Archipiélagos

Al final de esta frase, empezará a llover.
Y al filo de la lluvia, una vela.
Lentamente la vela perderá de vista las islas;
La creencia en los puertos de toda una raza
Se perderá entre la niebla.
La guerra de los diez años ha terminado.
El pelo de Helena, una nube gris.
Troya, un foso de ceniza blanca
Junto al mar donde llovizna.
La lluvia se tensa como las cuerdas de un arpa.
Un hombre con los ojos nublados la toca con los dedos
Y tañe el primer verso de La Odisea.

Derek Walcott




“… El cielo se plegó a nuestras espaldas
como la historia se pliega ante un sedal…”

Derek Walcott



“El horizonte la enhebra al infinito…”

Derek Walcott


“… El infierno fue erigido sobre aquellos montes. En aquel país
de carbón, sin fuego, el infierno era del mismo color…”

Derek Walcott


En conclusión


"Yo vivo sobre el agua,
solo. Sin hijos ni mujer.
He dado vueltas a todo lo posible
para llegar a esto:

una humilde casa junto al agua gris,
con las ventanas siempre abiertas
al mar picado. No escogemos tales cosas,

pero somos lo que hemos hecho.
Sufrimos, y los años pasan,
perdemos peso, pero no nuestra necesidad

de llevar algo a cuestas. El amor es una piedra
que se asentó en el lecho del mar
bajo las aguas grises. Ahora no necesito nada

de la poesía, salvo el sentimiento genuino,
no la piedad ni la fama ni la curación. Esposa tácita,
podemos sentarnos a observar el agua gris,

y en una vida bañada por las aguas,
de la mediocridad y la basura
vivir como las rocas.

Yo olvidaré cómo se siente,
desaparecer mi talento. Eso es más grande
y más difícil que aquello que pasa allá por vida."

Derek Walcott

“… En el centro del puerto
un pez rompe el día de guardar
con un salto de plata…”

Derek Walcott


“… En el crepúsculo, el dios encarnado en hombre sangra,
boca abajo, en las venas del mar…”

Derek Walcott




Estrella

Si, a la luz de las cosas, te disipas,
real, mas tenuamente sustraída
en nuestro decidido y a propósito
distanciamiento —luna que encendida se queda
toda la noche en el follaje—, ojalá
que sin ser vista alegres esta casa;
oh estrella, doblemente compasiva, venida
demasiado pronto para el crepúsculo, demasiado tarde
para el alba, que tu llama clara
conduzca lo peor de nosotros
entre el caos
con la pasión
del simple día.

Derek Walcott




Garcetas blancas

1
Cauto ante la luz de tiempo
que permite que las sombras matinales
se extiendan en el césped,
a las curiosas garcetas abrir sus picos y tragar
cuando tú, no ellas, o tú y ellas, se hayan marchado;
a las bullosas cotorras alistar su flota en el ocaso
para que abril encienda su violeta africano
en el retumbante mundo que te humedece
esos cansados ojos que detrás de dos lentes
se empañan: amanecer, atardecer,
los discretos estragos de la diabetes.
Acéptalo todo con frases ecuánimes,
con la solución esculpida que fija cada estrofa;
aprende que el césped brillante no opone resistencia
a las filosas preguntas de la garceta
y a las respuestas de la noche.

Derek Walcott





“La esquila de la capilla,
como el yunque de Dios, martillea el océano…”


Derek Walcott






“… las islas sólo pueden existir
si hemos amado en ellas…”

Derek Walcott


Me detengo a oír un estrepitoso triunfo de cigarras

Me detengo a oír un estrepitoso triunfo de cigarras
ajustando el tono de la vida, pero vivir a su tono
de alegría es insoportable. Que apaguen
ese sonido. Después de la inmersión del silencio,
el ojo se acostumbra a las formas de los muebles, y la mente
a la oscuridad. Las cigarras son frenéticas como los pies
de mi madre, pisando las agujas de la lluvia que se aproxima.
Días espesos como hojas entonces, próximos los unos a los otros como
horas y un olor quemado por el sol se alzó de la carretera lloviznada.
Punteo sus líneas a las mías ahora con la misma máquina.
¡Qué trabajo ante nosotros, qué luz solar para generaciones!-
La luz corteza de limón en Vermeer, saber que esperará allí
por otros, la hoja de eucalipto
rota, aún oliendo fuertemente a trementina,
el follaje del árbol del pan, de contorno oxidado como en van Ruysdael.
La sangre holandesa que hay en mí se dibuja con detalle.
Una vez quise limpiar una gota de agua de un bodegón flamenco
en un libro de estampas, creyendo que era real.
Reflejaba el mundo en su cristal, temblando con el peso.
¡Qué alegría en esa gota de sudor, sabiendo que otros perseverarán!
Que escriban: «A los cincuenta invirtió las estaciones,
la carretera de su sangre cantó con las cigarras parlantes»,
como cuando emprendí el camino para pintar en mi decimoctavo año.

Derek Walcott





“Mi raza comenzó como el mar comenzara,
sin nombre, sin horizonte…”

Derek Walcott



“…Negra es la belleza del más luminoso de los días…”

Derek Walcott



"…No puedo enmendar viejos errores.
Las olas se cansan del horizonte y regresan.
Sobre las varadas piraguas que se pudren…"

Derek Walcott


"¿Nos hemos desvanecido en un espejo
dejando atrás nuestras almas?"

Derek Walcott





“… Nunca fue inventada un alma, no obstante
cada presencia es transparente…”

Derek Walcott






“Te preparas para una tristeza,
y llega otra…”

Derek Walcott


Un pensamiento que tiembla

Un pensamiento que tiembla, no mayor que un reyezuelo
herido, se hincha al pulso de mi alma redondeada,
punza mientras su arañazo señala semejante a un montón de porquería,
alas ovales sonando monótonamente como un corazón apanelado.
Me das pena, reyezuelo; más de la que tú das al gusano
He visto ese pico sin piedad golpeando suave al gusano
como una aguja de calcetar a la lana, el temblor que das
tragando ese flácido fideo, su meneo de consumación
semejante al de una semilla tragada por la raja de una tumba,
después tu guiño de rectitud ante la religión de un reyezuelo;
pero si murieses en mi mano, ese pico sería la aguja
en la que el mundo negro siguió girando en silencio,
tu música tan medida en surcos como lo era la de mi pluma.
Sigue picando en esta vena y verás lo que pasa:
las madejas rojas se partirán en dos como lo hace la calceta.
Se acanala en mi palma, como el latido, baqueteando para irse,
como si compartiera el conocimiento de un reyezuelo en otra parte,
más allá del mundo anillado en su ojo, estación y zona,
en el iris radial, la mirada fija, apuntada, apuntando.

Derek Walcott