"A la sazón, el verano y el humo habían pasado. Los delfines aún jugaban, arqueando el horizonte, pero sólo para levantar recuerdos de puertas espirituales."

Hart Crane

Atalántida

"En la cima del cableado se arquea hacia arriba un sendero
que desvía la luz, vuelo de cuerdas
en tensas millas de vaivén bajo la luz lunar que sincopa
el susurro de la prisa, la telepatía de los cables.
Acero y granito, índice que apunta hacia la noche,
sus mallas transparentes oscilan en brillantes duelas,
tiemblan voces sibilinas y ondula el vapor
como si un dios saliera de entre las cuerdas...

A través de ese cordaje, ensartando en su llamada
el arco sinóptico de todas las mareas,
sus laberínticas bocas repletas de historia
vierten la respuesta como si los barcos
se unieran en un sólo hálito vibrante, aliento que se hace grito,
“Afianza tu amor para trenzar la canción que nosotros pronunciamos”,
Desde los sombríos diques claman sonidos inmóviles
a los que responden los océanos desde su sueño.

Por encima, oblicuas a las barras refulgentes,
nuevas octavas cruzan los dos monolitos
en cuyas escarchadas esclavinas la luna lega
dos mundos de sueño (¡Oh, enarcadas cuerdas de canto!)
Más allá, por encima del pasadizo de cristal,
ascienden y anillan blancas redes de tempestad,
mástiles, que murmuran en terrazas de plata.
En lo mas alto el timón de paladio de los astros.

La mirada, de golpe dos gaviotas que pescan rimadamente,
hendida y propulsada por brillantes aletas de luz,
picotea por arriba los telares que presionan
lateralmente, con vuelo de hélice, el aspa de los tendones
y engarza -el mañana adentrándose en el ayer-
lo que ningún viajero leyó en el guión cifrado del tiempo
pero que, a través de las piras del amor y de la muerte,
alcanza con su risa intemporal de míticas lanzas.

Como el aullido de los adioses en las cumbres brillantes del planeta,
trillones de martillos susurrantes vislumbran a Tiro:
serenamente, sobre el gemido de un yunque
de eones, el silencio remacha Troya.
Y tú, allá arriba, Jason, grito imperativo,
aún le pones arreos al retozo del aire.
La argentada estela, sobrepasando su llamada,
brilla gritando a Eolo hasta quebrarse en los Estrechos.

Surge desde los golfos, temible con sus tambores,
La Alta Visión del Viaje, tensamente aferrada.
Puente, alzando la noche hacia la cresta ciclorámica
del fondo del día, transformas con tu coro el tiempo
en el multiple Verbo que los soles
y la sinergia de las aguas fusiona y moldea
en miríadas de sílabas. ¡Oh, Salmo de Catay!
Oh, Amor, tu blanco y penetrante Paradigma...!

Dejamos el puerto suspendido en la noche.
El brillo de sus linternas abandona la quilla.
Aquí el Pacífico, en el confín del tiempo, con su carga de maiz.
Los ojos balbucean entre la angustia del polvo y del acero.
Y aún el circular e indubitable friso
de la meditación del cielo, coyunda ola
con ola que se pliega, anuda devotamente una canción,
estrofa vernal que vibra en las cuerdas eternas.

Oh, Tú, Sabiduria de acero, cuyo salto consigna
los agiles presintos del regreso de las alondras,
en cuyo vuelo atrapan el canto
a pares en simples crisálidas.
De las estrellas Tú eres el brillo de un pespunte, de un garañón,
y como  un órgano, Tú, con sonidos de muerte,
vista, sonido y carne, nos guías desde el reino del tiempo
cuando el amor señala al timón la limpia ruta.

¡Rauda doblez de luz secular!, ¡Mito intrinsico
cuya costura sin tacha es la profunda herida de la muerte!
¡Oh, Tu garganta de río! Surges iridiscente
del brillante diluvio de la red de nuestras venas
y oscilas en la luz con blancas escarpas.
Apoyadas en lagrimas las ciudades se entregan
con su clamor vindicado por maduras campiñas
cuyas siegas giran en una dulce tormenta.

Oh, Tú, promesa radiante de deidad inmortal,
cuyo cántico asigna una química nueva
al inicio del éxtasis y la beatitud
de tus cables cegadores, para nuestro gozo,
de tu blanca captura se alza la profecía:
Siempre, a través de tu cordaje, asciende una secuela
de pirámides de plata, el joven nombre de la Deidad
cinética de blancas y sonoras alas.

La memoria precisa migraciones para poder vaciarse,
inventos que empareden el corazón.
Tú, puente inefable, a ti, oh Amor,
pido perdón por este canto, a la más pura Flor
portadora de todas las respuestas, Anémona,
ahora, mientras tus pétalos desgranan soles sobre nosotros, sostén
(Oh, Tú, cuyo esplendor me ha de heredar)
Atlantida, sostén a tu flotante cantor muerto.

Así, para tu Eterna Presencia más allá del tiempo,
como las rojas lanzas de una resonante estrella
que sangra eternidad, tus orfidicas cuerdas,
falanges siderales, irrumpen y convergen
en una canción, Puente de Fuego, ¿es esto Catay,
ahora que la piedad orada la hierba y el arco iris rodea
a la serpiente con el aguila entre las hojas...?

En el azul se mece un susurro de antífonas."



Hart Crane



Al Norte del Labrador

"Una tierra de hielo inclinada
Abrazada por el yeso de los grises arcos del cielo
Se arroja silenciosamente hacia la eternidad.

“¿Ninguno vino hasta aquí a conquistarte
O a dejarte tímidamente sonrojada
Sobre tus resplandecientes pechos?
 Oh  brillante oscuridad ¿ no tenés memoria ?”

El frío silencio es solo el momento cambiante
En ése viaje hacia la no Primavera –
Ni nacimiento, ni muerte, ni tiempo ni sol

En la respuesta."



Hart Crane



"Algún día aprenderás de memoria cada lugar famoso y verás cómo la cortina se levanta en el despacho del infierno."

Hart Crane




"Aquí estoy y estas estrellas están -la alta meseta- los rastros del Edén -y el árbol peligroso- ¿Son el paisaje de la confesión? Y si confesión, ¿También absolución?"

Hart Crane


"Así el Siglo XX -así zumbó la Limitada- rugió cerca y dejó tres hombres aún hambrientos en las vías , mirando con afán las luces de cola secarse y converger, huyendo , barrenadas y diestras, fuera de la vista."

Hart Crane



"Cuando todo el mundo ha probado una verdad y la ha encontrado buena, la convierte en proverbio."

Harold Hart Crane


"Dar a los demás, sólo por nada, es las más de las veces simple debilidad."

Harold Hart Crane


"Dejar que el tiempo resuelva nuestras dudas y dolores es mejor que tratar de cortarlos impacientemente."


Harold Hart Crane


"El apóstol condice el pensamiento a través de la disciplina."

Hart Crane




Extracto del jardín

"La manzana en su tallo es el deseo de ella,
suspensión brillante, mímica del sol.
El tallo ha capturado el aliento de ella, y su voz,
silenciosamente articulada en la inclinación y la subida
de rama en rama hacia arriba, enturbia sus ojos.
Está presa del árbol y de sus dedos verdes.

Y entonces ella viene a soñar que es el árbol,
el viento poseyéndola, trenzando sus nervaduras jóvenes,
alzándola hasta el cielo y su azul vivo,
sumergiendo la fiebre de sus manos en la luz del sol.
No tiene memoria ni miedo ni esperanza
más allá de la hierba y las sombras a sus pies."

Hart Crane



Interior

Esta lámpara dejó caer una tímida
Solemnidad en nuestro pobre cuarto.
¡Oh dorada y gris amenidad
Tristeza intensa y gentil!

A lo largo y ancho del mundo
Reclamamos las horas robadas ya que ninguno puede saber
Cuanto le agrada al amor florecer como una flor tardía
En los días posteriores a la incandescencia.

Y aunque el mundo deba despedazarse
Con celos y engaños
Al menos podrá reverenciar y conquistar
Nuestra piedad con una sonrisa.

Hart Crane



"La escalera mecánica sube una serenata tranquila de zapatos, paraguas, cada ojo atento a su zapato; luego salta rápido a algún lugar de arriba donde las calles estallan en lluvia..."

Hart Crane




"La maldad es generalmente un producto de la ociosidad social."

Harold Hart Crane





"La noche era una lanza en la quebrada que medra a través de auténticos robles. ¿Y había yo andado los doce decimales particulares del viento?"

Hart Crane


"Las estrellas garabateaban en nuestros ojos heladas epopeyas, cantos resplandecientes del espacio inconquistado."

Hart Crane
El puente


"Los oradores, siguen el universo, y la radio, las completas leyes del pueblo."

Hart Crane




"Ni cuadrante ni brújula imaginan más distantes mareas...Y por la azul altura el canto no despierta al marinero. Que su mítica sombra sólo el mar la conserva."

Hart Crane



"No puede herirnos la injuria sino cuando la recordamos; por ello la mejor venganza es el olvido."

Harold Hart Crane



"Oh Walt, dime , Walt Whitman, si será el infinito exactamente el mismo que cuando caminabas por las playas de paumanok -en ronda solitaria- y escuchaste el fantasma a través del oleaje, su gorjeo insistente desgranándose allá...Para ti los paisajes y esta raza de torres, de ti el tema esculpido en" 

Hart Crane


Olvido

"El olvido es como una canción
que, liberada del ritmo y el compás, deambula.
El olvido es como un pájaro cuyas alas se resignan,
desplegadas e inmóviles,
un pájaro que planea en el viento incansablemente.

El olvido es lluvia a la noche,
o una casa vieja en el bosque, o un niño.
El olvido es blanco, blanco como un árbol maldito,
y puede aturdir a la sibila en la profecía
o enterrar a los Dioses.
Puedo recordar mucho olvido."

Hart Crane


Purgatorio
(fragmento)

Mi país, oh mi país, mis amigos
estoy separado aquí de ustedes en una tierra
donde toda vuestra lumbre alumbra -rostros- destello de salivas
como algo abandonado, desamparado -aquí estoy
y estas estrellas están -la alta meseta-
los rastros del Edén -y el árbol peligroso-
¿son el paisaje de la confesión?-
y si confesión, ¿también absolución?.

Hart Crane



"Si no logra absorber la máquina, o sea aclimatarla tan natural y espontáneamente como los árboles, el ganado, los galeones, los castillos y las demás cosas asociadas a la vida humana en el pasado, la poesía habrá fracasado en su función contemporánea."

Hart Crane
Historia de la literatura de vanguardia, G. de la Torre, vol. I


"Sin campanas cruzaban barcos náufragos."

Hart Crane


"Una serpiente trazó un vértice para el sol -en no holladas playas sacó su lengua y tamborileó. ¿Qué fuente escuche? ¿Qué helados discursos? La memoria, confiada a la página, se había muerto."

Hart Crane