Confieso que he usado
una tinta simpática,
Que escribo una carta a través del espejo. No hay otro camino para mí
sino éste que encontré de milagro
Y que no tengo prisa en abandonar.

Anna Ajmátova
Poema sin héroe


Cuando escuches el trueno me recordarás

Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta…

El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí

y el corazón, como entonces, estará en el fuego.

Esto sucederá un día en Moscú

cuando abandone la ciudad para siempre

y me precipite hacia el puerto deseado
dejando entre ustedes apenas mi sombra.

Anna Akhmatova seudónimo de Anna Andreievna Gorenko



El maestro

"Aquel que considero mi maestro
pasó como una sombra sin dejar sombra,
absorbió todos los venenos, bebió todo este letargo,
esperó y no logró la fama.
Quien fuera presagio, augurio,
se apiadó de todos, en todos dejó su aliento
y se ahogó..."

Anna Andréyevna Ajmátova
 En memoria de  Innokénti Ánnensky



El Poeta

Piensas que es esto trabajo, esta vida despreocupada
escuchar a la música algo y decirlo tuyo como si nada.
Y el ajeno scherzo juguetón meterlo en versos mañosos
jurar que el pobre corazón gime en campos luminosos.
Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver
mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier.
Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno
un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno.

Anna Andréyevna Ajmátova



Estamos tan intoxicados uno del otro… 

"Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo."

Anna Ajmátova



“…¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?”
Y ella responde: “Yo soy aquella.”

Anna Ajmátova




Hay en la intimidad un límite sagrado
"Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.
La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.
Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?"

Anna Ajmátova



La musa

"Cuando en la noche oscura espero su llegada,
se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?

Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
"¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas
sobre el infierno?"
Y ella responde: "Yo soy aquella." "

Anna Ajmátova


“…La soledad en sus redes me hizo prisionera
El gato negro el alma me mira, como ojos centenarios
Y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario.
Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche.”

Anna Ajmátova


"Mi sombra sirve como el amigo que anhelo."

Anna Ajmátova


Réquiem

"De nuevo se acercó la hora del recuerdo. 
 Os veo, os oigo, os siento:

A aquella a la que duras penas empujaron hacia la ventana,
 A aquella que sus pies no pisan su tierra natal,

A la que agitando su bella cabeza
 Dijo: "Vengo aquí, como si fuera a casa”.

Quisiera llamar a todas por su nombre, 
 Pero confiscaron la lista y no se puede encontrar.

Para ellas he tejido un vasto sudario 
 Con las pobres palabras que les oí.

De ellas me acuerdo siempre, en todas partes,
 No las olvidaré en una nueva desgracia.

Y si amordazaran mi atormentada garganta, 
 Por la que gritan cien millones de voces,

Que ellas también rueguen por mí
 En la víspera del aniversario de mi muerte.

Y si alguna vez en este país
 Deciden erigirme un monumento

Doy mi acuerdo a ese honor 
 Sólo a condición de que no lo erijan

Ni junto al mar, donde nací:
 Se rompieron mis últimos lazos con él,

Ni en el parque de los Zares, junto al secreto tronco,
 Donde una desconsolada sombra me busca

Sino aquí, donde permanecí de pie trescientas horas
 Y donde no me abrieron los cerrojos. 

Porque en la plácida muerte

 Temo olvidar el fragor de los negros furgones,


Olvidar cómo chirriaba la odiada puerta
 Y a la vieja que aullaba como una bestia herida.

Ojalá que de mis pesados párpados de bronce
 Fluyan las lágrimas como derretida nieve
Y que la paloma de la prisión arrulle a lo lejos
 Y que silenciosamente naveguen los barcos por el Neva."

Anna Ajmátova
segunda parte del Epílogo




“…Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.

Y molemos, arrancamos, aplastamos

esa tierra que con nada se mezcla.

Pero en ella yacemos y somos ella,

y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.”


Anna Ajmátova





“…Sin verdugo y sin cadalso
no se es poeta en esta tierra.”


Anna Ajmátova




Soy vuestra voz, calor de vuestro aliento,
El reflejo de todos vuestros rostros,

Es inútil el batir del ala inútil:
Estaré con vosotros hasta el mismo final.

Anna Ajmátova



Veo en sueños nuestra juventud
Ese cáliz que pasó por él.
Te lo devolveré, si quieres, como recuerdo, Como llama pura en un candil,
O copo de nieve en una tumba abierta.

Anna Ajmátova



Y te guardaremos, habla rusa,
gran palabra rusa.
Vamos a llevarte libre y pura
y darte a nuestros nietos, a salvo de cadenas
¡por los siglos!

Anna Ajmátova