“Madre, una estrella se ahoga
entre las aguas del río.
Va blanca de luz de luna
llena de miedo y de frío.”

Adriano del Valle



La Hora

Sube la sangre joven renovando latidos,
baja ya menos joven un segundo más tarde,
vuelve a subir al árbol del corazón a pulso...
Con sístole y diástole me riegan. Luego existo.

Tres mil seiscientas veces por hora, los segundos
apagan lirios, sueños, ilusiones, ardores,
usándonos el alma, invalidando el ímpetu,
dejándolo en rehenes del tiempo inexorable.

Árbol, fatal destino semejante al del hombre
si es que el rayo le acecha detrás de los relámpagos
y olvida que algún día será carbón extinto.

Adriano del Valle



Luces de la ciudad bajo la noche



"Luces.
Rosas de luces que se encienden
en explosiones silenciosas
hasta irrumpir en las retinas
en mil fracasos,
multiplicados por los horizontes
y por el inmenso estuario
azul
del mar.


Luces.
Luces que surgen,
suavemente,
o bien con el ímpetu estelar
con que fluiría la sangre
a los miembros que hubiesen sido cercenados
sobre un tajo de estrellas.


Luces que se sumergen en el río,
y tiemblan,
como flores de légamo,
o como rojas pupilas de borrachos
que vomitasen vinos hediondos
desde los pretiles de los puentes.


Luces que brotan a la vida nocturna,
en los cristales y en las torres,
como rescoldos de la hoguera
purpúrea del crepúsculo
en que murió la tarde,
voluptuosamente

[…]

por los rayos del sol
herida por las jabalinas temblorosas
de los relámpagos del estío.


Luces de la ciudad
que irrumpen en la noche
ya poblada por el zumbido
de las mil abejas del silencio.


Luces que surgen en la sombra
como rosas de sangre
que fuesen extravasadas por las lunas
de las ánforas plenas
puestas en los intercolumnios de las vírgenes.
Luces de las constelaciones
que son como las mamas prodigiosas
del torso azul de Urania
que rezuman estrellas encendidas
sobre los vastos finares y los ríos.


Luces misteriosas de San Telmo
ebrias sobre los mástiles,
que están como empavesados con estrellas.
Luces que en las cúpulas son pájaros
de rotas alas temblorosas,
nostálgicos de sol bajo la luna
y ansiosos de partir en un gran vuelo,
sobre los naranjos y sobre las salinas,
en la fresca mañana ribereña,
que traerá más luces aún
en las blancas banderas de la aurora…"


Adriano del Valle