"Cuando se acercó al estrado, la batería de focos se concentró sin piedad en su cuerpo. Desde el atril, saludó con la cabeza al público que se agolpaba en la sala. Dos tercios de la audiencia que ocupaba los asientos en ligera pendiente del auditorio eran, como Kurimoto había dicho, amas de casa, mujeres jóvenes y estudiantes, pero no reconoció ningún rostro; lo único que sabía era que los reunidos estaban inspeccionándole minuciosamente.
Fingió colocar bien el micrófono mientras intentaba tranquilizarse. Se consideraba bastante habituado a las conferencias públicas, pero si estropeaba la entrada no habría esperanza de enderezar la charla. Inspiró profundamente, atrayendo hacia sí la atención de los oyentes, y, poco a poco, se lanzó a una explicación de sus propias obras.
Todo estaba saliendo bien.
No era nada patente a simple vista, pero percibía a través de su cuerpo una respuesta positiva por parte del público. Había empezado a notar una sensación táctil del tipo de charla que aquellas amas de casa y mujeres jóvenes y estudiantes esperaban de él. De hecho, era probable que la mayoría de sus admiradores ya tuviera una idea aproximada de lo que diría antes incluso de llegar al auditorio.
Mientras establecía el ritmo adecuado para sus observaciones, los asistentes empezaron a reaccionar con interés y a asentir con la cabeza. Por fin logró relajarse, y al hacerlo empezó a distinguir rostros individuales en lo que antes era una mancha borrosa. Buscó a la señora Naruse.
—Una vez vino a verme un joven quejándose con amargura de ser un pésimo conversador; debido a ello, no era capaz de hacer amigos. Tiempo atrás, le habría recomendado un libro sobre el arte de la conversación o le habría sugerido algún otro método para mejorar su facilidad de palabra. Pero a estas alturas de mi vida, ahora que he llegado a la conclusión de que todo tiene su lado positivo, le diría a ese joven que aprovechara al máximo su dificultad para hablar. Y bien, ¿a qué me refiero con eso de aprovechar al máximo su tartamudez?
Suguro hizo una pausa y echó una ojeada general al auditorio abarrotado. Era fundamental detenerse a tomar aliento en aquel punto para provocar cierto efecto entre el público.
—Me refiero a que el joven debía convertirse en un buen oyente. Si no servía para conversar, lo único que debía hacer era mantener los ojos fijos en el rostro de su interlocutor y asentir con la cabeza. Así el interlocutor se sentiría a gusto. Tan a gusto como me están haciendo sentir ustedes ahora al prestarme atención mientras les hablo.
Una oleada de risas agitó la sala. Suguro, exaltado, dirigió la mirada hacia la puerta situada al fondo del pasillo central del auditorio. Entonces, de pronto, se puso a parpadear aceleradamente.
El hombre estaba allí. El rostro idéntico al de Suguro estaba apostado cerca de la puerta, contemplándolo con una sonrisa burlona. Era la misma experiencia que había tenido la noche de la entrega de premios.
—La virtud de ser un buen oyente… está contenida en el defecto de ser un mal orador. Y esto no se limita sólo al terreno de la conversación. Ninguno de los defectos que tenemos como seres humanos es absoluto. Cada debilidad contiene en sí misma una fuerza. Incluso el pecado lleva en su interior ciertas virtudes. En el fondo de cada pecado que cometemos existe un ansia humana por renacer. Esto es lo que me he repetido a lo largo de los años mientras escribía mis novelas.
Notó un escalofrío y volvió a parpadear. Sin embargo, esta vez, el hombre no se desvaneció como en la ocasión anterior. La sonrisa despectiva. Una sonrisa que se burlaba de él. Aquella sonrisa obscena… Sí, era la expresión que reflejaba el retrato de la exposición.
La atmósfera del auditorio, hasta entonces amistosa, se derrumbó de improviso. Las cuerdas armoniosas que había pulsado se vieron interrumpidas por unos sonidos convulsivos y discordantes. Suguro perdió el hilo de lo que estaba diciendo, además de la compostura."

Shusaku Endo
Escándalo


"Durante mucho tiempo estos campesinos han estado trabajando como verdaderos animales y como animales han ido muriendo. Que nuestra religión se fuera extendiendo entre ellos como agua que todo lo penetra, se debe a esto y sólo a esto: estos hombres han experimentado por primera vez en su vida el calor del corazón humano. Han encontrado a alguien que los trate como a seres humanos. La bondad de los padres les ha tocado el corazón."

Shusaku Endo


"El hombre, aun en las peores circunstancias, nunca escapa por completo a la vanidad."

Shusaku Endo
Silencio




"El mar hoy parecía oscuro y amenazador. Desde Fukuoka subían remolinos de polvo marrón que parecían manchar las nubes, que eran de color de algodón viejo, e incluso al pálido sol. Ganar la guerra o perderla. A Suguro le daba igual. El simple esfuerzo de pensar en estas cosas le oprimía como una losa de piedra."

Shusaku Endo


"El samurái no podía comprender por qué estaba tan obsesionado con ese hombre flaco que tenía ambos brazos clavados en una cruz. Si verdaderamente todo era una formalidad, no era necesario repetir una y otra vez las mismas palabras. No había ninguna razón para que tan amargas emociones brotaran en su interior."

Shusaku Endo



"Estaba en esa celda desde el día anterior, calculando las posibilidades de que lo ejecutaran o lo liberaran. Consideraba sin pasión las alternativas, como un mercader que examina fríamente dos platillos de polvo de oro para determinar cuál pesa más."

Shusaku Endo



"Las personas nunca conocen su verdadero aspecto. Todo el mundo cree que esa máscara social falsa y afectada que luce es su auténtico rostro."

Shusaku Endo


"Lo más importante es escribir sobre la humanidad. -Su voz recitó las palabras como si se tratara de un diálogo aprendido de memoria-. Éste es el primer propósito de un escritor. Sondear en los límites más extremos de la humanidad: éste es, en mi opinión, su deber último. Ese objetivo y ese deber no cambian, se trate de un escritor izquierdista o de un cristiano ineficaz como yo. Al menos, jamás he tratado de idealizar la humanidad de mis personajes por acomodarlos a mi religión. Me he asomado a cosas horribles en toda su fealdad..."

Shusaku Endo



"No puedo entender la clara distinción que estos europeos hacen entre el bien y el mal. Les cuesta ver que también las cosas buenas pueden estar ocultas bajo el mal. Esa es la auténtica razón de que Dios pueda servirse de su magia. Se sirvió incluso de mis pecados y me puso en el camino de la salvación."

Shusaku Endo


"¡Oh, venga ya! Matar a una paciente no es algo tan terrible. Desde luego, no es algo nuevo en el mundo de la medicina. ¡Así es como se progresa! Ahora mismo en la ciudad está muriendo un montón de gente en los bombardeos y a nadie le importa. Mejor matar una anciana aquí, en el hospital, a que muere en un bombardeo. ¡Al menos así su muerte valdrá para algo, chico!"

Shusaku Endo


"Pecado, no es lo que se piensa de ordinario, eso de robar, de decir mentiras, no. Pecado es para un hombre cruzar por la vida de otro hombre olvidando las huellas que va dejando en él."

Shusaku Endo


"(...) Pero Cristo no murió por los elegantes ni por los buenos. Morir por los buenos, por los exquisitos, es cosa fácil; pero morir por los miserables, por los podridos, eso es algo muy difícil."

Shusaku Endo



"No existen fuertes y débiles... ¿Quién asegura que los débiles no han sufrido menos que los fuertes?"

Shusaku Endo


"Pasaron varios meses. Se racionaron el azúcar y las cerillas, a los restaurantes sólo se les permitía abrir de cinco a ocho, y se amplió el periodo de entrenamiento militar en la Universidad P. El alboroto de la escena bélica se volvió más acusado. Pero la vida de un estudiante seguía siendo la vida de un estudiante.
Al principio, a Ozu le había costado acostumbrarse a la vida en la escuela preparatoria, pero con el tiempo hizo amigos nuevos. Estos amigos le enseñaron a saltarse las clases para jugar al mah-jong en el piso de alguno de ellos, o para jugar al billar. Cogió el hábito de fumar y aprendió a untar de aceite la gorra de su uniforme para hacerla brillar como el cuero.
De modo que, poco a poco, la figura con ojos soñolientos de Fletán se desvaneció de su memoria. Se volvió más descuidado a la hora de escribir cartas y la correspondencia de Fletán también llegó a su fin.
Un día soleado de septiembre, los novatos de la escuela preparatoria de la Universidad P. se dirigieron a Amagasaki para trabajar en una fábrica de municiones. La Universidad P. llevaba uno o dos años enviando a estudiantes a efectuar este servicio cada dos meses.
Los jóvenes, vestidos con uniformes militares, pasaban la mitad del día transportando materiales pesados desde el almacén hasta los trabajadores de la planta.
—¿Por qué tenemos que hacer esto? —se quejaban todos—. ¡Hacer que los estudiantes se encarguen de esto no va a ayudar al país!
Cuando estaban bañados en sudor, después de haber tragado una cantidad considerable de polvo del almacén, se les permitía marchar después de este trabajo físico al que estaban tan poco acostumbrados.
Una vez fuera, Ozu y cuatro o cinco de sus amigos tomaban el tren para ir al dormitorio universitario de alguno de ellos para jugar al mah-jong.
Al subir ruidosamente al tren, que estaba bañado por el sol, Ozu miró a su alrededor y entonces contuvo el aliento por la sorpresa.
Aiko Azuma estaba sentada en el centro del vagón del tren.
Había cambiado por completo. Su cuerpo ya no era el de aquella chica vestida con el uniforme de marinero que llevaba el bolso colgado mientras caminaba por la orilla del río Ashiya. Llevaba un kimono blanco puro y se había hecho la permanente. Estaba diciéndole algo a una mujer mayor que iba agarrada al asidero del tren. Sin saber que la observaban, a veces Aiko asentía, y otras miraba por la ventana con ojos tristes."

Shusaku Endo
Cuando silbo



" "¿Qué diferencia hay entre la misericordia de Buda y la misericordia de Deus? La criatura nada puede contra su propia debilidad y se abandona a la misericordia de Buda. En ese abandono está la salvación. Eso es lo que en este país predica". Y entonces el padre me contestó con toda la claridad: "Pues sí, la salvación no se gana con sólo abandonarse a Dios; el creyente además tiene que ser fuerte de espíritu"."

Shusaku Endo


Silencio


"Se sentía arrastrado hacia ellos por una compasión irresistible; pero la compasión no son obras. Ni siquiera es amor. La compasión es como el sexo, un instinto nada más."

Shusaku Endo


"Si usted es un hombre repulsivo, yo también lo soy... Nadie tiene un solo rostro o una sola expresión..."

Shusaku Endo


"(...) Supongo que en alguna parte del corazón de los hombres está el anhelo de que alguien nos acompañe durante toda nuestra vida, aunque sólo sea un perro sarnoso. Ese hombre se convirtió en un perro por el bien de la humanidad. El samurái repitió esas palabras como si hablara consigo mismo."

Shusaku Endo



"Un hombre que empuña la pluma tiene que ser responsable ante la sociedad."

Shusaku Endo
Escándalo





"Una religión verdadera debía ser capaz de responder a las melodías oscuras, a los sonidos falsos y repulsivos que surgen de los corazones de los hombres."

Shusaku Endo




"Y la oración no era capaz de aliviar esa tortura..."

Shusaku Endo


"Ya sólo quedan cinco días para nuestra partida. Como el único equipaje que llevamos al Japón es el de nuestro corazón, estamos preparando el corazón a fondo."

Shusaku Endo