A mi cadena

"Cadena mía, ¿no sabes que me he entregado a ti?
¿por qué, entonces, no te enterneces ni te apiadas?
Mi sangre fue tu bebida y ya te comiste mi carne.
No aprietes los huesos.
Mi hijo Abu Hasim, al verme rodeado de ti,
se aparta con el corazón lastimado.
Ten piedad de un niñito inocente que nunca temió
tener que venir a implorarte.
Ten piedad de sus hermanitas, parecidas a él y a
las que has hecho tragar veneno y coliquíntida.
Hay entre ellas algunas que ya se dan cuenta,
y temo que el llanto las ciegue.
Pero las demás aún no comprenden nada y no
abren la boca sino para mamar."


Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid 





El copero, la copa y el vino

"Apareció, exhalando aromas de sándalo,
al doblar la cintura por el esbelto talle,
¡Cuántas veces me sirvió, aquella oscura noche,
en agua cristalizada, rosas líquidas!"


Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid 






El corazón

"El corazón persiste y yo no cesa;
la pasión es grande y no se oculta;
las lágrimas corren como las gotas de lluvia,
el cuerpo se agosta con su color amarillo;
y esto sucede cuando la que amo, a mí está unida:
¿Qué sería, si de mí se apartase?"

Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid 



El Rey Al-Mutamid dice adiós a Sevilla


Habibi
En esta incierta hora
Cuando ya mi corazón
Dice adiós a este tiempo
Habibi

Y Alá
Me llama en el silencio
Mientras se oye por el aire
El vuelo de los buitres esperando
Nadie llore por mi
Si acaso en el recuerdo

Algunos versos
Que yo fuí un gran señor
Que tuvo un reino hermoso
Junto a un río

Sevilla
Sevilla, ¡ay que lejos!
¡Ay Sevilla!
La única cadena que yo siento

Cadena
Si yo a ti me entregué
¡Ten piedad de mí!
Cadena

Habibi
Damma-ni damma.

Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid 




"Invisible tu persona a mis ojos,
está presente en mi corazón;
Te envío mi adiós con la fuerza de la pasión,
con lágrimas de pena, con insomnio;
Indomable soy, y tú me dominas,
y encuentras la tarea fácil;
Mi deseo es estar contigo siempre
¡Ojalá pueda concederme ese deseo!
¡Asegúrame que el juramento que nos une,
no se romperá con la lejanía."

Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid


La amada

"¡Oh mi elegida entre todos los seres humanos!
¡Oh Estrella! ¡Oh luna!
¡Oh rama cuando camina,
oh gacela cuando mira!
¡Oh aliento del jardín, cuando
le agita la brisa de la aurora!
¡Oh dueña de una mirada lánguida,
que me encadena!
¿Cuándo me curaré? ¡Por ti daría la vista y el oído!
Tu frescor aliviaría
la oscuridad de mi corazón.
La noche de tu ausencia es larga
¡Que nuestro abrazo de amor sea como el alba!"


Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid



"La noche de tu ausencia es larga
¡Que nuestro abrazo de amor sea como el alba!"

Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid


"Luego, cuando la Luna quiso pasearse hacia poniente, levantó por encima de sí a
Orión como un dosel, y las estrellas avanzaron a sus dos lados como batallones que alzaron a las Pléyades por bandera."

Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid


"Te he visto en sueños en mi lecho 
y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada, 
era como si me abrazases y sintieses 
el amor y el desvelo que yo siento, 
es como si te besase los labios, la nuca, 
las mejillas, y lograse mi deseo. 
¡Por tu amor!, si no me visitase tu imagen 

en sueños, a intervalos, no dormiría más."

Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid