“En el corazón del siglo soy un ser confuso
Y el tiempo aleja cada vez más el objetivo
Y el fresno cansado del bordón
Y el miserable verdín del cobre”

Ósip Mandelshtam


Guarda siempre mi palabra

"Guarda siempre mi palabra tras un dejo de desgracia y humo,
Tras la resina de la paciencia circular, tras la brea vergonzosa del trabajo... 
Como el agua que en los pozos de Novgorod debe ser negra y dulce, 
Para que en la Navidad se refleje en ella la estrella de siete alas. 
Y por ello, padre mío, mi amigo y burdo ayudante, 
Soy un hermano bastardo, un renegado del pueblo, 
Que promete edificar grandes y frondosas construcciones 
Para que en ellas se mueran los príncipes. 
Ojalá me amaran sólo a mí estos parajes helados 
Como los bolos que, apuntando a la muerte, golpean el jardín. 
Aunque pase toda la vida en una camisa de hierro 
Encontraré para la ejecución un hacha en el bosque.

Ósip Mandelshtam



"La poesía, es un arado que revienta el tiempo de tal forma que las capas más profundas, su humus, quedan en la superficie."

Ósip Mandelshtam




“Las estrellas eran sal en el filo del hacha
el hacha se convirtió en el firmamento
en todo el universo.”

Ósip Emílievich Mandelshtám




“Leer sólo libros infantiles, Acariciar sólo pensamientos incautos, Disipar todo lo que huela a solemne, Sublevarse contra la honda tristeza.”

Ósip Mandelshtám



Me extravié en el cielo


Me extravié en el cielo.
¿Qué puedo hacer?
Quien esté cerca ¡conteste!
Sería mejor para ustedes hablar
De las vigorosas visiones dantescas.
No puedo separarme de la vida:
Aunque ella mate y acaricie,
En los oídos y en las cuencas de los ojos
Se posa la tristeza florentina.
No coloques, por favor, no coloques
Laurel amoroso en el whisky,
Mejor despedaza mi corazón
En trozos de sonidos azules.
Y cuando muera, este servidor,
Amigo en vida de todos los vivos,
Resonará en lo alto y profundo
Un eco celeste en el pecho.

Ósip Mandelshtam





Porque no supe retener tus manos


"Porque no supe retener tus manos,
porque traicioné la dulzura de tus labios salados,
debo aguardar el alba en la acrópolis dormida.
¡Cómo odio el hedor de los viejos troncos!


Los guerreros aqueos ensillan a oscuras sus caballos,
sus mordientes sierras se aferran a los muros,
nada calma el seco tumulto de mi sangre,
y no hay para ti ni nombre, ni sonido, ni molde.


¿Cómo pude pensar que volverías? ¿Cómo osé
pensarlo?
¿Por qué me separé de ti antes de tiempo?
Aún no se disipó la sombra ni cantó el gallo,
ni hendió la madera el hacha ardiente.


En los muros la resina destila cual lágrima
transparente
y la ciudad siente sus costillas de madera,
pero la sangre afluye a las escalas y al asalto se lanza.
Tres veces soñaron los guerreros esta imagen seductora.


¿Dónde está la querida Troya? ¿Dónde la casa del rey,
de la doncella?
Será destruido el alto nido de Príamo.
Y caen las flechas como lluvia seca de madera,
y otras flechas, como avellanos, crecen en la tierra.


La última estrella, picadura indolora, se apaga,
la golondrina gris de la mañana llama a la ventana
y el lento día se remueve como un buey entre la paja,
y luce en las calles, arrugadas por tan largo sueño."

Osip Mandelstam



"Si la cabeza no le da vueltas a causa de esta prodigiosa ascensión, digna de los recursos organísticos de Johann Sebastian Bach, intente señalar dónde está el segundo y dónde el primer término de la comparación, qué se compara y con qué, dónde está lo esencial y dónde lo accesorio que lo aclara.
Hay toda una serie de cantos dantescos que se abren con un preludio impresionista, cuyo objetivo es presentar bajo el aspecto de un abecedario desordenado —saltarín, centelleante, desparramado— esos elementos" que por la ley de la convertibilidad de la materia poética están destinados a unirse en fórmulas semánticas.
Y así, en esta introducción vemos la ingrávida y centelleante danza heraclitiana de las mosquitas de verano, que nos prepara para recibir el serio y trágico discurso de Ulises.
Más que cualquier otra composición de Dante, el Canto XXVI del Inferno es el que más se acerca a la navegación a vela, es el que más bordadas hace y mejor maniobra. Por su ductilidad, por su saber evadirse, por su diplomacia florentina y una cierta astucia griega, este canto es único."

Osip Mandelstam
Coloquio sobre Dante


Vivimos inmersos sin sentir el país

Vivimos inmersos sin sentir el país, 
Nuestras palabras se esfuman a diez pasos, 
Donde sólo basta un charlatán a medias 
Recordarán al montañés del Kremlin. 
Sus gruesos dedos son grasos, cual gusanos,
Y sus palabras, pesadas, son ciertas, 
Las cucarachas se mofan de sus ojos
Con sus tentáculos resplandecientes. 
Lo rodea una chusma de jefes catrines, 
Juega y se sirve de gente mediocre. 
Quién silba, quién maúlla, quién gimotea,
Sólo él puede golpear y empujar, 
Como un capataz da una orden tras otra
Ya sea en la ingle, en la frente,
en las cejas, en los ojos.
Él puede matar y a la vez ser dulce,
Es un georgiano de gran corazón.

Osip Mandelstam



“…Y toda la noche, sin descanso, espero la visita anhelada
Moviendo los grilletes de las puertas.”

Ósip Mandelshtam