"Actualmente ni siquiera sé si realmente soy."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Ahora estoy más distraído con las cosas que me ocurren, en lo personal, y en casi toda mi vida adulta me ha faltado el tiempo para volverle a prestar atención a la lluvia. Algo parecido me pasa con la música; la oigo, pero más bien como fondo, sin entregarme plenamente. En eso se ha transformado la vida del adulto: un pasar cerca de las cosas sin rozarlas, o rozándolas apenas, pero sin entablar amistad con las cosas, sin intercambios, dar y recibir."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Apenas empezó a sonar la música, el pequeño se unió con un grandote y empezaron a bailar; no, no empezaron; salieron del mostrador bailando y bailando se encontraron. Cada uno con una mano en el hombro del otro, ambos con un brazo estirado y la mano de ese brazo apretando la mano del otro. Bailaban extraordinariamente bien. Serios. Dignos. No había la menor señal de homosexualidad ni de burla.
Hace unos días vi en video una escena muy pero muy parecida en una vieja película de Fellini; pero en la escena de la película había humor, algo de payasada, algo de burla. Aquí, no. Si algunos camioneros, que habían formado un semicírculo frente a mí para verlos bailar, tenían una sonrisa en los labios, era más bien una sonrisa de admiración. Los bailarines ocupaban el espacio libre entre el mostrador, mi mesa, la puerta de entrada y el semicírculo de camioneros; no era un gran espacio, pero sí el suficiente para moverse y girar. ¡Y qué bien lo hacían, por Dios!
Mi sonrisa inicial se fue esfumando cuando pude ver de frente la cara del pequeño; el grandote, creo, tenía los ojos entornados y era simplemente serio y digno. El pequeño tenía los ojos bien abiertos, mostrando claramente su medio siglo largo de vida, y esos ojos no miraban ni veían nada que yo pudiera ver. Veían, probablemente, un sueño, o bien él estaba en otro tiempo, en otro lugar, con otra compañía para su baile. Había en esos ojos algo parecido a la tristeza, y algo parecido a la embriaguez; pero no era exactamente tristeza ni era exactamente embriaguez. Creo que había amor; un amor que no estaba dirigido, desde luego, hacia su compañero de baile, sino hacia algo en sí mismo, algo en su pasado, algo que no estaba a la vista.
Bailaron el valsecito hasta el final, y en el final los bailarines se separaron y volvieron a su sitio en el mostrador sin alardes ni comentarios, con la misma dignidad y la misma naturalidad con que habían bailado. Quiero que mi memoria diga que los camioneros aplaudieron y que yo aplaudí, porque en este momento quisiera aplaudir a esos bailarines. Es muy posible que haya sido así; habría sido cruel que no hubiera sido así. Pero la memoria no me lo dice, ni me dice cómo salí del café, ni en qué pensaba cuando eché andar, embobado, yo también como en un sueño, por la vereda de la ruta, alejándome de mi edificio, sin ganas de volver, todavía, a casa."

Mario Levrero
Diario de un canalla/Burdeos, 1972


"Aquí comienzo este "Diario de la beca". Hace meses que intento hacer algo por el estilo, pero me he evadido sistemáticamente. El objetivo es poner en marcha la escritura, no importa con qué asunto, y mantener una continuidad hasta crearme el hábito. Tengo que asociar la computadora con la escritura. El programa más utilizado deberá ser el Word. Eso implica desarticular una serie de hábitos cibernéticos en los que estoy sumergido desde hace cinco años, pero no debo pensar en desarticular nada, sino en articular esto. Todos los días, todos los días, aunque sea una línea para decir que hoy no tengo ganas de escribir, o que no tengo tiempo, o dar cualquier excusa. Pero todos los días."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Creo que están apareciendo los efectos del antidepresivo, al menos los efectos secundarios..."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Cuando llaman a la puerta de calle tengo por norma no atender. Los que me conocen saben que tienen que llamar por teléfono antes de venir a casa... Por otra parte no tengo mayor interés en conocer gente nueva, y menos gente del tipo de gente que es capaz de tocar timbre en los porteros eléctricos de gente que no conoce...."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Cuando uno es joven e inexperiente, busca en los libros argumentos llamativos, lo mismo que en las películas. Con el paso del tiempo, uno va descubriendo que el argumento no tiene mayor importancia; el estilo, la forma de narrar, es todo. Así, puedo ver la misma película o leer el mismo libro innumerable veces, incluso una novela policial cuya solución conozco de memoria."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Cuando uno sabe que ha de abandonar un lugar para no volver, es imposible seguir viviendo en él cómodamente, por así decirlo uno no está allí donde está, sino que vive proyectándose, cada vez con mayor fuerza, hacia el nuevo lugar donde va a vivir."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Debo avanzar muy lentamente porque el piso se hunde, no como pantano sino como carne."


Jorge Mario Varlotta Levrero




"Debo caligrafiar, de eso se trata. Debo permitir que mi yo se agrande por el mágico influjo de la grafología. Letra grande, yo grande. Letra chica, yo chico. Letra linda, yo lindo."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"¡Dios mío! ¡Las cosas que me han hecho creer! Aunque nunca les creí del todo; poco a poco me fui reencontrando a mí mismo, fui sospechando de ellos, por ciertas cosas minúsculas, gestos, susurros."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Dudo de mi propia existencia."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"El alma tiene su propia percepción y en ella viven cosas de nuestra vigilia pero también cosas particulares y exclusivas de ella, pues participa de un conocimiento universal de orden superior, al cual nuestra conciencia no tiene acceso en forma directa. De modo que la visión del alma, de las cosas que suceden dentro y fuera de nosotros, es mucho más completa que lo que puede percibir el yo, tan estrecho y limitado.
Hoy recuperé esos distintos tipos de ruinas, y sé que con eso el alma me está diciendo que ‘yo soy esas ruinas’. Mi contemplación casi erótica de las ruinas es una contemplación narcisista. Y si bien tiene su precio, esa autocontemplación es placentera aunque la visión sea triste. Me miro en el espejo y veo a alguien que no me gusta del todo, pero es alguien en quien puedo confiar. Lo mismo sucede con estas contemplaciones interiores: no importa si percibo un retrato feo, mientras sea auténtico.
Claro que no sé hasta dónde mi alma es mía; más bien yo pertecezco al alma y esta alma no está, como señala más de un filósofo, necesariamente dentro de mí. Es simplemente algo que no conozco; el ‘yo’ no es otra cosa que una parte modificada, en función de cierta conciencia práctica, de un vasto mar que me trasciende y sin duda no me pertenece; un espécimen surgido, o emergente, de un vasto mar de ácidos nucleicos. Pero qué hay detrás, cuál es el impulso que se expresa mediante el ácido. Ese deseo, esa curiosidad, esa voracidad subyacente en las partículas materiales.
No tengo, en verdad ya no tengo, curiosidad por conocer respuestas; hoy me basta con las preguntas —o ni siquiera necesito las preguntas. El discurso hoy ha tomado esta forma justamente por mis carencias, porque he vislumbrado durante unos instantes esos fragmentos de memoria, memoria del alma, y me he recordado por unos instantes, y el resto de mi vida, fuera de esos instantes, se vuelve, por el contraste, todavía más insustancial."

Mario Levrero
El discurso vacío



"El autor refuta a quienes buscan significados filosóficos especiales en Beckett e interpretan su obra desde esos significados; con esto estoy perfectamente de acuerdo. Yo también pienso que el arte, en general, no debe medirse por los contenidos. Pero el autor, un alemán, exagera un poco al quitarle toda importancia a los significados. En parte se guía por lo que dice el propio Beckett, pero es sabido que los autores nunca dicen exactamente la verdad acerca de sus obras, a menudo porque la ignoran."

Jorge Mario Varlotta Levrero





"El discurso no se alteró sino que se borró durante muchas horas."

Jorge Mario Varlotta Levrero






"El vacío nunca me asustó demasiado; en ocasiones hasta llegó a ser un refugio."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"El vértigo había desaparecido. Sentí una embriaguez especial, una sensación no malsana de poder, y de dicha. Subía hasta alturas increíbles y luego me dejaba caer, planeando suavemente, con las alas extendidas y aunque cerrara los ojos no corría riesgo de estrellarme, y me dejaba guiar en mi vuelo por impulsos arbitrarios y extraños, y sentía, que de algún modo, estaba trazando en el cielo un dibujo coherente y estético."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"En mi experiencia, las terapias más bien bloquean el impulso literario, al menos en sus comienzos."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"En última instancia, cuando estoy en uno de esos prolongados períodos en que prefiero leer novelas policiales a cualquier tipo de libro, mi razonamiento es: mejor tener algo no muy bueno para leer, que no tener nada. Las adicciones actúan así, y uno puede llegar a sufrir grandes humillaciones por necesidad de droga. Ya sé que un día voy a terminar leyendo a Agatha Christie."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Entonces, Chi me había dicho: "Es una mirada de cálculo. Estaba pensando si eras conveniente", y yo me reí a carcajadas. Desde luego que no soy conveniente para ella, y me parece bien que se vaya dando cuenta."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Entré al cuarto y me dejé caer en la cama, en un estado de ánimo muy confuso, en el que se mezclaban el desaliento y la esperanza, y un sentimiento de derrota, de humillación."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Es muy difícil no estar asustado cuando uno siente que no puede contar mucho consigo mismo."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"(...) Es tan interesante estar en el mundo, y percibir, que es una lástima que haya perdido tantos años ocupado en asuntos triviales: exactamente eso es estar loco."

Jorge Mario Varlotta Levrero





"Esa es la clave. Recuperar el contacto con el ser íntimo, con el ser que participa de algún modo secreto de la chispa divina que recorre infatigablemente el Universo y lo anima, lo sostiene, le presta realidad bajo su aspecto de cáscara vacía."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Esto quiere decir que percibo las cosas superficialmente, que no tengo vivencias, que estoy apartado del ser interior; demasiado apartado, y sin tener la menor noción de los caminos posibles para acercarme."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Hay un fluir, un ritmo, una forma aparentemente vacía; el discurso podría tratar de cualquier tema, cualquier imagen, cualquier pensamiento. Esa indiferencia es sospechosa; presiento que tras la apariencia de vacío hay muchas, demasiadas cosas."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"La cultura, los productos de la inteligencia y la sensibilidad, es algo que debe circular libremente, gratuitamente, porque no puede ser propiedad privada de nadie, ya que la mente no es propiedad privada de nadie."

Jorge Mario Varlotta Levrero





"La mediocridad es uno de los méritos más celebrados."

Jorge Mario Varlotta Levrero





"La única libertad verdadera, lo sé de sobra, es aquella que se conquista."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Las cosas, desde luego, no sucedieron exactamente así, como las estoy contando: en rigor las cosas nunca suceden como se las cuenta, porque nunca se pueden contar como suceden ¿Cómo puedo saber yo ahora el contenido exacto de mi pensamiento aquel día? ¿Cómo puede alguien ni siquiera a los diez minutos, recordar el contenido exacto de su pensamiento, esa cosa tan errática?"

Jorge Mario Varlotta Levrero





"Lo que se hace no surge de una necesidad real, no es necesario, sino que hay un patrón, una forma abstracta que se aplica como si fuera una fuerza natural operando en todos nosotros."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Los problemas pasan a ser enemigos que afrontar."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Me da bastante envidia un escritor como William Somerset Maugham, de quien estoy leyendo en estos días "El filo de la navaja". Es capaz de narrar con todo detalle historias que oyó, incluso de imaginar esos detalles, inventarlos, a partir de un relato bosquejado por algún amigo."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Me movía con rapidez, y sentía el cuerpo rígido, como manejado por un centro nervioso que hubiera tomado el mando, desplazando a los centros habituales de movimiento."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Me parece absurdo poseer a una mujer sin haber intimado antes, compartido antes algo de nuestros mundos para que el sexo no sea puesto en evidencia en toda su miseria, es decir, me parece absurdo no hacer propiamente el amor..."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Me pregunto si las cosas y las gentes durante los trescientos siglos de mi viaje en ferrocarril, se han detenido en el tiempo y sólo el polvo se habrá movido en la ciudad, acumulándose sobre las cosas y las gentes. Pero el tiempo parecía haber cambiado, aunque no pudiera darme cuenta en qué medida, en que dimensión."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Me propuse tratar de ponerme yo mismo esos límites que una parte de mí estaba reclamando; de prestar atención a mis reclamos en lo que mis reclamos tienen de razonable y de justo, pero combatir enérgicamente la escalada hacia ese nebuloso infinito. Límites. Duros. Precisos. Pero necesarios."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Me respondo que no robo programas, sino el derecho a usarlos. El programa no es material; es información, una forma de información, como una novela mía es una forma de información. A mí no me molesta que alguien preste un libro escrito por mí, y ese libro prestado circule entre mucha gente; al contrario, es una práctica que apruebo y trato de fomentar. Del mismo modo, no me molesta que hagan fotocopias de mis libros. Incluso estoy tentado de publicar mis libros en Internet, para que los bajen gratis. Me molesta que me robe un editor, y los editores a menudo me roban, y roban a todos los escritores, de un modo o de otro."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Mi comportamiento es el de quien regresa después de mucho tiempo."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Mi patrona, Santa Teresa, no me defraudó. Recurrí a ella, cuyo las moradas he conservado durante años y años junto a mis propios libros, porque en mi época más productiva me bastaba con leer unas páginas para salir disparado a escribir; tan así es que nunca pude avanzar mucho en la lectura."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Mi problema es éste. Aquí. La cabeza. Pienso, pienso mucho. Y eso no es bueno: pensando uno puede llegar a saber muchas cosas, sin necesidad de salir de una pieza."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Mi relación con la literatura es lo que puedo, apenas, permitirme; lo que, en realidad, los demás me han -hasta cierto punto- permitido. Para decirlo con palabras más duras y más exactas, escribir es más barato y menos peligroso, o más cómodo para mí. Soy perezoso y cobarde, además de pobre; debo, pues, resignarme a escribir, y, todavía, dar gracias por ello."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Mis narraciones son en su mayoría, trozos de la memoria del alma, y no invenciones..."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Movió la cabeza, mientras se alejaba, diciendo "Los más grandes son siempre los más humildes". Eso me alegó el corazón, no por sentirme grande, sino por la bondad de esa mujer."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Muchas veces, especialmente durante los primeros tiempos (cuando creía que con la mudanza comenzaba a encauzarme por los caminos de mi independencia y en las noches propicias contemplaba fascinado, a través del estrecho rectángulo de la ventanita ubicada por encima del ropero, el paso de la luna —la que en escasas oportunidades podía observar desde la cama, en una cómoda posición horizontal, y entonces me dormía bañado por esa luz espesa y lechosa, y soñaba con escaleras de caracol, con mujeres desnudas y con plantíos de repollos; las más de las veces, sin embargo, para conseguirlo debía, trasladando la pequeña mesa y colocando sobre ella el banquito de madera, trepar hasta el techo del ropero y a menudo asomar incluso un poco la cabeza por la ventanita—, y aún no me había enterado por medio de penosas experiencias —por ejemplo, la de la noche en que me encontraba dibujando unos garabatos sin sentido y noté en forma subconsciente ese pequeño bulto oscuro que se aproximaba, viéndolo con el rabillo del ojo pero no creyéndolo del todo, y al pasar la percepción al plano consciente me sentí horrorizado porque se trataba de una araña de impresionante diámetro, y me vi obligado, con repulsión y hasta con sentimientos de culpa, a aplastarla con uno de los extremos de la regla T que tenía colgada, sin otro fin hasta ese momento que el decorativo, de un clavo en la pared; sentí el crujido y la sensación posterior de cosa blanda y el pequeño cuerpo se contrajo pero no tuve tiempo de reponerme porque por debajo de la puerta de la derecha, que comunica con una pieza vecina, se filtraba un escuadrón de similares arácnidos, en formación en V, que avanzaba hacia mí, obligándome a hacer de tripas corazón y a aplicar para cada uno de los treinta y seis ejemplares el mismo procedimiento de la regla T, lo que me llevó casi a un extremo de locura y me dejó en un estado más allá de la náusea y el vómito, y al día siguiente, cuando regresé a mi pieza después de pasar la noche fuera, vagando, buscando fuerzas para volver y enfrentar a los 37 cadáveres, encontré que me estaba esperando el vecino, un japonés, quien explicó que sus arañas eran mansas, que estaban adiestradas, que se le habían escapado en un descuido del frasco en que las guardaba y que se habían trasladado a mi pieza no en son de batalla como yo había supuesto sino en busca de público ante quien lucir las habilidades prodigiosas y acrobáticas que él pacientemente a través de años de trabajo les había inculcado, y tratándome de asesino y de monstruo, a lo que debí alegar ignorancia y miedo como justificación de mi vandálico acto y comprometerme, para tranquilizarlo, a acompañarle a futuras excursiones campo afuera entre húmedos pastizales en busca de ejemplares nuevos, a fin de que pudiera completar una cifra aceptable destinada a formar otro plantel—, de la existencia de tales vecinos, de los que para hacer justicia debo decir que el japonés no es el que me procura peores dolores de cabeza, empalideciendo en ese sentido ante el científico, por ejemplo —que consiguió, sin la participación del macho humano, excitando un óvulo con electricidad, ese feto anormalmente grande y adulto que vive en un bollón de vidrio desde hace más de cuatro años y aún no ha nacido oficialmente, y a quien, partiendo del supuesto de que al nacer, dentro de un par de años, podrá comprobarse que está dotado de nuevos y anhelados poderes sensoriales, inculca diaria e infatigablemente a través de minuciosas lecturas en voz alta que incluyen entre otras cosas poesía, matemáticas, filosofía e historia, un conocimiento y una sensibilidad muy superiores a los habituales con el fin de que aproveche sus facultades extraordinarias en bien de la humanidad, una especie de nuevo Cristo, según dice el sabio, que remueva las conciencias muertas de los individuos que masivamente en todas partes del globo marchan enceguecidos hacia la total automatización, y yo, por deber moral, debo colaborar tanto en las lecturas, suplantando al científico cuando sus ojos ya no resisten, como en la cuidadosa alimentación del feto a determinadas horas, bombeando el alimento líquido, balanceado, con un aparato a propósito, a través del cordón umbilical mitad natural y mitad plástico—, o ante la vieja espía —que vive en una pieza situada en un piso más arriba del que habito, quien, y no de mala fe o con fines utilitarios sino por simple curiosidad, nacida muy probablemente de su origen pueblerino, lleva un control estricto de, si no todos, al menos una gran mayoría de los movimientos de los pensionistas, logrando sus informes mediante la extorsión, aplicada en base a datos anteriormente recogidos, y su fabulosa red de micrófonos, cables, grabadores, trasmisores y los más modernos elementos de la técnica, disimulados hábilmente, a veces en un macetita de nomeolvides o una perchita tipo «pulpo» prendida a los azulejos del cuarto de baño, empleando para el trabajo simple de espionaje directo, o el más complejo, de carácter técnico, de instalación y control de los aparatos, a un equipo de agentes especiales que nos incluye prácticamente a todos, o ante el vecino de enfrente, que me ha enredado, conquistándome en primera instancia con algunos paquetes de cigarrillos con filtro que consigue de contrabando, en esa historia de amores clandestinos con la exuberante rubia, trayéndola periódicamente, mucho más a menudo de lo que yo quisiera, a mi pieza, de la que por ende soy desalojado ipso facto, debiendo rondar por callejas y cafetines y golpear con los nudillos en mi propia puerta antes de entrar, lo que me provoca distintos estados emocionales muy perjudiciales para mis nervios, sumándose otros sentimientos, especialmente de nuevo el de culpa, porque pienso en su mujer, noble, bonita y sacrificada, a quien creo que contribuyo a dañar con esta complicidad, de la que aún ignoro la forma exacta que adquirí el compromiso, si bien todo comenzó como una gauchada de hombre a hombre sellada con un guiño particular que no quise demostrar que no comprendía ni aprobaba, y de la que no sospeché que se transformaría en algo periódico y casi ritual."

Mario Levrero
La máquina de pensar en Gladys





"Muchas veces yo he dicho y escrito: "si yo quisiera transmitir un mensaje ideológico, escribiría un panfleto", con estas o con otras palabras. Pero eso no quiere decir que en mi literatura no se expongan ideas, y que no valga la pena mencionar esas ideas."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Necesito hacer un esfuerzo de concentración para recordarlas, y no creo que valga la pena. No porque ellas no valieran la pena, sino que ahora no vale la pena que me esfuerce en recordarlas, porque eso no las trae a mi lado de nuevo... Ya no serán como antes, y es mejor dejar las cosas como estaban."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"No es que crea que en los recuerdos todo color rojo se transforma fatalmente en negro, o que la memoria envejece agrisando los recuerdos; sí creo que los recuerdos se simplifican, adocenándose, vulgarizándose."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"No he devenido escritor por vocación, sino por complejas razones socio-político-económico-psíquicas."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"No importa; el error está allí, en planificar. Quizá sea mejor dejarme llevar por la inspiración del momento, dejarme caer en un lugar cualquiera y esperar allí el amanecer. Lejos de París. En el otro extremo de la Tierra. En cualquier parte. Volar con los ojos cerrados y posarme, de pronto, donde el corazón lo indique."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"No, no puedo dormir, pero en cambio puedo soñar, soñar voluntariamente despierto. Creo haber utilizado este truco, más de una vez, durante el viaje, de cualquier manera, sé que en este momento me es posible hacerlo sin dificultad. Es cierto que no trae descanso verdadero ni a la mente ni al cuerpo, en la mente se forma un estado pasivo de alerta, un espectador que al mismo tiempo es actor de la obra que se va a representar, pero el espectador ignora el argumento, y asimismo lo ignora el actor, y el escenario es infinito."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"No pude digerir a Ellroy. Me produjo un intenso malestar físico, estomacal, y además psíquico, durante varios días. Juré no volver a leerlo. Es una lástima porque Ellroy escribe muy bien y es muy talentoso; lástima que sea un auténtico psicópata, y que aproveche su talento para contagiar su horrible enfermedad. Consumir una novela suya es como tragarse un balde lleno de mierda."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"No soy capaz de imaginarme el día de la mudanza, el levantarme de esta cama en mi casa, para acostarme esa noche en esta misma cama, en otra casa; en el medio hay un esfuerzo, una complicación, un trabajo que me parece no poder enfrentar."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Nunca nadie me dejaba contarla hasta el final; me interrumpían hablando de otras cosas, y eso me excitaba y me daba rabia. También me daba rabia hacia mí mismo, por no poder sintetizar la historia, ir a la esencia de lo que quería contar."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Nunca recuerdo las palabras exactas, pero suelo recordar con bastante exactitud los conceptos. Anoche, esta frase se me formuló más o menos así: "dicen que para fortalecer la voluntad hay que hacer al menos dos cosas que nos desagraden. Yo cumplo rigurosamente con esta regla: me acuesto y me levanto todos los días"."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Para triunfar en la vida es preciso creer en algo, o sea estar, por definición, equivocado."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Pero al final todo es agua que corre, todo es pensamiento que fluye, todo es literatura que se escribe o palabras que se piensan, la Historia humana, las gotas de lluvia, todo se vuelve palabra consciente, o se pierde para siempre; aunque también se perderán las palabras. Y si todo este juego tiene al fin algún significado, eso no lo sabemos."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Pero en esta casa lo que prima no es mi criterio, sino que se vive una rígida estructura determinada por la limpieza, la que pasa a ser un valor que se ubica por encima de la gente y de la vida."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Pienso en París, y de inmediato surgió la comparación entre el París actual, que yo estaba conociendo o reconociendo y el de que algún modo yacía latente en mi memoria."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Por ejemplo, si usted compra un libro mío, lo copia e imprime una cantidad de ejemplares para venderlos, me está robando. No estaría robando si imprimiera una cantidad de ejemplares y los regalara."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Por fin me llegó el mensaje a través de un libro. Es notable cómo siempre que enfrento un problema difícil, aparece mágicamente la información precisa en el momento preciso."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Porque con los árboles siempre hay un diálogo posible..."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Salvo la cuota de cansancio, la cuota de olvido, y la opaca idea de una desesperación que se va abriendo paso. El viaje había sido insensato. Ahora lo sabía."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Sentí que esta era mi forma natural de descansar."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Sí, hace mucho tiempo, hace muchísimo tiempo que no tengo un instante de distracción, es una responsabilidad exagerada, ahora lo comprendo, lo que no me deja dormir ni distraerme."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Siempre esos odiosos "era como", "me pareció que", "aunque podría haber sido"."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Siento como si la comprensión fuera un objeto real y vivo, con personalidad propia, que se burla de mí se escabullía, se escondía y de pronto asoma y me hace señas desde un rincón."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Sin embargo no me parece insensato emprender un viaje para darse cuenta de su inutilidad. Si usted... Cambia esa naciente desesperación por una calmada desesperanza, habrá obtenido algo que muchos humanos anhelan."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Sin embargo todo es subjetivo, no hay plazos impuestos desde afuera."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Son muchos cambios para un hombre, que suele apegarse extremadamente a los lugares."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Tengo ganas de salir y caminar largamente por la ciudad, pero me siento aún excesivamente cansado. Y al mismo tiempo tengo miedo de salir, no solo, y no tanto sino por una seguridad interior que me asusta más; me asusta el hecho de ignorar una serie dentro de las cuales moverme, de estar a la expectativa ante lo desconocido, especialmente porque el cansancio y la confusión mental no dan lugar a una mayor confianza en mí mismo que me permita enfrentar con serenidad los pequeños grandes escollos que puedan surgir, desde, por ejemplo, la forma correcta de subir a un ómnibus, hasta cosas de mayor peligro."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Tengo la impresión de que todo en mí se desorganiza con demasiada facilidad. Si bien es cierto que debería ser más fuerte y no dejarme arrastrar por la locura del entorno, también es cierto que estoy acostumbrado a entornos más controlados por mí."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Tengo plena conciencia de que estos ejercicios caligráficos han ido derivando en ejercicios narrativos; hay un discurso -un estilo, una forma, más que un pensamiento- que se impone ansiosamente a mi voluntad."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Todo este pasado es también un criptograma que debo descifrar. El monólogo narcisista está funcionando a otro nivel. No debo abominar de él ni rechazarlo como patología pura, porque ahí hay muchas pistas para encontrar el camino de retorno; y no debo olvidar que donde no hay narcisismo, no hay arte posible, ni artista."

Jorge Mario Varlotta Levrero




"Tuve la tentación de transformar mi prosa caligráfica en prosa narrativa, con idea de ir fabricando una serie de textos como peldaños de una escalera que me elevara de nuevo a las añoradas alturas que había sabido frecuentar hace ya mucho tiempo."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Un par de alas se abren paso, automáticamente, a través del saco que acaban de romper. Mi caída es frenada como por un paracaídas enorme y compruebo con asombro que estoy volando, que incluso gano altura."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Una extraña forma de vida, uno vive y piensa, siempre en función de otra persona que por lo general no está presente, y que, por lo general, nunca puede saberse con certeza cuando va a estarlo."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Viene sucediendo desde hace tiempo que, en el momento de irme a acostar, desarrollo mentalmente el texto, o las imágenes, o el clima, de lo que quiero narrar; a menudo lo voy poniendo, mentalmente en palabras. Ayer de madrugada estaba perfilando una vez más la continuación de la historia que había comenzado a narrar en enero, cuando vi claramente que me estaba repitiendo y que invariablemente todo eso caía en el vacío; siempre pensaba "mañana voy a escribirlo", como quien piensa en empezar un régimen para adelgazar o un plan para dejar el cigarrillo. Pero hoy me dije: "Mañana no existe, no existirá nunca. El proyecto no se moverá. Esto que estoy pensando lo debo escribir ya, porque cuando mañana despierte voy a enredarme con las mil cosas con que me enredo cada día y el texto se irá postergando hasta la hora de irme a dormir y... ". Y aunque ya tenía puesta la ropa con que duermo, encendí la computadora -con la configuración del usuario escritor- y me puse a teclear. No sé cómo salió, pero cuando me fui a dormir, setenta minutos más tarde, había dejado de sentirme culpable."

Jorge Mario Varlotta Levrero





"Y les dejo seguir su parloteo incesante. Después empiezo a fastidiarme no sé si por la sensación de estar excluido, o porque realmente no me interesa nada de lo que sucede."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Y siento, también, la necesidad urgente de volver a hacer un viaje en ferrocarril. No sé hacia dónde. Pero es evidente que me he equivocado al venir a París. Ahora que no hay nada que me ate a ningún sitio."

Jorge Mario Varlotta Levrero



"Ya tengo pruebas de que una vez que consigo entregarme a esos aburrimientos espantosos, la buena actividad surge por sí sola, como un reclamo natural del cuerpo, como una consecuencia natural y lógica. Vale la pena llegar al aburrimiento, tocar fondo en el aburrimiento, porque de ahí nacen los impulsos correctos."

Jorge Mario Varlotta Levrero


"Yo afirmo que es imposible decir la verdad de las cosas tal como sucedieron, por más veraz que uno pretenda y que uno quiera ser. Ahora, por ejemplo, al rememorar estos hechos que vengo narrando, tal vez estoy juntando dos o tres días en uno solo, u omitiendo datos importantísimos, y sobre todo mintiendo, a sabiendas sobre el contenido de mis pensamientos al cual trato vanamente de aproximarme. Ni siquiera podría relatar el fluir de mi pensamiento actual, porque se va rápido, corre más rápido que mis dedos y, al mismo tiempo, por querer escribirlo lo estoy modificando, frustrando, fastidiando la posibilidad de una enorme cantidad de asociaciones mentales que por el solo hecho de atenderlas, no se producen."

Jorge Mario Varlotta Levrero