A veces cuando en alta noche

A veces, cuando en alta noche tranquila,
sobre las teclas vuela tu mano blanca,
como una mariposa sobre una lila
y al teclado sonoro notas arranca,
cruzando del espacio la negra sombra
filtran por la ventana rayos de luna,
que trazan luces largas sobre la alfombra,
y en alas de las notas a otros lugares,
vuelan mis pensamientos, cruzan los mares,
y en gótico castillo donde en las piedras
musgosas por los siglos, crecen las yedras,
puestos de codos ambos en tu ventana
miramos en las sombras morir el día
y subir de los valles la noche umbría
y soy tu paje rubio, mi castellana,
y cuando en los espacios la noche cierra,
el fuego de tu estancia los muebles dora,
y los dos nos miramos y sonreímos
mientras que el viento afuera suspira y llora!

José Asunción Silva



Al oído del lector

No fue pasión aquello,
fue una ternura vaga...
La que inspiran los niños enfermizos,
los tiempos idos y las noches pálidas.

El espíritu sólo
al conmoverse canta:
cuando el amor lo agita poderoso
tiembla, medita, se recoge y calla.

Pasión hubiera sido,
en verdad; estas páginas
en otro tiempo más feliz ecsritas,
no tuvieran estrofas sino lágrimas.

José Asunción Silva




"(...) Ante las penas solemnes y las eternas separaciones sobran todas las palabras..."

José Asunción Silva


"¡Ay! Todo pasará: niñez risueña, juventud sonriente, edad viril que en el futuro sueña..."

José Asunción Silva



"El pasado perfuma los ensueños con esencias fantásticas y añejas y nos lleva a lugares halagüeños en épocas distantes y mejores."

José Asunción Silva



"Ella que ha medido la hora precisa,
 en que a cada boca, que el dolor sellaba,
 como por encanto volvió la sonrisa,

 esa precursora de la carcajada."

José Asunción Silva
 Día de difuntos




"En los días siguientes a la muerte de mi papá, al contar mis amigos, los más cariñosos y los más antiguos, lo echaba de menos a usted..."

José Asunción Silva




"Entre las nieblas pálidas la luna aparecía."

José Asunción Silva



"Eres un clavel en el invierno que aunque el frío te aceche seguirás firme en este crudo y despiadado terreno y estarás ahí sin herirme con tan hermoso diseño."

José Asunción Silva


Estrellas fijas

"Cuando ya de la vida
el alma tenga, con el cuerpo, rota,
y duerma en el sepulcro
esa noche, más larga que las otras,

mis ojos, que en recuerdo
del infinito eterno de las cosas,
guardaron sólo, como de un ensueño,
la tibia luz de tus miradas hondas,

al ir descomponiéndose
entre la oscura fosa,
verán, en lo ignorado de la muerte,

tus ojos, ... destacándose en las sombras."

José Asunción Silva




"Hago todo lo posible por animar la venta, pero la situación es tan mala que no logro nada como resultado..."

José Asunción Silva




"Hay demasiada sombra en tus visiones."

José Asunción Silva



"La selva negra y mística fue la alcoba sombría."

José Asunción Silva


"Las simpatías nobles, los cariños hondos son raros en la vida y tal vez, lo mejor que ella ofrece."

José Asunción Silva


"Le recomiendo para usted mismo el mayor cuidado que sea posible y todos los placeres que pueda proporcionarse."

José Asunción Silva


"Murió; mi vida queda apenas alumbrada por otras luces y no volverá a tener nunca la claridad triunfal de mediodía con que ella la iluminaba."

José Asunción Silva




"Nada nuevo hay en la crónica de la ciudad que llame la atención..."

José Asunción Silva


"Necesito estudiar mucho y regar con toda especie de abonos violentos el jardín interior para no sentir tan intensamente el vacío de esta vida."

José Asunción Silva



"Ninguna novedad tengo que comunicarle respecto de negocios a no ser el aumento de dificultades..."

José Asunción Silva


"¡No dejaron al pasar más huellas, con sus glorias, sus luchas y sus duelos, que la que deja el pájaro que cruza el azul transparente de los cielos!"

José Asunción Silva


Nocturno III
  
                   (a su hermana Elvira)

          Una noche,
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
          una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,
          muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
          caminabas.
          Y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
          y tu sombra,
          fina y lánguida,
          y mi sombra
por los rayos de la luna proyectadas
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban.
          Y eran una,
          y eran una,
¡y eran una sola sombra larga!
¡Y eran una sola sombra larga!
¡Y eran una sola sombra larga!

          Esta noche,
          solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma por el tiempo, por la sombra y la distancia,
          por el infinito negro
          donde nuestra voz no alcanza,
          mudo y solo
          por la senda caminaba.
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
          a la luna pálida,
          y el chillido
          de las ranas…
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
          entre las blancuras níveas
          de las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
          era el frío de la nada...
           Y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectada,
           iba sola,
          iba sola,
          iba sola por la estepa solitaria.
          Y tu sombra, esbelta y ágil,
           fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos de perfumes y de músicas de alas,
          se acercó y marchó con ella,
          se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!

José Asunción Silva



"Ósculo triste, suave y perverso."

José Asunción Silva



"Paciencia, (...), y perseverancia ya que, por desgracia, no encontramos todo de acuerdo con nuestros deseos."

José Asunción Silva



"¿Qué nos importa que el público nos aplauda o nos silbe si logramos hacer vivir así en nosotros mismos dos individualidades, la una que lucha con las realidades triviales y la otra que se complace en el arte?"

José Asunción Silva



"Si quieres vivir muchos años y gozar de salud cabal, ten desde niño desengaños, practica el bien, espera el mal. Desechando las convenciones de nuestra vida artificial, lleva por regla tus acciones es norma; ¡Lo natural!"

José Asunción Silva



"Tal vez me hago ilusiones respecto de mis empresas, pero si éstas no me sacan avante, entonces es que no hay negocios posibles..."

José Asunción Silva


"Tal vez, no hayas existido nunca y seas sólo un sueño luminoso de mi espíritu; pero tú eres un sueño más real que eso que los hombres llaman Realidad. Lo que ellos llaman así, es sólo una máscara oscura tras de la cual se asoman y miran los ojos de sombra del misterio, y tú eres el misterio mismo."

José Asunción Silva



"Temí la locura al salir de las orgías brutales de la carne y ahora el noble amor por la enigmática criatura que me parecía traer en las manos un hilo de luz conductor que habría de guiarme por entre las negruras de la vida, ese amor delicioso y fresco que me ha rejuvenecido el alma, es causa de supremas angustias porque mi razón se agota inquiriendo los porqués del misterio que lo envuelve.
¡Si lograra verla, cambiar estos sueños que me enloquecen por la serenidad que esparcirían en mi alma las primeras frases cambiadas con Ella!...
Mi profesor de griego que viene diariamente, me había hablado varias veces de su amigo Sir John Rivington, el gran médico que ha consagrado sus últimos años a la psicología experimental y a la psicofísica y cuyas obras, «Correlación de las epilepsias larvadas con la concepción pesimista de la vida», «Causas naturales de apariencias sobrenaturales» y sobre todo «La higiene moral» y «La evolución de la idea de lo Divino», lo colocan a la altura de los grandes pensadores contemporáneos, de Spencer y de Darwin, por ejemplo. Conocía yo los libros de Rivington de tiempo atrás y los leía y releía con grande entusiasmo, porque la observación directa y precisa de los hechos, la lógica perfecta de los raciocinios, sólidos como una cadena de hierro y las escasas pero segurísimas deducciones generales que de ellas desprende, hacen de esa lectura jugoso y fortificante alimento para mi espíritu vacilante y curioso de los problemas de la vida interior. Esas obras estarán en pie cuando muchas de las vastas teorías de otros filósofos que gozan hoy de más fama que él, vayan desmoronándose a los golpes de pica de posteriores investigaciones.
Conseguí para Rivington dos cartas de introducción, releí sus libros antes de ir a la consulta, por creerlo útil para mi plan y por especialísimo favor logré una conferencia nocturna en que conversamos largamente por horas enteras, solos en su amplio gabinete, lleno de curiosos instrumentos de observación y de obras técnicas referentes a su especialidad, y en su sala donde he tenido una emoción inolvidable.
La primera impresión que produce mi médico con la frescura casi infantil de sus mejillas sonrosadas y llenas que contrastan con la barba rizosa y gris y la singular vitalidad que revelan sus miradas y los ágiles movimientos del cuerpo recio y membrudo no debilitado por los sesenta y cinco años que lleva gallardamente, es la de una perfecta salud corporal y mental. Benévola sonrisa de inteligencia ilumina aquella fisonomía grave y desde el primer momento experimenté cerca de él la impresión de confianza que inspira un hombre envejecido en el estudio de las miserias humanas."

José Asunción Silva
De sobremesa





"Tengo nostalgia de nuestros domingos por la tarde..."

José Asunción Silva


"Tengo que escribir en casa aprovechando las noches pues los días son completamente ocupados."

José Asunción Silva


"Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso."

José Asunción Silva


"Vivo una vida inverosímil. No veo a nadie: trabajo el día entero y la mitad de la noche..."

José Asunción Silva