"Cada hombre en su agujero."

Fred Vargas
pseudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau


"El que desorienta al auditorio, recolecta el pánico."

Fred Vargas


"El vacío ocupa más espacio que cualquier lleno."

Fred Vargas


"En el amor, más vale lamentar lo que se ha hecho que lamentar lo que no se ha hecho. Sólo los bizantinos y sus proverbios pueden, a veces, arreglarle a una la vida casi a la perfección."

Fred Vargas


"Encontrar un ala de mariposa en una aglomeración de dos mil habitantes era una obra quimérica en comparación con la famosa aguja en un pajar, algo que nunca había parecido inalcanzable a Adamsberg: bastaba con quemar el pajar y recoger la aguja."

Fred Vargas


"Eres tan exigente (...) que estás solo."

Fred Vargas




"Estaba de acuerdo en ir a ver Londres, comprobar si el Támesis tenía el mismo olor a colada enmohecida que el Sena, escuchar los gritos de las gaviotas. Cabía la posibilidad de que las gaviotas gritaran de forma diferente en inglés que en francés."

Fred Vargas


"Hay muchos detalles en este mundo, ¿Se ha fijado alguna vez?"

Fred Vargas


"La búsqueda de lo excepcional obliga a plantearse que lo esencial normalmente está oculto."

Fred Vargas


"La ignorancia, (...), es causa de las ideas más insensatas."

Fred Vargas


"La memoria no tiene cubo de la basura."



Fred Vargas



"No lo entiendo... Es verdaderamente desagradable."

Fred Vargas


"Observo a los demás, así me cultivo."

Fred Vargas


"Ponte un traje y trata de tener confianza en ti mismo, es un consejo de amigo. Estarás igual de guapo pero parecerás menos tonto."

Fred Vargas


"Soy tan poco lógico..."

Fred Vargas


"Vagamos como pompas de jabón al viento."

Fred Vargas


"Valence volvió rápidamente a su hotel y pidió que le sirviesen el almuerzo en su habitación. Le dolían las mandíbulas a fuerza de tener los dientes apretados los unos contra los otros. Trataba de liberarlos relajando su mentón pero éste volvía a apretarse de forma involuntaria. Contrariamente a lo que se cree, los maxilares pueden de vez en cuando llevar una vida propia, sin consultarnos, y esta insubordinación no tiene nada de agradable. ¿Cómo Henri Valhubert hubiese podido de pronto descubrir la existencia de Gabriella? La respuesta no era demasiado difícil de imaginar.
Sentado en el borde de su cama, arrastró el teléfono hasta sus pies y encontró sin demasiada dificultad el número de la secretaria particular de Henri Valhubert. Era una chica rápida, en seguida comprendió lo que Valence buscaba. Dijo que volvería a llamarlo una vez que tuviese la información. Él alejó el teléfono con un pie. En una hora, o quizás en dos, tendría la respuesta. Y si era tal y como creía, no iba a resultar agradable para nadie. Pasó los dedos por su cabello y dejó que su cabeza descansase sobre sus manos. Aceptar esta misión había resultado un error porque ahora no tenía ganas de silenciar el caso, todo lo contrario. Estaba dominado por un afán de saber que lo crispaba de impaciencia. No tenía ganas de deslizar furtivamente la verdad, que presentía, hasta dejarla en manos de Édouard Valhubert. Tenía, a la inversa, ganas de decir lo que sabía, por todas partes y a voz en grito, de proseguir esta investigación hasta el final y hacer que el caso vomitase sus bajezas desatando el más trágico escándalo y ríos de lágrimas y vísceras. Era así. ¿Qué era lo que no funcionaba? Se sentía violento y sanguinario, y esto lo inquietaba. Un deseo tal de drama no era habitual en él, y su propio estremecimiento, mal controlado, lo dejaba exhausto. Podía siempre tratar de tomar algo y dormir antes de reunirse con Ruggieri en el Vaticano. Le hubiese encantado masacrar a Ruggieri."

Fred Vargas
Los que van a morir te saludan