"A la media noche continuaba aún la Vuelta a Francia (...) A la mañana siguiente, proseguía todavía la carrera. Y al mediodía. Y al caer la noche. Así durante largos meses, a través de incontables años, pues se cuenta hoy que, en ciertas noches de luna, al cabo de medio siglo de lo ocurrido, se ve aún cruzar el jardín solitario la sombra amarillo canario del esforzado ciclista."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez

"Aquí estoy, en consecuencia, sola, en tinieblas, sin un galán indómito que se aventure a rescatarme. Sola con mis reminiscencias, con mi pasado turbulento, con mi angustia loca, con mi cresta ya no tan voluptuosa y mi pechuguita tierna."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"¿Comenzaba yo a metamorfosearme? Estuve seguro que sí. Ello empezó a inquietarme, a despertar en mí muy serios temores, y creí, en más de una ocasión, no reconocerme del todo al cruzar ante un espejo."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Conozco palacios de mármol en los cuales a ti no te habrían franqueado la entrada (...) Increíbles salas, rosadas, azules y verdes, con los muros tapizados de seda, y en cuyos interiores danzan aristócratas, poetas y vírgenes (...) Monumentales terrazas de pórfido, con estatuas de náyades y efebos (...) Jardines de cipreses, álamos o mimosas, por entre cuyos troncos mi música se desliza maliciosamente (...) ¡Soy un tirano de todas las maravillas creadas!"

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez



"¡Cuán crueles y vanos son los hombres! ¿Por qué nos asesinan? ¿Por qué nos comen? ¿Qué daño les he hecho yo, por ejemplo? ¿Qué grave trastorno o qué perjuicio irreparable les he ocasionado? Les he dado huevos frescos, cría; los he recreado con mi canto; les he anunciado el mal tiempo, el bueno -tal vez con mayor exactitud y armonía que los maestros cantores-, la presencia de un ladrón."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"De día, como un meteoro, he surcado los mares, arrullando a los hombres. De noche, como un palacio iluminado, he velado su sueño. He transportado de extremo a extremo del planeta las mercancías más exóticas: del trópico, vainilla, azúcar y piedras preciosas; de los climas templados, aceite, nueces y vinos; de las crestas heladas, maderas sólidas y pieles. Conozco el uranio, la seda, la morfina y la dinamita; el champagne, el plomo y el éter. He tenido entre mis brazos a hombres de todas las razas; he escuchado lenguas de todas las latitudes. He sido testigo de los ritos más paganos, de los más obscuros raptos. Innúmeras veces llevé conmigo al amor, a la muerte y a la esperanza."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"El cielo, también gris, muy bajo, se aclaraba en el horizonte, iluminando el Peñón. Los rayos, perfectamente visibles, aunque lejanos, hacían pensar en otra vida clara y fácil; en un espacio más amplio donde los hombres caminarían más libremente, sus voces resonarían transparentes, sin ningún estridor desagradable, y el agua se precipitaría desde alturas increíbles sobre campos tiernos y frescos. Pero era sólo una franja, una especie de jaula dorada en la inmensidad opaca y sucia: una ilusión."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez



"El doctor se puso en pie, blanco como un cadáver, y esbozó una deplorable sonrisa de hiena; pero no intentó resistirse. Incluso, sin soltar la estilográfica, ofreció sus manos al policía para que lo esposara adecuadamente. Tenía cierta expresión canina en los ojos y mostraba, ya sin ningún disimulo, sus dientes minuciosamente afilados."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez

"El tiempo nunca concluye y todas las cosas ruedan. Ruedan los soles, las olas, las cabezas, las vidas. Ruedan las ruedas y nunca se cansan de rodar. Ruedan los cubos, saltando sobre sus aristas; ruedan los órganos viriles sobre los vientres de la mujer; ruedan en las llanuras enormes las ruedas del ferrocarril diabólico, saltando sobre los abismos hambrientos; rueda la luz en la atmósfera, las tinieblas en la luz; rueda la serpiente en la vertiente, el feto en la matriz, el puñal en la mano homicida, la crin en el aire azuloso; rueda la muerte dentro del corazón humano. El tiempo nunca concluye. Nunca el péndulo deja de sonar."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Es preciso que los hombres sepan que los féretros tenemos una vida interna sumamente intensa, y que en nuestros escasos ratos de buen humor bromeamos o nos chanceamos unos con otros. Ante todo, tenemos nombre: unos, masculinos y, otros, femeninos, naturalmente, de acuerdo con nuestro sexo. Mientras permanecemos en el almacén somos célibes. Sin embargo, estamos fatalmente destinados al matrimonio; es decir, a lo que en el mundo común y corriente se designa con otro nombre estúpido: el entierro. Semejante acontecimiento es el más importante de nuestra vida, y de ahí que meditemos tan a menudo acerca del cónyuge que nos deparará la suerte."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Haré del mundo un antro fantasmal e irrespirable. Volveré histérica a cuanta criatura se agita."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez



"La fotografía no cambia. Pero los semblantes de los hombres sí, lo adivino."


Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"La luna, rosada, alta, era una extraña perla suspendida misteriosamente sobre el mundo..."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez



"(...) La más triste caricatura de un caballo, como un caballo vestido de hombre, o bien como un simple hombre con la cara de un caballo."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez



"La Naturaleza interpela al hombre y la Ética a las olas del mar. Elegid pronto vuestro puesto — o sobre una silla o entre las bravas espumas. Elegid, quiero decir, entre una cosa muerta y una cosa viva. Es un grave juego de intuiciones.
Si Dios quiere — que en lenguaje pagano significa: apuradamente.
Aburrimiento —padre fecundo de todos los hombres. Aburrimiento — del que inevitablemente ha nacido siempre algo: un poeta, un suicida, una percha, un apóstol, una ramera.
Aburrirse —sentirse infinito. Percibir cada latido de nuestro pulso, cada rayo de luz o gota de agua que cae, cada murmullo que se produce, cada emanación que se exhala; percibir lo inmediato y lo lejano, lo imponderable y lo fácil, lo perenne y lo sombrío y lo evidente o confuso que pudiera haber en cuanto nos rodea, en cuanto rodeamos.
Distraerse — percibir lo menos posible.
¿Y no sentís muy clara y distintamente cómo al oscurecer, justo en el momento aquel en que la luz desaparece, aparece en vosotros simultáneamente el hombre aquel que seréis ya durante toda la noche?
¡Oh, el ululante, espeluznante y macabro chillido de la mejor cantante de ópera!
Hay el aburrimiento del maestro de escuela y el aburrimiento de cualquier gerente de Banco; el aburrimiento de la mujer pública en los amaneceres y el aburrimiento de la mujer rica que ya se vistió el abrigo. El aburrimiento de no saber qué hacer y el aburrimiento de tener qué hacer. El aburrimiento de hacerlo y el aburrimiento de no hacerlo."

Francisco Tario
Equinoccio



"Las mujeres van y vienen dulcemente por la calle. Son como mariposas inquietas; y yo quisiera ser flor. Son como flores selváticas; y yo quisiera ser mariposa. Quisiera ser lo que ellas no son, para hacerlas venir a mi lado. Quisiera ser esa muselina ligera que ciñe sus cinturitas tan débiles; esos collares extraños que aprisionan sus gargantas; esos zapatitos tan voluptuosos que me hacen desfallecer de pasión, y sobre los cuales caminan tan nerviosamente. Unas me miran al pasar. Otras, no. Y esto último me entristece de tal forma, que me entran deseos de irme a bañar una vez más, de limpiarme los zapatos. En fin, que es muy duro mi destino."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"(...) Los asistentes levantaron las cabezas y prestaron atención al arrogante ciclista que apareció en su bicicleta y se situó en el punto de partida."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Me encerraré entre los murallones de una fortaleza que levantaré con mis propias manos en el corazón de la montaña. Me serviré por mí mismo. Ni un criado, ni un amigo, ni un simple visitante, ¡Nadie! Sembraré y cultivaré aquello que haya de comer y haré venir hasta mis dominios el agua que haya de beber, Ni un festín, ni una tertulia, ni un paréntesis, ¡Nada! Y escribiré libros. Libros que paralizarán de terror a los hombres que tanto me odian; que les menguarán el apetito; que les espantarán el sueño; que trastornarán sus facultades y les emponzoñarán la sangre. Libros que expondrán con precisión inigualable lo grotesco de la muerte, lo execrable de la enfermedad, lo risible de la religión, lo mugroso de la familia y lo nauseabundo del amor, de la piedad, del patriotismo y de cualquiera otra fe o mito. Libros, en fin, que estrangulen las conciencias, que aniquilen la salud, que sepulten los principios y trituren las virtudes."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Ninguna contrición, ni ningún otro acto de su alma había sido tan noble, espontáneo y puro. Se redimía a sí misma, se absolvía ella sola y, al hacerlo, volvía a quedar sin mancha. Antonino estaba lejos de comprender, mas si en aquellos momentos le hubiera sido dado asomarse al alma de ella, habría retrocedido de estupor al comprobar qué especie de sentimientos se desarrollaban allí dentro. Jamás nadie había estado más cerca de nadie que Elvira de Antonino. Nadie, tampoco, había soñado lealtad semejante. Era el amor, como el amor es en contados, excepcionales momentos de la vida."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"No hay en el mundo mañanas más bellas que es tas mañanas de México. Todo lo azul, y lo verde, y lo alegre, y lo diáfano, y lo espléndido de la vida libre y sana se nos mete dentro. Diríase que respiramos en una gran selva, dorada por la luz del sol, pero cargada aún de nocturnos efluvios; que a través de nuestras venas se despeña un agua fresca y tumultuosa; que el viento que nos da en la frente trae por igual la resina de los montes y el salitre de las playas; que nuestra vista se aguza para ver más lejos que nadie, y que aquello que vemos, todo, todo, tiene un ritmo, una concordia, una vibración y un silencio incomparables. Un solo impulso nos domina: vivir, vivir apresurada y libre mente, sin renuncias; no morir nunca para despertar al otro día y reanudar el placer interrumpido -que sólo podría aborrecerse la muerte por privarnos de esta luz; y de este juvenil ardor de la tierra; y de esta lluvia de colores."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez

"No sentí la menor inquietud o temor, el más leve remordimiento. ¡Era tan pueril todo aquello! ¡Es tan pueril realmente la vida de los hombres! (...) Y me hundí. Me hundí cruelmente con un mundo a cuestas: con el hombre que limpiaba sus gafas; con la compota de cerezas; con el acordeón de los marineros; con el uniforme del capitán; con las gemas y los metales de las señoras; con mil botellas de champagne sin descorchar."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez

"Nunca jamás una carta a nadie, un mensaje, un retrato, ni la más leve esperanza. Siempre, a través de los años, el mismo silencio, la misma espera sin fin. Tan sólo aquel airoso caballo negro y aquella alegre yegua blanca que, al caer la tarde, solían mirar el castillo desde un promontorio, para enseguida escapar muy junto galopando como alma que lleva el diablo y sacudiendo sin cesar las crines."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Peregrino de todos los mares; marinero de todos los puertos; noctámbulo de todas las noches...Decidí sucumbir para siempre."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez




"Pero después de todo, ¿Quién piensa en morir cuando la vida es tan plena?"

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Preferentemente, como es lógico suponer, nuestras conversaciones versan sobre asuntos de nuestro propio mundillo: solapas, costuras, bolsillos (...) Los bolsillos son nuestros órganos capitales: el hígado, los pulmones, el corazón, el estómago. Las costuras, nuestras arterias. Nuestras solapas, el rostro. De ahí que cuando deseemos conocer la edad, salud o condición moral de un individuo, fijemos nuestra atención en éstas: las arrugas, la calvicie y el artritismo se reflejan inevitablemente en ellas. Y lo propio sucede con la herejía, la piedad, la avaricia y la mansedumbre."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


" -Prosiga usted -indicó el eminente médico, sin dejar de balancear una pierna ni quitarle ojo a aquel hombre que tenía ante su mesa, y el cual deseaba informarse si, desde el punto de vista clínico, existía alguna probabilidad de salvarse de la horca, por el feo y sucio delito de haberse devorado impunemente a un rollizo niño de pecho."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez






"Que era, en suma, algo tan inaudito como la noche misma que se echaba encima, como la música que sonaba ahora o como algo que ni yo mismo comprendía. Que sería capaz, si la desesperación y las circunstancias me lo permitieran, de amar apasionadamente, desproporcionadamente, como no es aconsejable amar a nadie."

Francisco Tario
Como a finales de septiembre


"Se estremeció, como ante algo inevitable y pavoroso recordó muy de pasada que la vida nunca es agradable y grata, que hay un fin misterioso y horrible para todas las cosas, y penetró, hallándose en una sala muy amplia ilumina da por la luz del sol."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez

"Todo se mostraba normal, y posiblemente lo fuera, aunque ocurre que, a raíz de un hecho extraordinario, todo lo habitual se vuelve extraordinario e innumerables delitos suelen quedar impunes a causa de un exceso de atención en esos falsos hechos extraordinarios."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez



"Y cuando hubo anochecido, y a aquella noche le siguieron otras, y el hombre desesperó al cabo de que el perro volviera, sintió que el alma se le partía en dos o que se quedaba sin alma. Jamás se había detenido a pensar en lo inauditas que son las noches; en lo descomunales que son. Se sintió como un difunto en la noche."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Y otro mundo más noble, infinitamente más bello, salió a mi encuentro. Un mundo húmedo, susurrante y pleno. Un mundo de fosforescencias extrañas, de monstruos casi divinos, de sombras gráciles que se deslizan sin ningún ruido, de mujeres azules y hombres con escamas rojas, de copas cargadas de sal. Un mundo de floraciones perpetuas; de miradas inalterables; de paz y regocijo continuos."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez


"Y pasó el hombre sigilosamente, con un poco de asco, mirando a diestra y siniestra, como una reina anciana que visita un hospital. Parecía un tanto avergonzado del espectáculo: de aquellos cajones grises, blancos o negros, que tanto asustan a los hombres, y de aquella luz amarilla y sucia que daba al local cierto aspecto de taberna."

Francisco Tario
seudónimo de Francisco Peláez