autor tenga solo una única frase propia. ¿Cuál sería la suya?

Herta Miller. Esta frase, naturalmente, no existe, no puede existir en la práctica. Pero es una frase que una está escribiendo sin cesar, que hace que sigas escribiendo. Es una frase veraz. Una frase que demuestra su verdad por sí misma. Es este tipo de frases que una quiere escribir y que también busco como lectora. En ellas sucede algo contigo. Si después de 30 páginas en un libro no he encontrado una frase así, dejo de leerlo. A mi modo de ver, las frases verdaderas están siempre relacionadas con la experiencia de una perturbación, con una ofensa de la persona, con una herida profunda. Muchas veces estas ofensas tienen que ver con la guerra, con los lager, con los regímenes totalitarios. Piense en la literatura de Imre Kertész, en la de Jorge Semprún -siempre escribe únicamente sobre su experiencia en el campo de Buchenwald-; piense en Lobo Antunes, en Thomas Bernhard o en Aleksandar Tisma, el novelista serbio. Tisma dejó una obra tan fundamental para entender los totalitarismos y no recibió ningún Premio Nobel. Duele de verdad que un autor como Tisma se haya descubierto y galardonado tan tarde, solo por vivir en un país que le engañó por el reconocimiento merecido. De todos modos, escribir no es algo que se hace por diversión. Es más bien lo contrario y, sin embargo, la escritura no te suelta. Cuando finalmente llego a empezar a escribir, me dedico a ello tan obsesivamente que no consigo pensar en otra cosa, día y noche. Me absorbe todas mis fuerzas y cuando termino dejo de escribir por largo tiempo. Yo no soy capaz de escribir siempre.

Herta Müller


"Solo un intelectual es capaz de analizar y poner en palabras vivencias tan extremas."

Herta Müller



"También tenía, y eso me encantaba, unos zapatos de tacón alto. Debajo de sus zapatos se leía lo siguiente: No olvides, querido esposo, mi consejo, y evita bares, aguardiente y vino añejo. En tu casa nunca dejes de cenar, y ama a tu mujercita, que así te ha de durar."

Herta Müller



"Temo a las palabras pues, requieren mucha precisión y con ellas toco cicatrices que estarán conmigo para siempre."

Herta Müller


"Trabajé en una fábrica de maquinaria pesada. En la oficina, en la mesa de al lado, escuché la siguiente conversación: «Buenos días. ¿Siguen vendiendo bordados hechos a mano? Las medidas son 29 por 2. ¿Y cuánto cuesta? De acuerdo. ¿Cuándo puedo recoger el bordado? Sí, a las diez estaré allí». Era una compañera de la oficina la que decía esto. Tenía un hijo. Tenía veintinueve años y estaba de dos meses… las medidas del bordado. Con quien hablaba era con una mujer que practicaba abortos clandestinos. Costaba cinco mil leí (el sueldo de dos meses). Mi compañera de la oficina dio suerte. El aborto no dio complicaciones. Cuando volvió a quedarse embarazada, seis meses más tarde, se practicó el aborto ella sola con el tubito de plástico de las agujas de hacer punto en redondo. Con el mismo tubito me lo hizo también a mí un año más tarde en el baño de la oficina. Me lo metió en el útero y lo llevé tres días y tres noches. El extremo que quedaba fuera iba pegado al muslo. Durante esos días tenía que llevar falda para garantizar que entraba aire en el útero. En un segundo aborto lo hice todo yo sola. Mi compañera sólo me prestó su tubito de plástico. Con la puerta de la casa cerrada con llave, me senté en el baño por encima del espejo, que había colocado en el suelo. Me metí el tubito en el útero.
Un conocido mío decía: «Cuando mi mujer se queda embarazada no es ningún problema, nos vamos a casa de mi suegra el fin de semana. Con levantar la puerta del sótano veinte veces, listo. Si es que hay que tener recursos». Yo no conocía directamente a su mujer. Me preguntaba si ella era capaz de contarlo con tanta ligereza.
Al igual que los rumores sobre el estado de salud de Ceaucescu circulaban las recetas para abortar:
introducir en el útero jabón de pastilla, molido como si fuera harina
introducir en el útero limón o zumo de limón
introducir en el útero el tubo de plástico de unas agujas de hacer punto en redondo
levantar muebles pesados tan alto, tantas veces y durante todo el tiempo que se aguante
inyectarse dosis excesivas de diversas sustancias dos veces con un intervalo de tres días
tomar una dosis excesiva de las pastillas para el estómago que entraban en el país de contrabando desde la Unión Soviética y se vendían en el mercado negro: durante veinticuatro horas, dos pastillas cada dos horas. La fiebre, los espasmos del estómago y los fuertes vómitos provocaban el aborto. Las pastillas recibían el nombre de «caramelos rusos».
Estas recetas no sólo se transmitían en voz baja. También se aplicaban. Se empezaba con la más inocua y, a medida que aumentaba la desesperación, se pasaba a las más arriesgadas. Día tras día, estos métodos abortivos provocaban la muerte a cientos de mujeres. Todavía no se sabe cuántas mujeres morirían a consecuencia de la ley del aborto rumana. Cuántas morirían solas en sus casas, cuántas en el hospital, bajo la mirada de los especialistas en interrogatorios. No se llevaba ninguna estadística. Al igual que los preservativos y la píldora, también estaban prohibidas las estadísticas. La muerte de estas mujeres se anotaba en las estadísticas oficiales bajo diagnósticos falsos. Los médicos que registraban muchos nacimientos podían contar con gratificaciones y con una carrera floreciente."

Herta Müller
Hambre y seda




"uno de los vecinos murió dos veces en la cama en enero
el mismo día incluso en este y en el siguiente 
año el otro estaba sentado con su tablero de ajedrez
delante de la casa se quitó la gorra de borla y el tiempo
grande fuera rió desconcertado para que la atmósfera se pusiera
mejor yo por mi parte no me preocupé mucho casi menos 
que vosotros de mí así de joven sólo tiró de la 
cortina y corrió a través de la ventana al entierro
como música de acompañamiento tuve que llorar al
sochantre goteó mi nariz en el zapato hasta
que le pareció demasiado y entonces desgarró uno de sus cantos fúnebres
de su cuaderno musical me lo dio como pañuelo
y dijo cuando se seque me lo quedo de nuevo
está claro?"

Herta Müller
Los pálidos señores con las tazas de moca
publicado, en traducción de José Luis Reina Palazón, por EDA Libros (Benalmádena, Málaga) en su Colección Norte Sur (Literaturas del Mundo)



"Y nada acaba
en el alfabeto de la angustia
tan cabezacaninamente pesado 
y a la vez lagartijamente delicado
como el presente."

Herta Müller
Los pálidos señores con las tazas de moca
publicado, en traducción de José Luis Reina Palazón, por EDA Libros (Benalmádena, Málaga) en su Colección Norte Sur (Literaturas del Mundo)


"(...) Y uno ve también cómo repercute esto en la literatura. Sobre todo en negativo: apenas has descrito algo y ya viene la policía secreta. Es el miedo de los aparatos represivos frente a la literatura, frente a la urgencia con que se leen los libros. Y es que bajo las dictaduras las fronteras de las personas son trazadas intencionalmente y vigiladas por los aparatos represivos. Tienen una finalidad. Ésta consiste en prohibir la libertad, impedir que surja la idea de libertad. La función de esas fronteras es dañar a las personas, destruirlas psíquicamente, hacerlas dependientes del miedo, domarlas." 

Herta Müller