"Se dice que dentro de las tradiciones egipcias el cometido del diablo es hacer partícipe de su desorden al ser humano. Es el señor del caos. Si observamos un ajedrez, éste da comienzo con una estructura perfectamente ordenada, ¿y hacia dónde va en su movimiento? Hacia el desorden. Y además hay un momento en que el desorden es absoluto. ¿Qué pasa?, que el que sabe jugar encuentra un orden implícito, porque sabe cómo se mueven las piezas. Incluso en ese caos, a partir de la muerte se va generando otro orden. La muerte del rey, el último sacrificio, y empieza un nuevo orden. Todo eso tiene que ver con conceptos de índole más grande. En definitiva, básicamente en el juego del ajedrez, las figuras, los movimientos, la geometría, el concepto del karma… acción, y reacción, está expresando la dinámica del movimiento, del yin y el yang, que si empieza la partida y yo muevo un peón blanco, eso inmediatamente tiene una reacción. Muevo caballo… se está empezando a generar un caos. Muevo otra… No hay justicia ni injusticia, simplemente hay matemática. Y sobre todo, hay unas reglas. Los no iniciados no perciben las reglas, porque lo que perciben es desorden y caos. Mientras que el iniciado percibe la regla, la matemática divina, el orden, el arquitecto del Universo, el geómetra… La escuadra y el compás. Y éste, el diablo, es el que guarda esos secretos."

Sebastián Vázquez
Tomado del libro de Lorenzo Fernández Bueno, Templarios, nazis y objetos sagrados, página 153