“… De sol, silencio y soledad cercado,

huidera la pasión, la razón quieta,
lo más puro del alma se destila…”


Enrique de Mesa



Erótica


"Cayó sobre tu espalda

la llama de tu pelo,
y quemó la blancura
su ondulación de fuego.


Entre los áureos rizos,

por el amor deshechos,
yo vi calientes, húmedos,
brillar tus ojos negros.


Sin desmayar, erguidos,

redondos, duros, tersos,
temblaron los montones
de nieve de tus pechos.


Y de amor encendida,

estremecido el cuerpo,
con amorosa savia
sus rosas florecieron.


El clavel de tus labios

brindaba miel de besos,
y fue mi boca ardiente
abeja de sus pétalos.


De la crujiente seda,

que resbalara al suelo,
emergió su blancura
tu contorno supremo.


Y al impulso movido

de ardoroso deseo,
se cimbró entre mis brazos
y quedó prisionero.


Me abrasaban tus ojos.

Me quemaba tu aliento.
Y apagó las palabras
el rumor de tus besos."


Enrique de Mesa


Voz del agua


"Era pura nieve,

y los soles me hicieron cristal.
bebe, niña, bebe

la clara pureza de mi manantial.
Canté entre los pinos

al bajar desde el blanco nevero:
crucé los caminos,
dí armonía y frescura al sendero.
No temas que, aleve,

finge engaños mi voz de cristal.
Bebe, niña, bebe

la clara pureza de mi manantial.
Allá, cuando el frío,

mi blancura las cumbres entoca:
luego, en el estío,
voy cantando a morir en la boca.
Tan solo soy nieve,

no me enturban ponzoña ni mal.
Bebe, niña, bebe

la clara pureza de mi manantial."


Enrique de Mesa