Allo, de Je Sublime

"Mi avión en llamas mi castillo inundado de vino del Rhin
mi ghetto de lirios negros mi oreja de cristal
mi roca rodando por el acantilado para aplastar al guarda rural
mi caracol de ópalo mi mosquito de aire
mi edredón de aves del paraíso mi cabellera de espuma negra
mi tumba agrietada mi lluvia de langostas rojas
mi isla voladora mi uva de turquesa
mi colisión de autos locos y prudentes mi arriate silvestre
mi pistilo de cardillo proyectado en mi ojo
mi bulbo de tulipán en el cerebro
mi gacela perdida en un cinema de los bulevares
mi cofrecillo de sol mi fruto de volcán
mi risa de estanque oculto donde se ahogan los profetas distraídos
mi inundación de casis mi mariposa de morilla
mi cascada azul como una ola de fondo que hace nacer la primavera
mi revólver de coral cuya boca me atrae como la boca de un pozo reverberante
helado como el espejo en que contemplas la huida de los colibríes de tu mirar
perdido en una exposición de lencería enmarcada de momias te amo.

Benjamin Péret 



“…Espera que la plancha haya quemado la camisa de rocío
para hacer florecer en ella el reflejo del cristal escondido en
una gaveta…”


Benjamin Péret 



Imperativo


Temer el sudor de las moscas extraviadas en los barrios en construcción
Envilecer los jarros de estaño hasta que sean desgarrados por
los cachorros
Retorcer los antiguos armarios para extraer un poco de polvo
de rubí con qué colorear los lagos
Silbar repetida y largamente para que acudan los huesos bien
blanqueados que no quieren entender razones
Lavar la tinta con vino rojo para distraer a los niños que riñen
en el patio
Cortar la luz en cuatro y arrojarla a las fieras
Extraer de la arena todos los dientes que contiene para
levantar muros
Transformar las armaduras en incubadoras para obtener
polluelos de pico largo
Aplastar a las tortugas hasta convertirlas en mantillas
Regar todos los días las banderas con aceite de máquinas
Quemar los camembert pasados hasta que salte el fénix
Acariciar las lentejas una por una antes de sembrarlas
Sacudir los tapices con una navaja para fabricar jaulas de
canarios
Agotar las reservas de oro para comprar horquillas de cabello
Asustar a las langostas que intentan penetrar en una tabaquera
Cocinar los violines en salsa blanca
Dorar las escaleras para evitar barrerlas
Caracolear en las iglesias a la hora de la misa solemne
pero no insultar nunca al cartero para expulsar a los ratones
de la péndola
que atacarían los bronces artísticos a picotazos.

Benjamin Péret



"La estación de las lluvias ha pasado, y he aquí que los órganos ya van a florecer. ¡Cuán bella es la flor de rata! Y nada se compara al perfume de los testículos que se abren en el crepúsculo. Es el momento, para usted, de deshierbar su jardín, porque, de lo contrario, las vesículas biliares parecerán ahogadas por la hierba mala. Sobre todo, no olvide dejar sueltos, al anochecer, a los cretinos mágicos que usted cebó con polvo durante toda la estación seca. Harán maravillas en la caza al cerebro, tan dañino para el desarrollo de los encéfalos en espiral, que las autoridades ofrecen hasta veinte francos de prima por cerebro. Así es cómo usted contará con un recurso que no deberá desdeñar, ya que su jardín, tan florido, debe de estar absolutamente infestado de ellos.
Le envío la ballesta que usted me solicitó para la defensa de las migas doradas. La he escogido lo bastante grande como para que pueda servirle para matar a los granos de sal que atacan a los bellos chillidos de quebrantahuesos, en su cuarto de baño. Aunque usted no me lo haya pedido, me he tomado la libertad de enviarle un centenar de moscas octaédricas con bendición paterna. Éstas le serán indispensables si usted tiene —lo cual es probable— arco-iris suspirantes en su huerto. Y, si por casualidad usted no los tiene, estas moscas le podrán ser muy útiles en los días ventosos para proteger los murmullos de las muselinas de las ideas negras que los roerían en menos de que canta un gallo.
Guardo a su disposición una magnífica ola de fondo que protege maravillosamente de los ardientes rayos del sol veraniego. Ya yo la he utilizado con éxito total. Le garantizo que los rayos de sol son efectivamente detenidos a cuatro metros del suelo y se quedan allí gimiendo como un cachorrito que sus amos han encerrado antes de salir.
Quedo de usted, mi querida niña, con la adoración de siempre, y con el solo deseo de besar su mano de reseda."

Benjamin Péret
Mueran los cabrones y los campos del honor



"Si se indaga en la significación original de la poesía, actualmente disimulada bajo los mil oropeles de la sociedad, se constata que es el verdadero aliento del hombre, la fuente de todo conocimiento y éste mismo conocimiento, bajo su aspecto más inmaculado. En ella se condensa la vida espiritual de la humanidad en su totalidad, desde que ha comenzado a tomar conciencia de su naturaleza; en ella palpitan ahora las más altas creaciones y, tierra por siempre fecunda, guarda perpetuamente en reserva los cristales incoloros y las cosechas del mañana.
Divinidad tutelar de mil rostros, se la llama aquí amor, allí libertad, en otros lados ciencia. Continúa siendo omnipotente, borbotea en el relato mítico de los esquimales, estalla en la carta de amor, ametralla al pelotón de ejecución que fusila al obrero en el momento en que exhala el último suspiro de revolución social y por lo tanto de libertad, chisporrotea en el descubrimiento del investigador científico, desfallece, exhangüe, hasta en las más estúpidas producciones que se reclaman de ella y de su recuerdo; elogio que podría ser fúnebre, figurando en las palabras momificadas de su asesino el sacerdote y que el creyente escucha persiguiéndola, ciego y sordo, en la tumba del dogma, donde la poesía no es sino una falaz ceniza."

Benjamin Péret
El deshonor de los poetas



"Tu aliento de pensamientos salvajes
 que se reflejan del techo sobre mis pies
 me atraviesan de par en par
 me siguen y me preceden
 me duermen y me despiertan
 me arrojan por la ventana para hacerme subir por el elevador

 y viceversa."

Benjamin Péret
Fragmento de Bogavante


“…Vuelos de loros atraviesan mi cabeza cuando te veo de perfil

y el cielo de grasa se estría de relámpagos azules
que trazan tu nombre en todos los sentidos…”


Benjamin Péret