"Al acercarse Emily a las playas de Italia comenzó a distinguir la riqueza y la variedad de colores del paisaje: las colinas púrpura, ramas de pinos y cipreses, dando sombra a magníficas mansiones, y ciudades asomando entre viñedos y plantaciones."

Ann Radcliffe



"Así que ha sido un fantasma el que ha corrido los cerrojos -dijo Emily tratando de reírse de sus propios temores-, ya que dejé esa puerta abierta anoche y me la he encontrado cerrada esta mañana. Annette empalideció y no dijo una palabra."

Ann Radcliffe



"¿Creéis que vuestro corazón está tan endurecido que podréis ver sin emocionaros los sufrimientos a los que me condenaríais?"

Ann Radcliffe


"El aire de solemnidad que tan fuertemente había caracterizado el conjunto, incluso en los días de su uso, se veía considerablemente aumentado por los bastiones y los muros demolidos a medias y por las tremendas masas de ruinas, diseminadas a su alrededor, silenciosas y cubiertas de hiedra."

Ann Radcliffe


"El carnaval parecía extenderse desde Venecia a lo largo de todas aquellas encantadoras playas, y el río estaba cubierto de naves que se dirigían hacia la ciudad, exhibiendo la diversidad fantástica de las máscaras. Hacia la caída de la tarde vieron con frecuencia grupos de danzantes bajo los árboles."

Ann Radcliffe


"El horror de aquella habitación se agitaba en su cabeza. En varias ocasiones se fue el color de sus mejillas y temió que el sentirse indispuesta pudiera delatar sus emociones y obligarla a salir de la habitación. La fortaleza de su resolución remedió la debilidad de su cuerpo. Se obligó a conversar e incluso a tratar de parecer animada."

Ann Radcliffe


"El mundo -dijo, continuando la línea de su pensamiento- ridiculiza las pasiones que rara vez siente; sus escenarios y sus intereses, distraen la mente, depravan el gusto, corrompen el corazón y el amor no puede existir para aquellos que han perdido la fe en la dignidad de la inocencia."

Ann Radcliffe



"El país que atravesaban era solitario: sólo encontraron varias gentes del campo que iban al mercado de la villa inmediata, algunos viñadores, y Elena ignoraba que estaba en las llanuras de la Pulla terminadas al Norte y al Este por la cordillera de montañas del Gárgano, que principia en el Apenino y sigue hasta el mar Adriático.
En estas llanuras encontraron algunos pastores apacentando sus ganados y tocando sus instrumentos campestres. Les ofrecieron leche y pan de cebada con una afabilidad digna de imitarse.
Elena advirtió que no había en toda la llanura pueblo ni casa alguna. Al anochecer del segundo día de viaje entraron en un monte que se extendía hasta el Gárgano.
Conducidos más bien por una senda que por un camino, en medio de la oscuridad de la noche, llegaron a una altura desde donde descubrió Elena otro bosque que llegaba al Adriático. La costa formaba una bahía de rocas escarpadas, cuyas cimas se elevaban hasta las nubes desafiando la furia de las olas. A lo lejos también se divisaban otras montañas que formaban una especie de anfiteatro y terminaban aquel vasto recinto. Al ver estos sitios tan silvestres y desiertos, llegó a persuadirse que la confinaban allí para separarla de la sociedad. Manifestaba cierta tranquilidad; pero era más bien efecto de la debilidad y del temor, que de la conformidad con su suerte: recordaba lo pasado y veía lo venidero con tal desconfianza, que su mismo abatimiento no le permitía explicar.
Hasta después de haber caminado muchas millas, no advirtió Elena que estaba a las orillas del mar; y al llegar a un valle estrecho que formaban dos montañas, distinguió las aguas, y se arriesgó a preguntar a los que la acompañaban si faltaba mucho camino, y si la llevaban a bordo de alguna pequeña embarcación de las que estaban ancladas."

Ann Radcliffe
El italian



"El relato que oí entonces casi me convenció de que él fue el asesino. Temblé por vos, más aún porque oí a alguno de los invitados mencionar vuestro nombre de un modo que hubiera amenazado vuestra tranquilidad. Sabiendo que la mayoría de los hombres impíos son con frecuencia los más supersticiosos, decidió que ya que no podía despertar sus conciencias, podría asustarles para que no cometieran el crimen que planeaban."

Ann Radcliffe




"El sol se acababa de ocultar tras las montañas por las que descendían, cuyas alargadas sombras se extendían por el valle, pero sus rayos, asomando entre los riscos, tocaban con un tono amarillo las copas de los bosques que se extendían por el lado opuesto y en total esplendor sobre las torres y almenas de un castillo que asomaba sus extensas murallas por el borde del precipicio que había sobre ellos. El esplendor de todos estos aspectos iluminados se engrandecía con las sombras que envolvían el valle."

Ann Radcliffe


"Entre los más tempranos entretenimientos de Emily estaba el corretear por los escenarios de la naturaleza. Prefería, eso sí, los paseos entre los bosques silvestres a los paisajes más tiernos, y aún más los refugios de las montañas, en los que el silencio y la grandeza de la soledad imprimían un temor sagrado en su corazón y llevaban sus pensamientos al Dios de los cielos y de la tierra."

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"Es reanimante y vivificador, como la llegada de la primavera para una persona enferma, su ánimo recibe por alguna razón el espíritu de la estación y sus ojos se iluminan con un brillo transitorio."

Ann Radcliffe



"La casa de Mme Cheron no estaba lejos de Tolouse, y la rodeaban amplios jardines en los que disfrutó pasear -antes del desayuno- Emily, quien se había despertado temprano. Desde una terraza que los recorría en gran parte, se veía bien el Languedoc. En el horizonte lejano, al sur, ella podía percibir las cumbres salvajes de los Pirineos, su imaginación enseguida pintó bajo sus pies la hierba verde de Gasconia. Sus pensamientos volvieron entonces a las cosas que la rodeaban: los senderos rectos, los arbustos podados de formas angulosas, las fuentes artificiales del jardín; todo no podía parecerle iluminado con la peor de las luces, comparado con la descuidada gracia y la belleza natural de los campos de La Vallee."

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Los misterios de Udolfo



"La extensión y oscuridad de aquellos altos muros despertaron imágenes terroríficas en su mente, y casi esperaba ver a un grupo de bandidos asomando entre los árboles."

Ann Radcliffe


"La idea de ir a Italia se le aparecía aún más oscura cuando consideraba la tumultuosa situación de aquel país, conmovido por revueltas civiles, en las que cada pequeño estado estaba en guerra con sus vecinos y todos los castillos en peligro de ser atacados por invasores."

Ann Radcliffe


"La pasión de venganza, que en parte la había estimulado para la comisión de aquel acto atroz, murió en el mismo momento en que fue satisfecho y la dejó con los horrores de la piedad insuperable y del remordimiento."

Ann Radcliffe


"Las cumbres de las montañas, tocadas de un tinte púrpura, se elevaban hacia el cielo creciendo desde su base, donde estaba el valle abierto, marcado sin las líneas formales del arte y las altas ramas de los cipreses y los pinos, a veces asomando por una mansión en ruinas, cuyas columnas rotas surgían entre las ramas de un pino que parecía inclinarse sobre su caída."

Ann Radcliffe


"Los sufrimientos de los demás, quienes quieran que fueran, despertaban de inmediato su compasión, disipando cualquier oscura nube que hubiera ocultado en su mente la bondad con la pasión o el prejuicio."

Ann Radcliffe


"Los viñedos se extendían a lo largo de las laderas de la montaña, donde las elegantes villas de los nobles toscanos adornaban con frecuencia el paisaje, rodeadas con las plantaciones de olivos, naranjos y limoneros."

Ann Radcliffe


"Mirara hacia donde mirara, ya fuera hacia la tierra durmiente o a las vastas regiones del espacio, la magnificencia del mundo estaba más allá de la mente humana, se advertía la sublimidad de Dios y la majestad de su presencia."


Ann Radcliffe


"Me traes extrañas historias, Annette -dijo Emily-; esta misma mañana me has atemorizado con las aprensiones del asesinato; y ahora ¡Tratas de persuadirme de que has visto un fantasma! Esas historias fantasiosas surgen demasiado deprisa."

Ann Radcliffe


"Mientras la instruía a resistir las primeras impresiones y a adquirir una permanente dignidad en sus maneras, que es lo único que puede equilibrar las pasiones y nos permite luchar contra nuestra naturaleza por encima de las circunstancias, él mismo aprendió la necesidad de la fortaleza, ya que más de una vez se veía obligado a ser testigo, con aparente indiferencia, de las lágrimas y luchas que su cuidado la ocasionaban."

Ann Radcliffe


"Ni Emily ni Valancourt fueron conscientes de cómo llegaron al castillo, de si habían sido transferidos allí por el encanto de un hada, porque no pudieron recordar nada, y hasta que no entraron en el vestíbulo no tuvieron conciencia de que había otras personas en el mundo además de ellos."

Ann Radcliffe


"No debo dudar de la firmeza de tu afecto; sin embargo, tal es la inconsistencia del amor real, que siempre despierta sospechas, aunque no sean razonables; siempre reclama nuevas afirmaciones del objeto de su interés, y así sucede, que yo me siento revivir con una nueva convicción cuando tus palabras me dicen que cuento con tu afecto; y al desearlas, me dejo llevar por la duda y con demasiada frecuencia por la desesperación."

Ann Radcliffe



"¡Oh, Emily! ¡Cuánto tiempo he de estar condenado a vivir sin ti, cuánto tiempo pasará antes de que regreses a Francia!"

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"Pensamiento y estudio son igualmente necesarios para la felicidad de un país y para la vida de una ciudad. En el primero previenen las inquietantes sensaciones de indolencia y permiten el placer sublime de crear para la belleza; en la segunda, hacen que la disipación no sea objeto de necesidad y, consecuentemente, de interés."

Ann Radcliffe


"¿Por qué he de ocultaros que el juego no es su único vicio? Parece que se ha inclinado por todos los placeres viciosos."

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"Su contemplación le despertó numerosos recuerdos, pero la dulzura melancólica de aquel rostro calmó sus emociones."

Ann Radcliffe


"Su preocupación sólo le permitió expresar algunas breves respuestas a Madame La Motte y una orden imprecisa a Peter de que condujese con precaución y procurase hallar un camino. Las sombras de la noche se espesaron a su alrededor, reforzadas por la penumbra del bosque, y pronto se hizo muy peligroso seguir adelante. Peter se detuvo. Mas La Motte, insistiendo en su primera determinación, le ordenó proseguir. El criado se aventuró a protestar, y Madame La Motte le suplicó; sin embargo, su esposo les censuró y ordenó a aquel que se pusiera en marcha, de lo que luego se arrepentiría, pues una de las ruedas traseras pasó por encima del tocón de un árbol viejo, que la oscuridad impidió que Peter advirtiera, e inmediatamente volcó el carruaje.
Como puede suponerse, el grupo se asustó bastante, aunque nadie sufrió daño material alguno. Después de liberarse de tan peligrosa situación, La Motte y Peter trataron de levantar el carruaje. En seguida se dieron cuenta del alcance de su infortunio, pues comprobaron que la rueda estaba rota. Su desolación era bastante razonable, no sólo porque el coche estaba imposibilitado para continuar, sino porque tampoco les ofrecía refugio contra el helado rocío de la noche, ya que no podían mantenerlo en posición enderezada. Después de algunos momentos de silencio, La Motte propuso regresar a las ruinas que acababan de abandonar, de las que aún no se hallaban más que a corta distancia, y pasar la noche en la parte más habitable de ellas. Cuando amaneciera, enviaría a Peter con uno de los caballos del tiro a buscar un camino y una aldea donde pudiese lograr ayuda para reparar el carruaje. Esa propuesta fue rechazada por Madame La Motte, que se estremecía con sólo pensar en pasar tantas horas en medio de la más completa oscuridad en un lugar tan desolado como aquel monasterio. Superada por esos temores, que no se atrevía a examinar ni a combatir, le dijo a su esposo que prefería permanecer expuesta al malsano rocío de la noche que enfrentarse a la desolación de las ruinas. Al principio La Motte era igualmente reacio a regresar a aquel lugar, pero tras dominar esos sentimientos, decidió no ceder a los de su esposa.
Después de desenganchar los caballos del carruaje, el grupo se dirigió hacia el edificio. Peter, que les seguía, encendió una luz, y entraron en las ruinas iluminados por las llamas de unas ramas encendidas que había recogido. Los destellos que aquellas arrojaban sobre la fábrica parecían hacer más solemne su desolación, al paso que la oscuridad de la mayor parte de la mole realzaba su sublimidad y preparaba la imaginación para escenas de horror. Adeline, que hasta entonces había permanecido en silencio, profirió una exclamación, mezcla de admiración y de miedo. Una especie de temor agradable se apoderó de su alma, haciendo que se estremeciera su corazón. Sus ojos se llenaron de lágrimas: aunque tenía miedo, quería continuar y optó por cogerse del brazo de La Motte, mirándole con una especie de interrogación indecisa."

Ann Radcliffe
El romance del bosque



"Su vida parecía como el sueño de una imaginación deformada, o como una de esas ficciones atemorizadoras en las que a veces se recrea el genio de los poetas."

Ann Radcliffe


"(...) Sus lágrimas se vieron detenidas de pronto por el terror. Una voz habló a su lado en el pabellón. Sintió un escalofrío."

Ann Radcliffe


"También me mostró una puerta oculta en un lado de la cámara en la que estaba recluido, que me enseñó cómo abrir y que conducía a un pasadizo, formado en el espesor de los muros, que se extendía a lo largo del castillo y salía por un rincón oscuro a la muralla del lado este."

Ann Radcliffe




"Todos sabemos la fascinación que ejerce el vicio del juego y qué difícil es también salirse de él."

Ann Radcliffe


"Toma, aquí lo tienes -contestó el soldado-, te puede servir, aunque no creo que valiera mucho para defender el castillo. Ya te contaré una buena historia de este trabuco."

Ann Radcliffe




""Una mente bien informada", solía decir, "es la mejor seguridad contra el contagio de la locura y del vicio. La mente no ocupada está pendiente de encontrar algo, y preparada para caer en el error, para escapar de lo que la rodea. Hay que llenarla con ideas, enseñándole el placer de pensar. Así las tentaciones del mundo exterior se verán contrarrestadas por el consuelo derivado del mundo interior."

Ann Radcliffe

"Virtud y sabor son casi lo mismo, porque la virtud es poco más que un gusto activo y el más delicado afecto de cada uno se combina en el amor verdadero. ¿Cómo es posible entonces que busquemos amor en las grandes ciudades, donde el egoísmo, la disipación y la insinceridad ocupan el lugar de la ternura, la sencillez y la verdad?"

Ann Radcliffe