"Ahora que oyes tu sangre me has oído."

Sara Iglesias Casadel, artísticamente conocida como Sara de Ibáñez


"Al norte un ángel yace amordazado. Al este el llanto ordena sus neblinas. Al sur mi tierno haz de palmas finas, y al oeste mi puerta y mi cuidado."

Sara de Ibáñez


"Aquella vez se perdieron tus ojos en los míos y yo sin detener el alma logré despedazar a tu tristeza."

Sara de Ibáñez



"Aquí jadeo hasta acabar la sangre clavada en la canción mi lanza triste, hasta que el fruto de su viejo vientre lance al estrago la materna esfinge."

Sara de Ibáñez


Atalaya

Sobre este muro frío me han dejado
Con la sombra ceñida a la garganta
Donde oprime sus brotes de tormenta
Un canto vivo hasta quebrarse en ascuas.
Yo aquí mientras el sueño los despoja
Y en sueños comen su mentida baya
Para erguirse en las venas de la aurora
Pábulo gris de su sonrisa vana;
Yo aquí mientras los sabios inocentes
Y los tranquilos de crujiente casa
Durmiendo abajo, y aprehendiendo el frío
De sus angostos mármoles descansan;
Yo aquí volteado por el viento negro
Que el olor de la noche desampara,
Los cabellos fundidos en raíces
Que van abriendo turbulentas lamas;
Yo solo entre planetas condenados
Que en busca de sus huesos se desmandan
?la edad del mundo en esta pobre sangre
que entre las quiebras de su historia clama?
yo aquí turbado por la paz bravía
que con sagaces témpanos me aplaca,
sintiendo entre las médulas ausentes
el duro frenesí de las espadas;
yo aquí velando, los desiertos ojos
quemados por el soplo de la nada,
las negras naves y los negros campos
vacíos de sus oros y sus lacras.
Yo aquí temblando en la vigilia ciega
Rodeado por un sueño de cien alas,
Vestido por mi llanto me arrodillo
Mientras vuela mi sangre en nieve airada.

Sobre este muro frío me recobran.
Oigo el rumor de los medidos pasos.
Canta la noche en fuga por mi muerte,
Y el alba sale de mi rostro blanco.

Sara de Ibáñez



"Atrás la tierra, el agua, el fuego, el aire: dejad que diga el pensamiento solo la flor sin cuerpo de mi voz desnuda."

Sara de Ibáñez


"Canta la noche en fuga por mi muerte, y el alma sale de mi rostro blanco."

Sara de Ibáñez


Combate imposible

"Con astuta cabeza de zafiro, 
bloque de piedra fría y transparente,
inmóvil, la mandíbula sellada,
linda con la tiniebla el monstruo leve.

Mientras el polvo en que se duele el mundo
curva su flor, su lágrima troquela,
y entre los tersos cánticos del día
sordas espadas con su vuelo templa.

Ah, nunca, nunca, la terrible escama
su fuego amargo torcerá en la lucha,
ni se abrirá para tragar mi cuerpo
la boca acrisolada por la espuma.

Aquí jadeo hasta acabar la sangre
clavada en la canción mi lanza triste,
hasta que el fruto de su viejo vientre
lance al estrago la materna esfinge."

Sara de Ibáñez



"Déjame ver sin ti, falaz amigo, el perfecto color de las tinieblas."

Sara de Ibáñez



"En este instante puro para mirar la muerte puede mi sombra amiga reconquistar tu frente."

Sara de Ibáñez


Isotermia

Te supe un condenado otoño
al ras de las cortezas
en el sinuoso curso de meandros

Choque brutal de pupilas perplejas
vorágine apretando estupro con el cielo
acunándonos el vértigo Iniciados babilonios

te supe a media voz Con un deseo mágico
rozándonos tobillos los secretos más
profundos del pecado

Sabía que existías
que te extendías grave en severos firmamentos
que conjugabas hechizos y serpientes

Que mecías tu cuerpo entre sombras ajenas y neblina
que tu gula era salvaje
que te enviaba Belili el infernal

Me convenció tu juego irreverente
tu descarnada afrenta Tu azul arcano
tu ser de sorpresiva ráfaga encantador heraldo

Y pregunté mil cosas esa noche
Era otoño Contestabas de perfil
repasando obrajes de tu lengua por mis labios

Desbaratamos trágicas hipótesis empanadas ordalías
amable triunfó la rosa de los vientos
y mi mano fue a tu mano

Sentimos nos unía la línea el tiempo el color
Robando el paraíso lo trepamos entre estelas jeroglíficas
colmamos tabernáculos de Ishtar con corderos y un buey blanco

Ondulando recíprocos por una ciencia infusa
por una rara geometría acortando distancias de mortales
ufanos entre sables curvos propicia luna vino en cráteras

Tu calor era regresando del exilio
Incontenidas pasiones estallaban las arterias
Isotérmicos derruimos prologales muros del temor o la vergüenza

Aquella noche la primera Era otoño
Estación para gente de «savoir vivre» de «savoir faire»
Nosotros

Aquella vez se perdieron tus ojos en los míos
y yo sin detener el alma
logré despedazar a tu tristeza

Sara de Ibáñez


La muerte


"Sol amargo, agua amarga, amargo viento
y amarga sangre para siempre amarga.
Vencido y solo en carne y pensamiento,
y el sueño antiguo por tesoro y carga.
Quiso callado y solo y sin lamento
sorbo a sorbo agotar su fuente larga.
Miserable señor de su destino,
de espaldas a la aurora abrió el camino.

De espaldas a su Oriente y a su gloria,
y hueso adentro una centella vaga,
mordió el seco laurel de su victoria
y nunca fue curado de su llaga.
Terco aguijón de luto su memoria,
en toda miel ejercitó su plaga.
Y entre las brumas del silencio agrario
fue una lenta sonrisa su calvario.

Pero entre sus espigas y sus flores,
cuando la muerte le entreabrió las puertas
el guerrero de blancos y resplandores
dianas oyó por las borradas huertas.
¡Mi caballo!, gritó: y en los alcores
resonaron angélicos alertas.
¡Mi caballo! Montó el corcel sombrío,
y tendió su galope sobre el frío."

Sara de Ibáñez


La palabra

"De pronto el viento que movía
Las vestiduras y las almas
Borra en un sueño de ala inmóvil
Su rumorosa torre de alas.

Cada mujer y cada hombre
Solo en su sola huella marcha,
Y se ignoran secretamente
En el desnudo de la plaza.

Todos esperan, convocados
Por un silencio de campanas;
Todos esperan, sombra a sombra,
Que por sus ojos hable el alba.

En cada gota de la sangre
Preludia un mar de lenta escama,
Y el peso antiguo de la nieve
Las vigilantes lenguas cuaja.

Todos tiemblan y nada saben:
Algo se triza, algo se alza.
Todos escuchan ateridos,
Un rumor de médulas blancas.

¿Quién se detiene y es cruzado
Por mil heridas destelladas?
¿Quién ha medido ya su muerte
Sobre las losas de la plaza?

Bajo las piedras cristalinas
Bellos demonios verdes braman,
Y entre los árboles de humo
Gemas agónicas estallan.

Las soledades se han quebrado:
Se llena el aire de ventanas.
Rechinan dientes en lo oscuro.
La miel de llanto se dispara.

Corren venenos amarillos
Por las venas de los fantasmas.
Fuentes suicidas se clausuran,
Y desiertos su arena mascan.

Se arrodillan vivos y muertos 
En sus túnicas solidarias,
porque hay uno, entre todos uno,
que fue mordido de la llama.

Los dulces pies del alcanzado
Lumbre en la tierra azul derraman.
La ciudad hunde sus raíces
En la tersa furia del alba.

Hasta esa boca mensajera
Sube una flor desesperada.
Todo el jardín de Dios se encoge
Tironeado por las entrañas.

Porque hay uno, entre todos uno, 
Glorioso pasto de la llaga.
Rey sin ventura. El inocente:

El que ha traído la palabra."



Sara de Ibáñez



"La palabra me devora si me aviva el pensamiento, y en callada flor del viento mi antigua canción demora."

Sara de Ibáñez


"No puedo cerrar mis puertas ni clausurar mis ventanas: he de salir al camino donde el mundo gira y clama, he de salir al camino a ver la muerte que pasa."

Sara de Ibáñez


"Porque hay uno, entre todos uno, glorioso pasto de la llaga. Rey sin ventura. El inocente: el que ha traído la palabra."

Sara de Ibáñez


"Óyeme ahora: mira en tu soledad una abeja dormida, que elabora en el sueño su miel sin alegría."

Sara de Ibáñez


Quisiera abrir mis venas bajo los durazneros...

"Quisiera abrir mis venas bajo los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.

Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos,
y el viento que venía con máscara de uvas.

Yo no quise borrarme cuando no te miraba
pero me sostenías, fresca mano de olivo.
Estrella navegante no pude ver tu borda
pero me atravesaste como a un mar distraído.

Ahora te descubro, tan herido extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa la cara...
Sólo ahora mis ojos desheredados se abren.

Ahora que no puedo derruir tu frontera
debajo de mi frente, detrás de mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de azahares,

mi ciego corazón perdido en la manzana..."

Sara de Ibáñez




"Sobre este muro frío me han dejado con la sombra ceñida a la garganta, donde oprime sus brotes de tormenta un canto vivo hasta quebrarse en ascuas."

Sara de Ibáñez


¿Te has inclinado a veces para tocar la tierra donde el musgo defiende las flores más pequeñas?

Sara de Ibáñez



"Te supe a media voz con un deseo mágico rozándonos tobillos los secretos más profundos del pecado."

Sara de Ibáñez


"Todos esperan, convocados por un silencio de campanas; todos esperan, sombra a sombra, que por sus ojos hable el alba."

Sara de Ibáñez


"Turbada transparencia me dejaste. Porque tu blanca miel labró mis huesos y en limo y hojarasca me encerraste."

Sara de Ibáñez


"Voy a llorar sin prisa. Voy a llorar hasta olvidar el llanto y lograr la sonrisa."

Sara de Ibáñez


"Voy con el agua entera llena de pechos vivos y rumores; la mansa, la viajera de los largos temblores, la de los infinitos ruiseñores."

Sara de Ibáñez



"Yo sé el camino para poder hallarte. La muerte me ha mirado caminar por sus valles."

Sara de Ibáñez