“Adiós, amigo mío, sin gestos, sin palabras.
Que no haya dolor ni tristeza en tu frente.
En esta vida, morir no es nada nuevo,
pero vivir, por supuesto, es menos nuevo aun.”

Serguei Esenin


Confesión de un golfo

No todos saben cantar,
No todos saben ser manzana
Y caer a los pies de otro.
Esta es la suprema
Confesión de un granuja.

Ando intencionalmente despeinado,
Con la cabeza como una lámpara a petróleo.
Me gusta alumbrar en las tinieblas
El otoño sin hojas de vuestros espíritus.
Me gusta que las piedras de los insultos
Caigan sobre mí como granizo vomitado por la tormenta.
Entonces es cuando aprieto con más fuerza
El globo oscilante de mi cabezota.

Con qué nitidez recuerdo entonces
La laguna cubierta de hierba y la voz ronca del aliso
Y que en algún lugar viven mi padre y mi madre.
Mis versos les importan un comino,
Pero me quieren como a un campo, como a la carne de su carne,
Como a la buena lluvia que en primavera ayuda a salir a los brotes.
Ellos les clavarían a ustedes sus horquetas
Cada vez que me lanzan una injuria.

¡Pobres, pobres campesinos!
Seguramente están viejos y feos
Y siguen temiendo a Dios y a los espíritus del pantano.
¡Si sólo pudieran comprender
Que su hijo
Es el mejor poeta de Rusia!
¿Acaso sus corazones no temían por él
Cuando se mojaba los pies en los charcos del otoño?
Ahora anda de sombrero de copa
Y con zapatos de charol.

Pero con el mismo espíritu juguetón de antes.
De aldeano travieso.
Desde lejos saluda con una gran reverencia
A las vacas pintadas en los letreros de las carnicerías.
Y cuando se cruza con los coches de la plaza,
El olor del estiércol lo remonta a los campos de su tierra
Y está dispuesto a sostener en el aire la cola de cada caballo
Como si fuese la cola de un traje de novia.

Amo mi tierra.
¿La amo con locura!
Aunque sobre ella caiga toda la tristeza y el moho de los sauces.
Gozo con los hocicos inmundos de los cerdos
Y con las notas estridentes de los sapos en el silencio nocturno.
Estoy enfermo de los recuerdos de infancia,
Sueño con la niebla y con la humedad de las tardes de abril,
Cuando nuestro arce se puso en cuclillas
Para calentarse los huesos en la hoguera del crepúsculo.
¡Trepando de rama en rama,
Cuántos huevos no robé de los nidos de las cornejas!
¿Seguirá siendo el mismo de antes, con su copa verde?
¿Tendrá todavía la corteza tan dura?

¿Y tú, mi querido perro fiel
Overo?
La vejez te ha puesto gruñón y ciego
Y vas de un lado a otro del patio arrastrando tu cola caída.
Tu nariz no distingue ya el establo de la casa.
Cuánto no significan para mí nuestras pillerías de antaño
Cuando le robaba pan a mi madre
Y lo comíamos entre los dos, mordiéndolo por turno
Sin sentir repugnancia.

Soy siempre el mismo,
Mi corazón es siempre el mismo.
Los ojos florecen en el rostro como los azulíes en el trigo.
Y yo, extiendo las esteras doradas de mis versos
Quiero decirles a ustedes
Mis palabras más tiernas.

¡Buenas noches a todos!
¡Buenas noches!
Rozando por última vez la hierba del crepúsculo
Ha enmudecido la guadaña de la aurora.
Y siento unas ganas locas
De mear a la luna desde la ventana.
¡Luz azul, en este azul profundo
Ni siquiera la muerte me importa!
¡Que importa que yo parezca un cínico
Con un farol colgando del trasero!
Viejo, buen y supercabalgado Pegaso,
¿Qué falta me hace a mí tu trote blandengue?
Yo he venido como un severo maestro
A cantar y a ensalzar a las ratas.
Como agosto, vierte
Mi cabeza el vino espumoso de mis cabellos.

Yo quiero ser ese amarillo
Que nos lleva al país que navegamos.

Serguéi Yesenin


Estoy cansado

Estoy cansado de vivir en mi país natal,
con la nostalgia de las extensiones de trigo negro;
dejaré mi choza,
partiré como un vagabundo y un ladrón...

Volveré a la casa paterna
a regocijarme con el júbilo ajeno.
Y en una noche verde, bajo la ventana,
con la manga de mi camisa me ahorcaré.

Los sauces de plata contiguos a la cerca
inclinarán sus cabezas con mayor dulzura aún.
Y sin lavarme, sin el menor ritual,
se me enterrará bajo los aullidos de los perros.

La luna continuará bogando por el cielo,
perdiendo sus remos en el agua de los lagos;
y Rusia siempre será la misma,
danzando y llorando alrededor de las empalizadas.

Serguéi Yesenin




“Ha cambiado mi espíritu primero…
En el marchito resplandor de la luna
como de piedra, como de acero
siento de mi terruño la bravura”

Serguéi Aleksándrovich Yesenin

Hasta pronto amigo mío


Adiós, amigo mío, adiós
tú estás en mi corazón.
Una separación predestinada
promete un encuentro futuro.

Adiós, amigo mío,
sin estrechar la mano ni palabra
no te entristezcas y ninguna
melancolía sobre las cejas.

Morir en esta vida no es nuevo,
pero tampoco es nuevo el vivir.

Serguéi Yesenin
Manuscrito escrito con sangre que se encontró en la habitación donde Sergei Esenin se suicido



Estoy cansado de vivir en mi tierra

Estoy cansado de vivir en mi tierra.
Fatigado por la vasta llanura de trigo
sarraceno, abandonaré mi cabaña,
me marcharé, y seré vagabundo y ladrón.
Con los rizos blancos del día
buscaré un paradero miserable.
Y, pensando en mí, mi amigo querido
afilará la navaja de su bota.
El camino amarillo del prado
se envolverá con sol y primavera,
y aquélla cuyo nombre guardo
me expulsará del umbral.
Y de nuevo volveré a la casa del padre,
me consolaré con ajena alegría
y una tarde verde, bajo la ventana,
me colgaré de mi propia manga.
Al pie del cercado los sauces canosos
amorosamente inclinarán sus copas,
y me enterrarán sin lavar
bajo el ladrido de los perros.
Navegará la luna, navegará,
y dejará caer sus remos en los lagos.
Y Rusia vivirá como antes
bailando y llorando al pie del cercado.

Serguéi Yesenin


“La luna continuará bogando por el cielo,
perdiendo sus remos en el agua de los lagos
y Rusia siempre será la misma,danzando
y llorando alrededor de las empalizadas…”

Serguéi Yesenin



Las estrellas

¡Las pequeñas estrellas de las estrellas, usted está tan alto y tan claro!
¿Qué usted ha conseguido en usted, tan fascinando?
Las estrellas, profundas en pensamiento, así que discretas usted aparece,
¿Qué la energía a que las marcas usted están tentando tan?
¡Las estrellas, pequeñas estrellas, usted es tan denso y tan sólido!
¿Cuál es ese le hace tan grande y fascinando?
Cómo puede usted, los cuerpos divinos, producirlo:
¿Revolvimiento de una sed y de un deseo para aprender?
Porqué, como usted brille, son usted agradable y la invitación
¿En sus brazos abiertos de par en par, el instante?
Satisfaciendo el corazón, tan benigno y tentando,
¡Estrellas divinas, tan telecontrol y tan distante!

Serguéi Yesenin



“No me lamento, no llamo, no lloro,
todo pasará como humo de manzanos blancos.
Preso del oro del marchitamiento,
Ya jamás seré joven…”

Serguéi Yesenin




"No todos saben cantar,
No todos saben ser manzana

Y caer a los pies de otro.

Esta es la suprema
Confesión de un granuja."


Serguéi Yesenin



“Sí, yo poco me he dispuesto
para una vida en paz y entre sonrisas.

Y cuanto más corto ha sido mi camino
tanto mayores mis caídas.”

Serguéi Yesenin


Sin lamentos

Sin quejas, ni lamentos ni llantos
como el humo a través del florido manzano
hasta mí llegó la marchitez dorada
ya no seré más joven y lozano.

Ya no lates con la fuerza de antes
mi corazón tocado por el hielo
y caminar descalzo por el bosque
ya no es una ilusión, no es un anhelo.

El deseo de aventura cada vez es menor
y el fuego de los labios ya se ha ido
¡oh mi joven y lejano frescor
mis antaños pletóricos sentidos!

Ahora son escasos mis afanes
¿he vivido mi vida o la he soñado?
Es como si en un alba primaveral
galopé sobre un caballo rosado.

Nuestro destino es frágil y finito
el cobre de las hojas lento emana
por todos los siglos sea bendito
lo que florece hoy para morir mañana.

Serguéi Yesenin


“Todos, todos en este mundo somos perecederos,
sin ruido se derrama el cobre de los arces…”

Serguéi Yesenin



Ya nos vamos marchando poco a poco


Ya nos vamos marchando poco a poco
al país donde hay calma y ventura.
Quizá yo mismo dispondré muy pronto
mi frágil equipaje para el viaje.

¡Queridas espesuras de abedules!
¡Tú, tierra! ¡Y vosotras, arenas de las llanuras!
No consigo ocultar mi pesadumbre
ante la infinidad de los que parten.

He amado demasiado en este mundo
todo lo que viste de carne el alma.
¡Paz a los álamos que extendiendo sus ramas
miran temblando las aguas rosadas!

Muchos pensamientos he madurado en la calma,
muchas canciones compuse sobre mí.
De haber vivido y respirado en esta
desapacible tierra soy feliz.

Soy feliz porque he besado mujeres,
he arrancado flores, me revolqué en la hierba,
y a los animales, hermanos menores,
no he golpeado nunca en la cabeza.

Sé que allí no florecen los bosques,
no cimbrea el centeno de cuello de cisne.
Por eso siempre me estremezco
ante la infinidad de los que se van.

Sé que en aquel país no brillarán
los trigos como el oro en la niebla.
Por eso quiero tanto a los hombres
que viven conmigo en la tierra.


Serguéi Yesenin