"Ahora sí que te dimos en el talón. La muerte de la que huyas, correrá acompasadamente a tu lado. Buenas noches, Aquiles."

Enrique Lihn



"Ahora sí que tú y yo estamos más lejos uno del otro que dos estrellas de diferentes galaxias."

Enrique Lihn



"Como si el sueño fuera escrito en estrofas regulares, cada nocturno despertar significa el reacomodarse del cuerpo a su idea fija: que el enemigo monta guardia en él."

Enrique Lihn




"(..) Cuántos años aquí, pero en fin, tú eres joven: de otro, serás de otro, como antes de mis besos."

Enrique Lihn



"De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor ella y el miedo a morir, cruz y raya cuando ya se puede pronosticar el día y la hora."

Enrique Lihn



"Destino que se desplaza cumplido pero persistente hacia una calle en el fin del mundo."

Enrique Lihn




"El genio del sueño es un omnipotente arquitecto."

Enrique Lihn



"En eso de mirar hay un peligro inútil fuera de que no hay nada que ver en la mirada."

Enrique Lihn





"Equilibrio inestable de la tinta y la sangre que debes mantener de un verso a otro so pena de romperte los papeles del alma."

Enrique Lihn



"Hace quien sabe cuánto tiempo pasó esto que ahora ocurre: la memoria es engañosa por su exceso de fidelidad."

Enrique Lihn




"Haz como yo, que no pienso en nada; es la mejor manera de pensar. Concéntrate en eso."

Enrique Lihn




"La fantasía teje historias como éstas, pero la imaginación se cumple en el silencio del poema que nace."

Enrique Lihn



"La mariposa, en cambio, salta del capullo en el instante mismo de su transfiguración en que como una flecha de nacimiento abre los ocelos de sus alas a la luz."

Enrique Lihn



"La mariposa no puede recordar que ha sido oruga así como la oruga no puede adivinar que sería mariposa porque los extremos del mismo ser no se tocan."

Enrique Lihn



La pieza oscura

La mixtura del aire en la pieza oscura, como si el cielorraso hubiera amenazado
una vaga llovizna sangrienta.
De ese licor inhalamos, la nariz sucia, símbolo de inocencia y de precocidad
juntos para reanudar nuestra lucha en secreto, por no sabíamos no ignorábamos qué causa;
juegos de manos y de pies, dos veces villanos, pero igualmente dulces
que una primera pérdida de sangre vengada a dientes y uñas o, para una muchacha
dulces como una primera efusión de su sangre.

Y así empezó a girar la vieja rueda —símbolo de la vida— la rueda que se atasca como si no volara,
entre una y otra generación, en un abrir de ojos brillantes y un cerrar de ojos opacos
con un imperceptible sonido musgoso.
Centrándose en su eje, a imitación de los niños que rodábamos de dos en dos, con las orejas rojas
—símbolos del pudor que saborea su ofensa— rabiosamente tiernos, la rueda dio unas vueltas en falso como en una edad anterior a la invención de la rueda
en el sentido de las manecillas del reloj y en su contrasentido.
Por un momento reinó la confusión en el tiempo. Y yo mordí largamente en el cuello a mi prima Isabel,
en un abrir y cerrar del ojo del que todo lo ve, como en una edad anterior al pecado
pues simulábamos luchar en la creencia de que esto hacíamos; creencia rayana en la fe como el juego en la verdad
y los hechos se aventuraban apenas a desmentirnos
con las orejas rojas.

Dejamos de girar por el suelo, mi primo Ángel vencedor de Paulina, mi hermana; yo de Isabel, envueltas ambas
ninfas en un capullo de frazadas que las hacía estornudar —olor a naftalina en la pelusa del fruto—.
Esas eran nuestras armas victoriosas y las suyas vencidas confundiéndose unas con otras a modo de nidos como celdas, de celdas como abrazos, de abrazos como grillos en los pies y en las manos.
Dejamos de girar con una rara sensación de vergüenza, sin conseguir formularnos otro reproche
que el de haber postulado a un éxito tan fácil.
La rueda daba ya unas vueltas perfectas, como en la época de su aparición en el mito, como en su edad de madera recién carpintereada
con un ruido de canto de gorriones medievales;
el tiempo volaba en la buena dirección. Se lo podía oír avanzar hacia nosotros
mucho más rápido que el reloj del comedor cuyo tic-tac se enardecía por romper tanto silencio.
El tiempo volaba como para arrollarnos con un ruido de aguas espumosas más rápidas en la proximidad de la rueda del molino, con alas de gorriones —símbolos del salvaje orden libre— con todo él por único objeto desbordante
y la vida —símbolo de la rueda— se adelantaba a pasar tempestuosamente haciendo girar la rueda a velocidad acelerada, como en una molienda de tiempo, tempestuosa.
Yo solté a mi cautiva y caí de rodillas, como si hubiera envejecido de golpe, presa de dulce, de empalagoso pánico
como si hubiera conocido, más allá del amor en la flor de su edad, la crueldad del corazón en el fruto del amor, la corrupción del fruto y luego... el carozo sangriento, afiebrado y seco.

¿Qué será de los niños que fuimos? Alguien se precipitó a encender la luz, más rápido que el pensamiento de las personas mayores.
Se nos buscaba ya en el interior de la casa, en las inmediaciones del molino: la pieza oscura como el claro de un bosque.
Pero siempre hubo tiempo para ganárselo a los sempiternos cazadores de niños. Cuando ellos entraron al comedor, allí estábamos los ángeles sentados a la mesa
ojeando nuestras revistas ilustradas —los hombres a un extremo, las mujeres al otro—
en un orden perfecto, anterior a la sangre.

En el contrasentido de las manecillas del reloj se desatascó la rueda antes de girar y ni siquiera nosotros pudimos encontrarnos a la vuelta del vértigo, cuando entramos en el tiempo
como en aguas mansas, serenamente veloces;
en ellas nos dispersamos para siempre, al igual que los restos de un mismo naufragio.
Pero una parte de mí no ha girado a compás de la rueda, a favor de la corriente.
Nada es bastante real para un fantasma. Soy en parte ese niño que cae de rodillas
dulcemente abrumado de imposibles presagios
y no he cumplido aún toda mi edad
ni llegaré a cumplirla como él
de una sola vez y para siempre.

Enrique Lihn



"La tentación es el primer recurso de la mujer y el último."

Enrique Lihn




"Las hojas nada dicen que no esté claro en las hojas."

Enrique Lihn



"Llega a dar gusto el cielo, dan ganas de tocarlo; como decía usted: dan ganas de tirarse al cielo de cabeza."

Enrique Lihn


Los maniquíes son sinuosexuales

Los maniquíes son sinuosexuales
nunca ellos mismos ni igualmente otros
Los maniquíes son, no más, algotros
Cosa: ni vegetales ni animales.

En las vitrinas de las principales
calles del mundo viven de nosotros
mueren, si no los vemos, de nosotros
y al mirarlos ya somos sus vestales

y ellos las nuestras. Basta una mirada
que se tenga a sí misma por objeto
y se sirva del otro de sujeto

para que en esa escena entre la nada
haciendo del sujeto y del objeto
la misma vaina no identificada.

Enrique Lihn



"Los recuerdos que no pudimos tener. No hay nada más difícil de olvidar. Las intenciones que no llegaron al acto, los actos suspendidos en la sorpresa y la violencia."

Enrique Lihn



"Nada se pierde con vivir, tenemos todo el tiempo del tiempo por delante para ser el vacío que somos en el fondo."

Enrique Lihn




"No es lo mismo estar solo que estar sin ti, conmigo, con lo que permanece de mí si tú me dejas."

Enrique Lihn



"No se dirige a nadie el corazón pero la que habla sola es la cabeza; no se habla de la vida desde un púlpito ni se hace poesía en bibliotecas."

Enrique Lihn



"¿Nunca fue la palabra un instrumento?"

Enrique Lihn


Paco, opa, copan, tango, paquito

Paco, opa, copan, tango, paquito
hay que bancarse aquí lo de tu muerte
y te la pintan de distinta suerte
-Viíz (z) te loco, los niños del distrito.

Buenos Aires y Malos, sos el grito
de coraje y terror que te convierte
pólvora y polvo en plomo de la muerte
en un poeta de la acción, maldito.

Dicen que estabas demasiado raro
cuando por un descuido voluntario
o casi, te quitaron el laburo

de vivir, que pagaste mío caro
un precio inmenso, absurdo, extraordinario
por hacerte el pesado, el muerto, el duro.

Enrique Lihn



"Para hacer el amor, allí estaba tu madre y el amor era el beso de otro mundo en la frente, con que se reanima a los enfermos, una lectura a media voz, la nostalgia de nadie y nada que nos da la música."

Enrique Lihn



"Podemos simpatizar los unos con los Otros, y eso es más que bastante: eso es todo, y difícil, acercar nuestra historia a la de otros podándola del exceso que somos, distraer la atención de lo imposible para atraerla sobre las coincidencias, y no insistir, no insistir demasiado: ser un buen narrador que hace su oficio entre el bufón y el pontificador."

Enrique Lihn



"Por amor a la vida, por temor a la muerte y a la vida, por amor a la muerte para ti o para nadie."

Enrique Lihn



Postdata

Para decirlo todo en dos palabras
sobre tu poesía: Pedro Lastra:
digo que ya eres parte de ella misma.
Y globalmente, salvo error o excepción
parte de ti que escribes contigo mismo como
si fueras el papel frente a la pluma
o viceversa, la vacilación
propia del acto de escribir. La escribes
cuando pones, te pones en un verso y te dices
'menos feroz y astuto cada noche'
en relación a una historia de amor.
Rehúsas, pues, el cálculo de la palabra justa
(propio de los plumíferos o no, pero sagrados)
por otra precisión: la de los gestos
que describen a un tipo sin palabras
cuando opinadamente se distrae
hasta ser el que es a la hora precisa
en el lugar preciso, cuando por
necesidad de la escritura aquí
y ahora son los signos de la ausencia.
Dejemos el espíritu de lado:
el reverso -digamos- de la letra
oscuro como el bosque y la memoria.

Enrique Lihn



"Quien nos reduce a sombras en la sala de juego es una sombra él mismo menos libre que otras, una condensación de absurdos personajes algo como el horror de un álbum de familia."

Enrique Lihn



"Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres como si fueran claras y sencillas las llenan simplemente de nuevos ornamentos."

Enrique Lihn



"Se levantan los años empavonados del aire que entra al invernadero lleno de vidrios rotos vidriándonos la noche de un bosque inexpugnable."

Enrique Lihn






"Si el paraíso terrenal fuera así igualmente ilegible el infierno sería preferible al ruidoso país que nunca rompe su silencio."

Enrique Lihn



"Si los que vienen alimentaran su nostalgia con una buena postal, al menos, del paseo nosotros seriamos capaces de recibirlos aquí en gloria y majestad pero ellos tienen su tambor y nosotros el nuestro."

Enrique Lihn



"Si no existimos en el tiempo no estamos en este mundo."

Enrique Lihn


"Si se ha de escribir correctamente poesía en cualquier caso hay que tomarlo con calma. Lo primero de todo: sentarse y madurar."

Enrique Lihn




"Si se ha de escribir correctamente poesía, no basta con sentirse desfallecer en el jardín, bajo el peso concertado del alma o lo que fuere y del célebre crepúsculo o lo que fuere."

Enrique Lihn



"Su ayuda es mi sueldo. Su sueldo es la cuadratura de mí círculo, que saco con los dedos para mantener su agilidad. Su calculadora es mi mano a la que le falta un dedo con el que me prevengo de los errores de cálculo."

Enrique Lihn






"Tendría que empezar a ser de nuevo para aceptar el mundo como si no fuese solamente lo único que conservo de ti."

Enrique Lihn



"Un cielo especular es todo lo que se ve del agua invisible que lo refleja."

Enrique Lihn




"¿Y qué será, Nathalie, de nosotros? Tú en mi memoria, yo en la tuya como esos pobres amantes que mientras se buscaban de una ciudad a otra, llegaron a morir."

Enrique Lihn