"A juicio de Haberland, con esa visión exagerada de los sacrificios humanos pretendemos acallar nuestra mala conciencia por haber sido artífices de la destrucción de una civilización floreciente. Estoy tentado de darle la razón mientras contemplo la maqueta del Recinto Sagrado en el Lago. Pero no hay que olvidar que esa construcción sagrada es, al mismo tiempo, una manifestación de poder y de absolutismo; en medio de esas altísimas pirámides dispersas a lo largo y ancho del territorio, vivían en tiempos de Cortés veintitrés mil quinientas personas. Para aquella época, Tenochtitlán era una verdadera metrópoli. La vida en la ciudad estaba enteramente reglada: para las clases altas, vestir la ropa inadecuada podía acarrear la pena de muerte; todos los pueblos, hasta el extremo más lejano del territorio, estaban sometidos al poder central; nada, al parecer, se dejaba en manos del azar; todos los hilos estaban tensados hacia ese único soberano absoluto, Tlacatecutli, señor de señores, Tlatoani, el que habla bien. Él era la araña en la telaraña, el primero entre los aztecas, nombre colectivo de todos aquellos pueblos conquistados y anexionados por los mexicanos en su expedición de siglos. 
Camino ahora entre los restos de su civilización, pero no de la suya únicamente, también de la de sus vecinos y antecesores: los mayas, los olmecas, los toltecas. Este museo es todo un universo, la valla de lo que alguna vez fue un mundo encerrado en sí mismo, un mundo que produce vértigo por su extrañeza. Dado que estoy aquí, en esta ciudad, en su territorio, procuro limitarme a los aztecas, pero ¿hasta qué punto puede uno comprender su mundo? Repito en voz baja los extraños nombres con los que designaban los años de su siglo de veinticinco años: (1 Conejo, 2 Caña, 3 Cuchillo de sílex...) e intento imaginarme que esos nombres no evocaban a aquellas gentes más que lo que a mí me evoca el mes de enero, pero ¿Cómo hacerlo? Entre mi persona y estas palabras sencillas se interpone un velo de exotismo; veo un conejo y no un año, para mí todo esto es poesía, como también son poesía los nombres de los dioses y de los héroes míticos: Tezcatlipoca —el espejo humeante—, Quetzalcóatl —la serpiente emplumada—, Ometecuhtli —el doble señor—. Contemplo las imágenes torcidas, sin perspectiva, en paredes y códices, de esas criaturas con dientes y picos; los cuchillos de sus plumas, sus espadas, sus venenosas puntas salientes pueden herirte en cualquier parte del cuerpo. Una ira permanente parece dominar estas salas del museo, como si toda esta piedra, armada hasta los dientes, te mirara fijamente desde unos ojos sin pupilas desafiándote a descifrar el misterio de sus imágenes."

Cees Nooteboom
El azar y el destino



"A los escritores no se los encuentra en sus esculturas, sino en sus libros."

Cornelis Johannes Jacobus Maria Nooteboom 



"A orillas del Río de la Plata encontré dos piedras que me gustaron. Para hacerme un pequeño territorio en Buenos Aires, las puse sobre la mesa del departamento. A partir de ese momento, ese espacio fue mío."

Cees Nooteboom


"Ahora bien, antes de esto, habían sucedido otras cosas. La política del Vaticano orientada hacia España, como consecuencia de la lucha de este país contra la rebelión protestante en los Países Bajos, no gustaba ni lo más mínimo en Venecia, de modo que se produjo también un conflicto en el ámbito de la política exterior. Por otro lado, en la propia Italia, el papa se había apoderado de Ferrara, acercándose así peligrosamente a Venecia, lo que causaba
también gran inquietud al dux Grimani. En la Europa de aquellos días, Venecia desempeñaba un papel importante, y, en la lucha contra Roma, la ciudad tenía a su disposición al monje Sarpi como consejero teológico, así rezaba su título oficial, un consejero capaz de enfrentarse al papa y a la curia. La ciudad que había sido excomulgada continuó haciendo su vida con normalidad, y, dado que Venecia y Sarpi ganaron aquella batalla y las subsiguientes, el monumento al monje se mantiene en pie en la Strada Nova.
Aquello fue como si hubiera soplado un viento reformador procedente de la laguna. La carta que Sarpi dirigió a la Iglesia no se andaba con rodeos, y el papa percibió un olor a herejía. Que el hereje fuera un monje admirado por sir Henry Wotton, el embajador inglés en Venecia, demuestra el alcance europeo del juego. Experto en jurisprudencia canónica, Sarpi sabía cómo elegir sus palabras. Por «una ley “divina” que ningún poder humano puede derogar, los príncipes poseen la potestad de promulgar, dentro de sus jurisdicciones, leyes referidas a cuestiones temporales y terrenales: las amonestaciones de Su Santidad no
poseen ningún fundamento, porque los asuntos aquí tratados no son espirituales, sino terrenales».
El término «temporal» empleado por Sarpi significaba en su época «de este mundo». El mensaje fue un duro golpe, y el 16 de abril de 1605 el papa anunció que, si Venecia no se rendía, se exponía a la excomunión. La respuesta de la ciudad llegó el 6 de mayo. El nuevo dux, Leonardo Donà, anunció que en los asuntos de este mundo no reconocía ninguna autoridad superior a la de la propia majestad divina. El resto del mensaje está en la misma línea: Venecia no escucha y ordena al clero de la ciudad que siga cuidando de las almas y oficiando la misa, porque la República tiene el firme propósito de perseverar en la santa fe católica y apostólica y en la observancia de la doctrina de la Santa Iglesia de Roma. A continuación, el dux, aconsejado por Sarpi, ordena expulsar de la ciudad a los jesuitas, dado que éstos eran, según explica Norwich, firmes partidarios del papa a causa de su defensa de la causa española. Los jesuitas quieren abandonar la ciudad por iniciativa propia en una solemne procesión ante los ojos de todo el mundo, pero por la noche serán sacados de sus camas, con lo que se malogra el gran truco propagandístico que habían previsto. Eso hubiera sido otra escena fantástica para una ópera. En resumidas cuentas, toda esta historia,
que se propagó por Europa como la pólvora, supuso una derrota para el papa y la curia. La excomunión se levantó en 1607, pero el papa aún no había acabado con el monje. En su History of Venice, John Julius Norwich ofrece una versión menos subjetiva que la del antipapista Robertson. Cuenta que Paolo Sarpi mantuvo la calma en medio de las controversias y reformula una y otra vez cuál fue en realidad el asunto principal. «Para unos, Sarpi era un anticristo, para otros, un arcángel. En Venecia, la gente se postraba ante él para besarle los pies; en Roma y Madrid sus obras se quemaban en público. (…) Inevitablemente, se requirió su comparecencia ante la Inquisición y, como era previsible, él se negó a presentarse». En Europa, Holanda e Inglaterra le ofrecieron apoyo, Francia no se atrevió a pronunciarse con claridad, pero Venecia sabía que Enrique IV estaba de su lado."

Cees Nooteboom
Venecia. El león, la ciudad y el agua



"Al principio no reconozco otro sonido que el rumor del agua que corre, pero luego percibo por debajo de ese suave rumor un murmullo cada vez más intenso y furioso, como un coro que cantara con los dientes apretados, un zumbido átono y siniestro que no desvela ningún significado, un agobiante lamento de tinta y papel, el sonido que emiten los libros cuando saben que son quemados o ahogados, el dolor por lo que ya nunca más será leído."

Cees Nooteboom


"Cuando está solo, la multitud se convierte en un enigma para él, entre los otros ya no se conoce a sí mismo. ¿Quiénes son? ¿Conoce su máscara?"

Cees Nooteboom




"¿Cuándo existe una persona? ¿Está igual de muerto alguien que lleva dos mil años muerto que quien falleció el año pasado? ¿Qué es más misterioso, ser mortal o inmortal?"

Cees Nooteboom


"Cuando se trata de tumbas, todo es irracional. Llevamos flores a nadie, arrancamos los hierbajos para nadie y aquel por quien vamos no sabe que estamos allí. Sin embargo, lo hacemos. En algún rincón secreto de nuestro corazón albergamos la idea de que esa persona nos ve y se da cuenta de que seguimos pensando en ella. Pues eso es lo que queremos; queremos que los muertos reparen en nosotros, queremos que sepan que seguimos leyéndolos, porque ellos nos siguen hablando."

Cees Nooteboom


"De todas las formas de amor, la que surge entre desconocidos es la más enigmática y la más convincente."

Cees Nooteboom


"¡Dejarse llevar! Llegar a una ciudad, ir a la terminal de autobuses, tomar cualquiera y dejarse llevar. Así habrá aventuras, cosas feas, cosas bellas, gente interesante, gente aburrida. Nunca se sabe. Así el mundo se ensancha. Y si puede aprender el idioma antes de viajar mucho mejor, entonces el mundo sí que será grande y diferente."

Cees Nooteboom


"Dios está hecho a imagen y semejanza del hombre; a eso van a parar más pronto o más tarde todas las personas que piensan, menos las que no van a parar nunca a ninguna parte."

Cees Nooteboom


"Dios suena como una respuesta, y eso es lo más nocivo de esa palabra: que se use tan a menudo como una respuesta. Él tendría que ponerse un nombre que sonase a pregunta."

Cees Nooteboom


"El antes y el después. A los griegos no les gustaba mostrar las influencias que el tiempo tiene en los estados de ánimo y en los sentimientos. Sí, lo sabemos porque debemos saberlo. Naturalmente, seguimos siendo nosotros, no se nos ha concedido el liberarlos. Sucede demasiado y demasiado poco. En la Medea de Eurípides el coro puede decir que sabe lo que viene después. En Sófocles puede preguntar, implorar, pero no vaticinar nada. Nosotros, por nuestra parte, no urdimos nada, pero vemos la telaraña; ni siquiera la diferencia temporal llega a significar algo para nosotros. No nos importa estar fluyendo día y noche alrededor de la Tierra como una suerte de líquido, no dormimos nunca. Solo vemos."

Cees Nooteboom





"El hombre blanco viaja por África consentido en su soledad y, por ser un consentido, su comportamiento es antisocial, de modo que no es capaz de ver más allá de sus narices. Los turistas, que acuden en hordas cada vez más numerosas a contemplar animales salvajes y máscaras que bailan por dinero, tampoco ven nada. Y, sin embargo..., y, sin embargo..., Lévi-Strauss lo ha formulado con más claridad: "los etnólogos existen para dar testimonio de que nuestro modo de vida no es el único posible, de que hay otros modos que han permitido a los seres humanos llevar una vida feliz. Los etnólogos nos invitan a moderar nuestra presunción, a respetar otros modos de vida. Las comunidades investigadas por los etnólogos contienen lecciones que vale la pena escuchar. Son comunidades que han sabido hallar un equilibrio entre el hombre y el medio natural, un equilibrio cuyo sentido y misterio hoy ignoramos"."

Cees Nooteboom





"El número de vidas en un cuerpo envejecido es insoportable."

Cees Nooteboom



"El olvido es el hermano ausente de la memoria."

Cees Nooteboom


"El recuerdo del placer es el más tenue que hay, pues, al existir este placer sólo en el pensamiento, se convierte en su propia antítesis: ausente y, por tanto, impensable."

Cees Nooteboom




"El recuerdo es como un perro, que se echa donde le apetece."

Cees Nooteboom


"El sueño que sueña un hombre que vive en el desierto es un sueño de oasis, amparo, flores, colores, goce, agua susurrante. Y así es: por la piedra se comprende la rosa, por la rosa se soporta la piedra."

Cees Nooteboom


"El tiempo cura todas las heridas, y el recuerdo las reabre. Pero el tiempo no existe si no es para desaparecer, y el recuerdo mete el pie en la puerta."

Cees Nooteboom



"El tiempo no es más que una interpretación. Hay mucho. Nosotros no tenemos mucho. La interpretación empieza en la medida en que lo percibimos como un problema."

Cees Nooteboom


"El único auténtico lector, del cual soy muy celoso, es el lector que no hace otra cosa que leer, que no tiene otro pensamiento más que la lectura. Me refiero al lector que no es escritor ni crítico."

Cees Nooteboom



"En El Golem de Meyrink, el héroe se apropia de los pensamientos de la persona dueña del sombrero que se pone. ¿Qué pensaría el sombrero el día de la boda? ¿Reconocería a la decena de convidados que asistieron a la ceremonia? ¿Y qué le habrá dicho al hombre una vez solos en casa?"

Cees Nooteboom




"En toda gran poesía, por moderna que sea, está contenida la herencia de los clásicos, de lo anterior, de lo que a lo largo de los siglos se ha preservado para nosotros. Si tenemos un poco de paciencia y estamos dispuestos a hacer un pequeño esfuerzo recibiremos esa herencia como regalo."

Cees Nooteboom



"Entonces la oigo. Al principio el sonido es muy flojo, aún no sé de dónde viene. Luego un poco más fuerte y entonces consigo localizarla. Una chica sentada con su guitarra sobre un bordillo de piedra, más abajo, junto a una especie de dique, las piernas colgando sobre el agua. Está sola, su voz es aguda y fina. Entona una canción en su lengua que resuena por toda la bahía y, cuando ya me he alejado un buen trecho, la sigo oyendo, una mujer cantándole al mar. Seguro que el dios también la ha oído, no puede ser de otra manera."

Cees Nooteboom


"Envejecer es una forma de muerte. (...) ¿Qué tiene esto que ver con envejecer como forma de muerte? Que ha habido antaño una mítica primera vez; que uno ha visto París ante sí y que veinticinco años después ya no es capaz de imaginar cómo era. Esa imagen se ha perdido, ha desaparecido para siempre, cubierta por imágenes posteriores, siempre diferentes, y al desaparecer ella ha desaparecido también el que la ha visto, es decir, yo."

Cees Nooteboom


" -¿Es el pensar entonces contranatural? -Yo no digo eso. Pero en el mismo instante en que empiezas a reflexionar sobre la naturaleza, ya te estás colocando fuera de ella. La naturaleza no puede reflexionar sobre sí misma. Nosotros sí. -Pero entonces también se podría decir que la naturaleza me utiliza como vehículo para reflexionar sobre sí misma..."

Cees Nooteboom


"(...) Ésta es la diferencia entre dioses y hombres. Los dioses pueden transformarse a sí mismos, los hombres sólo pueden ser transformados."

Cees Nooteboom



"Haciendo un esfuerzo de concentración, oigo fragmentos de palabras y frases: Masaryk, Rijnland, Múnich, pero estas desaparecen enseguida o se ocultan detrás de otras palabras más inocentes: foxtrot, mañana, champán, recepción. Las bocas abiertas o entreabiertas, frases políglotas congeladas al mismo tiempo que su significado, y entre pasos de baile y trajes de noche, entre flirteos y espionaje, entre hombres y mujeres, la música y el misterio del tiempo."

Cees Nooteboom


"He vivido con la poesía toda mi vida y a estas alturas sé que esto no es en modo alguno fácil de explicar. Para la mayoría de las personas, la poesía apenas existe, o existe solo de manera ocasional. Solo raras veces sucede que una relación especial con la poesía domine la vida entera: no solo escribirla, sino también leerla."

Cees Nooteboom


"La Historia es, de hecho, un elemento tan extraño como el espacio o el tiempo. Nos movemos siempre dentro de ella. Ni siquiera sé si es una parte del tiempo, si bien la Historia necesita de las personas y el tiempo no."

Cees Nooteboom


"(...) La luz es la salvación. Pero la oscuridad también es parte de la vida humana."

Cees Nooteboom


"La mudanza del alma no se produce después de la vida, sino durante."

Cees Nooteboom




"La naturaleza es comestible. Todo está listo para comer."

Cees Nooteboom



"La venganza la conocía por Esquilo; el balón canasta no. Por el amor de su cercanía tuve que soportar la sombra de un poeta en chándal, pero quien ha tomado una vez la figura del enamorado come y bebe de todo: platos llenos de cardos, barriles llenos de vinagre. La primera noche la llevé a Tavares, en la Rua de Misericórdia. Mil espejos en un armario lleno de oro. No es por masoquismo por lo que voy allí esta noche. Voy a verificar. Quiero verme y, puedes contar con ello, allí estoy reflejado en una selva de espejos que me lanzan cada vez más lejos con mis espaldas, la luz de los candelabros en mis miles de espejuelos. Rodeado por cada vez más camareros se me conduce a mi mesa; decenas de manos encienden decenas de velas, recibo unos doce menús y quince vasos de sercial y, cuando finalmente se han ido todos, me veo sentado múltiple y poliédrico: mi insoportable dorso, mi traicionero perfil, mis innumerables brazos que se extienden hacia uno de mis vasos, mis innumerables vasos. Pero ella no está. Nada pueden los espejos, nada pueden retener, ni a vivos ni a muertos; son nauseabundos sirvientes de cristal, testigos que continuamente cometen perjurio."

Cees Nooteboom
La historia siguiente



"Las personas son botellas vacías, se puede verter de todo en ellas. La misma construcción, el mismo hígado, la misma bomba, coches con una opinión. ¿Por qué los coches y los frigoríficos no tienen derecho al voto? O, en caso de que alguien considere esto un sacrilegio, ¿Por qué las personas son cazadores de cabezas, católicos, adoradores del fuego, estalinistas o bailarines? ¿Para probar las posibilidades del ordenador humano, expandir la elasticidad de las filas, o hay un método en esta locura?"

Cees Nooteboom


"Leer poesía es un oficio. (...) Es un oficio que se aprende leyendo poesía."

Cees Nooteboom


"Lo curioso del absurdo de la historia es que haya una explicación para todo."

Cees Nooteboom




"(...) Lo que recuerdo es que le dije a mi madre que me iba. Salí de casa. Cogí una bicicleta para hacer mi primer viaje al extranjero, a Bélgica, y de cierta manera nunca he parado."

Cees Nooteboom


"Me desperté con la ridícula sensación de que tal vez ya estaba muerto, pero en ese momento no pude determinar si ya estaba muerto de veras, si había estado muerto, o si por lo contrario no lo estaba. La muerte - había aprendido- no era nada, y si estabas muerto -esto también lo había aprendido- se paraban todas las consideraciones."

Cees Nooteboom


"Mi amiga es una gran aficionada a la literatura rusa y siente predilección por Pushkin. Más adelante comprendí qué era lo que tanto le gustaba en la obra de Bánffy y por qué pensó que me resultaría interesante. Y no le faltaba la razón. También a mí me sigue atrayendo aquello que la literatura cedió primero al modernismo y más tarde a la imaginería. En los años treinta aún era posible escribir así. Media vida después de la publicación de esta obra, Péter Esterházy, un escritor húngaro mucho más moderno, elogió la ironía y la inteligencia de Bánffy, así como su capacidad para reflejar a lo grande la imagen de una época y de una clase social que había llegado a su fin y que él mismo retrataría de manera muy distinta. Patrick Leigh Fermor, que sesenta años después escribiría el prólogo a la edición inglesa de The Transylvanian Trilogy, conoció ese mundo durante su icónico viaje a pie por la Europa de Entreguerras —recuerdo unas fotografías de condes y barones húngaros en uniforme con aspecto de aves en extinción—. Sin embargo, otros amigos húngaros a los que pregunté no conocían la obra de Bánffy. La edición original, cuyo título en húngaro era Megszámláltattál, ya salió a la luz en 1934. Durante el periodo comunista, la obra del enemigo de clase fue prohibida. A Bánffy le expropiaron las tierras y le destruyeron el castillo. Se quedó solo en Rumanía y regresó a Budapest, mucho tiempo después, para morir. Ignoro si el elogio que le hace Esterházy tiene que ver con el hecho de que él mismo también desciende de una familia muy antigua y mucho más poderosa. No se lo he preguntado nunca. En los Países Bajos solo ha salido la primera parte de la obra de Bánffy, publicada por la editorial Atlas, lo cual es triste, naturalmente —no se deja a dos trillizos en el interior de la madre—. En la traducción neerlandesa, la primera parte se titula Geteld, geteld (en castellano: Los días contados), un título que tiene que ver con el admonitorio mené tekel bíblico, el mensaje que advierte de la desgracia inminente. La edición inglesa que yo leí compara la novela de Bánffy con El gatopardo de Lampedusa, otra gran historia romántica ambientada en un mundo feudal condenado a la desaparición. La trilogía de Bánffy es una historia de amor propia del siglo XIX. El personaje principal es un hombre idealista, tal como conocemos de obras como El jardín de los cerezos y Las tres hermanas. En este caso el antagonista es un primo que avanza de forma trágica hacia su perdición como alcohólico y acaba malvendiendo y perdiendo en el juego sus propiedades. Para el lector de hoy, la novela, que es como una película, ofrece más que nada una imagen fascinante y a la vez melancólica de un grupo de gente concentrada en sí misma, con sus intrigas y cotilleos, bailes de disfraces y cacerías, un esplendor que ya alberga en su interior la inevitable perdición. Miklós Bánffy, además de todo lo que hizo —administrar sus fincas en Transilvania, darle una oportunidad a la obra de Béla Bartók cuando fue director del Teatro Nacional de Budapest y negociar, como ministro de Asuntos Exteriores, el ingreso de Hungría en la Sociedad de Naciones—, escribió una obra en la que dejó grabada de forma inolvidable la trágica historia de su país, una obra que ha permanecido demasiado tiempo oculta para el resto de Europa."

Cees Nooteboom
533 días



"Mi voz me enumera lo que ve: plasticidad, divisiones de superficie, tratamiento del color; en verdad se percibe cierta admiración en su ejemplar calculadora mental. Renacimiento, perspectiva, influencias, Bocklin… le oigo murmurar, pero yo me alejo disimuladamente. ¡Si me descuido y permanezco a su lado hasta es capaz de ponerle a ese cuadro un suficiente! No puedo demostrarlo, pero yo diría que la figura con chaqué es el padre. Está muy rígido, con las piernas juntas como quien se dispone a bailar. Pero ¿será él quien conduce el baile? Padre e hijo se miran el uno al otro los pies, como si no acostumbraran a bailar juntos (cierto, el hijo ha estado mucho tiempo ausente). El hijo tiene un aspecto mucho más frívolo, las piernas de arlequín embutidas en medias rojas, los turgentes muslos de bailarín, geométricamente perfectos, atravesados por una línea negra. No es del todo humano ese hijo. En el hombro derecho, su figura degenera (o se transfigura) en una ebanistería. Objetos clavados unos sobre otros, torneados, barnizados, enlazan a través de las líneas verticales de la geometría con una estructura mínima de pequeños listones destinados tal vez a sostener su cuerpo, aunque a simple vista no se perciba. El paisaje que se extiende al fondo, pese a la línea vertical que lo atraviesa, es de una antigüedad tranquilizadora. No es sino un decorado de fondo, una ciudad blanca sobre una colina, impasible, como esos paisajes que se ven en los cuadros con san Sebastián en primer plano atravesado por las flechas. Desde la primitiva pintura flamenca, el paisaje ha sido perfilado para esta función: ser ajeno al acontecimiento que tiene lugar."

Cees Nooteboom
El enigma de la luz


"No creo en una vida después de la muerte, pero mi privilegio es imaginar lo que pudo haber sucedido."

Cees Nooteboom


"No somos conscientes de nuestro cuerpo hasta que lo enojamos. Hay diversas maneras de hacerlo: levantando un coche, ingiriendo bebidas alcohólicas, durmiendo poco, sometiendo el cuerpo a presión, atosigándolo, descuidándolo. Sea lo que sea, tarde o temprano el cuerpo te pasa factura, y de repente eres consciente de que posees una cabeza, un estómago, una espalda."

Cees Nooteboom



"Nosotros somos los héroes más grandes de la historia, todos deberíamos ser condecorados cuando muramos. Ninguna generación tuvo jamás que saber, ver y oír tanto; dolor sin catarsis, mierda que llevas a rastras para el nuevo día."

Cees Nooteboom



"Nunca podremos imaginarnos tanto futuro como pasado tenemos."

Cees Nooteboom



"Pero ¿Era cierto que nunca se sentía como en su propia casa en el presente? Sería romántico y un poco infantil. Era más un no sentirse bien entre las personas que se sentían como en su propia casa exclusivamente en el presente, del cual lo esperaba todo. Si uno no podía al mismo tiempo desprenderse de él, por paradójico que parezca, no era algo placentero."

Cees Nooteboom


"¿Qué es lo que me hace sentir tan feliz aquí? Tal vez sea el silencio, es decir, la presencia exclusiva de personas y animales. En una esquina del mercado están aparcados todos los burros. Dentro de un par de años serán motocicletas, más tarde, automóviles. Pero ese momento todavía no ha llegado. Mi sensación de bienestar podría deberse también a la transparencia, es decir, a ver cómo se fabrican las cosas. Herreros, curtidores, panaderos, todos reunidos en el mercado, escritores y narradores de cuentos, mendigos y carniceros, el universo entero encima de un terrón, un mundo encerrado en sí mismo, autosuficiente, un mundo en orden, ésa es la impresión que produce."

Cees Nooteboom


"Quien ha tomado una vez la figura del enamorado come y bebe de todo: platos llenos de cardos, barriles llenos de vinagre."

Cees Nooteboom


"Si se me preguntara qué es lo más difícil diría que la despedida de la mesura. No podemos prescindir de nada. La vida es para nosotros demasiado vacía, demasiado abierta; hemos inventado de todo para aferrarnos a ella: nombres, épocas, medidas, anécdotas."

Cees Nooteboom


"Siempre me he preguntado qué sentisteis vosotros los dioses cuando ya nadie os suplicaba ni os pedía nada. ¿Quién sería la última persona en invocaros?"

Cees Nooteboom




"Soy poeta, soy novelista; no soy político. No obstante, puedo observar la escena política y sacar mis conclusiones, como que los políticos tienen siempre demasiada prisa. Son pocos los políticos que piensan."

Cees Nooteboom



"Tal vez el infierno sea esto: que todos esos miles y miles de formularios en los que hemos escrito nuestro nombre a lo largo de nuestra vida nos sean adosados, para que vayamos por el reino de Satanás con una cola de un kilómetro detrás, perforada, multicopiada, impresa y toda escrita, como el tonto del pueblo del siglo de los formularios."

Cees Nooteboom


"Tal vez el infierno sea esto: que todos esos miles y miles de formularios en los que hemos escrito nuestro nombre a lo largo de nuestra vida nos sean adosados, para que vayamos por el reino de Satanás con una cola de un kilómetro detrás, perforada, multicopiada, impresa y toda escrita, como el tonto del pueblo del siglo de los formularios."

Cees Nooteboom


"Una de las cosas que no podemos comprender es lo mal que encajáis en vuestra propia existencia y lo poco que reflexionáis sobre ello."

Cees Nooteboom


"Ver cosas que no alcanzas a comprender, signos que no sabes interpretar, una lengua que no entiendes, una religión cuya esencia ignoras, un paisaje que te rechaza, vidas que serías incapaz de compartir. Ahora experimento todas estas sensaciones como un placer. El shock que produce lo absolutamente desconocido es de una suave voluptuosidad. Si lo que quieres es integrarte en un nuevo mundo, hay mucho que debes dejar en casa. Tus máscaras ya no te sirven. Para un bereber de Goulimine, tú podrías ser tanto de Ohio como de cualquier otro lugar, lo que significa que todos los matices que confirman nuestra identidad, conquistados con dolor y esfuerzo a lo largo del tiempo, se desvanecen. Por esta razón, el acto de viajar te instala en una especie de estimulante vacío, en un estado de ingravidez en el que, aun cuando no abandones del todo la actualidad, se te dispensa de mucho. Flotas por un territorio que te es extraño..., ves, miras, ves..., aquí y allá haces un arañazo en la indestructible superficie, desapareces de nuevo, y regresas más vacío aún pero con palabras."

Cees Nooteboom



"Vosotros sois mortales, pero el hecho de que ese único cerebro mínimo pueda reflexionar sobre la eternidad, o sobre el pasado, y que, precisamente por eso, con el espacio limitado y el tiempo limitado que se os ha dado podáis conquistar una inmensidad de espacio y tiempo, resulta un enigma."

Cees Nooteboom


"Voy dejando mis cartas en la playa, sobre una roca que hay junto al mar, con la esperanza de que tú las encuentres."

Cees Nooteboom