A vista perdida

No renunciaré jamás al lujo insolente al desenfreno suntuoso de pelos
              como fasces finísimas colgadas de cuerdas y de sables

Los paisajes de la saliva inmensos y con pequeños cañones de
              plumas-fuentes

El tornasol violento de la saliva

La palabra designando el objeto propuesto por su contrario

El árbol como una lamparilla mínima

La pérdida de las facultades y la adquisición de la demencia

El lenguaje afásico y sus perspectivas embriagadoras

La logoclonia el tic la rabia el bostezo interminable

La estereotipia el pensamiento prolijo

El estupor

El estupor de cuentas de cristal

El estupor de vaho de cristal de ramas de coral de bronquios y de
                plumas

El estupor submarino y terso resbalando perlas de fuego impermeable
                a la risa como un plumaje de ánade delante de los ojos

El estupor inclinado a la izquierda flameante a la derecha de columnas
                de trapo y de humo en el centro detrás de una escalera
                vertical sobre un columpio

Bocas de dientes de azúcar y lenguas de petróleo renacientes y
                 moribundas descuelgan coronas sobre senos opulentos bañados
                 de miel y de racimos ácidos y variables de saliva

El estupor robo -de estrellas gallinas limpias labradas en roca y tierna
                 tierra firme mide la tierra del largo de los ojos

El estupor joven paria de altura afortunada

El estupor mujeres dormidas sobre colchones de cáscaras de fruta
                 coronadas de cadenas finas desnudas

El estupor los trenes de la víspera recogiendo los ojos dispersos en
                 las praderas cuando el tren vuela y el silencio no puede seguir
                 al tren que tiembla

El estupor como ganzúa derribando puertas mentales desvencijando
                la mirada de agua y la mirada que se pierde en lo umbrío de la
                madera seca Tritones velludos resguardan una camisa de mujer
                que duerme desnuda en el bosque y transita la pradera limitada
                por procesos mentales no bien definidos sobrellevando
                interrogatorios y respuestas de las piedras desatadas y feroces
                teniendo en cuenta el último caballo muerto al nacer el alba de
                las ropas íntimas de mi abuela y gruñir mi abuelo de cara a la
                pared

El estupor las sillas vuelan al encuentro de un tonel vacío cubierto
                de yedra pobre vecina del altillo volador pidiendo el encaje y
                el desagüe para los lirios de manteleta primaria mientras una
                mujer violenta se remanga las faldas y enseña la imagen de la
                Virgen acompañada de cerdos coronados con triple corona y
                moños bicolores.

La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho
                crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos
                carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de
                fresca sombrilla con caireles y rulos

Los miosotis y otros pesados geranios escupen su miseria

El grandioso crepúsculo boreal del pensamiento esquizofrénico

La sublime interpretación delirante de la realidad

No renunciaré jamás al lujo primordial de tus caídas vertiginosas
                oh locura de diamante

César Moro



"Amo la rabia de perderte, tu ausencia en el caballo de los días, tu sombra y la idea de tu sombra."

César Moro



Batalla al borde de una catarata

Tener entre las manos largamente una sombra
De cara al sol
Tu recuerdo me persiga o me arrastre sin remedio
Sin salida sin freno sin refugio sin habla sin aire
El tiempo se transforma en casa de abandono
En cortes longitudinales de árboles donde tu imagen se disuelve en
                humo
El sabor más amargo que la historia del hombre conozca
El mortecino fulgor y la sombra
El abrir y cerrarse de puertas que conducen al dominio encantado de
                tu nombre
Donde todo perece
Un inmenso campo baldío de hierbas y de pedruscos interpretables
Una mano sobre una cabeza decapitada
Los pies
Tu frente
Tu espalda de diluvio
Tu vientre de aluvión un muslo de centellas
Una piedra que gira otra que se levanta y duerme en pie
Un caballo encantado un arbusto de piedra un lecho de piedra
Una boca de piedra y ese brillo que a veces me rodea
Para explicarme en letra muerta las prolongaciones misteriosas
               de tus manos que vuelven con el aspecto amenazante de un
               cuarto modesto con una cortina roja que se abre ante el infierno
Las sábanas el cielo de la noche
El sol el aire la lluvia el viento
Sólo el viento que trae tu nombre.

César Moro



Carta a Antonio
     
      Te quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio
de mi sueño y me levantas y como un dios, como un autentico dios,
como el único y verdadero, con la injusticia de los dioses, todo negro dios nocturno, todo de obsidiana
con tu cabeza de diamante, como un potro salvaje, con tus manos salvajes y tus pies de oro que sostienen tu cuerpo negro,
me arrastras y me arrojas al mar de las torturas y de las suposiciones.
      Nada existe fuera de ti, sólo el silencio y el espacio. Pero tu eres
el espacio y la noche, el aire y el agua que bebo, el silencioso veneno y el volcán en cuyo abismo caí hace tiempo,
hace siglos, desde antes de nacer, para que de los cabellos me arrastres hasta mi muerte.
      Inútilmente me debato, inútilmente pregunto. Los dioses son mudos;
como un muro que se aleja, así respondes a mis preguntas, a la sed
quemante de mi vida.
      ¿Para qué resistir a tu poder? Para qué luchar con tu fuerza de
rayo, contra tus brazos de torrente; si así ha de ser, si eres el punto,
el polo que imanta mi vida.
      Tu historia es la historia del hombre. El gran drama en que mi existencia es el zarzal ardiendo, el objeto
de tu venganza cósmica, de tu rencor de acero.
      Todo sexo y todo fuego, así eres. Todo hielo y todo sombra, así eres:
hermoso demonio de la noche, tigre implacable de testículos de estrella,
gran tigre negro de semen inagotable de nubes inundando el mundo.
      Guárdame junto a ti, cerca de tu ombligo en que principia el aire;
cerca de tus axilas donde se acaba el aire. Cerca de tus pies y cerca de
tu manos. Guárdame junto a ti.
      Seré tu sombra y el agua de tu sed, con ojos; en tu sueño seré aquel
punto luminoso que se agranda y lo convierte todo en lumbre; en tu
lecho al dormir oirás como un murmullo y un calor a tus pies se anudará
e irá subiendo y lentamente se apoderará de tus miembros y un gran descanso tomará tu cuerpo y al extender tu mano
sentirás un cuerpo extraño, helado: seré yo. Me llevas en tu sangre y en tu aliento, nada podrá borrarme.
       Es inútil tu fuerza para ahuyentarme, tu rabia es menos fuerte
que mi amor; ya tú y yo unidos para siempre, a pesar tuyo, vamos juntos.
       En el placer que tomas lejos de mi hay un sollozo y tu nombre.
       Frente a tus ojos el fuego inextinguible.

César Moro



"Desearte es ver todos los árboles y el cielo, el agua y el aire en ti. Mi vida se ha hecho simple, clara, ardiente, limpia."

César Moro


"El corazón respira apenas ante el milagro repentino de tu presencia. Los ojos quisieran guardar para siempre el color de incendio de tus ojos, el resplandor de tu mirada, el exacto volumen de tu cuerpo, y devorarte y envolverte y guardarte ajeno a todas las miradas."

César Moro


"El paso lento del tiempo lento, la noche no termina y el amor se hace lento."

César Moro


"En el agua quemante el sol refleja la mano de cenit."

César Moro



"Guárdame junto a ti, cerca de tu ombligo en que principia el aire; cerca de tus axilas donde se acaba el aire. Cerca de tus pies y cerca de tus manos. Guárdame junto a ti."

César Moro


La leve pisada del demonio nocturno

En el gran contacto del olvido
A ciencia cierta muerto
Tratando de robarte a la realidad
Al ensordecedor rumor de lo real
Levanto una estatua de fango purísimo
De barro de mi sangre
De sombra lúcida de hambre intacto
De jadear interminable
Y te levantas como un astro desconocido
Con tu cabellera de centellas negras
Con tu cuerpo rabioso e indomable
Con tu aliento de piedra húmeda
Con tu cabeza de cristal
Con tus orejas de adormidera
Con tus labios de fanal
Con tu lengua de helecho
Con tu saliva de fluido magnético
Con tus narices de ritmo
Con tus pies de lengua de fuego
Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas
Con tus ojos de salto nocturno
Con tus dientes de tigre
Con tus venas de arco de violín
Con tus dedos de orquesta
Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo
Y vaticinar la pérdida del mundo
En las entrañas del alba
Con tus axilas de bosque tibio
Bajo la lluvia de tu sangre
Con tus labios elásticos de planta carnívora
Con tu sombra que intercepta el ruido
Demonio nocturno
Así te levantas para siempre
Pisoteando el mundo que te ignora
Y que ama sin saber tu nombre
Y que gime tras el olor de tu paso
De fuego de azufre de aire de tempestad
De catástrofe intangible y que merma cada día
Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la sospecha
           que tuerce la boca del tigre que en las mañanas escupe para
           hacer el día

César Moro



"La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de fresca sombrilla con caireles y rulos."

César Moro


"La noche se acuesta al lado mío y empieza el diálogo al que asistes como una lámpara votiva sin un murmullo parpadeando y abrasándome con una luz tristísima de olvido y de casa vacía bajo la tempestad nocturna."

César Moro




"La poesía sigue proyectando su luz mortal y lacrimógena; luz vivificante del devenir humano dentro de sí mismo y no orientado hacia la conquista de nuevos metales cuya fusión dosificada estalle asolando tierras de cultura, tesoros anímicos penosamente acumulados, segando el más preciado, el más rutilante de los tesoros: la vida humana."

César Moro



"Las ramas de luz atónita poblando innumerables veces el área de tu frente asaltada por olas asfaltada de lumbre tejida de pelo tierno y de huellas leves de fósiles de plantas delicadas."

César Moro


Llamado a los tres reinos

Hablo a los tres reinos
al tigre sobre todo
más susceptible de escucharme
a las limaduras a la carbonilla
al viento que no se sitúa en ninguno de los tres reinos
para la tierra habría que usar un lenguaje de cieno
para el agua un lenguaje de ventosa
para el fuego apretar la poesía en un torno y romper el cráneo
              atroz de las iglesias

Hablo a los sordos de orejas tumefactas
a los mudos más imbéciles que su silencio impotente
huyo de los ciegos pues no podrán comprenderme
todo el drama sucede en el ojo y lejos del cerebro

Hablo de un cierto encanto incomprensible
de un habito desconocido e irreducible
de ciertas lágrimas secas
que pululan sobre el rostro del hombre
del silencio que resulta el gran grito del nacimiento
de este instinto de muerte que nos subleva
a nosotros los mejores de entre los hombres
cada mañana se hace tangible bajo la forma de una medusa
              sangrante a la altura del corazón.

Hablo a mis amigos lejanos cuya imagen confusa
tras una cortina de estrépito de cataratas
me deleita como una esperanza inaccesible
bajo la campana de un buzo
simplemente en la soledad de un claro de bosque.

César Moro



"Muriendo de pie es seguro que ganaremos aquel paraje de hierbas locas donde empieza la soledad."

César Moro




"Nada puede hacerme sufrir más que el espectáculo del amor. Yo solo, frente al mundo, fuera del mundo, en el mundo intermedio de la nostalgia fúnebre, de las aguas maternas, del gran claustro, del paraíso perdido; frente a ti y lejos, tan lejos que ya nada puede salvarme, ni la muerte."

César Moro


Prestigio del amor

El amor consagra al amor
Los días sin lluvia
Y como conviene los días bellos
Para el amor y sus preferencias
Al prestigio del más viejo amor
A la lluvia de la palabra amor
Al único amor sin pena sin dicha sin retorno
Al porvenir de los dementes
A los sepultureros a los alegres compañeros de presidio
Al punzante al ardiente recuerdo del tatuaje
A mi amada muerte
A quienes dudan todavía
A los tesoros de los ciegos
A las lágrimas
Al agua al viento al fuego al amor
A la esperanza de quien destroza su amor
Al tormento del fuego y del hielo
A los primeros sucesos que han de señalar la rebelión y la
                 sangre
A las sábanas de los crímenes pasionales
A las bellas sábanas de los suicidas
A la más tierna culata razón del revólver
A las partidas que hasta el aire soplan
Al plomo de las balas
Para que hasta los no alcanzados
Mueren como perros envenenados
A la congoja de quienes despiertan
A las noches vacías
A mi vida perdida
A la pérdida sin dolor sin retorno sin dicha de la vida
Para que quienes aman y se envilecen en su dicha
Se levanten y lancen las primeras maldiciones
Al huracán
A las mañanas más tristes que todo
Para mejor borrar mi nombre
Para sacudir el polvo y volver al polvo
Para maldecir los instantes al parecer felices
Para el despertador cargado de pólvora
A las estatuas desnudas de la noche
Al mármol perdido
Para carecer de sepulcro
A las señales ígneas del puñal
A los solos a los únicos recuerdos sexuales
A la boca de piedra del amor
Al frío del agua la noche
Para ya nunca volver a comenzar
Al más tierno amor

César Moro



"¿No era tu sonrisa el bosque resonante de mi infancia? ¿No eras tú el manantial la piedra desde siglos escogida para reclinar mi cabeza? Pienso tu rostro inmóvil, brasa de donde parten la vía láctea y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una araña encendida agitada sobre el mar."

César Moro




"Se nace poeta; aquel fuego interior, aquella chispa que puede provocar el incendio de un bosque existe desde el momento en que se abren los ojos o tal vez, desde antes del nacimiento."

César Moro



"Si puedo amar así, mi eternidad sería segura. ¿Tal eternidad dura sólo una vida?"

César Moro




"Sólo un agua para lavar tanta sangre, un único camino para la felicidad. Al despertar en el sueño resplandeciente, tu rostro de castillo hirviendo en la noche."

César Moro


"Soñaba encontrar un muro de agua y el sol atravesándolo en el silencio."

César Moro


"Te quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio de mi sueño y me levantas y como un dios, como un auténtico dios, como el único y verdadero, con la injusticia de los dioses, todo negro dios nocturno, todo de obsidiana con tu cabeza de diamante, como un potro salvaje, con tus manos salvajes y tus pies de oro que sostienen tu cuerpo negro, me arrastras y me arrojas al mar de las torturas y de las suposiciones."

César Moro




"Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas de mar y estrellas de cielo bajo la nieve incalculable de tu mirada."

César Moro


"(...) Un camino de tierra en medio de la tierra y nubes de tierra y tu frente se levanta, como un castillo de nieve y apaga el alba y el día se enciende y vuelve la noche y fasces de tu pelo se interponen y azotan el rostro helado de la noche para sembrar el mar de luces moribundas y que las plantas carnívoras no falten de alimento y crezcan ojos en las playas y las selvas despeinadas giman como gaviotas."

César Moro


"Velo desgastado libre cielo y brevemente nocturno en el ojo con párpado embriagado miente el vaso roto para siempre en tu mano libertad."

César Moro


Viaje hacia la noche

Es mi morada suprema, de la que ya no se vuelve
Krishna, en el Bhagavad Gita

Como una madre sostenida por ramas fluviales
De espanto y de luz de origen
Como un caballo esquelético
Radiante de luz crepuscular
Tras el ramaje dense de árboles y árboles de angustia
Lleno de sol el sendero de estrellas marinas
El acopio fulgurante
De datos perdidos en la noche cabal del pasado
Como un jadear eterno si sales a la noche
Al viento calmar pasan los jabalíes
Las hienas hartas de rapiña
Hendido a lo largo el espectáculo muestra
Faces sangrientas de eclipse lunar
El cuerpo en llamarada oscila
Por el tiempo
Sin espacio cambiante
Pues el eterno es el inmóvil
Y todas las piedras arrojadas
Al vendaval a los cuatro puntos cardinales
Vuelven como pájaros señeros
Devorando lagunas de años derruidos
Insondables telarañas de tiempo caído y leñoso
Oquedades herrumbrosas
En el silencio piramidal
Mortecino parpadeante esplendor
Para decirme que aún vivo
Respondiendo por cada poro de mi cuerpo
Al poderío de tu nombre oh poesía

Lima, la horrible, 24 de julio o agosto de 1949.

César Moro




Viernes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera


Apareces
La vida es cierta
El olor de la lluvia es cierto
La lluvia te hace nacer
Y golpear a mi puerta
Oh árbol
Y la ciudad el mar que navegaste
Y la noche se abren a tu paso
Y el corazón vuelve de lejos a asomarse
Hasta llegar a tu frente
Y verte como la magia resplandeciente
Montaña de oro o de nieve
Con el humo fabuloso de tu cabellera
Con las bestias nocturnas en los ojos
Y tu cuerpo de rescoldo
Con la noche que riegas a pedazos
Con los bloques de noche que caen de tus manos
Con el silencio que prende a tu llegada
Con el trastorno y el oleaje
Con el vaivén de las casas
Y el oscilar de luces y la sombra más dura
Y tus palabras de avenida fluvial
Tan pronto llegas y te fuiste
Y quieres poner a flote mi vida
Y sólo preparas mi muerte
Y la muerte de esperar
Y el morir de verte lejos
Y los silencios y el esperar el tiempo
Para vivir cuando llegas
Y me rodeas de sombra
Y me haces luminoso
Y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
Y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
Estrella desprendiéndose en el Apocalipsis
Entre bramidos de tigres y lágrimas
De gozo y gemir eterno y eterno
Solazarse en el aire rarificado
En que quiero aprisionarte
Y rodar por la pendiente de tu cuerpo
Hasta tus pies centelleantes
Hasta tus pies de constelaciones gemelas
En la noche terrestre
Que te sigue encadenada y muda
Enredadera de tu sangre
Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
Acuario encerrando planetas y caudas
Y la potencia que hace que el mundo siga en pie y guarde el equilibrio de los mares
Y tu cerebro de materia luminosa
Y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
Y te envuelve
Y que tus pies transitan
Abriendo huellas indelebles
Donde puede leerse la historia del mundo
Y el porvenir del universo
Y ese ligarse luminoso de mi vida
A tu existencia.

César Moro







"Y al fin es mío el tiempo y la noche me alcanza y el sueño que me anula te devora y puedo asimilarte como un fruto maduro como una piedra sobre una isla que se hunde."

César Moro




"Y que tus pies transitan abriendo huellas indelebles donde puede leerse la historia del mundo y el porvenir del universo y ese ligarse luminoso de mi vida a tu existencia."

César Moro