"A la imagen que tenemos unos de otros. Capas y más capas de incomprensión. La imagen que tenemos de nosotros mismos, que es inútil, presuntuosa, totalmente engreída. Pero seguimos adelante y nos apañamos con esas imágenes."

Philip Milton Roth




"Como dice la fantasía de nuestro orgullo desmesurado, estamos hechos a imagen de Dios, de acuerdo, pero no del nuestro..., sino del de los antiguos griegos. Dios vicioso. Dios corrompido. Un dios de la vida si jamás ha existido. Dios a imagen del hombre."

Philip Milton Roth




"Como no creyente, suponía que la otra vida carecía de reloj, de cuerpo, de cerebro, de alma, de dios...De cualquier cosa con forma, contorno o sustancia, descomposición absoluta."

Philip Milton Roth



"(...) Como si fuese posible de alguna manera renunciar al combate singular que es cada persona."

Philip Milton Roth


"Da usted demasiada importancia a la inteligencia (... ). La verdad es que no aniquila a la naturaleza humana."

Philip Milton Roth


"Debes estar por encima de tus sentimientos. No soy yo quien te lo exige: es la vida. De lo contrario los sentimientos te arrastrarán. Te arrastrarán al mar y desaparecerás para siempre."

Philip Milton Roth




"Debilitado por la naturaleza aterradoramente provisional de todo."

Philip Milton Roth


"Deja de preocuparte por envejecer y piensa en crecer."

Philip Milton Roth



"El deseo humano de un principio, un medio y un fin -y un fin apropiado a la magnitud de ese principio y ese medio- no se realiza tan cabalmente como en las obras que Coleman enseñaba en la Universidad de Athena. Pero fuera de la tragedia clásica del siglo V aC, la esperanza de conclusión, y no digamos de una consumación justa y perfecta, es una ilusión demasiado necia para que la tenga un adulto."

Philip Milton Roth


"Él me guiaba por el suelo de piedra con una sinceridad semiseria, por no mencionar el placer inconsciente de estar vivo, vivo por accidente, de una manera cómica y sin ninguna razón, la clase de placer que experimentas de niño cuando aprendes a tocar una tonada con un peine y papel higiénico."

Philip Milton Roth



"Ellos viven en ciudades. Viven en el ajetreo de la rutina laboral, la locura de trasladarse al trabajo. La locura en el trabajo. La locura de volver del trabajo. El tráfico. La congestión. Están atrapados en eso. Yo me he librado."

Philip Milton Roth


"En cualquier caso, sigue siendo cierto que de lo que se trata en la vida no es de entender bien al prójimo. Vivir consiste en malentenderlo, malentenderlo una vez y otra y muchas más, y entonces, tras una cuidadosa reflexión, malentenderlo de nuevo. Así sabemos que estamos vivos, porque nos equivocamos."

Philip Milton Roth




"(...) En fin, ¿Cómo vas a llenar el vacío de la indignación?"

Philip Milton Roth


"Era austero a la manera en que la hoja de un cuchillo es austera: amenazante si no la manejas con el mayo cuidado."

Philip Milton Roth


"(...) Era una máquina de pensar acicalada e impersonal, una aguja humana enhebrada con un cerebro."

Philip Milton Roth



"Eran las diez y media, y sólo cuatro clientes estaban desayunando todavía. Ella se sentó a una mesa. Yo me acomodé en otra. No parecía haberse dado cuenta de que la había seguido, ni siquiera de mi presencia a escasos metros de ella. Se llamaba Amy Bellette. La había visto una sola vez. Nunca la había olvidado.
Amy Bellette no llevaba abrigo, tan solo el gorro rojo, una rebeca de un tono claro y lo que me pareció un delgado vestido veraniego de algodón hasta que me di cuenta de que en realidad era una bata de hospital azul claro cuyos cierres en la espalda habían sido sustituidos por botones y cuya cintura se ajustaba con un cinturón que parecía una cuerda. O bien está en la miseria o bien se ha vuelto loca, pensé.
Un camarero tomó nota del pedido y, cuando se hubo ido, ella abrió el bolso, sacó un libro y, mientras lo leía, alzó con indiferencia la mano, se quitó el gorro y lo dejó a un lado. El costado de su cabeza que podía ver estaba totalmente rasurado, o lo había estado no hacía mucho (le estaba creciendo una pelusilla), y una sinuosa cicatriz quirúrgica trazaba una línea serpenteante en el cráneo, una cicatriz en carne viva, bien definida, que se curvaba desde detrás de la oreja hasta el borde de la frente. Todo el cabello, largo o corto, estaba en el otro lado de la cabeza, un cabello gris recogido en una floja trenza a lo largo del cual deslizaba distraídamente los dedos de la mano derecha, jugueteando con el pelo como lo haría la mano de cualquier niña que leyera un libro. ¿Su edad? Setenta y cinco años. Tenía veintisiete cuando nos conocimos, en 1956.
Pedí café, tomé un sorbo, me demoré antes de terminarlo, lo apuré y, sin mirarla, me levanté y abandoné el establecimiento y la asombrosa reaparición y patética reconstitución de Amy Bellette, alguien cuya existencia, tan llena de promesas y expectativas cuando la conocí, había ido a todas luces por muy mal camino.
A la mañana siguiente me sometí a la intervención, que duró quince minutos. ¡Tan sencilla! ¡Una maravilla! ¡Magia médica! Volví a verme nadando en la piscina de la universidad, sin llevar más que un traje de baño corriente y sin dejar un reguero de orina detrás de mí. Me vi andando alegremente por ahí sin tener que acarrear una provisión de las almohadillas de algodón absorbentes que, desde hacía nueve años, llevaba de día y de noche anidadas en la entrepierna de mis calzoncillos de plástico. Una indolora intervención de quince minutos y la vida volvía a parecer ilimitada. Ya no era un hombre impotente ante algo tan elemental como orinar en un recipiente. Controlar la propia vejiga… ¿quién entre los enteros y sanos considera jamás la libertad que eso concede, o la angustiosa vulnerabilidad que su pérdida puede imponer incluso a la persona más segura de sí misma? Yo, que nunca había pensado en esos términos, que desde los doce años de edad me empeñé en ser peculiar y me encantaban todos aquellos rasgos míos que se salieran de lo corriente… ahora podría ser como todo el mundo.
Como si la sombra de la humillación que siempre se cierne sobre nosotros no fuese, en realidad, lo que nos vincula a todos los demás.
Cuando regresé a mi hotel, aún faltaba bastante para el mediodía. Tenía mucho en que ocuparme mientras aguardaba que transcurriera el día antes de volver a casa. La tarde anterior, después de alejarme de Amy Bellette sin molestarla, había ido a la Strand, la venerable librería de ocasión al sur de Union Square, y por menos de cien dólares había adquirido primeras ediciones de los seis volúmenes de relatos de E. I. Lonoff. Tenía los libros en la biblioteca de mi casa, pero los compré de todos modos para ir leyendo cronológicamente fragmentos de los diversos volúmenes durante las horas que debía permanecer en Nueva York."

Philip Roth
Sale el espectro


"(...) Eran más bien de esas personas que pasan directamente de la cuna a la edad adulta, sin que en el periodo intermedio hayan tenido una educación sobre cómo funciona y se rige la brutalidad humana."

Philip Milton Roth



"Es algo que sucede cuando muere la gente: la discusión desaparece con ellos, y personas tan llenas de defectos mientras respiraban que a veces eran casi insoportables ahora se muestran de la manera más encantadora, y lo que menos te gustaba anteayer se convierte, en la limusina detrás del coche fúnebre, en una causa no sólo de regocijo solidario sino incluso de admiración."

Philip Milton Roth


"¿Es posible que una persona carezca por completo de raciocinio? La respuesta es afirmativa."

Philip Milton Roth


"Escribir te convierte en alguien que siempre se equivoca. La ilusión de que algún día puedes acertar es la perversidad que te hace seguir adelante."

Philip Milton Roth


"(...) Escúchame por favor... He vivido una vida. Deja de hacer todo solo, por favor. No has escuchado a nadie desde que tuviste cuatro años y te fuiste al jardín de infantes a conquistar el mundo. Tenías cuatro años y medio y creías ser el presidente de la General Motors (... )."

Philip Milton Roth



"Esto es lo que sucede cuando escribes libros. No solo hay algo que te impulsa a averiguarlo todo, sino que algo empieza a ponerlo todo en tu camino. De repente no existe una carretera secundaria que no conduzca directamente a tu obsesión."

Philip Milton Roth


"Estoy diciéndole, doctor, que con estas chicas no es tanto que les meto la polla a ellas: más bien se la meto a sus antecedentes familiares: como si así, a base de polvos, fuese a descubrir América. Conquistar América, digamos, con más propiedad. Colón, el capitán Smith, el gobernador Winthrop, el general Washington y, ahora, Portnoy. Como si mi destino manifiesto consistiese en seducir a una chica de cada uno de los cuarenta y ocho Estados."

Philip Milton Roth



"Había aprendido la peor de las lecciones que puede dar la vida: la de que carece de sentido."

Philip Milton Roth





"Había perdido el dominio de sí mismo (...) Su manera de moverse por la estancia me hacía pensar en esos pollos que siguen andando después de que los han decapitado."

Philip Milton Roth




"Hombres limitados con una energía ilimitada, hombres que en seguida se muestran amistosos y con la misma rapidez evidencian que están hartos, hombres para quienes lo más importante en la vida es seguir adelante a pesar de todo. Y nosotros éramos sus hijos. Nuestra tarea consistía en quererlos."

Philip Milton Roth


"Incluso un monstruo ha de venir de alguna parte, incluso un monstruo necesita padres. Pero los padres no necesitan monstruos."

Philip Milton Roth



"La autoridad de la belleza es muy irracional."

Philip Milton Roth


"La cama es el único lugar donde Faunia muestra cierta astucia, Nathan. En la cama una astucia física espontánea juega el papel principal, y una audacia transgresora juega el papel secundario. En la cama nada escapa a la atención de Faunia. Su carne tiene ojos, su carne lo ve todo. En la cama es un ser poderoso, coherente y unificado cuyo placer consiste en rebasar los límites."

Philip Milton Roth


"La gente cree que la historia es algo que sucede a la larga, pero la verdad es que se trata de algo muy repentino."

Philip Milton Roth


"La ilusión de que algún día puedes acertar es la perversidad que te hace seguir adelante."

Philip Milton Roth


"La sociedad norteamericana (...) no sólo sanciona las más burdas e injustas relaciones entre los hombres, sino que las fomenta. ¿Puede alguien negar eso? No. Rivalidad, competencia, envidia, celos, todo lo malo del carácter humano lo alimenta el sistema. Las posesiones, el dinero, la propiedad...Por tan corruptos criterios se miden la felicidad y el éxito."

Philip Milton Roth




"La tragedia del hombre que no está hecho para la tragedia..., ésa es la tragedia de cada hombre."

Philip Milton Roth




"La verdad no se revela de golpe. Aunque el mundo está lleno de gente que va por ahí creyendo saberlo todo de ti o de tu vecino, en realidad lo que no se sabe carece de fondo. La verdad acerca de nosotros es interminable. Como lo son las mentiras."

Philip Milton Roth


"La vida es un breve periodo de tiempo durante el que estamos vivos."

Philip Milton Roth


"Las vacas estaban sumidas en una existencia bestial que carecía dichosamente de profundidad espiritual: arrojar chorros de leche y mascar, cagar y mear, pacer y dormir, esa era toda su razón de ser."

Philip Milton Roth



"Le asombraba cómo divergen las vidas y nuestra impotencia ante la fuerza de las circunstancias. ¿Y qué pinta Dios en todo esto?"

Philip Milton Roth


"Lo implacablemente imprevisto, que había dado un vuelco erróneo, era lo que en la escuela estudiábamos como "historia", una historia inocua, donde todo lo inesperado en su época está registrado en la página corno inevitable. El terror de lo imprevisto es lo que oculta la ciencia de la historia, que transforma el desastre en épica."

Philip Milton Roth


"Mi director de departamento, Arthur Schonbrunn, es un hombre de mediana edad, muy apuesto y exquisitamente educado, de inagotable encanto e incansable meticulosidad: uno de los seres sociales más hábiles y refinados que he visto nunca en acción; pero su mujer, Deborah, es persona por la que nunca he logrado sentir gran entusiasmo, ni siquiera cuando yo era el alumno preferido de Arthur y ella me recibía en su casa con cariño y buen ejercicio de la hospitalidad. De hecho, en aquellos primeros años de Stanford solía invertir parte de mi tiempo tratando de que me entrara en la cabeza qué podía unir a un hombre tan escrupuloso en el trato social, tan incansablemente entregado a la tarea de oponerse —en nombre de los más elevados principios— a los crecientes ataques políticos contra la enseñanza universitaria... qué podía unir a un hombre tan responsable con una mujer cuyo desempeño público preferido es el papel de señora aturdida y cuyo cautivador encanto radica en una «franqueza» insensata y descarada. La primera vez que Arthur me invitó a cenar con ellos, recuerdo haber pensado, al final de la conversación que sostuvimos durante la velada —conversación consistente, más que nada, en un coquetamente «estrafalario» parloteo de Deborah—, «He aquí el hombre más solitario de la Tierra». Qué daño me hizo y qué desencanto me produjo, a los veintitrés años, esa primera observación de la vida hogareña de mi paternal profesor... para que luego, al día siguiente, Arthur me hablara del «maravilloso poder de observación» de su mujer, así como de su talento para «ir directamente al meollo del problema». Y, en este mismo orden de cosas, recuerdo otra noche, años después, en que Arthur y yo nos quedamos trabajando hasta tarde, en nuestro seminario; mejor dicho: en que Arthur trabajaba mientras yo permanecía inmóvil ante mi mesa, tan desesperado como de costumbre ante el callejón de desamor sin salida en que Helen y yo nos habíamos metido, sin fuerza ni coraje para salir de él. Arthur, al verme más embotado aún que de costumbre, vino junto a mí y se estuvo hasta las tres de la madrugada tratando de protegerme contra los más demenciales tipos de solución que podían ocurrírsele a un marido espantosamente desgraciado con problemas para marcharse a casa. Una y otra vez me recordó lo buena que era mi tesis. Lo importante, ahora, era revisarla para publicación en forma de libro. De hecho, gran parte de lo que Arthur me dijo aquella noche se parecía mucho a las cosas que el doctor Klinger acabaría diciendo sobre mí, sobre mi trabajo y sobre Helen. Y yo, en respuesta, le largué todos mis agravios y, en un momento dado, me incliné sobre el tablero de la mesa y me eché a llorar."

Philip Roth
El profesor del deseo



"No hay razones. Ella está obligada a ser como es. Todos lo estamos. Las razones se encuentran en los libros."

Philip Milton Roth



"No pretendo convertirte en una burguesa, Naomi. Si la cama te parece demasiado lujosa, podemos hacerlo en el suelo."

Philip Milton Roth


"No sé cómo había gente dispuesta a trabajar para él. Cuando se mudaron a la avenida Central, lo primero que pidió a los operarios de mudanzas fue que instalaran su escritorio, y el primer lugar donde lo quiso no fue el despacho rodeado por paneles de vidrio sino el mismo centro de la planta de fabricación, de modo que pudiera vigilar a todo el mundo."

Philip Milton Roth


"No sólo olvidamos cosas porque carecen de importancia sino también porque importan demasiado."

Philip Milton Roth


"No tienes porque adorar a tu familia, no estás obligado a venerar a tu país, no estás obligado a adorar el lugar donde vives, pero debes saber lo que tienes, saber que eres parte de ellos."

Philip Milton Roth



"(...) Pero desear la gloria ajena, de niño o de adulto, es una imposibilidad, psicológicamente insostenible si uno no es escritor, y estéticamente si lo es."

Philip Milton Roth



"Por la mañana permanecí en la cama hasta que supuse que no quedaba nadie por utilizar el baño. Cynthia y Markie ya habían hecho una especie de carrera de relevos en el pasillo, pero ahora reinaba el silencio, e imaginé que estaban desayunando. Quería sorprender a Martha y aligerar su carga, y pensé que, antes de que me trajese la bandeja, iría a sentarme a la mesa, afeitado y bien arreglado, mostrándome a todos una vez restablecido. Aquella mañana comprendí lo que quieren decir las personas que afirman sentirse generosas. Con la actitud descarada no sólo de un convaleciente físico sino también de uno moral, me calcé sin ponerme los calcetines y fui al baño haciendo el menor ruido posible.
Las paredes del baño de Martha estaban cubiertas de carteles de viajes, dos de ellos para ocultar ventanas que daban a la escalera exterior y otro para enmascarar una grieta en el yeso que iba desde el techo hasta el lavabo. «¡Visite Suiza!» «¡Visite Francia!» «¡Visite Holanda!». Mientras me cepillaba los dientes, me sentí magnánimo hacia los tres países, sobre todo la pequeña Holanda, cuyas chicas con cara de porcelana y atuendo tradicional cuidarían para siempre de los tulipanes en la línea directa de visión de quien estuviera sentado en la taza. Tomé un cepillo que estaba en el estante sobre el lavabo. Apenas me lo había pasado por el pelo cuando las largas y rubias hebras del cabello de Martha me cubrieron la frente y las orejas. No experimenté ni un ápice de irritación. ¿Por qué tendría que haberla sentido?
Busqué una maquinilla de afeitar y encontré una en la jabonera de la bañera; la cuchilla estaba roma y me puse a buscar una nueva, sintiéndome, como sucede cuando uno se dedica a tareas triviales, en paz con el mundo. Tal vez porque estaba de tan buen ánimo, éste se desplomó cuando abrí el botiquín. Frascos sin tapón, tubos vacíos y aplanados, tarros abiertos, peines sin púas, un palito de naranjo para manicura roto, tres viejos y desmochados cepillos de dientes, horquillas para el pelo, píldoras y cápsulas esparcidas por todas partes. Tal vez hubiera una cuchilla de afeitar, pero ¿quién podría encontrarla en aquellos dos palmos cuadrados de caos? Curiosamente, la visión de semejante desorden fue como un cuchillo clavado en la manzana de mi bienestar."

Philip Roth
Deudas y dolores 




"(...) Por mucho que hubiera sufrido, lo mantenía oculto tras una de esas caras huesudas e inexpresivas que, por otro lado, no esconden nada y revelan una soledad inmensa."

Philip Milton Roth


"¿Por qué tengo que buscarle tantas justificaciones a ser algo que antaño respondía al honorable calificativo de "soltero"? Al fin y al cabo, de eso estamos hablando, sencillamente, sabe usted: de la soltería. De manera que ¿Cuál es el delito? ¿La libertad sexual? ¿A estas alturas? ¿Por qué he de ceder ante la burguesía? ¿Les pido yo a ellos que cedan ante mí? Quizá sienta uno, un poquito, la atracción de la vida bohemia, pero ¿Qué hay de malo en ello? ¿A quién hago daño con mi deseo? No me dedico a chantajear señoras, no les retuerzo el brazo para que se metan en la cama conmigo."

Philip Milton Roth


"¿Quién está hecho para la tragedia y lo incomprensible del sufrimiento? Nadie."


Philip Milton Roth



"¿Sabe lo que he llegado a comprender sobre ustedes, los amables y ricos liberales que poseen el mundo? Que nada está más alejado de su comprensión que la naturaleza de la realidad."

Philip Milton Roth



"¿Será este el fin de la eternidad, rumiar una y otra vez sobre las nimiedades de toda una vida? ¿Quién podría haber imaginado que uno tendría que recordar constantemente cada momento de la vida hasta en su más minúsculo componente? ¿O acaso este más allá sea tan solo el mío y, de la misma manera que cada vida es única, así también lo es la otra vida, cada una de ellas una huella dactilar imperecedera de un más allá distinto al de cualquier otro? No tengo manera de saberlo. Como en la vida, solo sé lo que es, y en la muerte lo que es resulta ser lo que fue. No solo estás encadenado a tu vida mientras la vives, sino que sigues atado a ella cuando te has ido. O, una vez más, tal vez eso solo me ocurra a mí."

Philip Milton Roth


"Sólo tras haber desarrollado la perorata emocional que culmina con la palabra "asombroso", por fin la fuerza de mis sentimientos había dejado de asombrarme lo suficiente para poder conciliar el sueño durante un par de horas...O algo parecido al sueño, pues, incluso semiinconsciente, me había convertido en una biografía en movimiento perpetuo, en memoria hasta el tuétano."

Philip Milton Roth




"Sus pechos nadaron hacia mí como dos peces de morro rosado, y Brenda me permitió sostenerlos. Luego, en un instante, fue el sol quien nos besaba a ambos y ya estábamos fuera del agua, demasiado satisfechos mutuamente como para sonreír."

Philip Milton Roth


"(...) Te esfuerzas por protegerla, pero ella es reacia a la protección. Tanto protegerla como no protegerla es insufrible. Todo es insufrible. El espanto de su terrible autonomía."

Philip Milton Roth



"Tengo 78 años, ¿Si escribir es tan frustrante y difícil para mí, qué me ha llevado a seguir haciéndolo? Y la respuesta es muy tonta, es que no sé cómo parar. Si pudiera dejar de escribir lo haría, pero no sé cómo hacerlo."

Philip Milton Roth


"Tenía el carácter de un ser grande y unificado, fríamente acostumbrado a que le escuchen. Me asombró esa evolución, que el muchacho excéntrico se hubiera convertido en un hombre ferozmente seguro de sí mismo. Aquellos impulsos de antaño, tan difíciles de dominar, parecían haber entrado en cierta tosca armonía con la profunda inteligencia y la obstinación. El efecto no consistía solamente en dar la impresión de que era un hombre que lo dirigía todo y jamás habría hecho lo que le pedían, sino de alguien con quien uno podía contar para poner cosas en marcha."

Philip Milton Roth




"Tienes conciencia, y es un valioso atributo, pero no lo es si te lleva a creer que eres culpable de lo que está muy lejos del alcance de tu responsabilidad."

Philip Milton Roth


"Todo había empezado hacía un año, una noche de verano, cuando Ellie y su padre se quedaron solos en la casa. Eran más de las once, ella estaba acostada y repentinamente recordó que había olvidado pedir a Judy Rollins que no dijera nada a nadie sobre algo que le había comentado, así que alargó el brazo y cogió el teléfono, que estaba al lado de la cama. Por supuesto, en el mismo instante en que oyó a su padre hablando en la línea de abajo supo que debía colgar. Pero la voz que estaba al otro lado de la línea pertenecía nada menos que a la señora Mayerhofer, la encargada de los establecimientos de lavadoras automáticas de su padre en Selkirk, de quien él siempre se quejaba a su madre. La señora Mayerhofer era, según su padre, un poco lenta de entendederas; de hecho, todo tenía que explicárselo diez veces antes de que lo hiciera bien. Prácticamente sólo le daba trabajo por lástima —había sido abandonada por su marido y tenía un niño pequeño— y porque, a diferencia de su predecesora, la ilustre señora Jarvis, parecía que la señora Mayerhofer no pensaba robarle hasta dejarle como había venido al mundo.
Su padre estaba diciendo que no podía ir hasta Selkirk antes del fin de semana porque estaba demasiado ocupado en Liberty Center. La señora Mayerhofer dijo que no podía esperar hasta el fin de semana, y Ellie todavía recordaba que en ese momento había pensado «Vaya, qué imbécil», hasta que oyó reír a su padre y decirle que mientras tanto tendría que conformarse con la botella de agua caliente. La señora Mayerhofer se puso a reír y Ellie explicó que sintió que sus huesos, su sangre y todas sus entrañas se habían convertido en piedra. Dejó el auricular sobre la almohada y lo mantuvo allí durante un rato que a ella le pareció que duraba siglos; cuando por fin lo acercó a su oído, la línea estaba libre… y llamó a Rollins. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Ellie le explicó que todo esto había ocurrido poco antes de que ella y Lucy se conocieran. En realidad, se había muerto de ganas de contarle a Lucy lo que había oído, pero se sentía tan avergonzada e incómoda —y poco después tan insegura en cuanto al significado de lo que había oído o, al menos, al significado que ella había dado a lo que había oído— que decidió dejar de verla durante un tiempo en lugar de arriesgarse a arruinar su amistad y a poner en ridículo a su familia y a sí misma.
Por un momento, las palabras de Ellie confundieron a Lucy, pero ello no se debía simplemente al modo desordenado en que su amiga le había contado la historia. Tenía que analizar en su cabeza el significado de lo que Ellie acababa de decir… Es decir, el significado que las palabras de su amiga tenían para sí misma.
Ellie decía que solía permanecer despierta, sin lograr conciliar el sueño, temerosa de volver a oír una conversación parecida… Y luego, en silencio, volvía a levantar el auricular. Era una pesadilla: no quería pillar a su padre con las manos en la masa y tampoco podía dejar de intentarlo. Una noche de aquel invierno, al volver a casa, su padre dijo que la señora Mayerhofer («mi pesadilla», la llamó) se había fugado: había desaparecido de su apartamento de Selkirk con bebé, equipaje y todo. Al día siguiente fue hasta allí para buscar y contratar a alguna otra persona que se hiciera cargo del establecimiento de lavadoras automáticas de Selkirk. La mujer elegida se llamaba Edna Spatz.
Y eso era todo lo que había ocurrido. Nunca le volvió a oír hablar por teléfono con la señora Mayerhofer, y tampoco tenía motivos para sospechar de Edna Spatz, pero cada vez que su padre iba al establecimiento de Selkirk, Ellie sabía que era para comportarse de un modo vergonzoso a espaldas de su madre… aunque también sabía que Edna Spatz tenía marido y dos niños pequeños en Selkirk. Ésa era la época en que ella y Lucy habían vuelto a verse y, en más ocasiones de las que podía recordar, Ellie había deseado contarle toda la terrible historia sobre la señora Mayerhofer. Pero la señora Mayerhofer era tan terriblemente estúpida e inculta… Por eso su padre no había podido con ella, simplemente no había podido. Ni siquiera había querido intentarlo."

Philip Roth
Cuando ella era buena



"Una tenía que gozar del poder, debía ser un poco despiadada, aceptar la belleza y no lamentar el hecho de que eclipsara todo lo demás."

Philip Milton Roth


"Y ser un viejo es lo mismo..., eres igual que esa chica fea, estás en el rincón del baile."

Philip Milton Roth