“A España dio una estrella el cielo,
dándole este hijo.”

Jacint Verdaguer i Santaló
La muerte de Balmes



"¿No es verdad que en Múnic (…)
vuestros ojos lacrimosos
 se volvían hacia España?"

Jacint Verdaguer i Santaló



Sum Vermis

Veyeume aquí, Senyor, á vostres plantes,
despullat de tot bé, malalt y pobre,
de mon no-res perdut dintre l'abisme.
Cuch de la terra vil, per una estona
he vingut en la cendra á arrocegarme.
Fou mon breçol un grá de polcinera,
y un altre grá será lo meu sepulcre.
Voldría ser quelcom per oferirvos,
però Vos me voleu petit é inútil,
de gloria despullat y de prestigi.
Feu de mi lo que us placia, fulla seca
de les que'l vent se'n porta, ó gota d'aygua
de les que'l sol sobre l'herbey axuga,
ó, si ho voleu, baboya del escarni.
Jo so un no-res, més mon no-res es vostre;
vostre es, Senyor, y us ama y vos estima.
Feu de mi lo que us placia; no'n só digne
d'anar á vostres peus; com arbre estèril
de soca á arrel trayeume de la terra;
morfoneume, atuiume, anihilaume.

Veniu á mi, congoxes del martiri,
veiu, oh Creus, mon or y ma fortuna,
ornau mon front, engalonau mos braços.
Veniu, llorers y palmes del Calvari,
si'm son aspres avuy, abans del gayre
á vostre ombriu me será dolç l'assèurem.
Espina del dolor, vina á punyirme,
cuyta á abrigarme ab ton mantell, oh injuria;
calumnia, al meu voltant tos llots apila,
miseria, vínam á portar lo ròssech.

Vull ser volva de pols de la rodera
ahon tots los qui passen me trepitgen;
vull ser llançat com una escombraría
del palau al carrer, de la més alta
cima á la afrau, y de la afrau al córrech.
Escombreu mes petjades en l'altura;
ja no hi faré més nosa, la pobresa
será lo meu tresor, será l'oprobi
lo meu ergull, les penes ma delícia.

Desde avuy culliré los vilipendis
y llengoteigs com perles y topacis
per la corona que en lo cel espero.
Muyra aquest cos insoportable, muyra;
cansat estich de tan fexuga cárrega;
devórel lo fossar, torne á la cendra
d'hon ha sortit, sum vermis et non homo.
Jo no só pas la industriosa eruga
que entre'l fullam de la morera's fila
de finíssima seda lo sudari.
Jo me'l filo del cánem de mes penes;
més , dintre aquexa fosca sepultura,
tornat com vos, Jesús, de mort á vida,
jo hi trobaré unes ales de crisálida
per volármen ab Vos á vostra gloria.

Jacint Verdaguer i Santaló



“Ve zarpar con el español imperio
 el árbol santo de la Cruz a otro hemisferio,
 y el mundo a su sombra reflorecer;
 encarnándosele del cielo la sabiduria;
 y dice a quien levanta el vuelo en su cometido:
 - Vuela, Colón…¡ahora ya puedo morir!”

Jacint Verdaguer i Santaló



"¿Ves ese mar que abarca la tierra de polo a polo?
Un tiempo fue jardín de las Hespérides alegres,
aun arroja el Teide reliquias suyas,
rebramando de continuo,
cual monstruo que vela en campo de matanza."


Jacint Verdaguer i Santaló
De su poema La Atlántida


Vora la mar   


"Al cim d’un promontori que domina 
          les ones de la mar, 
quan l’astre rei cap al ponent declina, 
          me’n pujo a meditar.

Ab la claror d’aqueixa llàntia encesa 
          contemplo mon no-res; 
contemplo el mar i el cel, i llur grandesa 
          m’aixafa com un pes.

Eixes ones, mirall de les estrelles, 
          me guarden tants records, 
que em plau reveure tot sovint en elles 
          mos somnis que són morts.

Aixequí tants castells, en eixes ribes, 
          que m’ha aterrat lo vent, 
ab ses torres i cúpules altives 
          de vori, d’or i argent:

poemes, ai!, que foren una estona 
          joguina d’infantons, 
petxines que un instant surten de l’ona 
          per retornar al fons:

vaixells que ab veles i aparell s’ensorren 
          en un matí de maig, 
illetes d’or que naixen i s’esborren 
          del sol al primer raig:

idees que m’acurcen l’existència 
          duent-se’n ma escalfor, 
com rufagada que s’endú ab l’essència 
          l’emmusteïda flor.

A la vida o al cor quelcom li prenen 
          les ones que se’n van; 
si no tinc res, les ones que ara vénen, 
          digueu-me: què voldran?

Ab les del mar o ab les del temps un dia 
          tinc de rodar al fons; 
per què, per què, enganyosa poesia, 
          m’ensenyes de fer mons?

Per què escriure més versos en l’arena? 
          Platja del mar dels cels, 
quan serà que en ta pàgina serena 
          los escriuré ab estels? "

Jacint Verdaguer i Santaló




"Vuestro mantel azul es grande;
 abriga toda la España,
 el reino de vuestro amor,
 com un nidito bajo el ala."

Jacint Verdaguer i Santaló




"Y a ti ¿ quien te salva, oh nido de las naciones iberas...?
¿quién te salva, joven España, cuando se hunde hecho pedazos el navío
al que estabas amarrada cual góndola?
¡El Altísimo! El, llenando tu popa del 
náufrago tesoro,
te atraca a los peñascales del Pirineo, nido de águilas...
Al verte heredera de la Atlántida, en su entierro,
los pueblos que te festejan dijeron: ¡Dichosa ella!
Y a ti, que me has amparado entre las telas de tu corazón,
quiero darte la llave de España, a la que amo tanto;
de ese pedazo de cielo, que te reserva una floración de amor,
si te place sacarlo de las garras tiránicas.
En los campos donde te esperan las vírgenes de Iberia
la tierra es mas verde, el cielo mas azul;
tu puedes trasplantar allá las rosas de Hesperia,
y yo, de Beocia,
con el arte de la guerra los juegos de la paz
España, llamada por el coro de ángeles, despierta
y ve que un piélago ignoto se enlaza a su desnudo cuerpo
—¿Quién volverá a levantar en tu cielo, el astro caído?— dice ella;
y estrechándola en sus brazos, le responde gozoso:—¡Tu!
Hete aquí su corona de oro fino, que subía conmigo: ¡cuando sea reina del mundo, se la pondrás en la frente!
Mas distráelo de ello la voz fuerte del sabio que arrebata su ánimo hacia España. ¡Déjalos, oh Patria, volar por tu cielo!
Y pronto sus retoños tejieron, con grandes boscajes
verdoso manto para España, bordado de toda flor.
¡Tierra feliz del Betis! ¡Cuán hermosa y bella eres!
que por altar quería la tierra, y por sagrario.
¡dichosa patria mía, quería tu corazón!
Y antes que a tu Dios, oh España, te arrancarán 
las sierras,
pues tiene raíces tan hondas como ellas en el mundo,
¡Pues de otra más pura mano y más hermosa espera recibir el anillo nupcial! 
... el marinero perdido busca en el cielo una estrella de sus ensueños 

y te ve a ti, Isabel la de Castilla, la reina de las reinas que existieron!"


Jacint Verdaguer i Santaló
De su poema La Atlántida



"¿Ves ese mar que a un polo desde el opuesto alcanza?
De Hespérides alegres fue plácido vergel.
Cual monstruo que custodia un campo de matanza,
Aún arroja el Teide, bramando, restos de él.

Aquí Atlantes luchaban; allá surgían egregias
Ciudades; doquier trinos y canto virginal.
Hoy focas se congregan en sus mansiones regias
Y en prados de corderos florece ya el coral.

Aquí extendió sus márgenes el continente hesperio
Nadie sabe qué tierra, qué mar le limitó;
Empero el sol que abarca de un golpe el hemisferio
Jamás de extremo a extremo al par iluminó.

Áureo yugo que unía las tierras ponentinas
Era y corazón de ellas, cual fuente del Edén,
Brindábales con aguas serenas y argentinas
Y sus inmensos brazos del mundo eran sostén.

Por él, como por puente florido y anchuroso
Pasaban en las alas de un Mayo perennal,
Aves de varias plumas y trino cadencioso,
Tesoros, cantos, gérmenes, fragancia virginal.

Atlas era su rey, el que con sabia mano
Del cielo azul los signos a un globo transportó;
El que del sol y el astro que gira más lejano
La danza misteriosa y armónica explicó.

Así le vio de. griego la mente soñadora
Cual monte coronado de estrellas, sin ceder
Bajo la inmensa bóveda del cielo abrumadora,
Su máquina con firmes espaldas sostener.

En estatura y músculos sus hijos le igualaron,
Mas frágil fue su pecho cual vaso de cristal;
Pues luego que cien reinos y tronos derrocaron
Lanzar a Dios quisieron del suyo celestial.

Pero una noche alzáronse bramando mar y cielo;
Cual hoja expuesta al Bóreas, Europa trepidó;
Y al alba despertándose, buscó en su amante anhelo
Al mundo hermano, y llena de espanto no le vio.

Y aún saboreando sus últimos abrazos,
- ¿En dónde estás? ¡oh Atlántida! -clamaba en su viudez-
Anoche, cual solía me adormecí en tus brazos;
Y en vano ya los míos te buscan otra vez.

-¿Donde estás?... Y donde la hermosa las almas atraía,
-Yo la he tragado ¡Plaza! responde ronco el mar;
Tenderme entre las tierras quiero desde este día;
¡Ay de ellas si me place mi lecho desanchar!

Con su terrible diestra la hundió el Omnipotente,
Tragóla el mar, cadáver: ya solo se ve allí
Cual dedo de su mano el Teide prominente
Que va diciendo al hombre: "la Atlántida fue aquí."

Mástil de un bajel roto, cien islas la rodean,
Cual destrozados miembros de impura Jezabel;
Cuando al pasar los siglos el grande estrago vean,
Dirán: "¡en esto paran las sendas del infiel!"

Gigante fue que alzóse contra el Olimpo en guerra:
De oriente hasta Occidente su brazo dominó;
Y al cielo, no contento con oprimir la tierra,
Subir por coronarse de estrellas pretendió.

Mas del Tonante horrenda, derrocadora llama
lanzó desde su grada de riscos al Titán
A un mar de azufre y fuego, do se retuerce y brama
Bajo la mole inmensa del hervidor volcán.

Y a ti ¿quién salva ¡oh nido de la nación libera!
Cuando la mar el árbol, de donde pendías, cubrió,
Cuando el bajel do estabas cual góndola ligera
Sujeta, en dos pedazos abierto, se anegó?

¡Dios! Del tesoro naufrago enriqueció tu popa
Y del Pirene altísimo te amarra al peñascal,
bajo esplendente cielo, tras el mural de Europa
Y entre risueños mares, cual Venus celestial.

Por eso en ti los griegos a Pluto colocaron
Viendo entre argénteas peñas tu hermosa faz surgir,
Mejor que oro de Cólquida vellón en ti encontraron;
Diste el Elíseo a Homero, a salomón Ofir.

Al ver que su heredera la Atlántida te deja,
los pueblos que te adulan dijeron: ¡bien está!
¿Qué importan de tu jarro los trozos de abeja
Si flor de lo futuro les quedas tú?... ¡Mas ah!

Cuando furioso el viento conmueve el hondo abismo
Del mar entre el diálogo escucho su honda voz;
Gemido que aún le arranca doliente el cataclismo
Diciendo a sus hermanas con eco triste: "-¡Adiós!

"Fui la mayor; mis hijas llamaros bien pudieran;
Dormía entre madréporas Europa la gentil,
Hilera de islas Cáucaso y el Apenino eran,
Y ya ornaba mis sienes con rosas el Abril.

"Ví alzarse de su lecho a Nápoles e Iberia;
Vi a Grecia, Sahara, Egipto en lo interior del mar;
Via la ola que me cubre jugar sobre Siberia,
los Alpes como vértebras de Europa, erguirse al par.

"Giganta yo, cual mano de Dios, el orbe ansía;
Pirene, estrella y Atlas por dedos recibí,
Más el abismo, abriendo su fauce, hundióme un día
Mientras los elementos danzaban sobre mí.

"¿Y vosotras? Vosotras el mar que aún os abruma
Lanzáis sobre mi espada y al sol miráis brillar,
Me dais como sudario vuestro cendal de espuma,
Y sonreís cual huérfanas de madre al despertar.

"¿Qué vale que mi nombre Platón muestre a la historia
Bordado con estrellas en el celeste tul,
Si ya de mí perdisteis, ingratas, la memoria
Y para siempre azótame inmenso el mar azul?"

¡Señor de las venganzas! aliento da a mi cántico,
Diré el terrible golpe que la estrelló en el mar,
E hizo al mediterráneo y al anchuroso Atlántico
Por desunir los mundos hirvientes rebosar."

Jacint Verdaguer i Santaló
De su poema La Atlántida