"Aquella terrible columna, con sus armas cargadas, hizo alto frente a la puerta del cuarto... y sin más espera, sin saber quién daba las voces de mando, oímos distintamente: "¡Al hombro!¡Presente!¡Preparen!¡Apunten!..."
Como tengo dicho, el señor Juárez estaba en la puerta del cuarto, a la voz de "apunten", se asió del pestillo de la puerta, hizo atrás la cabeza y esperó...Los rostros feroces de los soldados, su ademán, la conmoción misma, lo que yo amaba a Juárez...yo no sé... se apoderó de mí algo de vértigo...Rápido como el pensamiento, tomé al señor Juárez de la ropa, lo puse a mi espalda, lo cubrí con mi cuerpo...abría los brazos y ahogando la voz de "fuego" que tronaba en aquel instante grité: "¡Levanten esas armas! ¡Levanten esas armas ¡Los valientes no asesinan!..." y hablé yo no sé qué, yo no sé qué hablaba en mí, que me ponía alto y poderoso, y veía, entre una nube de soldados cambiada...Un viejo de barbas canas, que tenía enfrente y con quien me encaré, diciéndole: "¿Quieren sangre? ¡Bébanse la mía!..." alzó el fusil...los otros hicieron lo mismo.
Los soldados lloraban, protestando que no nos matarían, y así se retiraron como por encanto. Bravo se puso de nuestro lado."

Guillermo Prieto
Los valientes no asesinan



Cómo será el mar

Tu nombre ¡o mar! en mi interior resuena;
despierta mi cansada fantasía:
conmueve, engrandece al alma mía,
de entusiasmo férvido la llena.

Nada de limitado me comprime,
cuando imagino contemplar tu seno;
aludo, melancólico y sereno,
o frente augusta; tu mugir sublime.

Serás ¡oh mar! magnífico y grandioso
cuando duermas risueño y sosegado;
cuando a tu seno quieto y dilatado
acaricie el ambiente delicioso?

(...)

¿La mano del dolor que me comprime,
a perecer cautivo me destina
entre paredes de ciudad mezquina
sin venerar tu majestad sublime?

¿O a ti, me llevará la suerte impía,
cubierto de dolor, sin tener padre;
sin mi dulce adorada; sin mi madre,
lanzado, ay triste, de la patria mía? 

Guillermo Prieto



"Donde se gozaba en toda su sencillez pulcra de la buena sociedad mexicana, era en la temporada de verano en que se trasladaban al campo familias distinguidas, recibían numerosas visitas, se ordenaban almuerzos y cabalgatas, paseos en burros y meriendas, se jugaban alegres juegos a la luz de la luna, y tenía cien mil pretextos el ñiño ciego para cosechar ilusiones, ensueños, contentos y goces celestiales.
San Ángel era considerado como el centro de placeres que ofrecía mayor animación, y en efecto, pudo contar con temporadas deliciosas.
San Ángel, como se sabe, es un laberinto de vergeles, de huertas, de aguas cristalinas, de lomeríos, pintorescos y paisajes deliciosos; domina el valle de México y se perciben áreas arboledas, las torres y bóvedas de la Parroquia y el Carmen y sus edificios blancos y alegres en medio de las verdes milpas, y los visos de oro de sus riquísismos trigales.
Tenía y tiene dos grandes plazas el pueblo: una, la de San Jacinto, hoy poblada de árboles; otra, de los "licenciados", porque cuatro eminencias del foro poseían las casas principales."

Guillermo Prieto
Memorias de mis tiempos



"Dulce es al hombre en su penoso duelo, cuando el tormento pertinaz le aterra, decir burlando a la mezquina tierra: "Allí es mi patria", y señalar el cielo."

Guillermo Prieto Pradillo



"¿El placer puro y el dolor profundo se apagan con el soplo de la muerte?"

Guillermo Prieto



"En 15 de diciembre de 1821, se dio un arancel general para el arreglo de las aduanas marítimas, en que se alteraban notablemente el derecho de importación, y se modificaba el reglamento de 1778, y las reformas referentes a la reforma de 1820 que se observaban con anterioridad.
Esa reforma que según opinan algunos rentistas, fue poco calculada, produjo una baja considerable en los productos de las aduanas marítimas, siendo de advertir que en tiempo del gobierno español, este ramo no formaba el principal recurso del erario, sino que los ingresos de éste, que en sus tiempos más florecientes llegaron a consistir en 20 millones de pesos, los componían las contribuciones interiores, aunque con el gravísimo defecto de estar subdivididas en multitud de ramos como se ha visto; de los cuales unos se extinguieron por la naturaleza de las circunstancias políticas, los otros se innovaron irreflexivamente, siguiendo nuestros hombres públicos teorías inaplicables a nuestras necesidades peculiares, y los otros han sufrido el influjo revolucionario, hasta quedar convertido en ruinas el edificio del sistema de hacienda.
Antes de publicarse el arancel de 1821, sufrió las reformas que se expresan en el decreto de 14 de enero de 1822: las principales bases de este arancel eran refundir en uno solo los nombres de los antiguos derechos que se cobraban, reduciéndolos a 25 por ciento que debía percibir la hacienda pública y distinguir con precisión los efectos que debían sujetarse al aforo hecho por las vistos y los que debían cobrarse por tarifa."

Guillermo Prieto
Indicaciones sobre el origen, vicisitudes y estado...



"En 1862 se calculaba nuestro comercio con la Francia en cinco millones de pesos poco menos, consistiendo nuestras exportaciones en maderas exóticas, vainilla, cochinilla, cueros de res, tabaco, vegetales filamentosos, zarzaparrilla y Jalapa, algodón, lana, añil y otros artículos.
Las importaciones francesas consisten principalmente en tejidos de algodón, seda y lana, mercería, pasamanería y modas, vinos, pieles curtidas, papeles, libros y otros artículos.
Me ha parecido conveniente traducir la reseña que sobre las industrias de México remitió el cónsul de Tampico al ministerio francés en 1864 y constan en la obra magnífica titulada Anales de comercio.
Como las referencias todas son al comercio de esas dos naciones, ellas aclaran la materia de que tratamos visto el cuadro a la luz de los intereses europeos, que en esa época trataban de halagarse.
"Existen en México tres ramas importantes de industria indígena, a saber: la explotación de las minas, la fabricación de rebozos, especie de tejidos de diversas materias sirviendo a la vez de chal y de velo, la de los jorongos, especie de vestido, y las de frazadas o cobertores de diversas calidades.
A fin de proteger esos dos últimos ramos de la industria, todos los gobiernos han prohibido la importación de similares extranjeros. Pero es tal el desarrollo que ha tomado esta fabricación y el bajo precio de sus productos, que ellos no tienen hoy necesidad alguna de protección para sostener su concurrencia con el extranjero. Se cree, por el contrario, que retirada la protección, los efectos semejantes extranjeros se obtendrían a más bajo precio.
La mano de obra en los departamentos del centro de México es más barata que en los lugares más poblados de Europa. El obrero mexicano es en lo general muy inteligente y lleva una vida verdaderamente frugal.
La lana para los tejidos se produce en México y tiene un costo de 30 por ciento menos que en Francia. Si a esta diferencia de precios de la materia primera se agrega el flete de mar, seguros, transportes de tierra e interés de los fondos, será necesario convenir en que es muy difícil a la industria extranjera competir con estos artículos especiales."

Guillermo Prieto
Lecciones elementales de economía política


"Héroe, monarca, arranca de tu labio el grito del orgullo que horroriza; es igual tu ceniza a la ceniza del pastor infeliz."

Guillermo Prieto


"Hombre: ¿cómo te entregas a hondo sueño, de la playa en la vida recostado, si al más ligero viento, el mar alzado tu cuerpo ha de envolver?"

Guillermo Prieto



"La flor encantadora y delicada que sobre esbelto tallo se mecía, la vio ufana la luz de un solo día, luego desapareció."

Guillermo Prieto


"La prensa es el freno para sujetar las demasías de los gobernantes y poderosos, el apoyo más firme de la libertad y el médico más eficaz de difundir conocimientos y popularizar la instrucción."

Guillermo Prieto


"Las pasiones me arrastraron; No hay dios, mis labios decían, y mis ojos se ofendían de eternidad con la luz."

Guillermo Prieto


"Los cuadros de costumbres eran difíciles, porque no había costumbres verdaderamente nacionales, porque el escritor no tenía pueblo, porque sólo podía bosquejar retratos que no interesasen sino a reducido número de personas.
¿Cómo encontrar simpatías describiendo el estado miserable del indio supersticioso, su ignorancia y su modo de vivir abyecto y bárbaro?
Nosotros, causa de sus males, nos avergonzamos de su presencia, creemos que su miseria nos acusa y degrada frente al extranjero; sus regocijos los vemos con horror, y su brutal embriaguez nos produce hastío…
El resto de las costumbres españolas también lo ocultamos con vergüenza, mientras el anciano venerable de una familia representa al célebre «castellano viejo» de Fígaro, el niño mimado de la casa es un lion parisiense almibarado e ignorante, cuyo delicado tímpano, acostumbrado a oír mentar los boulevards y los Champs Elisées, se heriría a los nuestros de Ixtacalco y Santa Anita. Ésta es la causa de la rechifla en contra de los que conociendo la noble misión de formar una literatura nacional, se hayan referido en sus composiciones a los objetos que tenían ante los ojos.
¿Quién no llama ordinario y de mal tono al poeta que quisiese brindar a su amada, pulque, en vez del néctar de Lico? ¿Quién no se horripila con la pintura de una china, a la vez que aplaude ciego a la manola española, y recorre con placer los cuadros espantosos de Sue, refiriéndose a aquella familia nauseabunda de Bras Rouge y de la Chouett? ¿Será culpa de los escritores hallar en una mesa el pulque junto al champagne, y en un festín el mole de guajolote al lado del suculento rosbeef? ¿Será su culpa, que en vez de «La Marsellesa», de: «Dios salve al rey», y de todos esos himnos que formulan el regocijo o la plegaria solemne de un pueblo, no tengamos verdaderamente nuestro más que el alegrísimo jarabe? La vergüenza es para nuestros gobiernos, que aún no saben formar un pueblo; para muchos de nuestros hombres, que desdeñan pertenecer a su pueblo; el escritor cumple, porque mientras más repugnante aparezca su cuadro, será más benéfica la lección que encierre.
Esos críticos espantadizos y nimios que ven la superficie de las cosas, que lloran de rabia contra el escritor que habla en Santa Anita, de juiles y canoas, porque no ve ni sardinas ni góndolas, que no puede hacer que sus actores sean Rugieros ni Pietros, porque son y se llaman, Juan Antonio o Pedro José; ésos fulminan sus rayos contra el escritor de costumbres, y le agobian con sus insolentes sarcasmos.
Hay otro inconveniente: el número de las personas que en México lee es reducido, las costumbres comunes a ciertas personas se conoce al momento, y la poca frecuencia de leerse estos escritos, hace que se crean llenos de alusiones personales.
Ésta sin duda es la causa de que los hombres dotados de más elevado ingenio hayan sobresalido, o en las ciencias en el siglo pasado, o en la poesía religiosa; y que ni los artistas, ni los sabios, presenten nada verdaderamente nacional.
Este juicio público extraviado ha hecho que la literatura dramática haya sido nula, porque poetas como Alarcón y Gorostiza, más pertenecen a España que a nosotros. Soria buscaba sus asuntos en la historia y las vidas de los santos, y Calderón revolvía las crónicas extranjeras para poner en escena sus generosos paladines."

Guillermo Prieto
Literatura nacional


"Nuestra noble inteligencia nunca perece, que las almas puras reflejarán por siempre en las alturas el brillo de la augusta omnipotencia."

Guillermo Prieto


"¿Qué importa que feroces me amenacen, ni que lancen gemidos los humanos, si yo arranco ruiseñor de sus manos la copa del placer?"

Guillermo Prieto


"Si intentaren pisar nuestro suelo, en la mar sepultemos sus vidas, y en las olas, de sangre teñidas, luzca opaco el reflejo del sol."

Guillermo Prieto



"Tú eres mi patria, tú eres mi amigo. Eres testigo de mi aflicción."

Guillermo Prieto


"Ya contemplo al valiente guerrero que hasta en sueños su mano esforzada, busca incierta, anhelosa, la espada para herir al soberbio invasor."

Guillermo Prieto


"Yo te amo, sí, te adoro, aunque mi labio mil y mil veces te llamó perjura, aunque la copa horrenda del agravio me brindó los placeres tu hermosura, te ama mi corazón."

Guillermo Prieto