"(...) Además, fíjese usted, en el crimen todo es cuestión de forma. Las variantes de la delincuencia no son más que proteísmos de un mismo hecho: la violación de la ley."

Enrique López Albújar


"-Ahora, dígame usted, ¿No es verdad que he debido matarme hace tiempo? Me limité a Contestarle: -Si no fuera juez le daría a usted mi revólver. -El revólver es lo de menos, mi querido señor. Hay cien maneras de matarse. Y, haciendo una genuflexión profunda, se retiró diciendo: -Me voy con la satisfacción de saber que hay una religión que perdona al pecador y justicia que absuelve al delincuente... ¡Adiós!"

Enrique López Albújar


"Aquel deseo le hablaba de la igualdad de las almas ante el amor; de la caprichosa razón de los prejuicios raciales; de la mentira de la animalidad del esclavo; de la libertad de elegir y de amar; del derecho, en fin, de disponer cada uno de sí mismo y de trazarse su destino propio, tal como lo estaban haciendo entonces en otras tierras una porción de hombres, desarrapados y famélicos, por su libertad, sin importarles que la sangre que regaban por ella fuese roja o azul; de blanco, negro e indio, ya que toda era de esclavos."

Enrique López Albújar


"En la ciudad el vino deja de ser vino y el pan deja de ser pan. Y para que el pobre consiga comer realmente pan y beber realmente vino, es necesario que primero sacrifique en la capilla siniestra de la fábrica un poco de alegría, de inteligencia, de sudor, de músculo, de salud..."

Enrique López Albújar



"En la cómoda fue descubriendo María Luz más objetos sagrados, que iban revelando claramente, como el cáliz y el misal, que aquel lugar no había sido sólo para oración, sino también para la celebración de la misa evitándole así a sus fundadores el trabajo de las salidas mañaneras o el desagrado de ir a las iglesias a confundirse con la plebe maloliente y pañosa. De aquel mueble iban saliendo las vestiduras que otrora vistiese el sacerdote oficiante: un ornamento de glasé, vicio y raído, con todos sus adminículos, cribado impíamente por la polilla y con un tufo tan desagradable que María Luz, asqueada y sin reparo, lo tiró tan lejos como pudo; otro, de espolín de plata, nuevo, con su casulla, su estola, su cíngulo, su manipulo y su bolsa de corporales, todo ello impregnado rabiosamente de espliego y alcanfor. Y en los otros cajones, los paramentos de altar, un bonete, pringoso por fuera y forrado por dentro, cirios descomunales y amarillentos, como tibias de cementerio; manojos de flores artificiales, descoloridas y mustias, como vieja carne virgen, y un incensario de plata, con los bordes ennegrecidos por el fuego, como las pipas culotadas de los hombres de mar. Y por ahí, olvidada, apenas visible, una campanilla de bronce de esas de ayudar a misa, harta, seguramente, de sombra y de silencio."

Enrique López Albújar
Matalaché


"Había entre ellos, según él mismo me lo contara después, una disparidad de puntos de vista tal que la felicidad se espantó del hogar desde el primer momento."

Enrique López Albújar


"(...) Habría que estar en su lugar primero. La suposición está siempre por debajo de la realidad. El sufrimiento no se supone, hay que sentirlo. Además, el instinto de conservación es tan poderoso...Y, en medio del dolor, de la infidelidad. Siempre hay algo que nos liga a la vida."

Enrique López Albújar




"La bebida engendra tristezas pensativas de elefante o alegrías ruidosas de mono."

Enrique López Albújar




"La fe es la sal de la vida."

Enrique López Albújar




"La fiesta, por supuesto, más que para los habitantes del campamento, era para los que iban llegando, especialmente invitados unos y curiosamente atraídos otros."

Enrique López Albújar



"La resignación es cuestión de temperamento, señor, y el valor de la vida, cuestión de apreciación -le respondí-."

Enrique López Albújar


"Los imbéciles no tienen vicios; tienen apetitos, manías, costumbres. ¿Una herejía? ¡Una verdad! El vicio es para el cuerpo lo que el estiércol para las plantas."

Enrique López Albújar


"Los jueces, los médicos, las madres de caridad tenemos un punto de contacto: la anestesia del sentimiento."

Enrique López Albújar





"No se trata de cambiar de amo sino de sistema, de darnos un gobierno que garantice la libertad y el trabajo de todos, criollos y mestizos, indios y libertos; que nos reparta una justicia más equitativa y no se la dé al que mejor la pague. -Sobre todo, de la libertad de comerciar con quien queramos -añadió el señor de los Ríos y Zúñiga-. Basta de trabas e imposiciones."

Enrique López Albújar



"Pero en Piura era distinto. En Piura el sol tenía que atraer forzosamente sus miradas y hacerla pensar en él y sentirlo dentro de sí, porque el sol piurano penetra hasta en las cuencas de los ciegos. Es una obsesión."

Enrique López Albújar


"Por la carne era capaz de todo, y aún cuando a la hora de comer no tenía preferencias por ninguna, roja o blanca, cruda o cocida, podrida o fresca, tierna o dura, los trozos crudos y sanguinolentos, acabados de traer del mercado, causábanle como una especie de sádico enternecimiento. Para él habría sido un placer revolcarse, a la manera del gato cuando olfatea algo que excita su sensibilidad, sobre un colchón de carne roja y palpitante."

Enrique López Albújar



"¿Qué podría ser aquello? ¿Alguna manifestación venérea? ¿Algún resabio atávico? ¿La incubación de algún parásito maligno?... Zimens voló a preguntas, sufrió todos sus exámenes, todas sus prescripciones, para saber, al fin, que las garras implacables de un cáncer le habían cogido por lo más noble del cuerpo y que su mal era irremediable."

Enrique López Albújar



"¿Qué sería de Alemania sin cerveza? Pregúntale a la cebada y al lúpulo y ellos te contarán la historia de Alemania. La cerveza es la madre de sus teorías enrevesadas y acres, como arenque ahumado, y de su militarismo férreo, militarismo frío, rudo, mastodónico, geófago, que ve la gloria a través de las usinas y de los cascos guerreros."

Enrique López Albújar




"(...) Se diría que el indio gozaba con esta vida de inquietud y peligro, que su naturaleza fuerte y bravía necesitaba de estas persecuciones violentas, en las que, mientras sus perseguidores desplegaban toda la habilidad de un cazador apasionado, él desplegaba toda la ferocidad del tigre y toda la astucia del zorro."

Enrique López Albújar




"Se está dentro de la ley como se está fuera de ella, y se sale de ella por una infinidad de puertas con más o menos violencia -cuestión de temperamento- pero siempre por las mismas puertas que salieron otros. No hay novedad en esto no hay originalidad en el delito acabaría por aburrirse al ver la estupidez de los delincuentes. Siempre las mismas cosas: agresión, violencia, engaño, latrocinio. Los cuatro puntos cardinales del crimen, dentro de los cuales el alma de los predestinados se agita como una aguja imantada."

Enrique López Albújar




"Según lo que se come y lo que se bebe es lo que se hace y se piensa. El pensamiento es hijo del estómago."

Enrique López Albújar


"Siempre es útil saber la verdad de una muerte, Y más útil todavía saber cómo mata la sociedad y cómo un hombre puede ser juez y reo al mismo tiempo."

Enrique López Albújar


"Todos querían cerciorarse de cómo esa cosita manuable y de tamaño tan ridículo disolvía los montes y los precipitaba en forma de aluvión a lejanos puntos. Si no fuera porque el aparato estaba ahí a la vista y hasta se le podía tocar, muchos habrían terminado por creer que era una invención o cosa de embrujamiento. En menos de una hora podía hacer el trabajo de cien hombres en cien días, con una economía portentosa. Las piedras, al recibir la rociada del pequeño monstruo, se pulverizaban y se diluían entre cataratas de fango, o saltaban como escupidas por subterráneas fuerzas. Los obreros que le habían visto funcionar se sentían humillados en su orgullo de hombres jóvenes y vigorosos, y se habrían dado por felices si algo hubiera hecho fracasar la exhibición. Porque aquella maquinita, en buena cuenta, iba a competir con ellos ventajosamente y a abaratarles y mermarles el jornal. Al menos así lo susurraban por lo bajo contratistas y capataces, temerosos de la disminución de la demanda de brazos que presentían."

Enrique López Albújar



"Tú crees que la palabra es solamente un don del bípedo humano, o que sólo con sonidos articulados se habla. También hablan las cosas. Las piedras hablan. Las montañas hablan. Las plantas hablan. Y los vientos, y los ríos y las nubes..."

Enrique López Albújar


"Un asesinato es un caso vulgar, un hecho más o menos vivo de bestialidad, de ferocidad. Es lo corriente, y más corriente todavía procesar por estas cosas. Mientras unos se entretienen en poner pinceladas azules en el lienzo de la vida, para que se las aplaudan, otros rabian por ponerlas rojas, para que la justicia tenga que intervenir."

Enrique López Albújar



"(...) Y así como el pobre se la pasa contento sin la riqueza, y muchas veces feliz, porque no sabe lo que es la plata, y lo mismo el ciego de nación, sin luz, así los esclavos como usted ño Parcemón, tampoco pueden saber, si no se lo han enseñado antes, lo que es la libertad. Hay que hacerla entender, como me la han hecho entender, a mí los libros, y las conversaciones de don José Manuel y los otros señores y sobre todo, mi sangre mestiza. Por algo soy mulato. La voz de la sangre de mi padre la siento que me dice muchas cosas. Ella os la que me grita que me rebele cuando pisan en mi condición y veo a un hombre quererme tratar como bestia."

Enrique López Albújar


"Y cuando la imprudencia y la delación pusieron alguna vez al indio en la alternativa de batirse a muerte o entregarse, él no vaciló jamás en jugar serena y valientemente su vida, arremetiendo con tal pujanza y furia que todo que todo cedía a su paso; y siempre supo escapar dejando tras sí la admiración y la muerte."

Enrique López Albújar


"Y donde no hay sensaciones los nervios están demás. Y tú sabes también que los nervios son el mayor enemigo del hombre. ¡Cuántos cambios ha sufrido la historia por culpa de los nervios! La fatiga, el hambre, el horror, el dolor, el miedo, la nostalgia, son los heraldos de la derrota. Y la derrota es un producto de la sensibilidad. ¡Ah! , si se le pudiera castrar al hombre la sensibilidad -la sensibilidad moral siquiera- la fórmula de la vida sería una simple fórmula algebraica. Y quién sabe si con el álgebra el hombre viviría mejor que con la ética."

Enrique López Albújar


"Y este oprobio sentíale más hondamente en el alma cuando se detenía a meditar sobre su origen. Sí, él era todavía un negro por la piel, pero un blanco por todo lo demás. Y éste era su suplicio. Sus aspiraciones, sus ideas, sus gustos, se lo gritaban desde el fondo de su corazón. "Y si no -solía interrogarse- ¿Por qué este afán mío de parecerme a esos señores que veo en las calesas por las calles? ¿Por qué me gustan más las mujeres blancas, que quizá nunca podré conseguir, que las mulatas que me ríen y me provocan y me tientan cuando vienen acá a mercar? ¿Por qué no me gusta comer ni dormir en unión de los otros negros y siento algo que me aparta de ellos, contra mi voluntad?"

Enrique López Albújar



"Y, repentinamente, maniatado y conducido por cuatro mozos corpulentos, apareció ante el tribunal un indio de edad incalculable, alto, fornido, ceñudo, y que parecía desear las injurias y amenazas de la muchedumbre. En esa actitud, con la ropa ensangrentada y desgarrada por las manos de sus perseguidores y las dentelladas de los perros ganaderos, el indio más parecía la estatua de la rebeldía que del abatimiento."

Enrique López Albújar