"A todos nos decían lo mismo: no podemos entregaros los cuerpos de vuestros maridos, no podemos daros a vuestros hijos, son muy radiactivos y serán enterrados en un cementerio de Moscú de una manera especial. En unos féretros de zinc soldados, bajo unas planchas de hormigón. Deben ustedes firmarnos estos documentos. Necesitamos su consentimiento. Y si alguien, indignado, quería llevarse el ataúd a casa, lo convencían de que se trataba de unos héroes, decían, y ya no pertenecen a su familia. Son personas oficiales. Y pertenecen al Estado."

Svetlana Alexiévich


"A veces me pregunto por qué continúo descendiendo a los infiernos. Creo que lo hago para encontrarme con el ser humano."

Svetlana Alexiévich

"A veces me parece oír su voz. Oírle vivo. Ni siquiera las fotografías me producen tanto efecto como la voz. Pero no me llama nunca. Y en sueños, soy yo quien lo llamo."

Svetlana Alexiévich


"Alguien que ha vivido cuarenta años en un campo de prisioneros no sabe vivir de otra forma y busca siempre algo parecido al campo."

Svetlana Alexiévich



"Ante mis ojos. Vestido de gala, lo metieron en una bolsa de plástico y la ataron. Y, ya en esta bolsa, lo colocaron en el ataúd. También el ataúd, envuelto en otra bolsa. Un celofán transparente, pero grueso, como un mantel. Y ya todo esto lo introdujeron en un féretro de zinc. Apenas lograron meterlo dentro. Sólo quedó el gorro encima."

Svetlana Alexiévich


"El narrador de mis libros es el hombre corriente. El grano de arena en la Historia. Aquel a quien nunca se pregunta, ese que desaparece sin dejar rastro, llevándose sus secretos a la tumba. Hablo de aquellos que no tienen voz. Los oigo, los escucho, los comprendo. La calle es para mí un coro, una sinfonía. Es infinitamente triste cómo todo se puede decir, susurrar y gritar en la nada."

Svetlana Alexiévich


"Él no quería ir al médico. "No noto nada. No me duele nada". Y entretanto los ganglios linfáticos ya tenían el tamaño de un huevo de gallina. Le metí a la fuerza en un coche y lo llevé a la clínica. Lo mandaron al oncólogo. Un médico lo examinó, llamó a otro. "Mira, otro de Chernóbil". Y ya no lo dejaron marchar."

Svetlana Alexiévich




"En nuestra aldea desaparecieron los gorriones...Al primer año después del accidente... Se los veía tirados por todas partes: en los jardines, sobre el asfalto. Los recogían con rastrillos y se los llevaban en contenedores junto con las hojas. Aquel año se prohibió quemar las hojas, eran radioactivas. Enterraban las hojas. Al cabo de dos años, aparecieron los gorriones. Nosotros nos alegramos y nos gritábamos el uno al otro: "Ayer vi un gorrión... Han regresado..."

Svetlana Alexiévich


"He escrito cinco libros, pero, básicamente, desde hace casi cuarenta años cuento siempre la misma historia."

Svetlana Alexiévich


"La maestra nos dijo un día: "Dibujad la radiación". Yo pinté como cae una lluvia amarilla. Y corre un río rojo..."

Svetlana Alexiévich


"Muchos creyeron que el comunismo está muerto, pero es una enfermedad crónica."

Svetlana Alexiévich


"Las siete. A las siete me comunicaron que estaba en el hospital. Corrí allí, pero el hospital ya estaba acordonado por la milicia; no dejaban pasar a nadie. Sólo entraban las ambulancias. Los milicianos gritaban: los coches están contaminados, no os acerquéis. No sólo yo, todas las mujeres vinieron, todas cuyos maridos estuvieron aquella noche en la central."

Svetlana Alexiévich



"Me da un ataque de histeria: "¿Por qué hay que esconder a mi marido? ¿Quién es? ¿Un asesino? ¿Un criminal? ¿Un preso común? ¿A quién enterramos?". Mamá me dice: "Calma, calma, hija mía". Y me acaricia la cabeza, me toma de la mano. El coronel informa por la radio: "Solicito permiso para dirigirme al cementerio. A la esposa le ha dado un ataque de histeria"..."

Svetlana Alexiévich



"(...) No vi la explosión. Sólo las llamas. Todo parecía iluminado. El cielo entero. Unas llamas altas. Y hollín. Un calor horroroso. Y él seguía sin regresar."

Svetlana Alexievich



"Nunca he visto a tantos soldados... Los soldados lavaban los árboles, las casas, los tejados... Lavaban las vacas del koljoz... Y yo pensaba: "¡Pobres animales del bosque! Nadie los lava. Se morirán todos. Tampoco el bosque nadie lo lava. Y también se morirá"."

Svetlana Alexiévich


"Para mí ahora el cielo está vivo, cuando lo miro... Ellos están allí..."

Svetlana Alexiévich



"Regresó y de nuevo volvió a la fábrica. No contaba nada. Pero yo en la escuela a todos les decía orgulloso que mi papá había vuelto de Chernóbil, que había sido liquidador, que son los que habían ayudado a liquidar el accidente. ¡Unos héroes eran! Y los demás chicos me tenían envidia. Al año mi papá se puso enfermo."

Svetlana Alexiévich




"Tengo doce años y soy una inválida. El cartero trae a nuestra casa dos pensiones, la del abuelo y la mía. Las chicas de la clase, cuando se enteraron que tenía cáncer en la sangre, tenían miedo de sentarse a mi lado...De tocarme...Los médicos han dicho que me he puesto enferma porque mi padre trabajó en Chernóbil. Y yo nací después de aquello. Yo quiero a mi padre..."

Svetlana Alexievich



"Tengo un hermano pequeño. Le gusta jugar a "Chernóbil". Construye un refugio, cubre de arena el reactor...O se viste de espantapájaros y corre detrás de la gente y los asusta: "¡O-o-o...! ¡Soy la radiación! O-o... ¡Soy la radiación!" Aún no había nacido cuando ocurrió aquello."

Svetlana Alexiévich



"Tenía el cuerpo entero deshecho. Todo él era una llaga sanguinolenta. En el hospital los últimos dos días, le levantaba la mano y el hueso se le movía, el hueso le bailaba, se le había separado la carne. Pedacitos de pulmón, de hígado le salían por la boca. Se ahogaba con sus propias vísceras. Me envolvía la mano con una gasa y la introducía en su boca para sacarle todo aquello de dentro. ¡Esto no se puede contar! ¡Esto no se puede escribir! ¡Ni siquiera soportar! Todo esto tan querido...Tan mío. Tan...No le cabía ninguna talla de zapatos. Lo colocaron en el ataúd descalzo."

Svetlana Alexiévich


"Un país estalinista. Seguíamos siendo un país estalinista...En las instrucciones para situaciones de guerra nuclear se dice que, en caso de amenaza de un accidente nuclear, o de un ataque nuclear, es necesario aplicar de forma inmediata una profilaxis a base de yodo a toda la población. ¡En caso de amenaza! ¿Y qué es lo que teníamos aquí? Tres mil micro roentgen por hora... Pero lo que les preocupaba no era la gente, sino su poder... En un país donde lo importante no son los hombres sino el poder... La prioridad del Estado está fuera de toda duda. Y el valor de la vida humana se reduce a cero."

Svetlana Alexiévich


"¡Vete antes de que sea tarde, antes de que hundas al pueblo en un terrible abismo, el abismo de la guerra civil! ¡Vete!"

Svetlana Aleksiévich
Llamamiento a Aleksandr Lukashenko para que abandone el poder


"Ya había muerto, pero seguía caliente, caliente... No se lo podía tocar..."

Svetlana Alexiévich