Carta sin ortografía

"Esta sencilla carta
que no verán tus ojos ausentes y morenos,
la escribo porque el alma me reclama
que la deje vivir de tu recuerdo.


Porque mi sangre no aprendió a olvidarte,

porque tú me acompañas en el tiempo,
porque fuiste lo simple, lo callado,
lo dulce, lo pequeño,
ese mínimo saldo de la vida
que nos deja sentirnos algo buenos…


Escribirle a la novia de la infancia,

es ponerle “balaca” al pensamiento.
Es ignorar la palabra ortografía
que sin “s” no admite pensamiento.


Es situar en el clima de unos labios

todo el rubor que encienden los cerezos.
Es recordar dos ojos infantiles
en donde estaba repetido el cielo.


Es volver a vivir sencillamente,

es encontrarse elemental y bueno,
es fechar una carta desde el alma,
y de estampilla colocarle un beso."


Jorge Robledo





“Te esperé con la sangre detenida

sobre el silencio en ascuas de tu ausencia.
Te esperé soportando la existencia
como un lebrel al pie de tu partida…”


Jorge Robledo

Egoísmo de amor


"Te quiero así, con celos y con rabia,

con toda la potencia de la sangre
y sin claudicaciones en el alma.


Te quiero como un hombre enamorado,

que comparte la vida y la esperanza
pero no el tiempo del objeto amado.


Te quiero con dolor y sin temores,

como quiso a la lanza de Longinos
quien fabricó una cruz con sus amores.


Te quiero con amor, sin tolerancias,

midiendo el universo con tu nombre
y el vacío estelar con tus distancias.


Te quiero sin renuncias, toda mía,

como el amanecer que no tolera
que le quiten un átomo del día.


Te quiero con razón o contra ella,

como el acantilado indiferente
al mar que lo acaricia o que lo estrella.


Te quiero con pasión, como el gitano

a quien le brilla el alma en la pupila
y el filo de la sangre entre la mano.


Te quiero con violencia y desespero,

como quiere el marino en la tormenta
el áncora remota de un lucero.


Te quiero contra todo y contra todos

sin medir el amor ni el sacrificio
y sin buscar esguinces ni recodos.


Te quiero con temblor, con la entereza

de no haber conocido la sonrisa
de quien entrega el alma por flaqueza.


Te quiero como hombre, alta la frente

y sin las cobardías que arrodillan
la indignidad servil de mucha gente.


Te quiero con furor, como mereces,

montando guardia al pie de tu cariño,
dispuesto a dar la vida una y mil veces.


Te quiero así: con celos y con rabia,

con el golpe total de las arterias
y el ancestro viril de nuestra raza."


Jorge Robledo Ortiz






“…y una voz interior me va diciendo,

que aunque sigo tu imagen bendiciendo,
estoy dejando de quererte tanto…”


Jorge Robledo