"(...) Alguien inventó que el sexo podía ser fuente de mugre y de degradación. Penetrando a una señora se la degradaba. Se les podía haber ocurrido que de ese modo se la enaltecía, pero, por desgracia, eso no se le ocurrió a nadie. De modo que el peso moral del señor lo cargó la mujer. Si un hombre tenía grandes necesidades sexuales era un modelo de salud. Y si una mujer tenía necesidades sexuales incontroladas era ninfómana o, como decían en mi pueblo, tenía fiebre uterina."

Juan Manuel Puig Delledonne


" -Bueno, pero de despedida, querría pedirte algo...- ¿Qué? -Algo que nunca hiciste, aunque hicimos cosas mucho peores. - ¿Qué? -Un beso. -Es cierto. -Pero mañana, antes de irme. No te asustes, no te lo pido ahora. -Bueno. -Tengo una curiosidad... ¿Te daba mucha repulsión darme un beso? -Uhmm...Debe haber sido de miedo que te convirtieras en pantera, como aquella de la primera película que me contaste. -Yo no soy la mujer pantera. -Es cierto, no sos la mujer pantera. -Es muy triste ser mujer pantera, nadie la puede besar. Ni nada. -Vos sos la mujer araña, que atrapa a los hombres en su tela."

Juan Manuel Puig Delledonne


"¿Cómo te lo puedo decir? , eran movimientos tan seguros, y tan elegantes, y tan suaves, y tan de hombre al mismo tiempo. - ¿Qué es ser hombre, para vos? -Es muchas cosas, pero para mí...Bueno, lo más lindo del hombre es eso, ser lindo, fuerte, pero sin hacer alharaca de fuerza, y que va avanzando seguro. Que camine seguro, como mi mozo, que hable sin miedo, que sepa lo que quiere, adónde va, sin miedo de nada."

Juan Manuel Puig Delledonne


"Ella le decía, «Anoche no viniste y esta mañana me desquité con las plantas, no las regué, todo por culpa tuya; se va a poner feo el jardín, vas a ver». Y allá existe la fiesta del arroz, al principio del invierno, ahí se juntan miles de personas ¿no? en aquel pueblo. Ahí en esa fecha se iban a encontrar las tres, la Gloria, la Azucena y una maestra que también daba aquello. Y la amiga de la Gloria, que no se cuenta, cuatro mujeres en busca de él, en aquel pueblo chico. Entonces él tenía que desaparecer, a veces se iba al bar, donde había billares. Horas y horas jugando al billar y ella rondando, para acá y para allá, buscándolo. Por eso él llamó a un amigo, «Te desafío a un partido de billar, vamos a jugar que estoy con un problema y tal y tal». Ahí se metía y se quedaba jugando horas, pla-pla-pla. Daban las ocho de la noche, las nueve, las diez, y la fiesta del arroz seguía ¿verdad? La Gloria, como era muy inteligente, salió a buscarlo, de bar en bar ¿adónde era que se había metido? Porque siempre que ella preguntaba él decía, «Estuve jugando al billar». Y cosas por el estilo. Ahí ella lo descubrió más o menos a las diez y media. Lo vio, lo mandó a llamar allá adentro del bar. Ahí él le mandó a decir, «De ninguna manera porque estoy jugando un partido con apuesta de dinero y todo eso, no te puedo atender ahora ¿entendiste? mejor es que sigas entreteniéndote con tu mamá, paseando, que después voy yo, hasta luego». Ahí ella que esto y que lo otro, no se conformó, dio unas vueltas más, él no apareció, ella fue a buscarlo. Entró hasta el fondo, «¡Ah, estás escondido por todas esas mujeres que andan paseando por ahí! sé que hay un montón de tipas sin ninguna vergüenza que andan diciendo que no sé qué, que soy tu novia y que me van a pegar, y todo ese tipo de cosas». Ahí él le dijo, «No te van a pegar nada, nada de eso, no seas boba ¿entendiste? son todas amigas entre ustedes». Ahí él terminó con su jueguito y salió con ella. Pero la cuestión de ella era quedarse en la calle para que las otras la vieran con él ¿está claro? Ahí él se dijo a él mismo, «Me cago en su puta madre, esto no va a resultar, porque las otras se lo van a tomar mal y voy a perder a todas esas hembras ¿me voy a quedar con una sola?». Entonces se quedó luchando para llevársela directamente a la casa. Le dijo, «Ay mi amor, no me estoy sintiendo bien, me tengo que ir, vamos derecho a tu casa ¿está bien?». Ella contestó, «Está bien». Pero después no quería moverse de la puerta del bar. Ahí él la agarró del brazo y le dijo, «Vamos de una vez». Ahí fueron para la casa de ella, llegaron, ella toda seria, que él se estaba escondiendo de ella. Ahí generalmente la madre entraba en la sala y dijo, «Hoy están hablando mucho». Porque generalmente los dos no hablaban mucho ¿verdad? La cuestión era mucho trueque, de besitos, de caricias, quedarse uno pasándole la mano suave al otro, casi que no conversaban, la cuestión era más mano para acá y mano para allá, y abrazos de aquellos especiales, todo ese tipo de cosas ¿está claro? entonces era que llegaban esos troncos de lengua hasta la garganta, que eran de no poderse creer. Cuando una hembrita besa bien, le larga un buen lengüetazo al tipo, y el tipo queda medio enloquecido, o del todo."

Manuel Puig
Sangre de amor correspondido







"En esa calle de Buenos Aires los árboles crecían inclinados, tanto por el día como por la noche. Qué inútil humillación, era de noche, no había sol ¿Por qué inclinarse? ¿Habían olvidado esos árboles toda dignidad y amor propio?"

Juan Manuel Puig Delledonne



"—En seguida empecé a leer cosas por mi cuenta. Filosofía, Teología, cuanto más arrevesado el libro mejor. Me gustaban especialmente las frases largas y complicadas, con referencias a referencias de referencias. El tema no importaba, era el movimiento que adquiría, la lógica, la belleza, la arquitectura complicada, la estética, que me daban placer. Supongo que lo que estaba emergiendo era mi capacidad de gozar. Pero mamá me tiró todos los libros. Había un capítulo en «El ser y la nada», de Sartre, titulado El Cuerpo. Creyó que era un libro pornográfico y lo tiró a la basura. Todo lo que ella no podía entender, y que a mí me daba placer, le resultaba sospechoso.
—¿Su padre lo creyó pornográfico también?
—Mi padre apenas si podía leer el periódico más popular de la tarde. Y mi madre siempre le echaba en cara su ignorancia.
—¿Quién le daba dinero para comprar libros?
—Yo recibía una mensualidad que solía poner aparte. Y era tesorero del Club de Niños del Altar. A veces metía la mano en la bolsa. A veces también robaba algún dinerito que andaba suelto por casa. Y siempre se conseguía algún libro barato de segunda mano.
—¿Había alguien que le dijese lo que debía leer?
—No, empecé por elegir solo, mis propias materias. Parecían abrirme un mundo ilimitado, de aventuras sin fin.
—Al leer reconozco las palabras, pero en alguna no creo.
—…
—¿No me pregunta en cuáles?, ¿por qué no me hace preguntas?
—Yo buscaba un vocabulario, para darle nombre a todo lo que iba descubriendo. La religión me dio el primer vocabulario. Fui intensamente religioso, hasta que la compuerta cedió, y los malos pensamientos empezaron a abrirse paso, en toda su crudeza, sin disfraz.
—¿Malos pensamiento?
—Toda esa estructura religiosa tuvo que desmoronarse. Creí que estaba perdiendo para siempre mi moralidad.
—¿Encontró a alguien con quien discutir esos libros?
—No. Mis compañeros no leían, y me tomaron por excéntrico, un cabeza de huevo. Era el término que se usaba entonces. Derivado de la política de McCarthy. Una palabra peyorativa que se aplicaba a los intelectuales. Circulaba un dibujo de un hombre calvo con anteojos, antideportivo, encorvado. Ese era el cabeza de huevo.
—Un día estábamos frente a aquel árbol, ese muy viejo de la plaza, que me gusta tanto. Pero no sentí ganas de tocarlo. El árbol estaba allí, y podía ir a verlo cuando se me antojaba. No había por qué tocarlo, no se podía mover de allí, y desaparecer para siempre.
—¿A qué viene eso?
—Siga con lo suyo.
—Recuerdo la primera vez que me enamoré, ¡vaya la palabra!, de una muchacha. Me dio muy fuerte. Se llamaba Dohrman, como la marca de queso. Se sentaba cerca mío en la clase de inglés, en la escuela secundaria. Tenía pelo largo con rulos, y era muy delicada. Esa dulzura de ella me cautivó, y yo la miraba a lo largo de toda la clase, aunque sin dejar de escuchar al profesor, porque era buen alumno, buscaba excusas para hablarle en los pasillos, cualquier cosa. Hacía como que me olvidaba de cuáles habían sido los deberes para telefonearle, oírle decir las cosas más comunes era para mí fuente de deleites sin fin. Una sonrisa de ella me hacía derretir. De veras era encantadora, muy dulce, pero quien está enamoriscado le agrega enormemente a la otra persona.
—¿Por qué le agrega?
—Difícil pregunta.
—Diga…
—Especialmente con el primer amor, que es como un derrumbarse de fronteras, todo lo que había estado latente, dormido… ahogado, de pronto germina y sale a relucir. Pero hay todo un arsenal de necesidades que ninguna persona sola puede satisfacer. A la persona se la idealiza, con la esperanza de que por medio de ella todas las necesidades sean atendidas.
—¿Las necesidades?
—Sí, las necesidades.
—¿Cuáles son?
—Es difícil describirlas. Primero creí que eran aspiraciones religiosas. Después aspiraciones intelectuales. Después vino la necesidad de muchachas. Se trata de energía más que nada, energía que desborda con la pubertad. Una bomba en el cuerpo… programada para que detone, en un cierto momento.
—¿Sería tan amable de decirme qué son… o eran, esas necesidades religiosas? Luego las intelectuales. En cuanto a las muchachas creo que puedo imaginar de qué se trataba. Se me ocurrió pensar en mi necesidad de cosas dulces, y como usted me dijo que la muchacha era dulce, hice la asociación. ¿Tiene sentido o no?
—Sí, es como la necesidad de dulces. Muy parecido, es algo que el organismo pide, para devorar en cantidades enormes. Un ansia insaciable. Gula. Sin eso algo nos está faltando, una parte importante de nosotros mismos."

Manuel Puig
Maldición eterna a quien lea estas páginas



"Es curioso que uno no puede estar sin encariñarse con algo...Es...Como si la mente segregara sentimiento, sin parar...- ¿Vos creés? -Lo mismo que el estómago segrega jugo para digerir. - ¿Te parece? -Sí, como una canilla mal cerrada. Y esas gotas van cayendo sobre cualquier cosa, no se las puede atajar."

Juan Manuel Puig Delledonne



"Fe es la intuición que se tiene de Dios y las intuiciones no se explican."

Juan Manuel Puig Delledonne


"He llegado a un convencimiento: creo que todos los planteamientos sobre la sexualidad son equivocados. La homosexualidad no existe, es una proyección de la mente reaccionaria, y lo mismo la heterosexualidad. Yo creo que lo sexual pertenece totalmente a la vida vegetativa, ésta a la misma altura de la necesidad de nutrición o de dormir. Son tres actividades de la vida vegetativa, está a la misma altura de la necesidad de nutrición o dormir. Son tres actividades básicas, importantísimas, pero las tres carentes de significado moral, de trascendencia moral."

Juan Manuel Puig Delledonne




"¡Juan Carlos! Sorpresas tengo...en todos estos años que separados vivimos... ¡Aprendí a cocinar! ¡Sí! Puedo prepararte lo que más te plazca, Juan Carlos ¿Me pides que hoy junto a ti me acueste?"

Juan Manuel Puig Delledonne



"La felicidad...Eres mujer, y por lo tanto esquiva."

Juan Manuel Puig Delledonne




"La muerte es lo peor porque la gente te olvida."

Juan Manuel Puig Delledonne


"La música se vuelve tan emocionante que a él se le llenan los ojos de lágrimas. Y eso es lo más lindo de la escena, porque ella al verlo conmovido, se da cuenta que él tiene los sentimientos de un hombre, aunque parezca invencible como un dios."

Juan Manuel Puig Delledonne



" ¿Lo mejor del cielo? Muy pronto los ángeles me lo habrán de mostrar ¿Adónde me llevan? La tierra abajo quedó, eclipse de vida en la tierra, las almas ya vuelan hacía el sol, eclípsase el sol de repente y es negro el cielo de Dios."

Juan Manuel Puig Delledonne



"Lo que sí tiene trascendencia, y es esencial y específicamente humano, es el ámbito de lo afectivo. Pero el sexo no. Lo malo es que, en algún momento aciago de la humanidad, se cometió el trágico error de adjudicar a lo sexual un significado moral."

Juan Manuel Puig Delledonne


"Lo terrible es eso, que la identidad pasa a ser definida por el sexo. Es decir, una banalidad pasa a definir lo esencial."

Juan Manuel Puig Delledonne



"Lo terrible es que para establecer un contacto, si quieres comunicar con los demás, tienes que inventar como una especie de personaje que se comunica, que no es el mismo que está metido dentro de ti y por ahí empiezas a creer más en el personaje, te olvidas de la persona y crees en el personaje. Pero muchas veces es simplemente esa necesidad de comunicarse con el medio..."

Juan Manuel Puig Delledonne


"Lo único que le pido es que si está decidida a no escribirme más, por lo menos me mande esta carta de vuelta, abierta se entiende, en prueba de que la leyó. ¿O será mucho pedirle?"

Juan Manuel Puig Delledonne



" (...) No es más que un hombre pero que su amor a la patria le quita todo miedo, ése es su secreto, el afán de luchar por su patria lo vuelve invencible, como un dios, porque desconoce el miedo."

Juan Manuel Puig Delledonne



"(...) Nunca es agradable vivir el fin de algo."

Juan Manuel Puig Delledonne



"(...) Pero lo que me ha tornado irritable es la duda: ¿Lo quiero o no lo quiero? Últimamente ha surgido un nuevo personaje en discordia: un joven estanciero de origen inglés, menos apuesto que "él" pero de trato agradable, se ha valido de su amistad con papá para introducirse en casa y dirigirme palabras galantes. Y he aquí la disyuntiva..."

Juan Manuel Puig Delledonne



"(...) Que las mujeres no lo querían dejar...Por las cosas que pasan en la cama. -Pero, Mabel, yo no estoy de acuerdo. Las mujeres se enamoran de él porque es muy buen mozo. Eso de la cama, como decís vos, no. Porque hablando la verdad, una vez que se apaga la luz no se ve si el marido es lindo o no, son todos iguales. - ¿Todos iguales? Nené, vos no sabés entonces que no hay dos iguales."

Juan Manuel Puig Delledonne





"Que lo que en realidad se respetaba era el poder, y no la simpatía o la bondad...Después de aquello tuve muchos problemas con la "fisique du rol". Es decir, si había alguna persona buena con cara de malo, me molestaba mucho, porque en el cine los buenos tienen cara de buenos, y eso era confuso."

Juan Manuel Puig Delledonne


"Que lo pases bien en la estancia, estudia inglés y trata de aprender por último, nunca al principio, la palabra "yes", que significa... ¡Sí! Usando poco ese monosílabo conquistarás al mundo..."

Juan Manuel Puig Delledonne



"(...) Se me cayó el pelo, y me cambió el cuerpo, me encorvé y...Perdí completamente mí...Pasé a ser, no un monstruo, pero sí una persona sin ese poder físico al que yo estaba acostumbrado. Y eso yo lo perdí muy, muy pronto, más o menos a los 32 años. Se acabó. Y de repente ya, a partir de ahí, me sentí despojado de mucho. Ésa fue una de las pérdidas claves, dentro de las muchas pérdidas que hay en la vida."

Juan Manuel Puig Delledonne



"Sigo. Ella en el almuerzo ya estuvo mucho mejor, se pudo concentrar en la discusión y después la sesión empezó muy bien. Eran tres exposiciones de veinte minutos cada una, seguidas de media hora de discusión. Ella habló y lo que dijo interesó mucho a todos. Pero el tercero en hablar, un venezolano, iba ya en treinta y cinco minutos en vez de veinte cuando la presidenta de la mesa lo interrumpió. Ahí está Silvia se puso a temblar, porque no iba a entrar todo el programa en la hora y media disponible. El venezolano insistió en que tenía que completar su exposición, en cinco minutos más, que fueron quince. Y ahí ya eran las cuatro y media casi. La pobre estaba hecha una pila de nervios, tenía ganas de matar al venezolano, que además no había dicho nada nuevo, y se había dedicado más atacar a un español que había hablado esa mañana, en fin, la cosa iba mal, porque la discusión posterior a las ponencias había que hacerla. Y ella no se animaba a decir que no tenía tiempo, porque la esperaba su candidato en la pieza. Pero la providencia intervino, el encargado del servicio de comedor entró a las cuatro y media en punto y dijo que tenía que preparar las mesas para el café de la tarde, como le dicen ellos, que nosotros diríamos el té. Y hubo una pequeña discusión, pero todo quedó para esa noche después de la cena, los que quisieran presentarse, y ella corrió a la pieza. Pero al pasar frente al barcito, al lado de la recepción lo avistó. Estaba tomándose algo, no me acuerdo qué me dijo, pero café no sería porque en ese barcito no lo sirven, ¿o con el asunto del congreso estaría todo cambiado? Cuando yo estuve café ahí no servían, la cuestión es que él estaba bien afeitado, con toda la ropa recién cambiada. Y se fueron enseguida a la pieza. Detalles de eso no me dio. Y a las cinco y algo él ya se fue para no perder la lancha. Ella lo acompañó hasta el embarcadero. Y esa segunda sesión según ella fue excelente, no hubo nadie que se pasara de la medida porque se hizo un anuncio sobre eso, pidiendo respetar los turnos. Y a la noche cenó con la portuguesa, que le resultó una compañía excelente."

Manuel Puig
Cae la noche tropical



" -Vos sos loco, ¡Viví el momento! , ¡Aprovechá! , ¿Te vas a amargar la comida pensando en lo que va a pasar mañana? -No creo en eso de vivir el momento, Molina, nadie vive el momento. Eso queda para el paraíso terrenal."

Juan Manuel Puig Delledonne


"Y como si no bastara con el sueño que llevo en mi alma -y que henchida me empuja como un huracán de popa- otro sueño se proyecta en la pantalla, otro sueño de otra u otro que como yo...Se apresta a amar, ama, o recuerda haber amado."

Juan Manuel Puig Delledonne



"Y el psicoanalista se quiso defender pero era demasiado tarde, porque ahí en ese rincón oscuro todo se volvía borroso un instante y ella se transformaba ya en pantera, y él alcanzó a agarrar el atizador de la chimenea para defenderse, pero ya la pantera le había saltado encima, y él le quiso dar golpes con el atizador pero ya con una garra ella le abrió el cuello y el hombre cayó al suelo echando sangre a borbotones, la pantera rugió y mostró los colmillos blancos perfectos y le hundió otra vez las garras, ahora en la cara, para deshacérsela."

Manuel Puig
El beso de la mujer araña



"¿Y sabes qué otra cosa sentí, Valentín? Pero por un minuto, no más. - ¿Qué? Habla, pero quédate así, quietito...-Por un minuto sólo, me pareció que yo no estaba acá...Ni acá, ni afuera...-Me pareció que yo no estaba...Que estabas vos sólo. -O que yo no era yo. Que ahora yo...Eras vos."

Juan Manuel Puig Delledonne


"¿Y vos te vas a acordar bien de mí? -Aprendí mucho con vos, Molinita...-Estás loco, si yo soy un burro...-Y quiero que te vayas contento, y tengas buen recuerdo de mí, como yo lo tengo de vos. - ¿Y qué es lo que aprendiste de mí? -Es muy difícil de explicar. Pero me has hecho pensar mucho, esto te lo aseguro...-Tenés siempre calientes las manos, Valentín. -Y vos siempre frías. -Te prometo una cosa, Valentín,...Que siempre que me acuerde de vos, va a ser con alegría, como vos me enseñaste."

Juan Manuel Puig Delledonne



"(...) Yo por primera vez me animé a decirle que con gusto me habría casado con alguien así, pues esa simpleza es la base de la felicidad, y nada mejor que vivir al lado de alguien feliz."

Juan Manuel Puig Delledonne



" Yo tampoco quiero pensar en nada, y voy a estudiar. Con eso me salvo. - ¿Te salvas de qué? ... ¿De arrepentirte de lo que pasó? -No, yo no me arrepiento de nada. Cada vez me convenzo más de que el sexo es la inocencia misma."

Juan Manuel Puig Delledonne