"Al final todos llegamos a curarnos de nuestros sentimientos. Aquellos a quienes no cura la vida, les curará la muerte. El mundo es totalmente implacable en la selección entre el sueño y la realidad, incluso cuando nosotros no queremos serlo. Entre el deseo y lo que el mundo está esperando."

Cormac McCarthy


"Apenas tenía aliento para hablar y le dijo que era muy hermosa y ella sonrió y en sus ojos estaba la tristeza que él vio por primera vez la noche que fue a su habitación y supo que, aunque estaba contenido en aquella tristeza, no constituía su totalidad."

Cormac McCarthy


"Aquellos que han sufrido alguna desgracia siempre serán apartados, pero esa desgracia es su regalo y su fuerza."

Cormac McCarthy
Todos los caballos bonitos



"Ballard cruzó la montaña hasta el condado de Blount un domingo por la mañana a primeros de febrero. Había un manantial en la ladera de la montaña que emergía de la piedra sólida. De rodillas en la nieve entre las huellas de pájaros y de ratones, Ballard acercó la cara al agua verde, bebió y estudió su curtido semblante en la charca. Aproximó la mano hacia el agua como si quisiera tocar la cara que estaba observando y se levantó, se secó la boca con la mano y siguió andando por el bosque.
Era un bosque viejo y de vegetación abundante. Hubo una época en el mundo en la que los bosques no pertenecían a nadie y todos formaban parte de ellos. En la ladera de la montaña pasó junto a un álamo que había sido derribado por el viento como si de un tulipán se tratara y que sostenía con fuerza en lo alto de las raíces dos piedras del tamaño de dos carros; lápidas enormes sobre las que sólo había escrito un cuento de mares desaparecidos, conchas de camafeo y peces grabados en cal. Ballard vagaba entre los troncos de árboles góticos y se le podía ver muy fácilmente por la ropa de talla gigante que llevaba puesta, vadeaba montones de nieve que le llegaban a la altura de la rodilla, al tiempo que se dirigía hacia la cara sur de un acantilado de piedra caliza bajo el que los pájaros arañaban con las uñas cuando se detenían a observar.
No había rastro de huella alguna en la carretera cuando Ballard llegó a la misma. Ballard bajó hasta allí y continuó caminando. Era casi mediodía y el sol producía un reflejo cegador en la nieve y la nieve brillaba como si fuera un cristal miríado e incandescente. Un velo de nieve envolvía la carretera y ésta se disipó ante él, que casi se había perdido entre los árboles; un riachuelo fluía a un lado de la carretera, oscuro entre bloques de hielo; bajo las raíces de los árboles se formaban pequeñas cavernas de las que colgaban colmillos de cristal donde el agua se filtraba de forma invisible. Entre la maleza helada que había a ambos lados de la carretera se podía ver cómo se enroscaban hileras de escarcha, que desbordaban todo lo imaginable. Ballard cogió un trozo y se lo comió mientras andaba con el rifle echado al hombro; la nieve se había pegado con fuerza a sus inmensos pies a pesar de que se los había envuelto con un par de bolsas.
A medida que se iba acercando a la casa y en medio de un gran silencio pudo ver cómo una densa columna de humo ascendía en espiral desde una chimenea. Había huellas de coche en la carretera que no habían sido cubiertas por la nieve durante la noche. Ballard continuó bajando la montaña, pasó junto a más casas y junto a las ruinas de una curtiduría, hasta que llegó a una carretera por la que algún vehículo acababa de pasar; las huellas de ruedas con cadenas describían curvas en el manto blanco que cubría el suelo del bosque y un río verde jade describía curvas en dirección a las montañas del sur.
Cuando llegó a la tienda, se sentó en una caja que había en el porche y con la navaja cortó el cordel que le rodeaba las piernas y los pies, se quitó las bolsas, las agitó, las colocó encima de la caja junto con los trozos de cordel y se puso de pie. Llevaba puestos unos zapatos que le estaban más grandes de lo normal. Había dejado el rifle bajo el puente al cruzarlo. Golpeó el suelo con los pies, abrió la puerta y entró.
Había un grupo de hombres apiñados junto a la estufa que dejaron de hablar cuando le vieron aparecer. Ballard se fue hacia la parte de atrás de la estufa mientras saludaba ligeramente con la cabeza a los inquilinos de la tienda. Acercó las manos al calor que desprendía la estufa y miró con indiferencia a su alrededor."

Cormac McCarthy
Hijo de Dios



"BLANCO: La visión pesimista es siempre la correcta. Cuando leemos la historia de la humanidad estamos leyendo una saga de derramamiento de sangre, de codicia y de locura, cuyo alcance nadie puede ignorar. Aun así, imaginamos que el futuro será de alguna manera distinto. No tengo ni idea de cómo estamos aquí todavía, pero lo que es seguro es que no vamos a durar mucho más.
NEGRO: Todo eso que ha dicho es tremendo, profesor. Y lo cree de verdad, ¿no?
BLANCO: Sí.
NEGRO: Pues yo me puedo identificar con esos pensamientos.
BLANCO: ¿Puede?
NEGRO: Puedo, sí.
BLANCO: Eso me sorprende. ¿Qué va a hacer, pensar en ellos?
NEGRO: No, si ya he pensado. He pensado en ellos mucho tiempo. No con esas palabras tan bonitas, claro, pero por ahí, por ahí.
BLANCO: Me deja perplejo. ¿Y a qué conclusiones ha llegado?
NEGRO: A ninguna. Sigo pensando.
BLANCO: Ah. Yo no.
NEGRO: Las cosas pueden cambiar.
BLANCO: De ninguna manera.
NEGRO: A lo mejor se equivoca.
BLANCO: Yo no lo creo.
NEGRO: Pero es algo que no le ha pasado muchas veces en la vida.
BLANCO: ¿El qué?
NEGRO: Equivocarse.
BLANCO: Cuando me equivoco lo reconozco.
NEGRO: A mí me da que no.
BLANCO: Es usted dueño de opinar lo que guste.
El negro se retrepa en la silla y contempla al profesor. Alarga el brazo para coger el periódico que hay encima de la mesa y se retrepa otra vez y se ajusta las gafas.
NEGRO: Veamos. Crónica en la página tres.
Dobla ampulosamente el periódico.
NEGRO: Sí. Aquí está. Amigos del difunto afirman que no quiso escuchar ningún consejo y que alegó que pensaba ir a su aire les gustara o no.
Se ajusta las gafas.
NEGRO: Un íntimo amigo suyo (levanta la vista) declaró (esto está entre comillas): A ese hijoputa no se le podía decir nada. (Levanta la vista otra vez.) ¿Está permitido escribir eso en el periódico? ¿Hijo de puta? Mientras tanto, espectadores salpicados de sangre entrevistados en el lugar de los hechos… continúa en página cuatro.
Se humedece el pulgar; pasa la página trabajosamente y vuelve a doblar el periódico.
NEGRO: … declararon que las últimas palabras del individuo al lanzarse contra el tren de cercanías que estaba entrando en la estación de la calle ciento cincuenta y cinco fueron: Yo tengo razón.
Deja el periódico sobre la mesa y se ajusta las gafas y mira por encima de ellas al profesor.
BLANCO: Muy gracioso.
El negro se quita las gafas y baja la cabeza y se pellizca el puente de la nariz y menea la cabeza.
NEGRO: Ay, profesor. Mm-mm. Es usted increíble.
BLANCO: Celebro que me encuentre entretenido.
NEGRO: Bueno, un poco especial sí que es.
BLANCO: Yo no me considero especial.
NEGRO: Ah, ¿no?
BLANCO: No.
NEGRO: ¿No cree que quizá mira a los otros currantes de la estación desde una cierta altura?
BLANCO: Los miro como a otros tantos ocupantes de la sima abisal en la que yo mismo me encuentro. Que ellos lo vean como otra cosa no me convierte a mí en un ser especial, digo yo.
NEGRO: Mm-mm. Ya veo por dónde va. Pero volviendo a los currantes esos, digo, los que esperan el Sunset Limited. Me da como que ellos quizá también son un poquito especiales. A ver, seguro que los viajeros diurnos están en un pozo más hondo que nosotros. Más hondo y más oscuro. No digo que estén tan hundidos como está usted, pero bastante hundidos sí.
BLANCO: ¿Y qué?
NEGRO: Pues que por qué no podrían ser sus hermanos en la desesperación y la autodestrucción. ¿No dicen que mal de muchos consuelo de tontos?
BLANCO: Le aseguro que no tengo ni idea.
NEGRO: Pues déjeme que lo intente.
BLANCO: Faltaría más.
NEGRO: A mí lo que me parece es que usted tiene mejores motivos que los demás. Me explico: a ellos lo que les pasa es que no les gusta esto, ¿vale?, pero en cambio usted sabe qué es lo que no está bien y por qué no le gusta. O sea, sus motivos son más inteligentes. Más elegantes.
BLANCO: ¿Se está riendo de mí?
NEGRO: No señor.
BLANCO: Pero piensa que lo que digo son disparates.
NEGRO: Yo no pienso eso. Hombre, tampoco le negaré que uno no se pueda atragantar de tanto decir disparates, pero creo que la cosa no va por ahí.
BLANCO: Ah. ¿Y por dónde cree que va la cosa?
NEGRO: No sé. Ahora mismo no estoy en mi elemento. Usted tiene motivos selectos y elegantes para tomar el Limited y en cambio esos otros tíos lo único que tienen es que igual no se encuentran a gusto. Bien pensado, a lo mejor hasta resulta que usted ni siquiera es tan infeliz.
BLANCO: Le parece que mi cultura me está empujando al suicidio, ¿no?
NEGRO: No quería decir eso. Solo planteaba la pregunta. Un momento. Antes de que me responda.
Coge el bloc y el lápiz y se pone a escribir afanosamente, sacando la lengua por la comisura de la boca, haciendo muecas. Todo ello a beneficio del profesor. Le mira de soslayo y sonríe. Arranca la página, la dobla y se la guarda en el bolsillo de la camisa.
NEGRO: Ya está. Cuando quiera.
BLANCO: Creo que es la cosa más absurda que he oído en mi vida.
El negro se saca del bolsillo el papel doblado y se lo tiende al profesor. Este lo abre y lee en voz alta.
BLANCO: Creo que es la cosa más absurda que he oído en mi vida. Muy listo. ¿Y con qué fin?
NEGRO: El fin no ha cambiado. El fin siempre es el mismo. Ya se lo he dicho antes y sigo buscando otra manera de decírselo. La luz está en todas partes, lo que pasa es que usted no ve más que sombra alrededor. Y la sombra es usted. Usted hace la sombra."

Cormac McCarthy
El Sunset Limited



"Cabalgaron a lo largo de la cerca y a través de los pastos abiertos. El cuero crujía bajo el frío de la madrugada. Pusieron los caballos a medio galope. Las luces quedaron atrás...En aquella noche desierta oyeron en alguna parte el tañido de una campana que cesó donde no había campanas y cabalgaron sobre el redondo dosel de la tierra que era lo único oscuro, sin ninguna luz, y que llevaba sus figuras y las acercaba al enjambre de estrellas."

Cormac McCarthy




"Cabalgaron de nuevo hacia el atardecer. Cuando se ponía el sol oyeron camiones en una carretera lejana y en el largo y fresco crepúsculo cabalgaron hacia el Oeste por una elevación desde la que podían ver los faros de la carretera desaparecer y volver, fortuitos y periódicos en el lento intercambio."

Cormac McCarthy


"Cabalgaron todo el día siguiente hacia el Oeste a través de un paisaje de colinas... Cuando cruzaban la llanura, a la mañana siguiente, encontraron agua estancada en las bajadas y abrevaron los caballos y ellos bebieron agua de lluvia de las rocas y subieron hacia la frescura de la montaña hasta que en el crepúsculo de aquel día vieron, desde la cresta de las cordilleras, el territorio del que les habían hablado."

Cormac McCarthy




"Casi había intentado hablarle pero aquellos ojos habían cambiado el mundo para siempre en el espacio de un latido."

Cormac McCarthy



"Confíe en mí, dijo Moss. Odio oír esas palabras, dijo el taxista. Siempre me ha pasado. ¿Las ha dicho alguna vez? Sí, las he dicho. Por eso sé lo que valen."

Cormac McCarthy


"Cuando salió de los carrizos por el otro extremo se detuvo a mirar atrás pero las cañas medían nueve metros de alto y no pudo ver nada. Río abajo había un banco de tierra y un grupo de chopos. Cuando llegó allí sus pies empezaban ya a ampollarse de caminar descalzo con las botas húmedas. Tenía el brazo hinchado y le dolía pero la hemorragia parecía haber cesado. Salió el sol en una gravera y se quitó las botas y se miró los talones en carne viva. No bien se hubo sentado la pierna empezó a dolerle otra vez. Desabrochó la pequeña funda de cuero que llevaba al cinto y sacó su navaja y luego se puso de pie y volvió a quitarse la camisa. Cortó las mangas a la altura del codo y se sentó y se envolvió los pies y se calzó las botas. Metió la navaja en su funda y presionó el cierre y cogió la pistola y se levantó a la escucha. Un pájaro. Un turpial. Nada.
Al dar la vuelta para ponerse en camino le llegó de lejos el ruido de la camioneta en la otra orilla. La buscó con la mirada pero no pudo verla. Pensó que a esas alturas los dos hombres habían cruzado el río y debían de estar detrás de él.
Avanzó entre los árboles. Los troncos entarquinados por las crecidas y las raíces enredadas entre las piedras. Volvió a quitarse las botas para no dejar huellas en la grava y escaló una larga cavidad pedregosa hacia la orilla meridional del cañón llevando las botas y las vendas y la pistola y vigilando dónde ponía los pies. El sol iluminaba el cañón y las piedras por las que había cruzado se secarían en cuestión de minutos. Al otro lado del río un halcón se alzó de los peñascos silbando flojo. Esperó."

Cormac McCarthy
No es país para viejos



"Durante los días siguientes cabalgaron a través de las montañas y cruzaron una garganta yerma y detuvieron los caballos entre las rocas para poder inspeccionar el terreno hacia el sur donde las últimas sombras se extendían sobre la tierra antes de que el viento y el sol del Oeste se sumergieran en un rojo sangre entre las nubes superpuestas... Las distantes cordilleras se alineaban en las terminales del cielo para difuminarse del pálido al más pálido azul y después a nada en absoluto."

Cormac McCarthy


"El desierto por el que cabalgaba era rojo y rojo el polvo que levantaba... El polvo de color rojo sangre bajaba soplando desde el sol. Y caballo, jinete y caballo y sus largas sombras pasaban en tándem como la sombra de un solo ser. Pasaban y palidecían en la tierra oscurecida... El mundo venidero."

Cormac McCarthy


"El dinero temeroso no puede ganar y un hombre preocupado no puede amar."

Cormac McCarthy


"Eligió el primero que arrancó, desenrolló el lazo y trabó las dos patas del potro, que cayó al suelo con un tremendo ruido sonoro. Los otros dos caballos se encabritaron y agruparon y miraron atrás con furia. No olían a caballo. Olían a lo que eran, animales salvajes. Sujetaba la cara del caballo contra su pecho y podía sentir en la parte inferior de sus muslos palpitar la sangre a través de las arterias y el miedo... Puso la mano sobre los ojos del caballo y los acarició y no dejó de hablarle en voz baja y serena, diciéndole todo lo que se proponía hacer."

Cormac McCarthy



"En la meseta observaron una tormenta que se desencadenaba en el norte. Las oscuras formas color verde jade de las lagunillas que tenían sus pies en el lecho de la sabana desierta parecían perforaciones a través de otro cielo. Las franjas laminares de color en el Oeste se desangraban bajo las nubes batidas: un súbito encapuchamiento violeta de tierra."

Cormac McCarthy


"En mi experiencia, las dificultades de la vida no hacen más caritativas a las personas."

Cormac McCarthy




"Gobernar a los buenos cuesta muy poco. Poquísimo. Y a los malos no hay modo de gobernarlos. Al menos que yo sepa."

Cormac McCarthy


"¿Has pensado alguna vez en la muerte? Sí. A veces, ¿Y tú? Sí, a veces. ¿Crees que existe un cielo? Sí. ¿Y tú no? No lo sé. Quizá sí. ¿Crees que puedes creer en el cielo si no crees en el infierno? Creo que puedes creer lo que quieras. Rawlins asintió. Piensas en todo lo que puede sucederte, dijo, y no tiene fin."

Cormac McCarthy


"Humedeció el cigarrillo, se lo puso en la boca, sacó cerillas, encendió el cigarrillo y apagó la cerilla con el humo. Se volvió a mirar a Rawlings, pero Rawlings estaba dormido."

Cormac McCarthy


"John Grady abrió su ennegrecida mochila de lona, sacó una pequeña cafetera de hojalata esmaltada y fue a llenarla al arroyo. Se sentaron a observar el fuego y contemplaron la delgada media luna sobre las colinas negras del oeste. Rawlings se lió un cigarrillo, lo encendió con un carbón y se echó contra la silla. Voy a decirte algo. Dímelo. Podría acostumbrarme a esta vida."

Cormac McCarthy


"La gente se lamenta de las cosas malas que le pasa y que no merece pero raramente menciona las cosas buenas. Lo que ha hecho para merecerlas."

Cormac McCarthy


"La llama de la vela y la imagen de la llama de la vela reflejada en el espejo de cuerpo entero se retorció y enderezó cuando el hombre entró en el vestíbulo y cerró la puerta...Se quitó el sombrero y avanzó lentamente. Las tablas del suelo crujían bajo sus botas...Oscuro, frío, sin viento, y un delgado arrecife gris insinuándose en el borde oriental del mundo. Salió a la pradera y se quedó con el sombrero en la mano como suplicando a la oscuridad que los envolvía a todos, y así permaneció durante mucho rato."



Cormac McCarthy


"Lo constante de la historia es la codicia, la necedad y una avidez de sangre que incluso Dios parece impotente para cambiar... Mucho antes de la montaña supe que aquello que ansiaba descubrir era algo que siempre había sabido. Que todo valor era una forma de constancia. Que lo primero que abandonaba el cobarde era siempre a sí mismo. Después de esto, todas las traiciones resultaban fáciles. Supe que algunos conseguían el valor con menos lucha que otros, pero creía que todos cuantos lo querían podían conseguirlo. Que el deseo era la cuestión en sí misma. No podía pensar en nada más que contuviera esta verdad: tanto depende de la suerte."

Cormac McCarthy





"Los hombres dicen que esto sólo lo aprenden pero dijo que ninguna criatura puede aprender lo que no cabe en la forma de su corazón."

Cormac McCarthy


"Mandé a un chico a la cámara de gas en Huntsville. A uno nada más. Yo lo arresté y yo testifiqué. Fui a visitarlo dos o tres veces. Tres veces. La última el día de su ejecución. No tenía por qué ir, pero fui. Naturalmente no quería ir. Había matado a una chica de catorce años y os puedo asegurar que yo no sentía grandes deseos de ir a verle y mucho menos de presenciar la ejecución, pero lo hice."

Cormac McCarthy


"No te abandonaré, susurró. No te dejaré nunca. ¿Entiendes?"

Cormac McCarthy




"Normalmente puedo decir lo inteligente que es un hombre por lo estúpido que se imagina que soy."

Cormac McCarthy



"Nunca se sabe lo que la mala suerte te ha salvada de una peor suerte."



Cormac McCarthy
No es país para viejos




"Nunca sabes de qué suerte peor te ha salvado tu mala suerte."

Cormac McCarthy


"Ojalá mi corazón fuese de piedra."

Cormac McCarthy


"Olvidas lo que quieres recordar y recuerdas lo que quieres olvidar."

Cormac McCarthy


"Perdí los dedos en un accidente de caza, digo. En el tiro al pichón. El cañón derecho explotó. Yo tenía diecisiete años. La edad de Alejandra. No es nada bochornoso, pero la gente es curiosa. Es natural. Adivino que la cicatriz de tu mejilla se debe a un caballo. Sí, señora. Fue culpa mía. Le observó, no sin simpatía. Sonrió. Las cicatrices tienen el extraño poder de recordarnos que nuestro pasado es real. Los sucesos que las causan no se pueden olvidar nunca, ¿Cierto?"

Cormac McCarthy




"¿Qué quiere que haga? Preguntó. Quiero que seas considerado con la reputación de una muchacha. Nunca fue mi intención no serlo. Ella sonrió. Te creo, dijo, pero debes comprenderlo. Esto es otro país. Aquí la reputación de una mujer es todo lo que tiene."

Cormac McCarthy


"¿Sabes quién es ese hombre? No. ¿Debería saberlo? Porque no te conviene nada conocerle. La gente que se cruza en su camino suele tener un futuro muy breve. Inexistente, más bien."

Cormac McCarthy


"Se considera cierto que quienes no conocen la historia están condenados a repetirla. Yo no creo que su conocimiento pueda salvarnos. Lo constante en la historia es la codicia, la necedad y una avidez de sangre que incluso Dios (que sabe todo cuanto puede saberse) parece impotente para cambiar."

Cormac McCarthy



"Se detuvo a medio camino para mirar atrás. De pie y temblando en el agua y no de frío porque no hacía ninguno. No le hables. No la llames. Cuando se acercó, él le tendió la mano y ella la tomó. Era tan pálida en el lago que parecía estar ardiendo. Como luz fosforescente en un bosque tenebroso. (...) Como la luna que ardía sin llama. Sus cabellos negros flotaban en el agua a su alrededor, caían y flotaban en el agua. Ella le rodeó el cuello con su otro brazo y miró hacia la luna en el oeste no le hables no la llames y entonces volvió el rostro hacia él. Más dulce por el hurto de tiempo y carne, más dulce por la traición."

Cormac McCarthy



"Si las complicaciones surgen cuando menos te lo esperas entonces quizá lo más inteligente sea esperar que se presenten."

Cormac McCarthy



"Si no cumples una promesa pequeña tampoco cumplirás una grande."

Cormac McCarthy


"Sin listas de cosas que hacer. El día providencia de sí mismo. La hora. No hay después. El después es esto."

Cormac McCarthy


"Sólo hay una verdad, dijo John Grady. La verdad es lo que ocurrió. No es lo que sale de la boca de alguien."

Cormac McCarthy


"Supe que algunos conseguían el valor con menos lucha que otros, pero creía que todos cuantos lo querían podían conseguirlo. Que el deseo era la cuestión en sí misma. La cuestión en sí misma. No podía pensar en nada más que contuviera esta verdad."

Cormac McCarthy




"Te llevo en mi corazón. Como te he llevado siempre."

Cormac McCarthy


"Ten presente que las cosas que te metes en la cabeza están ahí para siempre."

Cormac McCarthy


"Tienes que llevar el fuego. (...) ¿Dónde está? Yo no sé dónde está el fuego. Sí que lo sabes. Está en tu interior. Siempre ha estado ahí. Yo lo veo."

Cormac McCarthy




"Traté de ver las cosas con perspectiva pero a veces estás demasiado cerca."

Cormac McCarthy


"Va a morir, dijo. Dejaremos que Dios lo decida. Vámonos. ¿No teme a Dios? No tengo motivos para temerle. Incluso hay una o dos cosas que debo discutir con Él. Debería temerle, dijo el capitán. Usted no es un agente de la ley. No tiene ninguna autoridad."

Cormac McCarthy





"Vio a su padre en el funeral. Solo en el pequeño sendero de grava junto a la cerca. Salió una vez a la calle hacia su coche. Luego volvió...Al atardecer ensilló su caballo y se alejó de la casa, cabalgando hacia el Oeste. El viento había amainado bastante y hacía mucho frío y el sol estaba rojo sangre y elíptico bajo los arrecifes de nubes rojas que tenía frente a él, en la hora que siempre elegiría cuando las sombras eran largas y el antiguo camino se perfilaba ante él a la luz rosa y oblicua como un sueño del pasado."

Cormac McCarthy



"Y los sueños tan llenos de color. ¿Cómo si no te reclamaba la muerte? Al despertar en el frío amanecer todo se volvía ceniza al instante. Como ciertos frescos antiguos sepultados durante siglos y expuestos de repente a la luz del día."

Cormac McCarthy