"En el Islam, cuando se piensa en ese profeta que debe ser emulado, se representa uno la imagen de esa fuerte personalidad que nos viene a la mente, que es severo consigo mismo y con los falsos e impíos, y caritativo con el mundo que lo rodea. Sobre la base de esas dos virtudes de la fuerza y la sobriedad en una mano, y la caridad y la generosidad en la otra, el profeta es sereno y se extingue en la Verdad. Es un guerrero a caballo que se detiene frente a la montaña de la Verdad, pasivo hacia la Voluntad divina, activo en relación al mundo, duro y sobrio consigo mismo y amable y generoso con las criaturas que lo rodean."

Seyyed Hosein Nasr