Autorretrato

"Yo no sé:
cocinar
llevar sombrero
ser acogedora
llevar joyas
arreglar flores
recordar citas
agradecer regalos
dar la propina adecuada
retener a un hombre
mostrar interés
en las reuniones de padres.

No puedo
dejar de:
fumar
beber
comer chocolate
robar paraguas
quedarme dormida por la mañana
olvidarme de recordar cumpleaños
y limpiarme las uñas.
Hablar
por boca de otros
revelar secretos
amar
lugares extraños
y psicópatas.

Puedo:
estar sola
fregar platos
leer libros
construir frases
escuchar
y ser feliz
sin mala conciencia."

Tove Ditlevsen



"Besa mi boca, más dime qué es lo que mi corazón busca."

Tove Irma Margit Ditlevsen 


"Con la mañana, llegaba la esperanza. Como un resplandor fugaz, se posaba en la melena negra y lisa de mi madre, que yo jamás me aventuraba a tocar, y se quedaba en la punta de mi lengua mezclada con el azúcar de las gachas tibias, que me comía despacio y sin perder nunca de vista sus finas manos entrelazadas, inmóviles sobre el periódico, con su gripe española y su tratado de Versalles.
Mi padre ya había ido a trabajar y mi hermano, al colegio, de manera que, aun conmigo allí, mi madre estaba sola, y si me quedaba callada sin decir nada, aquella calma distante de su corazón enigmático podía prolongarse hasta entrada la mañana, cuando bajaba a Istedgade para hacer la compra como las amas de casa corrientes.
El sol surgía por encima del carromato verde de los gitanos como si brotase de su interior, y Hans el Sarna salía palangana en ristre y con el torso al aire. Después de echarse el agua por encima, alargaba la mano en busca de la toalla que le tendía Lili la Guapa. No cruzaban palabra, pero eran como estampas de un libro cuando se pasan muy deprisa las páginas. Igual que mi madre, aún habrían de cambiar con el correr de las horas. Hans el Sarna era soldado del Ejército de Salvación y Lili la Guapa, su novia. En verano, apiñaban a una caterva de chiquillos en el carromato verde y los llevaban al campo. Los padres les daban a cambio una corona diaria. Yo había ido con ellos cuando tenía tres años y mi hermano, siete. Ahora que tenía cinco, lo único que recordaba de todo el viaje era que un día Lili la Guapa me bajó del carromato y me dejó en la arena ardiente de lo que entonces creí un desierto. Luego el carro verde se puso en marcha y se fue haciendo más y más pequeño; llevaba dentro a mi hermano y yo no iba a volver a verlo —ni a él ni a mi madre— ya nunca más. Al regresar, traían a todos los niños sarnosos. Por eso lo llamaban Hans el Sarna. En cambio, Lili la Guapa no era una mujer guapa. Mi madre sí, en aquellas mañanas extrañas y felices en que debía dejarla en paz. Guapa, intocable, solitaria y llena de pensamientos secretos que yo nunca llegaría a conocer. A su espalda, sobre el papel pintado de flores que mi padre había parcheado con cinta adhesiva marrón, colgaba la imagen de una mujer mirando por la ventana. Por detrás de ella asomaba la cunita de un bebé. Debajo de la imagen se leía: Mujer esperando a que su marido regrese del mar. Algunas veces mi madre reparaba en mi presencia de repente y seguía mi mirada hasta la imagen, que a mí me parecía muy triste y muy tierna. Ella, sin embargo, rompía a reír, y entonces era como si un montón de bolsas de papel llenas de aire reventasen a la vez. Mi corazón galopaba de angustia y pena porque el silencio del mundo se había roto, porque ahora yo era presa del mismo regocijo feroz que ella."

Tove Ditlevsen
Trilogía de Copenhague



Domingo

"Nunca ocurre nada los domingos.
Nunca encuentras un nuevo amor en domingo.

Es el día de los infelices.
Día de pensión o día de familia.
Las horas más dolorosas de la amante
cuando se imagina a su amado
con sus hijos en las rodillas
mientras su mujer, sonriente,
entra y sale con tentadoras bandejas.
Un día maldito.

Alguna vez tuvo que haber sido diferente.
¿Por qué si no tendríamos todos
que esperar con ansias el domingo durante toda la semana?
¿Quizá cuando íbamos a la escuela?
Pero ya entonces las campanas sonaban
compungidas y grises como lluvia y muerte.
Ya entonces las voces de los adultos
eran débiles e insonoras como si buscasen a tientas
y en vano las palabras dominicales.

El olor a humedad y a pan mohoso,
a sueño, botas de goma y achicoria
ya subía entonces por la escalera
y la calle, que estaba dura, vacía y diferente
de una manera desolada ­
El olor dominical nos forraba
con la gruesa capa de la decepción
que sigue a una expectativa
sin meta específica.

Pero, entonces ¿cuándo? En un lugar anterior a la memoria
hubo felicidad, una expectativa irresistible
que todavía nadie había sido capaz de defraudar.
Entonces las campanas significaban que papá estaba en casa,
el bigote, las negras cejas y el olor a tabaco mascado

estaban allí y allí quedaban, en un lugar cercano."



Tove Ditlevsen


"Dos hombres hay en el mundo que he encontrado en mi camino; el primero es a quien amo, y el segundo, quien me ama."

Tove Ditlevsen



"El pediría en caso de divorcio la mitad de todo dijo él. Medio sofá, medio televisor, media casa de campo, medio kilo de mantequilla, medio hijo."

Tove Ditlevsen


La bruja

"No entres en la casa,
ese es el hogar de  la bruja
De sus verdes ojos
salen peligrosas llamas.

Detrás de paneles y puertas
se esconden fantasmas
Y brillan los  ojos amarillos
de una marta.

Pero allí está todo espolvoreado
con oro y piedras preciosas
Muchos exploradores
se aventuraron solos.

Un horrible dragón, con siete colas
os comió a todos,
Duerme todo el día
en la espalda cueva de la bruja.

No entres a esa casa,
aunque la visión te deslumbre
Porque el dragón es mi corazón

y la bruja se parece mucho a mí."


Tove Ditlevsen



Las ánimas de la muerte

"Vengan los buenos pensamientos
Los dulces y los limpios
Para que yo no me sienta

Tan asustada y sola."



"Las horas más dolorosas de la amante cuando se imagina a su amado con sus hijos en las rodillas mientras su mujer, sonriente, entra y sale con tentadoras bandejas."

Tove Ditlevsen


"(...) Llevo al primero en mi sangre, donde es amor puro y libre, y al segundo lo ato al día en que se ahogan los sueños."

Tove Ditlevsen


"Lo veo escaparse y me acuerdo de otras caricias de dulzura inconmensurable, quizás una vez suyas, pero que no despiertan ya en mí el deseo excepto en la memoria, nunca más."

Tove Ditlevsen


"Mi mejor momento al día es aquel en que estoy sola y el pensamiento detiene huellas de vagos recuerdos."

Tove Ditlevsen



"No es fácil estar sola, otras personas te miran con ojos impacientes como de sala de espera."

Tove Ditlevsen


Noche de primavera

"Ahora inclina Dios su rostro sobre la tierra
Su gran corazón palpita muy suavemente
Y mira y tú descansas en la bóveda de su frente
Que es fresca como una noche de primavera en el norte.
Y ampara, posando su mano sobre la buena tierra
Que El creó para su alegría
y llora sobre las almas despiertas y frías
y besa a los niños y a los animales que duermen.
Y escucha una fresca noche de primavera en el norte
La suave voz de  Dios, la apenas perceptible brisa,
Y en el espíritu de las flores, la eternidad sin prisa.

Ahora inclina Dios su rostro sobre la tierra."



Tove Ditlevsen


"Nunca ocurre nada los domingos. Nunca encuentras un nuevo amor en domingo. Es el día de los infelices."

Tove Ditlevsen


"Puedo estar sola fregar platos leer libros construir frases escuchar y ser feliz sin mala conciencia."

Tove Ditlevsen


"Si quieres saber quién soy, pregunta a las verdes olas; como ellas, sin compromiso, jamás sé lo que deseo."

Tove Ditlevsen


"Sin palabras, vengadores, negamos solitarios la facultad de despertarnos mutuamente voluptuosidad."

Tove Ditlevsen




"Soy buena, mala y aquello que no olvidarás nunca."

Tove Ditlevsen


Te amo


"Te amo, porque tu naturaleza aletea hacia mí
como una vela ondula en la brisa
Te amo, porque cuando creo que te tengo,
la luz se apaga y no estás más.

Te amo porque no dices disparates
sobre casamiento, anillo y todas esas cosas
A un amor como el nuestro tan dulce y fugaz
No debe rodearlo un anillo.

Porque nunca te zurciré tus medias
ni te veré despeinado y en chinelas
Y nunca me verás cansada y malhumorada
recibiéndote en un kimono grasoso.

¡No!  Nos encontraremos en las últimas horas
y bailaremos, Bailaremos toda la noche
Y nada preguntarás, nada prometerás
porque las promesas Igual las romperíamos.

Me verás solo de noche, vestida en sedas,
en coloridas fiestas Y alguna vez
cuando te dispongas  a recordar Quedarán

en tu memoria y serán ellos hermosos recuerdos."


Tove Ditlevsen


"Yo no sé cocinar, llevar sombrero, ser acogedora, llevar joyas, arreglar flores, recordar citas, agradecer regalos, dar la propina adecuada, retener a un hombre, mostrar interés en las reuniones de padres."

Tove Ditlevsen