"A los pescadores les empezaba a aflorar el apetito sexual. Eran hombres fornidos apartados de forma antinatural de las mujeres durante cuatro o cinco meses. Por la noche, salían siempre historias de las mujeres que se podían comprar en Hakodate, o se contaban groserías sobre las partes íntimas femeninas. Una hoja con escenas eróticas había dado tantas vueltas de mano en mano que el papel casi se deshacía al tocarlo."

Takiji Kobayashi



"(...) Durante toda la noche sufrían los ataques de piojos, pulgas y chinches. Hicieran lo que hicieran, no lograban exterminarlos. Si se ponían de pie sobre las húmedas literas, las pulgas les subían por las piernas. Al final, se preguntaban si no habría alguna parte de sus cuerpos que se estuviera pudriendo. Tenían la extraña sensación de ser cadáveres en descomposición tomados por los gusanos y las moscas."

Takiji Kobayashi



"El barco era una ballena agonizante que se retorcía en medio del oleaje."

Takiji Kobayashi




"El barco, que pesaba casi trescientas toneladas, empezó a saltar como si tuviera hipo al entrar en el estrecho de Soya. Parecía como si una fuerza extraordinaria lo levantara. Ora flotaba en el aire, ora caía volviendo a su posición original con un enorme estruendo. Era como ese desagradable cosquilleo, esa sensación de estar a punto de orinarse, que se tiene a veces en un ascensor cuando desciende demasiado rápido. Los obreros, que tenían la cara amarillenta de desfallecimiento, y los ojos afilados por el mareo, vomitaban."

Takiji Kobayashi


"El destructor, que se balanceaba de forma casi imperceptible, flotaba como un albatros con las alas cerradas. Su casco entero parecía pedir a gritos un sueño reparador. De su chimenea salía, hacia un cielo sin viento, una columna de humo tan fina como la de un cigarrillo. Parecía un hilo de lana.
Al mediodía, el patrón, el capataz de los obreros y los otros todavía no se habían levantado.
«¡Serán señoritos!», se quejaban los hombres mientras se deslomaban trabajando.
Al lado de la cocina había un montón de botellas de cerveza y latas de cangrejo tiradas de cualquier manera. Viéndolas de día, incluso el camarero que las había servido se sorprendía de que hubieran comido y bebido tanto.
Por su trabajo, el camarero conocía perfectamente la vida desvergonzada que llevaban el capitán, el patrón y el representante de la factoría. Era algo que los pescadores y los obreros no debían saber. Y también sabía otra cosa de la vida de los pescadores y los obreros, y era que el patrón, cuando se emborrachaba, se refería a ellos como «cerdos». Desde su posición neutral como camarero, veía que los de arriba conspiraban para conseguir más beneficios mientras pescadores y marineros caían en sus redes. No era algo que le gustase. De hecho, estaba convencido de que sería mucho mejor para él no saber nada.
Estaba seguro de que podía predecir qué pasaría y qué no.
Eran cerca de las dos. El capitán, el patrón y los otros, con la ropa arrugada y descuidada, dieron unas latas a dos marineros para que las llevaran y se fueron en una lancha al destructor. En la cubierta, los pescadores y los obreros que estaban pescando cangrejos se quedaron mirando aquello sin dejar de trabajar, como si vieran a una novia desfilando hacia el altar."

Takiji Kobayashi
Kanikosen. El pesquero



"El patrón anunció con una nota que, además de premiar al trabajador que rindiera más, se castigaría al que rindiera menos. El castigo consistiría en aplicarle un hierro al rojo vivo sobre la piel. Mientras trabajaban, los hombres no podían dejar de pensar en ese hierro candente, que los acosaba como si fuera su sombra mientras trabajaban. Una vez más, la productividad del trabajo ascendió de forma espectacular."

Takiji Kobayashi



"El patrón llevaba siempre encima una pistola cargada. A veces, sin motivo alguno, mientras todos trabajaban, disparaba a una gaviota o a alguna parte del barco porque sí, como "medida disuasoria". Miraba a los sorprendidos pescadores y sonreía satisfecho. De ese modo quedaban todos macabramente avisados de que, si pasaba algo, les dispararía a ellos."

Takiji Kobayashi






"El viento era cada vez más potente. Silbaba con fuerza y hacía que los dos mástiles se combaran como cañas de pescar. Las olas se alzaban y, con la sencillez de quien salta un simple leño, pasaban de un lado al otro del barco, agitadas como una banda de facinerosos, y entonces se las llevaba la corriente. En aquellos momentos, las escotillas se convertían en cataratas."

Takiji Kobayashi





"Las empresas escogían con extremo cuidado a los pescadores. An los lugares de reclutamiento, contaban con los alcaldes y los jefes de policía para seleccionar a los "jóvenes modélicos". Elegían a los trabajadores que no sentían simpatía por los sindicatos y que eran obedientes. " ¡Con astucia, todo para nuestro interés! ". Pero al fin y al cabo, el trabajo en el buque factoría había logrado justo lo contrario: los trabajadores se habían agrupado y estaban a punto de organizarse. Hasta el capitalista más astuto no había podido imaginar que las cosas sucederían de ese extraño modo. Irónicamente, les habían hecho el favor a aquellos trabajadores desorganizados, borrachos e inútiles, de enseñarles a agruparse y organizarse."

Takiji Kobayashi




"Mientras trabajaban en cubierta, veían a menudo un destructor que cruzaba la línea del horizonte hacia el sur. La bandera japonesa ondeaba en su popa. Los pescadores, emocionados y con lágrimas en los ojos, saludaban blandiendo sus gorras. "Nuestros protectores", pensaban. " ¡Mierda! Cuando los veo, se me saltan las lágrimas"."

Takiji Kobayashi



"Perder cinco o seis cuerpos no tiene ninguna importancia, pero sería una lástima perder el bote."

Takiji Kobayashi



"Si no hubiera marineros y fogoneros, el barco no se movería. Si los obreros no trabajan, no entra ni un céntimo en el bolsillo de los ricos. El barco del que hablaba antes ha sido comprado y preparado con el dinero obtenido exprimiendo la sangre a otros trabajadores. Es el dinero que nos han robado a nosotros. Los ricos y nosotros somos como padres e hijos."

Takiji Kobayashi



"Sí, sólo había uno o dos ejemplos, pero si la célula, a fin de que ese acercamiento natural entre empleados fuera a más (organizativamente), se enteraba de cómo funcionaba y se esforzaba en actuar allí dentro (y no sólo entre esos cuatro o cinco), cabía aprovechar la ocasión del próximo despido de seiscientas personas para movilizar a toda la fábrica.
Y en Industrias Kurata, dedicada a la fabricación de material bélico como máscaras de gas, paracaídas y dirigibles en tiempo de guerra, la importancia de la organización era fundamental. Desde que estallara la guerra, nos habíamos centrado en las industrias de material bélico (especialmente metalúrgico y químico) y en el transporte (de cuerpos del ejército y sus equipos). Y por esa razón Ito, Suyama, Ota, otros camaradas y yo nos introdujimos en Industrias Kurata, pero como no éramos más que trabajadores temporales, antes de medio mes nos habrían echado a la calle. En quince días, debíamos asentar las raíces de la organización y ganarnos a los trabajadores fijos a fin de poder seguir haciendo nuestro trabajo sin dificultades gracias a la relación estrecha que debíamos establecer entre las raíces de la organización y el exterior.
Y por ese motivo, para lograr esa unión, habíamos decidido servirnos de cualquier ocasión, por tonta que pareciera, para poner en contacto a los empleados fijos y a los temporales. Al mismo tiempo, en cuanto a la organización de los temporales, cuando los echaban a la calle, tenían que buscar un nuevo empleo y volvían a entrar en otros lugares de trabajo, así que eran, como si dijéramos, esporas. Así que, aunque pasara mucho tiempo, nunca nos separábamos de los trabajadores temporales. Y nosotros debíamos ganárnoslos antes de que nos echaran."

Takiji Kobayashi
El camarada





"Si somos cuatro o cinco, un solo patrón de bote no nos dura ni un minuto para tirarlo al mar. Vamos a echarle ganas. Uno contra uno no puede ser. Es demasiado peligroso. Pero ellos, metan al capitán o no importa a cuántos más, no llegarán ni a diez. En cambio, nosotros somos cerca de cuatrocientos. Cuatrocientos hombres juntos son invencibles. ¡Diez contra cuatrocientos! Imaginad que es un combate de sumo -y al final añadió-: Quien no quiera que lo maten, que venga."

Takiji Kobayashi




"Un estudiante empezó a golpearse suavemente la frente con el revés de la mano, manchada de restos de cangrejo. Al cabo de un rato cayó hacia atrás. El montón de latas vacías que estaban apiladas a sus espaldas se le derrumbaron encima con gran estruendo, casi enterrándolo. (...) Sus compañeros se disponían a llevar al estudiante hacia la escotilla, pero toparon con el patrón, que justo en ese momento bajaba hacia la factoría silbando. Los miró y dijo: - ¿Quién ha parado el trabajo? - ¿Quién? -le imitó un estudiante tosiendo como si fuera a romperse el pecho. - ¿Quién es este imbécil? ¡Venga, repítelo otra vez! -el patrón sacó una pistola del bolsillo y la hizo girar como si fuera un juguete. De repente, torció la boca, se estiró y soltó una gran carcajada. - ¡Traed agua! Cogió un cubo de agua y lo vació sobre el estudiante, que había quedado tendido boca abajo en el suelo como si fuera una traviesa de ferrocarril. -Se pondrá bien. No te metas en lo que no es asunto tuyo, ¡Y vuelve al trabajo cagando leches! Al día siguiente, cuando los obreros bajaron a la factoría, vieron al estudiante del día anterior atado a la columna de un torno. Tenía el cuello doblado sobre el pecho igual que un pollo desnucado. Justo en la nuca se le marcaba claramente la protuberancia redonda de una de las vértebras superiores. En el pecho, a modo de babero infantil, llevaba un cartón escrito a mano con una letra que era claramente la del patrón: "Éste es un traidor que se hace pasar por enfermo. Está prohibido desatarle la cuerda"."

Takiji Kobayashi







"(...) Vale que el barco existe porque un rico ha soltado el dinero para construirlo. Pero ¿Se movería sin marineros y fogoneros? Allá, en el mar, hay millones de cangrejos. Por ejemplo, se han hecho muchos preparativos y para ello algún rico ha soltado la pasta, de acuerdo. Pero, si nosotros no trabajamos, ¿Va a ir un solo cangrejo al bolsillo del rico? ¿Entendéis? ¿Cuánto dinero habremos ganado nosotros trabajando este verano? Los ricos, con este barco, se sacan entre cuatrocientos mil y quinientos mil yenes limpios por barba. ¿Y de dónde sale ese dinero? De cero no se saca nada. ¿No lo comprendéis? Todo se debe a nuestra fuerza. O sea que ahora no pongáis esa cara sombría de moribundos. Tenemos que ser muy orgullosos. En el fondo son ellos los que nos tienen miedo a nosotros. No os acojonéis."

Takiji Kobayashi