"A los fascistas les encantan los mundiales. Lo que pasa en un estadio encarna el sueño fascista: una sociedad detrás de unos colores nacionales, detrás de una idea, poco racional, pero con una pasión nacional, llena de banderas."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"Ahora, el fiscal sintió que la mirada que venía del rostro del coronel llegaba desde algún lugar a miles de años luz de sus problemas. Prometió que haría lo que pudiese y abandonó el edificio caminando tan rápido como podía, casi corriendo, aunque manteniendo la dignidad que correspondía a un funcionario de su rango. Mientras recorría la pampa que separaba la prisión de la ciudad, se sintió observado. Se dio la vuelta. No había nadie en tres kilómetros a la redonda…
De regreso a la fiscalía escribió el informe.
Ahora, mientras caía el sol, seguía revisando escrupulosamente su escrito, preguntándose si valía la pena dar la alarma o si no había alarma que dar o si hablar de ella le costaría el rango y el puesto. Comprendía las razones del teniente EP Alfredo Cáceres Salazar y su metodología de investigación, pero no tenía claro que Edwin Mayta fuese terrorista. Quizá sólo estaba pensando demasiado en todo ese caso. Quizá simplemente Justino se había vuelto loco desde el arresto de su hermano y había pensado que el fiscal tenía algo que ver con ello. De todos modos, recapituló el fiscal, todo el problema se limita a un cadáver y ya está resuelto, cadáveres en Ayacucho sobran y mejor no meter la nariz en ninguno en particular, porque de todos salta la pus. No había amenaza terrorista. El terrorismo se acabó. Lo demás eran disparates que los mismos terroristas decían para confundir. Guardó el informe en un cajón, bajo los lápices y los formularios para pedir materiales. Luego miró su reloj. Era hora de salida. Tomó sus cosas y salió puntualmente. Se sentía extrañamente nervioso. En la calle, los turistas que llegaban para la Semana Santa empezaban a dar una imagen más viva de la ciudad. La mayoría venían de Lima, pero ya había inclusive algunos gringos, españoles, quizá algún francés de los que recorren los Andes con mochilas. El fiscal Chacaltana decidió pasar por donde Edith para relajarse un poco. Quizá también era hora de disculparse por sus ausencias. Había empezado muy fogoso con ella y luego había desaparecido. Eso no era de caballeros.
En el restaurante, para variar, estaba ella sola. El fiscal se sentó donde siempre, pero Edith no parecía de muy buen ánimo."

Santiago Roncagliolo
Abril rojo



"Al final de la Segunda Guerra Mundial, mientras planeaban la ocupación de Italia, los americanos decidieron tender redes de poder al interior del país para preparar la llegada de sus tropas y sabotear los planes de defensa fascistas. No podían acudir a los partisanos, que eran comunistas, ni a las resistencias antinazis de otros países, que eran extranjeras. Hacían falta italianos organizados y capitalistas con destreza en el uso de las armas y buenos contactos en la política local. Claramente, los únicos que respondían al perfil eran los miembros de las familias de la Mafia.
Varios cabecillas de las principales familias que estaban presos fueron liberados, entrenados en instalaciones militares y enviados a Europa. El más importante de ellos era Lucky Luciano, el hombre que había organizado a la Mafia, sacándola de las destilerías de mala muerte para convertirla en un negocio a nivel nacional. En el acta de libertad de Luciano, el gobierno de los Estados Unidos destacaba su patriotismo, espíritu democrático y fidelidad.
Luciano hizo su trabajo en nombre del mundo libre, y Estados Unidos liberó Italia. Pero terminada la guerra, Luciano comprendió que en ese país no había un futuro para él. Se trataba de un país demasiado pobre, en el que funcionaban ya miles de pequeñas familias con negocios regionales con las que sería muy difícil competir. Era como tratar de instalar un McDonald's en una ciudad donde los clientes no tienen un centavo y los cafés típicos te pueden poner una bomba. Además, a Luciano le faltaba arraigo. En América, la Mafia tenía organizaciones, familias y empresas completamente integradas en la sociedad. Era imposible trasladar todo eso a Europa.
Hizo sus cálculos. Un nuevo negocio asomaba en el horizonte: la cocaína. Llevarla a Estados Unidos podía producir mucho dinero si se encontraba el lugar indicado para trabajar. Un lugar con caletas y radas donde aprovisionar barcos clandestinamente. Un lugar que ya conociese desde la importación de ron durante la ley seca. Un lugar lo suficientemente cerca y lo suficientemente lejos de América. Y ese lugar se llamaba Cuba."

Santiago Roncagliolo
Memorias de una dama



"Cuando llegó a casa, Matías se sentó a comer solo, se fue a lavar los dientes solo y se puso el pijama solo. Y entonces percibió la ausencia del abuelo. La compañía de una persona está llena de ruidos: la cadena del váter, el grifo de la cocina, las toses. Para Matías, estar solo significaba que nada sonaba a su alrededor. Esa noche, en vez de meterse en la cama, se cubrió con las mantas de la cama. Y así permaneció durante horas y horas, porque quería no estar en ninguna parte, quería desaparecer y que nadie le hablase nunca más de tan triste que se sentía."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"El abuelo era genial. Cazaba lagartijas y mariposas con una red sólo para mirarlas, y luego las soltaba en el río del pueblo. Cocinaba fatal, eso sí. Su plato más exquisito era arroz seco con pedazos de tomate crudo. Pero hasta eso era divertido. Matías siempre había vivido con él, y aunque veía que los demás chicos tenían padres y madres, nunca sintió que le faltase nada."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 



"El archivo del Poder Judicial era un compendio de todos los delitos, crímenes y faltas cometidos en un país, un registro vivo de todo lo que la sociedad podía hacer mejor."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"El fútbol es el máximo teatro de nuestra identidad. Es donde todos ponemos en juego en un escenario lo que somos, lo que deseamos, lo que aspiramos como sociedad. Además, es estéticamente hermoso ver los movimientos de los equipos. También es como una estrategia bélica, en la que los jugadores van tomando posiciones, van arrasando a las defensas o atrincherándose. Funciona como un arte y, de hecho, es más absorbente que cualquier forma artística."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"El fútbol siempre es una metáfora de la sociedad, donde cada uno cumple una función, pero todo sale mal si no estamos integrados. Son un montón de tipos que tienen que cooperar entre ellos. No hay otro remedio."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 




"El texto tiene una melodía que sale del momento. Introducir algo que existe previamente es como pretender incorporarle a una canción un estribillo ya hecho."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 




"En la escala biológica particular de Óscar, los perros de los vecinos ocupan el tercer lugar entre las especies más peligrosas, después de los microorganismos y los seres humanos."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 





"¿Es que los niños de ahora pasan de los pañales al psicoanálisis?"

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 




"Esos ojos asustados de venado en cacería."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 



" "Este país es incapaz de organizarse para nada útil", pensó. Pero frente a un partido de fútbol, actúa con la disciplina de un ejército."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 



"Hay muchos intelectuales que piensan que el medio digital es el apocalipsis del papel y que va a marcar el fin de la literatura. No lo veo así y creo que este experimento lo demuestra: si tienes una buena idea y sabes cómo manejarla, el espacio digital puede servir para promocionar el papel. No tienen por qué estar peleados. Ambos pueden ser cómplices y beneficiarse mutuamente."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"Lo peor no es la muerte. Es la tristeza de los que quedamos vivos."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"Lo soñado se confunde con lo pensado. La realidad y la irrealidad se vuelven continuas."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"Los muertos no te engañan, ni te desilusionan. Sólo comparten su paz contigo."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"Los niños tienen un mundo más abierto que el de los adultos. Para ellos, haya más cosas que pueden ser reales, como un dragón que secuestra a una princesa, o unos personajes que se escapan de un libro de cuentos. El placer de escribir para niños radica en regresar a ese mundo."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 



"Matías se sentía muy triste. Miles de veces había soñado que sus padres volvían a aparecer. En su fantasía, los había imaginado a veces gordos, a veces flacos, altos o bajos, guapos o feos —sobre todo feos, para qué engañarnos—, pero, de todas las cosas que había imaginado, ninguna se parecía a la realidad.
Se dijo a sí mismo que apenas se estaban conociendo, y que las cosas mejorarían. Siempre lleva tiempo entender a la gente, y un día no basta para descubrir todas sus cualidades. De hecho, ya iba apreciando algunas cosas bonitas de los dos. Austerio, por ejemplo, roncaba admirablemente fuerte, y Meligna era muy cuidadosa con todas las cosas que pudieran costar algún dinero. Esas, seguramente, eran actitudes propias de padres buenos. Matías empezó a ponerse de mejor humor, y siguió pensando cosas amables, hasta que lo interrumpió la voz de Gorgon:
—¿Qué pasa? ¿En esta casa no se desayuna nunca?
—Chsss. Vas a despertar a mis padres. Búscate algo de comer, que yo me voy al colegio.
—¿Nos vas a dejar solos con éstos? —gruñó Gorgon—. Qué aburrido. De ninguna manera, me voy contigo al colegio.
—¡Qué bien, nos vamos de excursión! —dijo Luz.
—¿Qué es un colegio? —preguntó el príncipe.
Y aunque Matías no veía claro eso de aparecer en la clase de matemáticas con tres personajes fantásticos, ya estaba muy cansado de discutir y dejó que lo acompañaran, con la condición de que no montasen escándalos ni se hicieran notar.
Pero eso no era fácil. De entrada, todo el mundo empezó a cuchichear y a preguntarse quiénes eran esos amigos de Matías tan estrafalarios. Al ver las alas de Luz, la gente empezó a sospechar que eran personajes de cuento, y entonces los cuchicheos aumentaron.
Al principio, Matías fingió que no pasaba nada. A veces, si uno actúa con normalidad, por rara que sea la situación, la gente cree que todo es normal. Así que los cuatro se sentaron en silencio en el mismo pupitre. Aunque un poco amontonados, no montaron mucha bulla. Pero eso sólo funcionó un par de horas. Los problemas empezaron en la clase de ciencias naturales. El profesor estaba diciendo:
—En la naturaleza, las especies se dividen en animales, vegetales y minerales.
Y entonces Luz intervino:
—¿Y las especies mágicas?
Se hizo un silencio en toda la clase. Incluso el profesor tardó en contestar, como si nunca hubiese visto a un ser mágico. Después de un rato pensando, respondió:
—¿Las qué?
—Las hadas, los dragones, los elfos...
—No —dijo el profesor—, ésas no existen. Ni los fantasmas ni los vampiros ni los duendes...
—¡No puedo creerlo, qué tipo tan ignorante! —dijo entonces Gorgon, que no era precisamente muy delicado al decir las cosas—. Mi mejor amigo es fantasma, y uno de mis compañeros de academia es vampiro, y le puedo asegurar que los dos existen.
—¿Y los príncipes de cuento? —añadió Guillermo—. ¿Se imagina qué horrible sería el mundo sin nosotros? No quiero ni pensarlo."

Santiago Roncagliolo
Matías y los imposibles


"Max digirió esas palabras. Comprendió que eran un chiste, pero el otro no sonrió, y Max sólo consiguió esbozar un ligero alzamiento de labios. Recién entonces asoció el rostro que tenía enfrente con el que había visto varias veces en los periódicos. En persona, Kreutz se veía un poco mayor y más delgado que en las fotos. Max pensó que la realidad siempre es un poco peor que sus réplicas. Musitó:
-Gracias... por invitarme a la convención. No lo esperaba, en realidad... yo...
No pudo terminar. Desde alguna parte del salón, un pajarraco de colores chillones llegó hasta ellos aleteando ruidosamente y se posó en un hombro de Kreutz. La gente a su alrededor se espantó ante la aparición. Pero Kreutz no dio señales de sorpresa. Ni siquiera miró al animal, aunque medía el doble que su cabeza. Sólo dijo:
-Se subestima usted, Max. Invitarlo aquí no es ningún favor. Usted es uno de nuestros mejores organizadores de producción. Sus ideas y sugerencias han sido claves para reubicar las fábricas de Europa Oriental o reestructurar la planta de Canadá. Nos ha hecho ahorrar mucho dinero.
Max se sorprendió. En la empresa, estaba acostumbrado a ser invisible. Su trabajo era hacer posible el trabajo de los demás, que llamaban despectivamente en logística "sector periférico" Tenía el tipo de función que sólo se notaba cuando algo salía mal. Ante la inesperada amabilidad del presidente, Max sospechó que la fría mirada de Kreutz no era una muestra de desprecio. Al parecer, sencillamente, no tenía otra.
-Por cierto -siguió el presidente-, ¿está satisfecho con su asistente personal? Aún no está en el mercado. Es lo último en 3G.
El pájaro graznó. Max comprendió que era un papagayo. Nunca había visto uno personalmente, pero recordaba cómo eran, como se recuerdan la mayor parte de las cosas, sin saber de dónde salieron. Pero este papagayo, además de vistosas plumas multicolores y pico de loro, tenía en la mirada la misma expresión, o más bien la misma ausencia de expresión, que Kreutz. Como si sus ojos fuesen fabricados en serie en diversos tamaños.
-Es un avance increíble -dijo Max tratando de retomar la conversación- Ni siquiera he llegado a controlar todas sus funciones. Debo confesarle que incluso me cuesta no llamarlo "teléfono"
Max pensó que acababa de cometer un error, pero a Kreutz no pareció importarle. Estaba entusiasmado con el asistente personal. Dijo:
-Aquí podrá sacarle el máximo provecho, porque el asistente personal se adapta a sus gustos. ¿Tiene activada la función "ocio"?
-Sí -dijo Max, aunque en realidad no lo sabía.
-Tokio es una ciudad magnífica, llena de sorpresas. Hay muchas cosas que hacer. Su asistente personal está al tanto de todas ellas y le irá recomendando actividades. Ya lo verá. Es más que una máquina. Es el mejor amigo que un hombre pueda tener."

Santiago Roncagliolo
Tan cerca de la vida



"Me interesa lo que pase con mis libros. Quién los ama, quién los odia, quién los lee o los ignora. Pero a la hora de escribir, solo pienso en una cosa: ¿De qué quiero hablar? ¿Qué quiero hacer yo?"

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 



"No sabía qué hacer después de la consulta. Había avisado en la oficina que volvería antes de las once. Y en casa no había nadie. Podía llamar a algún amigo, pero estarían todos trabajando. Aunque fuese fin de semana, se dio cuenta de que no se le ocurriría a quién llamar. Se detuvo en la tienda de un grifo. Llevaba dos años sin fumar, pero pensaba que dadas las circunstancias, daba más o menos igual. Los estacionamientos de la tienda estaban completos. Dejó el auto en doble fila y bajó. Compró una cajetilla de Marlboro rojo. Y una botella de whiskey. Era cara, pero pensó que sus ahorros también daban más o menos igual. Afuera, las bocinas y los insultos le anunciaron que su carro bloqueaba la salida de un Fiat. Tuvo ganas de escupirle en la cara al conductor que gritaba. Tuvo ganas de subirse al Fiat y morirse ahí, a ver qué hacía el conductor, a ver a quién le gritaba. Pero a la vez se sentía como flotando en el aire, como si nada pudiese afectarlo. Subió a su auto sin decir palabra, se quitó del camino y encendió un cigarrillo. En su interior, sintió la primera bocanada expandirse en sus pulmones y circular por sus venas hasta cada milímetro de su cuerpo. Abrió la botella y dio un largo trago directamente del pico. El ardor bajó lentamente hasta su estómago para mezclarse con el café y las tostadas del desayuno. Tosió largamente. Se le irritaron los ojos. Y aceleró para llegar a la oficina.
Al bajar del auto sospechó que estaba ebrio. Apenas había bebido un par de tragos más, pero había perdido la costumbre. Metió la botella en su maletín y bajó tratando de mantener el equilibrio. Saludó a un par de secretarias y empleados que volvían de comprar sándwiches. Saludó a la recepcionista. Por primera vez, se preguntó por qué tenía que saludar a tantas personas que no le interesaban. Subió a su oficina. Su secretaria Gloria estaba ahí con su sonrisa de siempre. Le miró las tetas. Le miró el culo. Ambos le parecieron horrorosos, gordos y fofos. Devolvió la sonrisa y se encerró en su oficina a preparar un informe sobre la venta de lubricantes industriales para las fábricas de harina de pescado. Avanzó una línea y media. Luego llamó a Gloria, le volvió a mirar las tetas y le pidió un café.
Cuando llegó el café, pensó en levantar el teléfono y llamar a casa. O quizá pedir permiso para ausentarse del trabajo todo el día. Encendió otro cigarrillo. No tenía cenicero. Ni ventanas. Se aflojó un poco el nudo de la corbata. Quizá a la hora de almuerzo podría bajar y hablar con alguien de la oficina, quizá debía hablar sobre lo que acababa de ocurrir. Quizá con Javier. No, Javier no sabe de nada que no incluya autos, fútbol o cerveza. No sabría qué decir. A Gloria podría contarle. No, mejor no. Con Gloria se distraería. Nunca había estado tan obsesionado con unas tetas tan horribles. Vertió un poco de whiskey en el café. Bebió de un trago la mezcla. Trató de poner los pies sobre la mesa, pero su oficina era demasiado pequeña. No permitía estirar las piernas. Pidió otro café. Miró el reloj de la pared. 10.35.
Tenía todo el día por delante."

Santiago Roncagliolo
Pudor



"Pero en la vida, uno no siempre hace lo que quiere. Y ese día, mientras se abrazaban para despedirse todos supieron que no habría un cuento para reunirlos, y que pronto Matías crecería y se haría grande y no escucharía más cuentos..."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"Todo lo que escribo es un intento por comunicar a otro la misma emoción que sentí en un momento determinado."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 


"Y las cosas eran mucho peores de lo que parecian, porque cuando el problema es una persona, puedes insultarla, pelear, atacarla, denunciarla, pero cuando el problema es su ausencia, no queda nada con que luchar."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann 





"Y sin él, yo no entendía para qué me despertaba por las mañanas."

Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann