"Bajo el manto de la Diosa, así como toda mujer es
mi hermana, mi hija, mi madre, todo hombre debe
ser para mí, padre, amante, hijo..."

Marion Eleanor Zimmer Bradley



“El camino que se construye en la esperanza es más agradable para el viajero que el camino construido en la desesperación, a pesar de que ambos llevan al mismo destino.”

Marion Bradley


"Incluso en los mejores momentos, el comercio entre Labornok y Ruwenda era un asunto frustrante y ocasionalmente peligroso. Más de uno de nuestros gloriosos reyes, tirándose de los bigotes por la furia experimentada ante alguna insolencia ruwendiana, había ordenado que nuestros generales idearan un plan para conquistar la nación más pequeña. Pero es difícil invadir un país que sólo tiene una puerta de acceso -el empinado y alto Paso de Vispir en las montañas Ohogan, custodiado por bien situados fuertes ruwendianos- Esos reyes de Labornok de melancólica memoria que hicieron el intento nunca regresaron con vida. Los miembros supervivientes de sus ejércitos derrotados contaban relatos de heladas nieblas infernales, vientos arremolinados desde los cuales parecían observar ojos maléficos, espantosas tormentas de nieve en las montañas, cierzo y granizo, monstruosos aludes de rocas, fulminantes morrenas que se desmoronaban súbitamente sobre los caballos de batalla, y otras calamidades que les habían acaecido. Pero aunque hubieran podido tomar los puestos de guardia del paso, las inundadas marismas que se extendían más allá presentaban un obstáculo aún más formidable para una fuerza invasora. Todo esto lo sabían muy bien todos los maestros comerciantes de Labornok."

Marion Zimmer Bradley
Trillium negro



“No hables mal de nadie cuya carga jamás hayas llevado a cuestas.”

Marion Bradley


"Nosotros, los del Comyn, ¿éramos los gobernantes de nuestro pueblo a causa de nuestro laran,... o éramos sus esclavos? ¿Y quién era quién? Un esclavo es un escla­vo a pesar de que por su laran, el pueblo al cual sirve le rodee de todos los lujos y obedezca cada una de sus pa­labras. Una clase protegida rápidamente se convierte en una clase explotable y explotadora. Basta mirar a las mujeres.
Las puertas del Cuartel General Terrano, enormes y oscuras, se presentaron ante mí, junto con el hombre de la fuerza especial que las custodiaba, con su uniforme de cuero negro. Le di mi nombre y el guardia utilizó su comunicador; aceptaron que acudía por un asunto le­gal y me dejaron pasar. Mi padre se había tomado la mo­lestia de conseguir mi doble ciudadanía, y de todos mo­dos, los terranos alegaban que Darkover era una colonia terrana perdida, lo cual significaba que parte de su polí­tica consistía en conceder derechos de ciudadanía a cualquiera que los solicitara. Yo nunca me había molestado en votar a un representante para el Parlamento o el Se­nado Imperial, pero sospechaba que Lerrys siempre lo hacía. No tengo mucha fe en los gobiernos parlamenta­rios —no tienden a elegir al mejor hombre, sino al que atrae al temperamento de las masas y, en general, las ma­yorías tienden a equivocarse—, tal como lo demuestran la historia de la cultura y la constante recurrencia de ciertos tipos de esclavitud y de persecuciones religiosas. No confiaba en las decisiones que el Imperio podía to­mar para Darkover y... ¿por qué, en nombre de los nue­ve infiernos de Zandru, o de los cuatrocientos mundos habitados conocidos del Imperio, deberían tener los darkovanos voz y voto para tomar decisiones destina­das a mundos como Vainwal? Incluso en los grupos pe­queños —como el Concejo del Comyn— los políticos son hombres que quieren decirle a todo el mundo qué deben hacer y son, por lo tanto, criminales, en el fondo. Yo rara vez pensaba demasiado en eso, y lo prefería así. Mi padre había intentado muchas veces señalar los erro­res de mi razonamiento, pero tenía cosas mejores que hacer con mi vida que preocuparme por la política."

Marion Zimmer Bradley
El exilio de Sharra